El trabajo soñado

[Caroline Rensselaer]

Lawrence tendría que enseñarle al menos dos fotos más de personas muertas antes de merecerse la taza con excremento de lechuza.
Con la atención completamente volcada en las fotos, se encogió de hombros por toda respuesta, porque no podía decirle 'no hay problema' o 'está bien', ni al caso. Ya que ella había escuchado que necesitaban todas las fotos en las que saliera el hombre, estaba buscando sólo eso, y separándolas en un montón sobre su regazo. La idea era pasárselas a Lawrence. De modo que, si entre las suyas aparecía el asesino, no se iba a enterar. "Tu trabajo apesta" comentó. Podía interpretarse como broma, aunque Caroline generalmente hablaba con un solo tono: desinteresado. Pero era irónico que ella dijera algo así, considerando que es la que sirve el café.

[Lawrence Olivier]

Dejó algunas fotos más en su la pila de la mesa. En todas ellas se veía el cadaver, pero en ninguna el asesino. Si Caroline lo encontrara, seguramente le darían algún papiro de reconocimiento del Ministerio, para usar de apoya tazas si quiere.
"Este trabajo apesta", le dijo agitando las fotos que tenía en la mano. "No es lo que hago en general...", medio que se excusó, aunque en realidad su trabajo diario apestaba más. Eso de tener una cama con su nombre en el San Mungo no era algo que lo enorgullecía demasiado. Bueno, un poquito sí.

[Sir Ulrich Lamport]

Estos bohemios, artistas, músicos autodidactas no habían puesto mucho esmero en la seguridad del lugar, lo que a Lamport le venía muy bien. Miró alrededor, el lugar solamente le servía como entrada (y quizás, salida) al estudio de al lado. No iba a ser fácil, pero hacerlo parecer un robo amateur y poco organizado era su mejor chance: empezar por un edificio al que no era difícil acceder, pasar a un edificio mucho mejor en el que cualquiera imaginaría que hay un mejor botín. Suspiró mientras se acomodaba los guantes.
Desordenó el lugar, tirando cajas al piso, dando vuelta los cojines de un sofá viejo, deshaciéndose de objetos que podrían ser considerados valiosos.

[Caroline Rensselaer]

Terminó de revisar su montoncito, había sólo dos en las que no aparecía el cadáver, porque alguien había mandado una ráfaga de aire con un hechizo para que la túnica de la modelo adquiriera vida propia, y cubría todo el cuadro. Las descartó sobre la mesa. Juntó el resto, acomodándolas con unos golpecitos en las orillas, como si fuera a barajear cartas, y se las ofreció a Lawrence con la mano derecha. Frunció el ceño. "¿O sea que no eres un revisor de fotografías profesional?" preguntó. Eso sí era una broma, pero su tono no cambió.

[Lawrence Olivier]

Se sonrió, sabía apreciar una broma aunque no estuviese acompañada de gente maquillada y con pompones en la ropa. "No...", tomó la pila que le ofrecía ella "aunque al parecer podría ser fotógrafo", bromeó levantando las cejas y mirando las fotografías de la mesa en donde sólo se veía la túnica. Eso, a su entender, no era muy artísitico que digamos.

[Caroline Rensselaer]

Lo pensó mucho más que antes, pero terminó por sonreír. "No me digas. Eso es exactamente lo que pensaba yo". Estaba haciendo referencia a que ella sí quería ser fotógrafa, y al final no había resultado tan sencillo. Se movió en su lugar (los bancos en los que estaban sentados eran esos cuyo asiento gira), a la espera de que él revisara las fotos que quedaban. "¡Ah!" exclamó. "Me olvidé por completo de ofrecerte algo de tomar". ¿Eso se hacía durante la visita de un empleado del Ministerio, o sonaba demasiado a visita social?

[Lawrence Olivier]

En general los empleados del Ministerio hablaban y se movían como personas, así que no estaría mal suponer que también comían y bebían como personas.
Levantó la vista hacia ella, pensando por un instante, "Eh... lo que tengas estará bien. Muchas gracias", le sonrió.
Tomó todas las fotografías que habían encontrado hasta ahora y las colocó un poco más separadas. No sabía si ayudarla a traer bebidas o quedarse ahí.

