Favores de sangre

[Eli Lufkin]

En casa le había enseñado muchas cosas sobre respetar y apoyar a la familia, siendo fervientes seguidores de que la sangre es más espesa que el agua, pero a Eli a veces tenía sus dudas ¿Realmente tenía que apoyarlos en todo? ¿Estar de acuerdo con todas las opiniones? ¿Someterse a todos los caprichos? Sonaba todo muy radical. Justo como en ese momento, donde independiente de si los involucrados eran una amiga o un compañero de casa, no podía estar completamente del lado de su prima y alentarle esas ideas extrañas de castigos y venganzas, o lo que fuera.

Qué lástima que no estaba en sus cinco sentidos para compartirle una charla moralista y ética respecto a vive y deja vivir. En cambio, suspiró audiblemente acompañado de un: "Nah, Ceeecile. Sí te apoyo pero suenas como loca". Mentí, ya no tenía filtro.

[Cecile Greengrass]

Nunca en su vida le habían dicho loca, o si lo habían hecho, ella no se lo había tomado en serio. Que saliera de la boca de Eli en un momento tan vulnerable era como si le dieran una cachetada. No estaba muy bien como para discernir que Eli estaba borracho, que ella también estaba borracha y que por eso había dicho muchas cosas que normalmente no diría. No había tenido tiempo de racionalizar la situación, excepto al principio, cuando le pidió a su primo que volviera a ser su compañero de estudios.
Se intentó poner de pie y se tambaleó, cayendo otra vez en la cama. En su segundo intento, apoyando una mano en el colchón, logró poner los pies en el suelo. "Vete" le dijo, alzando una mano y apuntando con el dedo hacia la salida. No quería ver a nadie ahora mismo. Si ni su propio primo podía entenderla, mejor que se quedara sola.

[Eli Lufkin]

Apenas notó los movimientos, con lentitud giró su cabeza para observarla, entrecerró los ojos y buscó fijarse solo en la Cecile del medio. Ahora veía tres, porque una no era suficiente. -¿Vete?- se repitió, siguiendo la dirección del dedo de su prima, hasta la puerta ¿Qué? ¿Por qué? Si el estaba bien comodito ahí en la cama y no había hecho nada malo hasta el momento. "Nah, no quiero" respondió, aferrándose a la sábana.

[Cecile Greengrass]

Cómodo en la cama toda mojada y manchada de vino. Cecile ya sabía que, en cuanto Eli se marchara, iba a llamar al elfo para que arreglara el estropicio porque ninguno de ellos dos parecía capaz de hacerlo. Vaya fracaso de magos adultos.

Bajó el brazo y respiró hondo porque tenía instintos asesinos y no quería romper nada. "Esta es mi casa, mi habitación y te estoy diciendo que te vayas. Si no quieres apoyarme, no tienes ningún derecho a estar aquí" dijo, y aunque lo escribí bien, Cecile no lo pronunció tan así. Juntaba las palabras y su lengua estaba como perezosa. Aún así, esperaba que su primo la entendiera.

[Eli Lufkin]

Arrugó la nariz, Cecile era una pesada y una egoísta, no le costaba nada dejarlo en la cama (húmeda de vino) e irse ella a otro lado de su casa si no quería tenerlo cerca. Es más, hasta podía buscar a sus hermanos para que se lo llevaran a rastras si tantas ganas de correrlo quería. Pero ¿Él? ¿Por su cuenta? no.

"No quiero" repitió, la ere sonando peligrosamente similar a una de, como cuando era niño y su abuela no había contratado un terapista de lenguaje para que pronunciara correctamente. Solo los hábitos más graciosos o fastidiosos regresaban cuando estaba borracho.

[Cecile Greengrass]

Sentía que estaba hablando con ella misma de ocho años, lo cual la dejaba en una clara desventaja porque por aquel entonces sólo hacía caso a sus padres. Ahora no podía ir medio borracha a pedirle ayuda a nadie, si acaso a su elfo pero debía estar ocupado abajo, atendiendo a los invitados. Debía hacerse cargo ella misma.

Había dicho antes que era muy impropio que se pusiera físicamente agresiva pero Eli no parecía darle muchas más opciones. Si fuese capaz de pronunciar un hechizo correctamente, no estaría en ese aprieto. Se volvió a montar de rodillas en la cama, con la habitación dándole vueltas. Dejó la varita a un lado y usó las dos manos para mover el cuerpo de Eli hacia el lado opuesto de donde estaba ella. "Veteeee" exclamó. Con su fuerza seguro que apenas lo estaba zarandeando.

[Eli Lufkin]

Apretó las manos contra sus mejillas, tenía la cara muy caliente porque ya estaba muy borracho. Justo lo que había estado evitando durante toda la velada. Cerró los ojos relajándose un poco al creer que su prima había desistido de sacarlo de la habitación, lástima que la calma le duró poco. Volvió a cubrirse las orejas "Noooo" dijo, imitando el tono de Cecile, apenas moviéndose con la fuerza que ella hacía.

Iba a tener que empujarlo con los pies si pretendía lograr algo.

[Cecile Greengrass]

En uno de los intentos fallidos por moverlo, se le fueron las manos y su cuerpo cayó boca abajo sobre Eli, soltando un quejido. Se apoyó donde pudo para incorporarse, no te sabría decir si tocó la cama, el estómago de su primo o las dos cosas para lograrlo. Una vez estuvo de rodillas otra vez, se sentó en la cama y usó sus piernas para moverlo, al principio con la intención de empujarlo pero con la idea de meter patadas a diestra y siniestra si él no se levantaba de la cama.
Si él quería jugar a ser un niño malcriado, ella también.

