Snowed In

[Mason Storstrand]

La miró de reojo antes de volver a ver hacia el frente, Molly sonaba como una de las personas más altruístas que había conocido. Obviamentev ser medimaga sonaba a que requería sacrificar mucho de lo propio en beneficio ajeno, cosa que la política probablemente no tenía. Se sintió un poco culpable por la sugerencia, como si le hubiera dicho a una monja que sería mejor dejar los hábitos para vender estampitas en el tren.
"Vaya" soltó en voz baja, todavía impresionado. Se le llenó la cabeza de pensamientos al respecto, y algunos cuestionamientos también, porque se sintió egoísta sin tener planes que beneficiaran a otros.

[Mason Storstrand]

Agradeció que ella le abriera la puerta con un movimiento de la cabeza, mientras continuaba avanzando para dejarle lugar a Molly a que pasara y volviera a caminar junto a él, porque de lo contrario no tendría idea de a dónde le tocaba dejar la caja.
"Totalmente" asintió, complacido con el comentario de la prefecto. "Una cosa es saber en qué cosas somos buenos, y otra es descubrir qué nos haría felices a largo plazo" agregó, como si supiera de lo que hablaba. Es que tampoco quería quedar como un hueco delante de la futura medimaga-de-la-política.

[Mason Storstrand]

Caminó hasta la mesa que Molly indicaba para dejar la caja sobre la mesa, teniendo cuidado de no romper nada después de haber logrado cargar la caja exitosamente hasta ahí.
"Wow... te digo, si algún día te dedicas a la política creo que ni vas a necesitar que nadie te escriba los discursos" le dijo, sorprendido con lo que la pelirroja decía. Es que ya se estaba ganando votos desde joven, así cualquiera llegaba a conquistar al mundo mágico si empezaba desde chiquito.

[Mason Storstrand]

Dando un paso para atrás se acomodó el cabello, que hacía un rato que tenía un mechón molestándole la frente y que no había podido mover por estar cargando la caja. Le sonrió a Molly, mostrándole un pulgar en alto para que supiera que estaba todo bien.
"No hay problema, me da gusto que a veces podamos ayudar a los prefectos en algo aunque sea" le dijo, sonriéndole una vez más antes de darse media vuelta, listo para salir de la enfermería. ¡Ya ni se acordaba qué era lo que estaba haciendo antes! Y eso que acababa de acomodarse el cabello.