Sobre el cuidado de las cosas ajenas

[Frankie Gibbs]

Aferró su mano al mango de la puerta corrediza, haciendo que sus nudillos se pusieran aun más blancos de la fuerza que estaba aplicando.
No le creía nada. Si él sintiera remotamente lo mismo que ella le habría dejado besarlo. De nuevo, no se estaba poniendo en sus zapatos, esos que tienen la suela marcada con el nombre de otra chica. Tal vez, luego de que pase el tiempo, Frankie se dará cuenta que Bertie no podía besarla, que él tenía mucho más que perder que ella y que no era justo ponerlo en esta posición.
Pero eso sería cuando pase el tiempo, no ahora. Ahora no quería escuchar nada. Estaba cerrada.

"Dije. Fuera." Repitió. No sabía en qué momento había cerrado los ojos pero lo hizo. Así como él, ella tampoco quería verle la cara de culpa o lástima. Ahora veía que no le hubiese gustado un beso de cortesía. Frankie quería ser querida devuelta, quería que ese beso fuese tan apasionado como se lo había imaginado en su cabeza y que él también lo disfrutara.
Comenzó a sentir un nudo en su garganta y sólo pudo desear no quebrarse ahí. O en cualquier lugar, si somos sinceros. Frankie Gibbs no puede llorar por muchachos, eso es para otro tipo de adolescentes.

[Frankie Gibbs]

En un gesto completamente masoquista, Frankie abrió los ojos y miró a Bertie. Claro, ahí estaba esa mirada de sufrimiento que a sus ojos significaba un 'Lamento mucho no quererte, mejor inténtalo en otra vida'. El nudo en la garganta se hizo un tanto más presente, especialmente cuando tragaba. La frustración ponía a la gente sensible.

Frankie hizo de sus labios una delgada línea recta y finalmente cerró la puerta corrediza, dejando caer esa mano débilmente a su costado. Se le quedó viendo a Bertie en silencio, esperando a que él hablara sus treinta segundos, pensando en que nada de lo que él le dijese la iba a hacer sentir mejor y que lo único que haría será perder treinta segundos de su vida en un discurso vacío. Ella era un chica de acciones y esperaba lo mismo de la gente. Frankie no podía negar que Bertie era el mejor amigo que ha tenido y que nunca le ha fallado, pero ahora no podía evitar sentirse enojada con él y más aún consigo misma. Lo habían arruinado todo. Él por rechazarla y ella por intentarlo.

[Frankie Gibbs]

Bertie podría estar viéndola con cualquier tipo de ojos y Frankie lo verá como lástima, así como este discursito lo está viendo como una clase de premio de consolación. No puedo mostrarte que me gustas así que sólo lo diré. Sí, como no.

Después de lo que dijo, Frankie se cruzó de brazos y lo miró con el ceño fruncido. La tenía que estar jodiendo.

"¿Confundida?" Preguntó retóricamente "Confundida estaba en el TIMO de Aritmancia que no recordaba los defectos de ser un Cuatro, o en el TIMO de Pociones que no me sabía ningún ingrediente del filtro de los muertos en vida." Hizo una pausa dramática "No estoy confundida sobre esto, Bertie, y si eso crees entonces..." Soltó aire por la boca, cansada. No sabía cómo explicarle que nunca había estado tan segura de algo en su vida, quizá porque no era buena con las palabras. Frankie no tenía sentimientos pasajeros. Si ella se metía de lleno en una cosa, lo hacía de corazón y no lo dejaba hasta terminarlo. Esta no era una de esas cosas puedes terminar, especialmente porque ni siquiera había empezado.
Se llevó una mano a los ojos, restregándoselos como si tuviese sueño.

"Deberías sólo irte, Bob." Pidió una vez más casi suplicando. Ella sabía que nada de lo que le dijera iba a servir para arreglar algo. Estaba demasiado avergonzada para escuchar.

