Te apuesto lo que quieras

[Frankie Gibbs]

No pasaba nada si no se reía de sus chistes, total que tampoco eran buenos. Frankie sabía que el sarcasmo no contaba como sentido del humor así que no se consideraba demasiado graciosa. Esperaba compensar con su simpatía.

"Si es un club de caballeros seguro que hay un bar" dijo, más para sí misma que para Tristan. Quizá era momento que él se diera cuenta que Frankie era una alcohólica en potencia, si es que la primera no-cita y la última vez que se vieron no fueron suficientes pistas.

[Tristan Jenkins]

Claro que se había dado cuenta que Frankie bebía muy frecuentemente, pero en vista que no le había causado problemas a nadie más que a él y que no tenía potestad alguna sobre ella, no estaba seguro de poder decirle algo al respecto. El pensamiento lo hizo fruncir el ceño, quizá si podía decirle algo. "Hay un bar y un restaurante" confirmó, mirando al frente mientras calculaba cuánto les faltaba para llegar a los edificios y cómo plantearía su siguiente mentira sus siguientes palabras "Pero recomiendan no consumir alcohol cuando estás cerca de los caballos o sobre ellos" dijo. No sabía mucho respecto a las normas de los clubes ecuestres, solo asumía que se podían aplicar las mismas a las del uso de escobas voladoras y tener sentido común.

[Frankie Gibbs]

No debían estar lejos de lo que yo imagino (en mi total ignorancia) eran unas gradas similares a las del Quidditch. Debían ser altas para ver a los caballos volar.

"Nunca he volado un caballo borracha" dijo, después de pensarlo un momento. "Debe ser toda una experiencia" añadió con una sonrisa, considerando realmente hacerlo. Si no le hacían preguntas muy complicadas, era capaz de aparentar sobriedad hasta el nivel seis, que era bastante. Y si no la dejaban beber en el bar, siempre podía hacerlo antes. Ya se lo estaba imaginando.

[Tristan Jenkins]

Mi pregunta es, ya que tiene sentido que no puedan aparecerse: ¿Cómo llegaban a lo más alto de las gradas? ¿Habría un encantamiento especial? ¿Tendrían que subir escaleras a la antigua? ¿Un ascensor mágico?

Apretó los labios en una línea recta que demostraba cero aprobación a lo que ella decía, -Terrible experiencia- corrigió en su cabeza, ya se podía imaginar todo lo que podía salir mal al montar un caballo en estado de ebriedad. "Los caballos son seres sensibles" comentó, rememorando lo que sabía de ellos "Seguro pasa como con los hipogrifos y no permiten que los monte alguien borracho". No lo sabía a ciencia cierta, porque lo suyo eran las pociones y no los animales, pero hablaba con confianza para que no pudieran refutarle sus palabras.

[Frankie Gibbs]

Debido al nivel del hipódromo, yo creo que un ascensor no demasiado elegante con un elfo doméstico los llevaría a sus gradas. Puede ser eso o un portal, que también es factible.

Frankie ya no estaba allí. Es decir, claro que estaba, físicamente hablando, pero en su cabeza estaba en otro lugar, encima de un caballo, volando con ganas de vomitar. La voz de Tristan se escuchaba casi lejana pero le entendía cada palabra. "Si si" dijo, como quien dice 'lo que tú digas'. "Lo más difícil debe ser no vomitar cuando haces las piruetas" comentó, sacando una mano y apuntando un círculo en el aire con el dedo índice. El nivel seis quizá era demasiado, un nivel cuatro o cinco sería suficiente para disfrutar la experiencia sin devolver el estómago.

[Tristan Jenkins]

Algo le decía que ella no le estaba prestando atención. Esa vez no pudo evitar poner los ojos en blanco y hacer un gesto de desagrado con la boca nada más imaginar lo que describía.

Sacó una mano del bolsillo y la colocó sobre uno de los hombros de Frankie "No, escucha" le dijo con un pequeño apretón, en un intento de que ella regresara a la realidad "Esas son cosas que pueden hacer que te expulsen de un lugar" y en un hipódromo estaba bien (para él, al menos), pero en el supuesto caso de visitar el club ecuestre, al cual entrarían con la membresía de su tío, podía ser muy mala idea "Puedes beber después de montar los caballos" recomendó.

[Frankie Gibbs]

El apretón hizo que se detuviera y cumplió su cometido de hacerla volver al tiempo y espacio donde estaban. No lo vio poner los ojos en blanco pero se podría decir que lo imitó.
"Relájate, Jenkins. Solo estoy imaginándolo, no he dicho que vayamos a ir a ese club tuyo" respondió con media sonrisa, despreocupada de su preocupación.

