La meona

[Ruth Crowley]

Ruth sintió una especie de emoción y asombro que solo sentía cuando aprendía algo muy nuevo y muy mágico en el colegio. ¡Había hablado por primera vez con una elfina!

Cuando Peggy desapareció, Ruth miró a Nicol con cara shock, pero de shock feliz. Si le preguntaban en ese momento qué tan cool era el Premio Anual de ese año, el medidor estaría muy cercano a 10 de 10. Así era el poder implícito de las familias ricas, ¿no? Te dejaban sin palabras por el asombro que sentías en momentos así.

"Muchas gracias" dijo, sintiéndose algo incómoda por las palmaditas en el hombro (¡porque ella no era una niñita!), pero esperando a que Nicol dejara de hacer eso antes de moverse.

[Nicol Lufkin]

Más bien era el poder de las familias antiguas que conservaban tradiciones esclavistas mágicas, él nunca había probado el alcancé de tener una bóveda llena de galeones bajo su nombre.

No se inmutó con el asombro de la chica, ya estaba acostumbrado a ese tipo de reacciones, por eso consideraba que habían libros que debían ser de lectura obligatoria en los primeros años, así aprendían los secretos del castillo y no se sorprendían con algo tan básico como un elfo doméstico.

"De nada, Ruth" respondió, quitando la mano, que después de unos segundos le pareció una mala idea ponerla ahí para empezar, porque ni que fuera su hermanita. "Buenas noches" agregó, y vale la pena resaltar que una vez la chica cerrada la puerta de las habitaciones femeninas, él iba a salir corriendo a la suya. Merlín, había sido un día muy largo.

[Ruth Crowley]

"Buenas noches", dijo, sonriendo nuevamente. Se giró para ir a su habitación, tratando de no verse como la niña que se sentía. (¡Quería ir rápido para presenciar la magia de la elfina! Aunque no se imaginaba que lo más probable es que Peggy ya hubiese secado todo antes de que ella pise la escalera.)

Hizo dos pasos hacia la escalera y se dio cuenta de que se estaba olvidando la manta en el sillón, así que se giró, soltando un "Heh" algo cómico y pasando la mirada por Nicol de nuevo. -No me mates, ya me voy-. Tomó la manta y finalmente liberó al Premio Anual de sus obligaciones, yéndose a dormir feliz y sequita.