Acumulación inmediata

[Diane Roseveare]

Ni siquiera había terminado el primer lunes de clases tras el regreso de las vacaciones de invierno, y los trabajos ya se estaban acumulando. Era un auténtico talento el de los profesores de Hogwarts, hacer que los días de libertad y fiestas parecieran pertenecer a otra década, cuando lo único que separaba entonces y ahora era sólo un fin de semana.
Devolvió un volumen al estante, sin haberlo revisado en serio, y se fijó en el libro que ya tenía en los brazos; ese iba a tener que funcionar. Desde el pasillo en que se encontraba podía ver la mesa donde había dejado sus cosas para apartar el lugar. No tenía ganas de caminar hacia allá todavía. ¡Cómo preferiría estar en casa en ese momento!

[Dietrich Stover]

Las vacaciones no habían estado tan malas, al menos había pasado tiempo con Divratka, su perrita, a quien ya extrañaba desde el semestre pasado, y todavía seguía extrañando ahora que habían vuelto a clases. ¿Por qué no aceptaban perros en el colegio, qué tiene de malo ese animal? Si no fuera por ella, Dietrich no extrañaría el regreso a casa. Sería feliz en el colegio. Pero bueno, uno no puede pedir todo en la vida ¿verdad? Así como tampoco pidió haber ido a la dichosa fiesta de Kitty Heartshape. ARGH. ¡Estúpido Lorenz! Estúpido Eugene... estúpido él que aceptó ir en primer lugar a esa estúpida fiesta. Sí, todavía seguía obsesionado con la imagen que vio de Diane junto a Lorenz. Caminó a paso ligero por los corredores de la Biblioteca hasta llegar a la sección a la que no creía que Diane estaría situada enfrente. -No puede ser esto posible- ¡hablando del Rey de Roma! Uno de los libros que quería consultar estaba justo enfrente de donde estaba Diane. Obviamente se detuvo del otro lado del estante, justo donde acababa el corredor y empezaba el estrecho pasillo entre ese estante y el de enfrente.

[Diane Roseveare]

La Reina de Roma, por favor. Y si Hogwarts aceptara perros, también tendría que aceptar caballos, para ser justos. Y no dudo que habría quien quisiera tener peces, pericos, hámsters, y así se empiezan a complicar las cosas, así que es posible que el reglamento escolar sólo quiera evitarle dolores de cabeza a los directivos.

Diane pasó la palma de la mano por la cubierta del libro y, por simple distracción, volteó hacia su izquierda, al otro extremo del pasillo. Se quedó congelada cuando vio a Dietrich... sus encuentros con él nunca eran agradables, así que la reacción por default era obvia: evitarlo. No obstante, había que mostrar buenos modales siempre, y como era obvio (al menos para ella) que lo había visto, levantó la mano del libro para saludarlo.

[Dietrich Stover]

Hogwarts tiene demasiados terrenos, ¿no podrían poner un establo y se acaban las broncas? El alumnado no se sentiría tan solo todo el tiempo. Supongo que Dietrich no es el único con el mismo sentimiento.
Sí, buenos modales, cierto. Modales que escaceaban en Dietrich. Modales que bien podía enseñarle Diane. ¡Pero no! ¡Prefería irse con otro y olvidarse de él! Y para su desgracia, con Lorenz. -Maldita... sea-, por todos los cielos, ¿así es como se sienten los celos? Le frunció el ceño nada más, no le devolvió el saludo.

[Diane Roseveare]

... Vale, me parece genial que en la mente de Dietrich haya algo que reclamar. ¿Olvidarse de él? ¿Cuándo le había proporcionado motivos para pensar en él? Y de un modo diferente a con resentimiento por la manera en que la trataba. -Ok...-. Eso se ganaba por intentar (necia y/o estúpidamente) ser cordial y educada con él. Bajó la mano, encogiéndose de hombros para restarle importancia al gesto del chico y abrió su libro para revisar el índice. No quería irse y que pareciera que huía de su hostilidad.

[Dietrich Stover]

Qué bueno que pensó de esa manera y no huyó como cualquier otra tipa hubiera hecho. Es bueno enfrentarse a las cosas de vez en cuando.
Tenía tantas ganas de acercársele y reclamarle por haberse ido con el... tipo ese y acostarse en sus piernas ¡arghhh! Comenzaba a sentir la ira por todo su cuerpo como si le quemara por dentro. Pero aguardó donde estaba, sin alejar la vista de Diane. Las palabras de Eugene le taladraban cada 5 segundos No se te ocurra seguirla, no se te ocurra hablarle ni decirle nada. ¿Por qué era tan difícil todo esto?

