Gustos adquiridos

[Basil Markinswell]

Agradeció estar en una zona con poca luz y con la máscara puesta porque seguramente algo en su mirada y en sus cejas delataría su sorpresa y algo de confusión. Ni él sabía si lo que sentía a veces por la rarita no era miedo, pero nunca creyó que fuera tan evidentemente como para que ella misma lo notara. Cuando dejó de caminar procuró que Alessa quedara más cerca de la pared que él, parándose delante de ella y soltándola del brazo. Basil siguió escuchándola, sonriendo cuando encontró la palabra clave para continuar la charla sin tener que revelar mucho más sobre lo que sentía.
"¿Poderes?" preguntó haciéndose el curioso "¿Tienes poderes para leer a otras personas?" Ya quisiera él tener esa capacidad, todo le saldría igual de bien que esa noche. Tomó aire, sintiendo que estaba bien ser un enigma para Alessa. Le gustaba serlo. "Puedo ser complicado de descifrar" reconoció "Pero no dudes de que me agradas" y casi no reconoce su tono de voz porque salió limpio, sincero. Se sentía de repente liberado por haber dicho una verdad, como si pudiera finalmente aflojar sus músculos y descansar aunque sea un poco. Levantó apenas su mano y, acercándose a ella, acarició levemente el final de la trenza que Alessa llevaba en el cabello.

[Basil Markinswell]

Era un decir, pero Basil siempre iba a pensar que ella realmente tenía algún tipo de capacidad para la Legeremancia y, sobre todo, conocimientos en artes oscuras para echarle maldiciones. Sonrió, estaba más concentrado en observar a Alessa y sentir su caricia medio distante en su mejilla.
Decidió aprovechar el momento y la confesión de ambos, para ir subiendo con la mano que le había acariciado el cabello y con la punta de los dedos resbalar por la mejilla de Alessa y terminar en su cuello. La atrajo y dio el último paso para acortar la distancia, dispuesto a besarla si ella no lo frenaba. Creyó que era el momento perfecto y no lo iba a desperdiciar. Si tenía un sólo beso para dale, iba a hacer que valiera la pena.

[Basil Markinswell]

Él consideraba a sus ojos diferentes como un defecto (aunque de boca para afuera diga que le da personalidad), pero es Basil, es tonto y vanidoso, no tiene idea de que realmente lo hace original y no es sólo una excusa para que no se burlen de él. Tiene a su favor que los magos son estrafalarios para vestirse y muchos tienen particularidades como la de él, pero en su ideal de perfección tener un ojo bueno de color celeste y otro manchado por ese marrón tan común y corriente, es como quitarle parte de su encanto y exclusividad.

Luego de un instante en que vio que Alessa no retrocedía ni lo alejaba, la atrajo por el cuello y apoyó sus labios sobre los de ella, comenzando a besarla a la par que deslizaba la mano para llevarla nuevamente a la mejilla de la chica. El beso había comenzado suave, esperando su reacción, pero Basil tenía intenciones de que se volviera un poco más apasionado que la otra vez, en realidad tenía también muchas ganas de llevarla contra la pared xD

[Basil Markinswell]

Si no tuviera los labios ocupados besándola, Basil hubiera sonreído al sentir la mano de Alessa en su cuello, enredándose en su pelo. Aprovechó para él también bajar la mano que tenía en la mejilla de ella hacia su cuello. Al inclinar la cabeza, buscando profundizar el beso, terminó de descender con la mano hasta el hombro descubierto de la chica.
Sentía tanta química con ella en ese beso que nada tenía que ver con la manera en que había besado a Joanne apenas una hora atrás, cuando se pusieron finalmente de novios. Este beso era diferente, tenía mezcla de ganas y sensualidad, además de que resultaba más divertido por ser algo del momento, algo que no sabía si se iba a repetir.
Basil entreabrió los labios y esperó la reacción de Alessa para seguir.

[Basil Markinswell]

Y quizás inconscientemente a él también le atraía que ella aceptara su oscuridad, que haya descubierto que era un enigma y que debajo de su apariencia había mucho más. Sentía que eventualmente podría contarle todo lo que quisiera y que Alessa nunca lo juzgaría. Eso era nuevo y emocionante. Casi tan emocionante como la sorpresa de sentir que era ella la que invadía su boca y profundizaba el beso usando su lengua. Basil respondió también, apretándola levemente en el hombro y llevándola hacia atrás. No iba a ganarle de mano también en eso, así que la hizo retroceder los dos pasos que los separaban de la pared, para detenerla contra ella e inclinar la cabeza, besándola con ganas renovadas. ¿Aire? ¿Quién quiere aire en un momento así? Pararía solamente para quitarse la máscara y poder besarla más cómodo pero temía que al separarse se rompiera la magia y Alessa no quisiera continuar.

