El trabajo soñado

[Caroline Rensselaer]

Tener asistentes a tu servicio debe ser fantástico, principalmente por la parte de tener el poder para encargarles hacer cosas que no quieres hacer tú; desde mandarlos a comprar cajas de botellas de una cerveza de mantequilla importada que sólo venden en una tienda escondida en Diagon Alley hasta encargarles que reciban al enviado del Ministerio de Magia cuando no tienes ganas de esperar porque vas a cenar con un grupo de modelos.

Había leído la notificación el día anterior, porque otro de sus encantadores deberes era revisar la correspondencia que llegaba al estudio, clasificarla y, en ocasiones, responder. Por alguna razón que el documento no explicaba, el Ministerio requería todas las fotos de una sesión reciente que se realizó en diferentes locaciones en la capital, y alguien se presentaría para revisarlas y, de ser necesario, llevárselas. El asunto le había hecho muy poca gracia a Mark, porque la carta también especificaba que tenía prohibido hacerlas públicas o entregarlas al cliente (en este caso, una importante diseñadora del mundo mágico), lo que había provocado que Caroline se mordiera la lengua. Había que contar con él y su egocentrismo, ¿no se enteraba de que el Ministerio no tenía interés en las espectaculares túnicas que la modelo paseó por las calles de Londres, sino en lo que podrían haber capturado de las calles mismas? Con lo poco que le gustaba enterarse de cosas así, lo último que deseaba era involucrarse, aunque fuera indirectamente.

Tamborileó las manos en la mesa, sentada sobre un banco alto, donde había acomodado absolutamente todo el material de ese día, esperando que sonara el timbre. El estudio estaba localizado en el segundo piso de un edificio en una zona de moda que atraía a gente 'artística'. En el piso superior trabajaba un pintor, la última vez que checó.

[Lawrence Olivier]

A Lawrence tampoco le hacía gracia ir a revisar fotos que podían no haber capturado nada importante, sobre todo porque ese tipo de trabajos lo hacían los Aurores del Misiterio, pero a pesar de esto le habían asignado la tarea a él: De todos los Hit Wizards que habían estado en las calles ese día, había sido él el que se había topado con el anciano asesinado.
Y ese anciano era un vagabundo muggle importante para la Orden, ya que vivía en las calles y les hacía llegar muy buena información a cambio de comida y bebida (sobre todo bebida).
Llegó a la dirección que le habían dado y tocó el timbre, poniéndose luego de espaldas a la puerta para chequear que no había nadie sospechoso siguiéndolo o vigilando la zona.

[Caroline Rensselaer]

Irguió la espalda de golpe tras el timbrazo, soltando un respingo. Después puso los ojos en blanco -qué idiota-. Se puso de pie de un salto y trotó hasta el interfono, tecnología muggle alterada para que sólo un mago encontrara el timbre (a Mark no le gustaba que los muggles llamaran a la puerta por error). Cuando presionó el botón abrió la boca... y se quedó en blanco. ¿Se suponía que preguntara quién era? No le habían dado el nombre de la persona que iría. Sonrió; el tema la estaba poniendo paranoica. Pero mejor prevenir. "¿Sí?" respondió. ¿Así o más vaguedad?

[Lawrence Olivier]

Le pareció demasiado casual la voz en el aparatito ese, quizás esperaba un 'Estudios bla bla, ¿diga?'. Dudó unos momentos revisando el papelito y el número en el timbre. -¿Me habré equivocado?-, pero no, era ahí.
"Lawrence Olivier", se presentó, "Vengo de parte del Ministerio de la Magia". Dijo esto último un tanto más bajo porque en ese momento pasaban unas señoras charlando cerca de él.

[Caroline Rensselaer]

Y sí, usualmente tendría que contestar algo más que '¿sí?', pero usualmente no le abría la puerta a alguien del Ministerio que se dedicaba a investigar sobre asuntos de los que Caroline, una bruja de sangre pura no alineada a ningún bando o partido político, quería saber nada.
Exhaló lentamente, repitiendo el gesto de los ojos en blanco. Menos mal que estaba sola; no habría testigos de lo ridícula que estaba siendo. "Por supuesto, ya abro" dijo. Pulsó el botón y Lawrence tuvo alrededor de cinco segundos para empujar la puerta.

[Lawrence Olivier]

Estaba acostumbrado a las viviendas muggles, pero siempre había cosas que le despertaban nerviosismo. Las puertas de ese tipo eran una de ellas. Apenas sonó el ruidito de la puerta, empujó con todas las fuerzas, agitado y apurado como si un milisegundo después ya no fuera a tener la oportunidad.
Luego de caminar dos pasos adentro, la puerta seguía sonando. Se sintió bastante estúpido, aunque recuperó la seriedad al instante. Estaba acostumbrado a convertirse en alguien serio, si la situación lo requería, aunque eso estuviese lejos de su personalidad. -¿Habrá ascensor?-, pensó adentrándose en el hall de entrada.

