Deber de ciudadano

[Clifford Solomon]

Sobre una de las mesas de la Sala Común de Hufflepuff estaba la varita de Clifford, una media vieja pero limpia, un cepillo de dientes también viejo y también limpio, y una pila de monedas. Frente a todo esto, Clifford, con las mangas de la camisa y el sweater arremangadas a la altura de los codos.

Miró las monedas, unos cinco galleones, ocho sickles y trece knuts, esperándolo. No, no iba a hacer un truco de magia muggle (porque no los conocía), pero seguro que la gente normal desearía que fuera eso. Tomó su varita, haciéndole un tergeo a cada moneda, a cada cara. Feliz de hacerlo. Un martes. A las seis de la mañana.

[Marlow Hamilton]

((¡Reservado y apañado! :D))

Ese martes, estaba verde. Y no, no estoy hablando en sentido figurado: Marlow lucía realmente verde. Menos que Hulk, por lo menos... tampoco estaba enferma. El día anterior, a su equipo de trabajo, para un trabajo de Pociones, les había explotado un caldero y resultado con que se les tiñó el cabello de colores extraños (si las juntaban, parecerían una banda de rock, háh). Tanto ella como su amiga Sue, ya se habían bañado por la noche y seguido con el mismo color encima. El suyo era un verde chillón que desde trece metros de distancia (y yo creo que hasta en la oscuridad, pfff) debía notarse. No era lo que le preocupaba a Marlow por el momento, sino que la fila para el baño de niñas estaba a todo lo que daba de capacidad. Decidió esperar en la sala común, todavía enpijamada, dispuesta a buscar un sillón en el cual hacerse bolita porque quién sabe cuánto tardarían. Y helo ahí... "Cliff-ooghd" se le atravezó un bostezo en el saludo, perdónenla. Se estaba acercando a él porque, precisamente a su lado, estaba un sillón lleno de cojines.

[Clifford Solomon]

Si no fuera porque ya la había visto así de verde (imagino que comparten la clase de Pociones, pero si no era así, igual la habrá visto en los pasillos, o durante la cena, o en la sala antes de que se fueran a dormir la noche anterior) se hubiera sobresaltado. Igual sus cejas se alzaron cuando giró hacia el punto de origen de su nombre (o su variante con bostezo) y la vio.
"Buenos días, Marlow" saludó apoyando la mano sobre el borde de la mesa, girándose para sonreírle tranquilamente. Abrió la boca nuevamente, pero la cerró. Qué vulgar sería comentar algo sobre su apariencia física.

[Marlow Hamilton]

Hum. Yo estoy leyendo a Clifford despertadísimo, ¿eh? ¡Y a las seis de la mañana! ¿CÓMO ES ESO POSIBLE? Debe ser la reencarnación de Superman o algo. Lo cierto es que ya se habían visto el día anterior así que no se sintió rara por presentarse multi-colores ante él. Igual, pocas cosas le daban pena. Le sonrió con los ojos cerrados, toda zombie que andaba, arrastrando las pantuflas al caminar, y se echó de espaldas en el sillón acojinado como un costal de papas. "Quiero ser niño... ustedes no tardan tanto en el baño" declaró de a gratis. La cabeza la tenía orientada hacia donde estaba él.

[Clifford Solomon]

((EL ICON JAJAJAJA))

Claro que estaba despertadísimo, si se había despertado solamente tenía la opción de funcionar con la mejor de sus capacidades. ¡Aparte estaba haciendo algo útil para el mundo mágico como limpiar monedas! No podía hacerlo babeándose sobre el grabado del dragón de los galleones, sería una falta de respeto.
"Lo siento" porque es totalmente su culpa que Marlow no haya nacido con cosas colgando entre las piernas, según Clifford. "Una afortunada mezcla que nos permite ser menos higiénicos en general" agregó, tomando una moneda de la mesa y colocándola sobre la media, que apoyó sobre su regazo, girado hacia ella.

[Marlow Hamilton]

((Si no, no tendría chiste XD))

¡Exacto! ¿Por qué se disculpaba? Ay Clifford, como para sujetarte del cuello y hacerte cerillito ((uhm, frotar el puño en la cabeza de alguien)). Seguro se lo estaba diciendo para hacerla reír, muchas veces lo lograba sin querer. "¡Guácala!" se quejó risueña, "pero no sólo lo digo por eso, tampoco se embarazan ni..." -uh- se distrajo de repente al fijarse en la cantidad de tiliches que tenía plegados sobre la mesa "¿qué haces?" ¿el calcetín era de Clifford? No la pueden culpar por haber brincado a dicha conclusión automáticamente, todavía no terminaba de procesar lo que estaba viendo. ¡Uuuuh, dinero!

[Clifford Solomon]

Clifford la había estado escuchando atentamente (lo mejor que pudo, aunque ella se distrajo y dejó lo del embarazo a medio decir, lo que le ahorró feas imágenes mentales de hombres dando a luz por donde pudieran) hasta que miró hacia su propio regazo como si recién notara el calcetín con la moneda encima.
"Lustro" informó, como si fuera algo normal que todos los alumnos de Hogwarts hacen por la mañana. Una amable señora en Hogsmeade a veces le cambiaba las monedas a Clifford por unas normales (y sucias), porque los otros comercios no encontraban chistoso que él no comprara nada y solamente quisiera cambiar sus monedas sospechosamente brillantes por otras.