[Basil Markinswell]

Es bueno saber que Alessa quería seguir, que una vez que Basil se separara apenas unos centímetros de su rostro para tomar aire, también levemente agitado, y se quitara la máscara, ella estaría dispuesta a seguir con el beso... como una continuación, como una segunda parte y no un beso totalmente nuevo.
Disfrutó cada instante del contacto hasta que con la mano izquierda la sostuvo del brazo, como si con eso pudiera retenerla, y fue bajando la intensidad del beso hasta separarse despacio, sin besos cortos ni nada de esas cursilerías. Simplemente despegó sus labios y se echó hacia atrás un poco para quitarse la máscara. La miró en silencio, esperando su reacción y aprovechando para volver a repasar con sus ojos el cuello, los hombros y el escote de Alessa.

[Basil Markinswell]

Basil llegó a sonreír al sentir la caricia de Alessa en sus labios, sintiendo ganas de devolverle el roce, subiendo la mano que tenía en su brazo para llevarla también a la mejilla de la chica. Que no lo soltara era un buen indicio, sintió que ella lo había disfrutado igual que él y lo confirmó al verse atraído hacia sus labios una vez más.
Se sintió sorprendido por un instante, el que tardó en volver a cerrar los ojos, pero luego volvió a dejarse llevar y decidió dar rienda suelta a las ganas que sentía. La mano que tenía en la mejilla de Alessa la usó para tomarla en parte por el cuello y pegarla más a sus labios. El beso era un poco más violento que el anterior, no tan suave, más firme y seguro. No pensaba soltarla y eso quedaba claro, así que con la mano libre la atrajo por la cintura, pegando levemente sus cuerpos, renovando las ganas de seguir besándola.

[Basil Markinswell]

Por su propio bien, ningún rumor debía correr por el castillo comentando lo que había pasado esa noche entre ellos. Ningún chusmerío ni calentura podían arruinar lo que acababa de conseguir con Joanne. Iba a arrepentirse mucho si eso pasaba, iba a tener que convencerla por el medio que sea que nunca jamás besó a la rarita, aunque si le preguntaban en ese mismo instante... no, no se arrepentía. Besarla le movilizaba todo, estaba mucho más consciente de cada parte de su cuerpo pero a la vez no podía pensar. Necesitaba seguir besándola hasta quedarse sin ganas, hasta sentir que los dos habían quedado satisfechos, pero parecía que esa sensación no estaba cercana. Menos mal que cambiamos de servidor la página (?).

Escuchar a Alessa jadear activó sus ganas de seguir acariciándola, aprovechando que ahora la tenía pegada a su cuerpo. Recorrió con la mano que tenía en la cintura, todo el torso hasta llegar al hombro descubierto de la chica y bajar por el borde del vestido. Quería tocar su piel, que le permitiera acariciar su espalda y después volver a bajar pero por su escote. Tuvo que separarse él también un instante para recuperar la respiración pero fue apenas unos centímetros, quería mantenerse cerca para volver a empezar cuando ella estuviera lista.

[Basil Markinswell]

Apenas había logrado entender a Alessa porque la música y el murmullo de las múltiples charlas en esa mazmorra le impedía escuchar su susurro, pero antes de poder preguntarle algo volvió a quedarse sin respiración al sentirla besar su rostro y bajar por su cuello. Se dejó hacer, mientras bajaba con su mano por la espalda de la chica. Al llegar a su cintura la apretó un poco, otra vez pegándola a él y aprovechó el hombro libre, despejado ahora que Alessa tenía la cabeza levemente inclinada mientras besaba su cuello. Él también comenzó a besarla pero en sentido contrario, subiendo por su hombro hacia su cuello. La rarita olía bien... y le gustaba que reaccionara también de esa forma rara con él, nunca imaginó que se animara a seguir luego del primer beso. Era una lástima estar rodeados de tantos testigos, Basil sentía las hormonas a mil con sus besos, tenerla atrapada contra la pared y su pecho no ayudaba tampoco.

[Basil Markinswell]

Basil estaba muy entretenido besando su cuello, ya cerca de su oreja, planeando seguir por su rostro para volver a besarla en la boca, cuando Alessa le pidió que se detuviera. Le costó dos besos más reaccionar y poder separarse de ella lo suficiente como para girar a verla.
Estudió su rostro, no parecía disgustada, su respiración le decía que lo estaba disfrutando tanto como él ¿por qué le pedía que esperara? Él no quería esperar, no tenía tiempo, sabía que lo de esa noche era difícil que se repitiera y quería aprovecharlo al máximo.
"¿Estás bien?" preguntó haciéndose el preocupado y conteniendo las ganas de continuar y no oírla. Sentía que estaban muy cerca de pasar una barrera en la que ya después sería difícil detenerse, pero no podía soltarla, quería que ella le permitiera seguir.