[Caroline Rensselaer]

La verdad sea dicha, Caroline demoró un rato en acostumbrarse a la puerta, porque al principio había esperado que la cosa se apartara de su camino sin que ella tuviera que empujar, o algo así. Empujar era como muy muggle. En fin, el edificio sí contaba con ascensor, aunque sólo había tres niveles.
Mientras Lawrence entraba, Caroline fue a abrir la puerta del estudio. Recargó el hombre en el marco, cruzada de brazos. Cuando él saliera del elevador podría verla.

[Lawrence Olivier]

Y los elevadores eran el punto fuerte de Lawrence, o al menos eso pensaba él, orgulloso. Eran años los que había vuelto loco a Derek, en las ocasiones en que encontraban uno, paseando de arriba a abajo en ellos como un infante.
Se subió y pulsó número 2, sonriendo bobamente sin darse cuenta todo el -¡muy corto!- trayecto. Cuando salió del elevador aún lucía una sonrisa perfectamente asociable a un nene con un pase gratis al tiovivo.

[Caroline Rensselaer]

Hey, es posible que eso explique en parte la forma de ser de Derek, ¿no hay estudios que determinan los efectos negativos del uso excesivo de ascensores en el cerebro humano? ¿No?
Levantó las cejas con sorpresa al entrar Lawrence en su campo visual. Primero porque había esperado a alguien mayor y segundo porque no esperaba que la persona anduviera con esa expresión tan alegre. A lo mejor el asunto era menos serio de lo que ella se había imaginado. Tal vez sólo era algo como que la modelo era buscada por contrabando de calderos. Descruzó los brazos y esperó, sin saber qué cara poner. Inexpresiva era más seguro.

[Lawrence Olivier]

Cuando la vió ahí parada, supo que ya era tarde para hacerse el serio, así que se comportó como él mismo. Si después pensaban que había sido poco profesional, problema de ellos, hubieran mandado a un investigador de verdad.
"¿Aquí es el estudio de Mark Gaucourt?", preguntó acercándose algunos pasos.

[Caroline Rensselaer]

Tardó un instante en reaccionar antes de decidir cómo conducirse. Avanzó extendiendo el brazo para ofrecerle la mano. "Sí, aquí es. Yo soy su asistente, Caroline Rensselaer" se presentó, sonriendo de costado, porque siempre le haría gracia decir que era la asistente de alguien. "Mark no se encuentra, pero me dejó a cargo".

[Lawrence Olivier]

"Mucho gusto, Caroline", dijo estrechando su mano. El apellido era complicado y ella era claramente menor que él, así que Lawrence le diría 'señorita' a secas si no podía tutearla.
"¿Te habrán comentado, entonces, qué es lo que necesitamos?", dio un paso atrás mientras buscaba en su chaqueta la orden del Ministerio que debía entregarle.

[Caroline Rensselaer]

Caroline votaba a favor de no llamarlo 'Señor Olivier', lo que no le habría molestado hacer si él se hubiera apegado a su imagen mental de alguien más cercano a la edad de su padre que a la de su hermano mayor, y tutearlo.
"Igualmente" respondió, empleando la mano estrechada para invitarlo a pasar (la puerta permanecía abierta). "La carta mencionaba algo sobre las fotografías de una sesión de fotos que llevamos a cabo hace unos días".

[Lawrence Olivier]

"Si, específicamente las del área cercana al cruce de Halkin y Montrose", mencionó mientras entraba al estudio. Si lo hubiese llamado 'Señor Olivier', le habría dado un ataque de risa nada conveniente.
Había olvidado darle el papel del Ministerio antes de entrar, así que se giró abruptamente para entregárselo, con una sonrisa de disculpa y mencionando "Normalmente no hago esto..." como excusa.

[Caroline Rensselaer]

Cerró la puerta con un movimiento del pie tras de sí, comenzando a decir algo en respuesta a lo de las fotos, pero se interrumpió para recibir la orden del Ministerio. La observó perpleja (¿tenía que abrirla y leerla para cumplir con alguna formalidad?), después pasó la mirada a Lawrence, elevando un poco las comisuras de los labios. "No hay problema, yo tampoco estoy acostumbrada a esto" o sea que él podría equivocarse con el protocolo y ella ni enterada. "Todo lo que tenemos de ese día está en aquella mesa".