[Caroline Rensselaer]

¡Pero las apariencias engañan! Por ejemplo, la primera vez que Caroline vio a Lawrence, pensó que iba por evidencia de que la modelo de la campaña era una perseguida traficante de calderos, y terminó mostrándole fotos de un señor muerto. No, nunca te va a perdonar por eso.
Se bajó del banco. "¿Lo que sea? Porque tenemos de todo" comentó. De comida, nada, pero bebidas tenían por montones. "¿Cerveza de mantequilla está bien?".

[Lawrence Olivier]

Y cuando Lawrence vio... nada, nada. Él hizo todo lo malo de esta historia, lo sabemos. Si querés dale una poción de esas para 'ayudar' en la digestión, que se lo merece.
"Cerveza de mantequilla está más que bien, ¡gracias!", ni que le hubiese leído la mente. Si algún día necesita cambiar de aires, Lawrence la contrata sin pensarlo dos veces.

[Caroline Rensselaer]

¿A que sería muy divertido si Caroline le pasara un laxante con la cerveza de mantequilla? Pero no, no sería capaz de hacer eso, y además no tiene muchas ganas de quedarse sola en la habitación con las fotos del cadáver mientras Lawrence corre a tapar el baño. ¿Quién crees que tendría que usar un encantamiento para arreglar eso después?
"Vale". Caminó al otro lado del estudio, donde estaba la cocina, y regresaría al cabo de un minuto con dos botellas destapadas, una en cada mano.

[Sir Ulrich Lamport]

Miró el departamento: parecía que más de una persona había estado allí, revisándolo todo y quedándose hasta con los cachivaches que solamente imitaban cosas de valor. Observó todas las ventanas: por la de la cocina era más fácil de ver que el estudio del edificio contiguo era de un nivel económico superior y prometía más objetos de valor.
Ahora le tocaba arriesgarse. Levantó una de las sillas de la cocina y rompió el vidrio, que cayó a un container de basura que estaba varios metros más abajo. Mejor hacer ruido y levantar sospechas antes que hacerlo todo sospechosamente silencioso. Nadie esperaría unos músicos silenciosos, de todos modos.

[Lawrence Olivier]

Toda la razón. Marche una cerveza sin laxante, por favor.
Mientras ella iba hacia la cocina, él se bajó del banco para desperezarse y estirar la espalda. Después de llevar las fotografías al Ministerio y dejárselas a alguien de la Orden, no tenía más tareas que ir a su casa a descansar. Le pareció escuchar algo afuera, pero tras un segundo de silencio dedujo que no era nada.
Se quedó parado al lado del banco, observando el estudio, esperando que ella regrese.

[Caroline Rensselaer]

((Vale, creo que les debía esto desde el principio, ¡perdón! Traté de ajustarme a lo que está pasando, pero si hay algún problema con la ubicación de las cosas, podemos cambiarlo. Y no, no tengo noción del espacio, hahaha))

Los ruidos definitivamente no eran inusuales por ahí. Se llegaban a escuchar las cosas más raras desde el piso de arriba, especialmente cuando el pintor se frustraba con su más reciente obra y decidía destruir el lienzo, porque era evidencia de su último fracaso. Además, cuando estaba en el estudio generalmente era porque había trabajo, así que ellos mismos creaban un respetable escándalo. Pero ahora estaba sola con Lawrence, el ambiente más tranquilo que recordaba en ese piso. Y eso había sonado como vidrio rompiéndose, en el preciso momento en el que ella daba un paso fuera de la cocina. Se detuvo, pensando durante un segundo que había dejado mal la caja que contenía las botellas de cerveza y se había caído. Pero al mirar por sobre su hombro pudo ver que no había líquido en el suelo, así que terminó de salir para reunirse con Lawrence.
"Aquí tienes" dijo, ofreciéndole una de las botellas.

[Lawrence Olivier]

((Buenísimo!! Por mi parte está perfecto))

"Gracias", tomó la cerveza y la elevó frente a él, "Por que nunca más tengamos que molestarte". Un brindis bastante malo, es cierto, y que probablemente estaría lejos de cumplirse si las fotografías les servían y requerían de sus servicios luego, pero la ilusión es válida.

[Caroline Rensselaer]

Lo miró con cautela, como si pudiera ver más allá de sus palabras y leyera en su cara que brindar por eso sería tan efectivo como pedirle la paz mundial a Papá Noël. Por supuesto que Caroline no hacía ninguna de esas cosas, simplemente se acordó de desconfiar (fool me once...). En cualquier caso, levantó su propia botella y la acercó a la de Lawrence para hacerlas chocar suavemente.