[Basil Markinswell]

Cuando supiera que Alessa no tenía problemas en continuar con sus encuentros, entre las sombras o no, para quitarse las ganas y aprovechar la química que sentían, Basil no iba a poder creer su suerte. En su cabeza estructurada a pensar, decir y hacer lo que el resto consideraba correcto, jamás imaginó que Alessa podía no tener problemas en chapar contra la pared con un chico con novia. Lo suyo era físico, sí, pero pensaba que las mujeres eran más reticentes a dejarse llevar y no confundirlo con sentimientos. Él tampoco era de mármol, la cercanía con Alessa le estaba alborotando las hormonas y la respiración, quería comerle la boca y que lo dejara tocarla un poco más.

Sonrió al saber que ella sólo buscaba recuperarse y que tenía la respiración tan agitada como él. Era extraño, se suponía que era él el que debía preocuparse por lo que los demás pensaran y que no lo reconocieran besando a la rarita a escondidas de Joanne... pero no podía pensar en otra cosa, aunque quisiera. Toda la situación le generaba excitación y tuvo que inspirar lo suficiente para no perder el aliento cuando Alessa lo volvió a besar. La rarita estaba entrando en confianza, eso le gustaba. Devolvió el beso con la misma voracidad y subió sus manos por la espalda de ella para sostenerla y sin querer meter las manos entre su cabello

[Basil Markinswell]

Claro que podía buscarla a ella aunque tuviera novia! ¿Estaba mal? Pero ¿y las ganas que se tenían? Como bien sabía Alessa, lo suyo era química, piel cosas que con Joanne no estaba seguro de tener. Además las hormonas no eran buenas consejeras, aunque su razón le decía que debía agradecer cada segundo que pasara como novio de la sobrina de la Ministra y que Joanne era la llave de entrada a la vida que siempre quiso, esa noche y después de que Alessa respondiera de la manera en que lo hacía, no podía pensar. Ya vería que sucedería, si ella le permitía seguir experimentando juntos o si debía portarse como un niño bueno el resto de su vida, pero al menos tendría esa noche para recordar y no sentirse frustrado por haberse quedado con las ganas.

Estaba disfrutando sentir la tibieza de las manos de ella debajo de su camisa hasta que Alessa se detuvo, no notó que ella estuviera frenando, o no quiso notarlo, porque él siguió besándola y descendiendo con sus manos por la espalda de la chica, tironeando un poco de su vestido que en ese momento le parecía tan molesto. Por primera vez la escuchó jadear y sintió que todas las hormonas se le alborotaban y le pedían más, así que bajó a su cuello para volver a besarla allí y con una mano le acarició la mejilla y el rostro, deteniéndose en sus labios. La rarita le gustaba tanto, cada segundo más.

[Basil Markinswell]

Estaba tan entretenido en su cuello y en sentir las caricias de Alessa que tardo unos segundos en reconocer que la música se había terminado de repente. Se hubieran existido las luces, se hubieran encendido, pero en su lugar el murmullo y los pasos de los demás en la mazmorra sirvieron para hacerlo reaccionar. Se separó un poco de Alessa y la observó pensando en darle un último beso corto en los labios pero se contuvo. Necesitaba recuperar la respiración y dejar de sentir un repentino mareo, sentía calor, ganas de que ella quisiera seguir tanto como él.
Aún sin soltarla, volteó un instante a ver qué ocurría. Parecía que la fiesta había terminado abruptamente porque eran las doce y ellos eran como Cenicienta. ¿De verdad debía terminar en el mejor momento? El beso se había convertido en muchos más y su cuerpo se negaba a que eso terminara allí y de esa manera. Ducha fría. Urgente.

[Basil Markinswell]

Cuando volvió a mirar a Alessa, ella ya tenía sus manos en su pecho. Se sintió extraño, por un lado quería seguir y por otro se sentía expuesto, como si realmente necesitara la máscara que había llevado a la fiesta, como si se hubiera terminado el efecto del Felix Felicis que nunca tomó. Ya no se sentía tan seguro, la rarita le había revolucionado el cuerpo, las hormonas, la cabeza. Por Merlín, ¿qué iba a hacer ahora con el calor y la excitación que sentía?
Estuvo por responder el beso y comerle la boca pero Alessa no le dio tiempo, interrumpió el contacto en seguida y se despidió. Basil apenas pudo entreabrir la boca y soltar aire, dejándola pasar. Con la mano derecha se volvió a colocar la máscara para salir él también de la mazmorra. Menos mal que estaba cerca de su habitación, necesitaba esa escala en el baño y la ducha fría porque no iba a poder dormir. Si antes creía que tenía una maldición gitana y que eso era malo, esto definitivamente era peor.

((CERRADO))