[Marlow Hamilton]

Je, pero era mejor que muchos pasatiempos que conocía. No sé si Clifford lo considerara como tal. "¿Dinero y calcetines?" sonrió de lado. Tenía que comenzar a pasar más tiempo con ese hombre, era fascinantemente extraño. Estiró una mano hacia él para pescarle, bien consciente de la falta de permiso, el dichoso calcetín, mismo que estiró por encima de ella para verlo a contra-luz. "¿Dónde quedó el par de este?" ¡lucía limpio! Igual, se lo pegó a la nariz para olerlo de cerca y enseguida se rió por su propia asquerosidad. ¿Qué tal que hubiera estado sucio?

[Clifford Solomon]

Clifford se pseudo-desesperó cuando Marlow acercó su calcetín a la cara, ¡lo mismo pensó él! Si hubiera estado sucio Clifford se hubiera pegado un tiro, aunque nunca haya visto un arma muggle, ¡se la armaba él con hojuelas de maíz!
"Esta en mi..." estiró la mano, pidiendo el calcetín. La mano se abría y cerraba, lentamente para pretender que no se estaba poniendo nervioso, pero los dedos se agitaban más e independientemente del movimiento conjunto. "En mi baúl. ¿Lo quieres?" preguntó. La otra mano toqueteaba nerviosamente la moneda.

[Marlow Hamilton]

Necesitaría mucho pegamento para armarla. Mejor, que le bajen dos rayitas: Marlow a su babosez, y Clifford a su exageración. Y así no morirán pronto (claro, porque mucha gente muere por hojuelas incrustadas en la cabeza).
Se giró para encararlo y pasarle el calcetín solicitado, sin ánimos de hacerle la finta de '¡EAAA, caíste!', porque había otro en oferta. "¡Sí! Para que me enseñes lo que estás haciendo" supuso que la prenda sería requisito. ¿O tenía que usar uno propio? Bah, podían pecar de flojos y hacerse del otro calcetín sin levantarse con un simple 'accio'. El calcetín de Clifford, me imagino, no era de colores, ¿verdad? Me imaginé uno neutral...

[Clifford Solomon]

El calcetín no podría ser más neutral: gris y sin gracia alguna.
No entendía si Marlow estaba jugándole una broma, porque generalmente nadie quería acompañarlo en sus taradeces, pero si ella decía que quería el calcetín, lo tendría. "¿Quieres este mientras que voy a buscar el otro?" ofreció sin tomar el que ella le devolvía. Iba a buscar a pie el otro calcetín (probablemente despertando a alguno de sus compañeros), porque el accio siempre le pareció peligroso si uno no podía ver qué se cruzaba en el camino del objeto llamado y la varita. Calcetín incluído.

[Marlow Hamilton]

Bueno, ya sé qué regalarle a Clifford de cumpleaños.
"Ah" no tenía por qué pensar propuesta tan simple, pero lo hizo. Por dos segundos, nada más. "Bueno". ¿Y adivina qué, Cliff? Apenas empezaras a caminar, Marlow, para entretenerse, se lo llevaría a la nariz para olerlo. Esta vez, de manera prolongada. O hasta que se le ocurriera probárselo. Porque sí. Quería medir la diferencia en tamaños de pata entre los dos. Igual y cuando regresabas la veías admirándose el pie encalcetinado y alzándose en el aire. Medio erguida la pierna, porque no era muy flexible (sus amigos que jugaban Quidditch, hacían ejercicio por ella; decía).

[Clifford Solomon]

Qué cruel, Hamilton. Clifford se pondría cualquier cosa que le regalaran y se sentiría en deuda de por vida.
Clifford se levantó y no miró hacia atrás, porque se hubiera puesto nervioso de verla con su calcetín enterrado en la nariz, todavía manoseando la moneda, para trotar lo más silencioso que pudo hasta su habitación. Y no sé si Marlow tenga algo interesante para hacer a solas, como robarle el dinero que él totalmente dejó desatentido sobre la mesa, pero él no hizo más que abrir la puerta, sacar el calcetín del baúl, y estar volviendo apuradísimo.

[Marlow Hamilton]

¡Jáaaaa! Ni que fuera elfo.
Creéme que si hubiera maquinitas expendedoras de refrescos o comida chatarra, se hubiera apañado unas e ídose corriendo para sacar algo: pura roñosa comida saludable que les servían. Extrañaba los twinkies. ¡Por unos twinkies sí se atrevería a robar dinero!
Pero nah, no hizo nada especial, sólo mirarse el pie con el calcetín de Clifford puesto; el otro lo tenía descalzo. Las pantuflas se habían quedado pegadas al sillón, para mayor comodidad. -Lo que está haciendo es una especie de fregotego, ¿no? Debe ser fácil- por la quietud del momento de repente le volvió a dar un poquito de sueño. Casi bosteza.

[Clifford Solomon]

Pues estaba haciendo el curso para elfo doméstico desde que nació, pero los regalos de ropa lo empujaban más hacia el vicio de servidumbre.
Cuando regresó, calcetín en mano, se quedó mirando el pie de Marlow antes de sentarse en la silla. Bajó la vista, ¿no que lo quería para hacer lo mismo que él? "Si quieres te los regalo" ofreció, ¡tal vez ella no tenía calcetines! O le gustaban esos, vaya a saber.

((Me fui))