[Eli Lufkin]

En algún punto del ataque se giró para apartarla y que lo dejara tranquilo, pero en cambio recibió el peso de ella sobre su cuerpo. Que por más que fuera poco, al ser inesperado le sacó un poco de aire. Lo siguiente que paso fue que mientras luchaba por respirar (que seguro era todo más exagerado gracias al vino) Cecile comenzó a patearlo. Porque no se había levantado de la cama.

Se quejó audiblemente un par de veces, tenía partes más blandas que otras y si ella atinaba a esas le dolía más. Como pudo le agarró un tobillo y forcejeó un poco para que al menos dejara de de pegarle con esa pierna, "¡Pada!" exigió, mientras intentaba sentarse. Eli tenía más fuerza, sí, y también una gran borrachera que lo volvía muy descoordinado, pero por favor, no le pegues en la cara.

[Cecile Greengrass]

Cecile le pateó la espalda todo lo que pudo y con todo lo que tenía, que no era mucho. Le hubiese gustado darle a una zona más baja y blanda pero justo cuando tuvo la oportunidad, al Eli girarse, éste le agarró el tobillo que iba directo al ataque. Siguió atacando su costado con el pie libre y con el otro forcejeó para zafarse.
"¡No! ¡Tú vete!" Gritó. Y lo iba a lograr, como se llama Cecile.
Ya después se le ocurriría algo qué decirle para que siguiera siendo su compañero de estudios. Quizá chantajearlo con la culpa de haber arruinado su colchón.

[Eli Lufkin]

Salvado por la campana.

Era muy difícil sentarse en la condición que se encontraba y bajo ese ataque incesante, pero consiguió hacerlo luego de un par de intentos. "¡Basta, Cecile! ¡Detente!" exclamó y esa vez apretó con más fuerza el tobillo buscando inmovilizarle la pierna contra el colchón. En el fondo no quería hacerle daño y eso podía darle una gran ventaja a su prima, sobre todo porque le estaba costando atraparle la otra pierna y esquivarle los golpes, pero como fuera no pensaba levantarse de la cama aún.

El chantaje no le serviría de nada, si él no recordaba nada de lo que había pasado.

[Cecile Greengrass]

Cecile sí se iba a acordar de todo, le dejaré esa parte de mi que recuerda todas las estupideces que hace cuando está borracha.

Soltó un "¡Auch!" con la fuerza del agarre de Eli y vio su pierna completamente atrapada, apenas pudiendo mover la rodilla. ¿Quién diría que tocar el chelo te daba fuerza? Cecile no.
Decidió cambiar de estrategia y empezó a patear el brazo con el que Eli le estaba sosteniendo el tobillo. "¡Suéltame!" Gritó. Todo esto se acabaría si Eli la soltaba y se iba, o admitía que no estaba loca y se unía a su cruzada de destruir de alguna manera al susodicho.

[Eli Lufkin]

Internet dice queUn chelo por si solo pesa nos 3 kg y con accesorios y estuche puede llegar a pesar más de 10, pero los músicos requerían una buena condición física y mental porque tantas horas de práctica desgastaban.

La verdad es que no importaba que brazo le estuviera atacando, ambos eran muy importantes para él porque los necesitaba para tocar su instrumento y aun borracho era consciente de eso y del dolor que le causaba cada golpe. "¡Merlín! ¡Ya, detente!" grito de vuelta, no tenía idea del porqué de la arremetida de su prima (perdón ya se le había olvidado), pero no se lo iba a dejar tan fácil y buscó atraparle el pie con el que le pegaba para darle el mismo destino que al otro. Si lo lograba iba a ser una victoria momentánea, porque iba a quedar con las manos ocupadas y ella con las manos libres.

A todas estás.. ¿No estaban haciendo suficiente ruido como para que un adulto de verdad o un adolescente sobrio subiera a chequearlos?

[Cecile Greengrass]

Cecile caminaba mucho y de vez en cuando hacía sentadillas cómo indicaba la revista Corazón pero no creía tener la fuerza de hacerle daño permanente a Eli con sus patadas, al menos no lo estaba razonando de esa manera. En realidad no estaba razonando nada, se había convertido en un bulto de emociones.

No paró hasta que su segunda pierna quedó medio inutilizada y fue cuando se dio cuenta de lo cansada que estaba. De la nada dejó de forcejear y se quedó acostada boca arriba, inmóvil. La habitación le daba vueltas y podía sentir su corazón bombeando en la oreja.

En algún punto algún adulto los iba a encontrar y mejor que se pusieran sobrios o que se hicieran los dormidos para cuando eso pasara.

[Eli Lufkin]

Aún las patadas de un infante podían ser peligrosas si golpeaban en el lugar adecuado.

Cuando por fin tuvo las patas los dos pies bajo control, se tomó un momento para respirar todo le daba vueltas y se sentía un poco mal (pero no tan mal como para regresar la cena), para completar, no entendía que había pesado. ¿Toda esa agresión había sido porque no quería irse? Cecile era la peor y más violenta anfitriona jamás.

Respiró profundamente un par de veces observando como su prima, la que estaba en el medio y no las de los lados, se quedaba quieta. Le daba miedo soltarla y que volviera a pegarle, pero las almohadas de la cama se veían muy cómodas y se aventuró a aflojar su agarre sobre los tobillos, un poquito, como quien comprueba que el tranquilizante haga efecto sobre la bestia salvaje.