[Diane Roseveare]

Por otro lado, Diane no tenía nada que enfrentar, porque Dietrich era un compañero de Slytherin con el que compartía algunas clases, al que a veces veía en el Gran Salón durante las comidas, y con el que ocasionalmente se cruzaba en los pasillos o la biblioteca. Nada más. Y no tenía modo de saber las cosas que pasaban por la cabeza del chico... ni en el más desquiciado de sus sueños (o pesadillas) podría imaginarse que algo tan personal, un asunto tan suyo como lo que hacía o no con Lorenz, pudiera ser de la incumbencia de Dietrich. Cambió de página para llegar al final del índice.

[Dietrich Stover]

¿Andarán? No lo creía, no había justificación alguna porque en la fiesta sólo andaban de manita sudada. ¡De manita sudada! Dio un gran suspiro, arrebatando la mirada de Diane para depositarla en el suelo. No quería que su cara le recordara esa escena que vio de ella en las escaleras, jamás volvería a ir a esa casa. Jamás.
Oh, cómo deseaba poder tener la respuesta para su pregunta ¿qué hacer ahora? Sabía que necesitaba un consejo pero era tan orgulloso que no haría caso de nadie. ¿Eugene? ¿Aimee? NO, de nadie. Volvió a subir la mirada y dio un paso al frente.

[Diane Roseveare]

-Hum-. Tal vez tendría que recuperar el ejemplar que había devuelto al estante para revisarlo bien, sin estar pensando en lo genial que sería dar una vuelta a caballo en lugar de estar metida en la biblioteca. Cerró el libro y por el rabillo del ojo percibió movimiento en el área donde Dietrich estaba. -Ugh-. Inconscientemente giró un poco el cuerpo a fin de darle la espalda. ¿Quería ser ignorado? Lo sería.

[Dietrich Stover]

No, no quería ser ignorado pero vaya... eso se ganaba por clavarse con una chica que no le era fiel ni tantito. ¿Cómo luchar contra eso? No se puede, es decepcionante.
Y se acercaba a ella no para iniciar algún tipo de conversar. No. Lo hacía porque tenía que ir forzosamente por ese libro que había dejado precisamente en ese hueco que cubría Diane con su cuerpo. No quería dirigirle la palabra, no quería hablarle, no quería ni verla. Aunque, bueno... habría que confesar que muchas ganas tenía de preguntarle si lo de Lorenz y ella iba en serio o no.

[Diane Roseveare]

Vale, ¿un poco desquiciadito? Si a esas vamos, había varios jugadores profesionales de quidditch que no le habían sido fieles a ella, esos crueles e insensibles guapísimos hombres. ¡Uno de ellos incluso había cometido la grave falta de casarse! ¿Hola?
Puso el libro entre sus rodillas, porque le faltaban brazos para seguir cargando ese y poder sacar el otro. Cuando tuvo el segundo en sus manos volvió a tomar el primero. Debería de irse a la mesa, y lo pensó lanzando una mirada fugaz a sus cosas.

[Dietrich Stover]

¡Sí, que se vaya! No momento, no, que no se fuera. No, sí, que se fuera, y así no lo distraería de sus deberes. ¡NO! Argh, ¿qué demonios le pasaba? Siguió acercándose hasta estar a un metro de distancia de ella. El problema ahora era ¿cómo conseguir el libro que estaba justo frente a Diane? No quería dirigirle la palabra, no quería... "..." y abrió la boca, pero la cerró. Luego miró de reojo el libro.

[Diane Roseveare]

Sintió la proximidad de Dietrich y, abrazando los dos libros contra su pecho, giró sobre sus talones para enfrentarlo, inicialmente sospechando que tal vez querría decirle algo (ha, como si eso fuera posible), y luego sospechando lo más lógico: que quería un libro cercano a ella. Lo miró y enarcó una ceja. ¿Qué le había hecho a este chico para que le respondiera los saludos frunciéndole el ceño?

[Dietrich Stover]

Sí, ¿qué habrá hecho, verdad? Ay, por favor, que no se hiciera la inocente.
Nada más sintió la correspondencia de mirada (porque en ese momento dejó de mirar el libro para dirigir la vista a Diane) y las pulsaciones del corazón comenzaron a acelerarse. Desvió la mirada a sus zapatos, al estante de enfrente, al suelo de nuevo y con un suspiro la subió hasta Diane nuevamente. "Libro" comentó casi en un murmullo.

[Diane Roseveare]

Inocente no era, pero tampoco era culpable de lo que Dietrich la acusaba.
Y ahí va... la expresión de su rostro era la misma de siempre: asombrada y frustrada por la forma en que el slytherin se negaba a dedicarle frases bien construidas. -VERBOS, STOVER, VERBOS-. Sentía deseos de meterle una patada en la espinilla, o de llamar a Charlotte para que le gritara en el oído hasta que el chico rogara por su vida usando enunciados completos y 'por favor'. Se mordió el labio inferior y le dedicó una mirada gélida. "Estamos en una biblioteca, usualmente en estos lugares hay montones de libros, sí".