Retomó la caminata. "Y como regla general, no suelo seguir las reglas, así que si me quieres llevar a un sitio donde me tengo que comportar de cierta manera, mejor no lo hagas" dijo, con la seriedad que no le caracterizaba.

[Tristan Jenkins]

Quiso decirle que su imaginación era muy peligrosa, pero ya que sus palabras le sonaban a una posible negativa, prefirió callarse para no empeorar el asunto. Esa actitud de rebelde sin causa le parecía innecesaria, pero le causaba un conflicto interno porque aunque le molestaba seguía siendo atractiva a sus ojos.

Soltó un resoplido bajo y se detuvo, observando los edificios y la pista de carreras. "Entonces no puedes ir a ningún sitio, Frances" repuso, usando su nombre para molestar (lo que él había sentido cuando lo llamó por su apellido) "Prácticamente todos tienen normas que cumplir. Incluso este" o eso esperaba. Si no tenía normas igual tenían que seguir las que les imponía el Ministerio por más estúpidas que fueran.

[Frankie Gibbs]

-Frances- hizo eco en su cabeza. Apretó los dientes, tensando la mandíbula, conteniendose de hacer algo drástico. El qué no importaba, porque tampoco lo sabía. Su cabeza andaba a mil por hora.

"Curioso que lo digas porque íbamos en camino a romper una regla, ¿o crees que está permitido ver a los caballos antes de la carrera?" Inquirió, volteando a mirarlo con la cejas alzadas. "Y estabas muy dispuesto a ir" añadió, retandolo de alguna manera.

[Tristan Jenkins]

Se mordió la lengua, para que no se le escapara una mala palabra. En ese momento había estado dispuesto a hacer algo fuera de las normas, era verdad, y aunque tenía una razón valida para justificarse, no podía decirle. Porque eso significaba revelar sus verdaderas intenciones y terminar de arruinar la cita.

"¿No está permitido?" dijo, como si no lo hubiera pensado antes. No estaba seguro si fingir demencia iba a funcionarle, pero al menos podía intentarlo.

[Frankie Gibbs]

Abrió la boca y la cerró, agarrando una bocanada de aire en el proceso. No podía irse de boca diciendo lo que pensaba sin arriesgarse a que Tristan se marchara molesto, que tampoco era la idea. Ya había apostado su dinero, no podía irse así nada más.

"No conozco la reglas del hipódromo de Nottingham pero creo que si nadie más lo hace e iba a pagarle al cuidador para que nos dejara entrar, es probable que no esté permitido" dijo, sin ocultar el sarcasmo en el tono.

[Tristan Jenkins]

Desde un inicio sospechaba de la ilegalidad de la visita a los establos, pero había esperado que los descubrieran y los echaran en el camino. No costaba nada soñar.

"¿Pagarle al cuidador? Pensé que conocías a alguien..." dijo, recordando lo que le había dicho antes e ignorando el sarcasmo "¿Querías que hiciera algo ilegal?" preguntó, continuando con su farsa de hacer como que no sabía en que se estaba metiendo que de alguna manera le parecía divertido.

[Frankie Gibbs]

"Si conozco a alguien, al cuidador, pero no por eso no tenía que pagarle" respondió, porque Frankie se manejaba por contactos pero todo era muy transaccional. Así se ganaba la vida y era buena en eso.

Fue allí cuando empezó a dudar de la inocencia de Tristan, solo porque no lo creía tan tonto como para no saber que ver los caballos antes de una carrera les daba una ventaja importante. Decidió darle en beneficio de la duda y acabar con la poca paciencia que le quedaba. "Ya no haremos nada ilegal, puedes dormir tranquilo" dijo, apretando los puños dentro del abrigo.

[Tristan Jenkins]

Por alguna razón, Tristan asociaba conocer a alguien con no tener que usar dinero para pagar por favores, sino con más favores. Como si se tratara de un trueque.

Por más que le pareciera divertido, no le gustaba hacerse el tonto y dio por terminado su acto mientras asentía con una expresión tranquila "Qué bueno" murmuró y volvió a señalar en dirección a las gradas, para indicarle que siguieran caminando. Desconocía cuanto faltaba para que iniciara la carrera pero le parecía que el aumento de actividad del lado de la pista era un indicativo de que se acercaba la hora.

[Frankie Gibbs]

Esperaba que se le pasara el enfado cuando empezara la carrera o sino acabaría pegándole un puñetazo, solo porque podía. No sabía exactamente qué era lo que le molestaba tanto, si era la falsa inocencia o la superioridad moral que le mostraba cada vez que podía, como si su manera de ver y vivir el mundo estuviese mal. O si era que mientras pasaban los minutos, menos creía que gustaba de ella sino de una idea extraña de ella.

La voz de un hombre les avisó que en diez minutos empezaría la primera carrera. Frankie aceleró el paso aunque ya tenían las gradas bastante cerca.