[Frankie Gibbs]

Son dos personajes distintos los que manejo. ¡Y cállate que acá aún no son las doce! Sigo teniendo dulces veinte por una hora más.

Las palabras que se le ocurrían se le derretían en la boca como el azúcar de lo empalagosas que eran. Frankie no era una persona romántica, por más sentimientos fuertes que sienta ahora. Ella no iba a soltar una verborrea cursi sobre lo mucho que lo iba a extrañar y que jamás dejaría de hablarle ni aunque quisiera, pese a que todo eso fuese cierto. Incluso si intentara decirle lo que sentía, no estaba segura de que sería una verdad completa. Estaba demasiado avergonzada, demasiado molesta con él y con sí misma para prestar atención a las palabras que salen de su boca. Era como esas veces que uno está tan enfadado que suelta cualquier estupidez y termina arrepintiéndose después de lo que dijo.
Frankie no quería arrepentirse de otra cosa más hoy.

"No puedo responderte eso." Contestó muy seria. Se miró las botas y se pasó el cabello hacia el otro lado antes de volver a verlo a los ojos. Merlín, lo iba a extrañar tanto que la palabra 'Extrañar' se quedaba corta.

[Frankie Gibbs]

Ño.

Sabía que no era correcto pero pensó en Roan y en lo mucho que iba a necesitar esas clases de equitación. Antes era para cumplir un capricho que tenía desde pequeña, ahora era una necesidad fisiológica y todo. ¡Ya ni siquiera iba a poder ver Los Locos Adams en paz, goddammit! Todo le iba a recordar a Bertie.

La pregunta la descolocó. Se puso nerviosa y enrojeció de nuevo. Quiso echarse para atrás pero parecía que se había quedado pegada al suelo, imantada por sus deseos de que él se acercara más. Sin embargo, mantuvo firme la expresión pese al rosa de su tez. "Adiós." Respondió. ¿Qué otra cosa podía decirle?

[Frankie Gibbs]

Al principio se quedó como un maniquí: Sin mover los brazos, simplemente caídos hacia los costados. Estaba forzándose a no darle más demostraciones de cariño. Ya le había rechazado una y simplemente no quería darle más. Sin embargo, no pudo evitar derretirse por su calor y sus brazos huesudos, y eventualmente le correspondió el abrazo, hundiendo aún más su cabeza dentro de su pecho, tan estrecho que sentía que el propio era más ancho. -No llores. No llores- Se dijo internamente mientras el nudo volvía a tocar la puerta en su garganta al tragar. Era difícil no ponerse sentimental cuando recién te rechazaron, aunque Frankie trataba de hacer su mejor esfuerzo.

Luego de unos diez segundo de debilidad, Frankie deslizó las manos de la espalda de Bertie a su estómago, empujándolo suavemente para que se alejase de ella. Aquello requería más esfuerzo psicológico que físico. "Ya. Vete." Le dijo con la cabeza todavía gacha. No quería ver su cara.

[Frankie Gibbs]

En un último gesto masoquista, Frankie se giró para verlo irse. Tal vez no parecía (ella creía que si), pero despedirse de esta manera, en tan malos términos, la estaba matando. Frankie hubiese deseado tener la capacidad para intercambiar correo todos los días, comentándole lo bien que le había ido en sus TIMOs y que le pondría a su primogénito Bob, como si no supiera que el primer nombre de Bertie es en realidad Robert.
Eso hubiese pasado si no le gustara su mejor amigo y éste no le acabara de rechazar un beso. No era el caso.

A su vez, le tuvo que devolver la sonrisa aunque un tanto débil y triste. A ella también le gustaría decir eso, que nada en ellos iba a cambiar, que tres meses iban a ser la cura suficiente para arreglar todos sus problemas pero sabía que no era así. Todo iba a cambiar ahora. Sus momentos a solas serían incómodos, Bertie trataría de no mandarle señales incorrectas así que debía decir adiós a la soltura y confianza interna que se tenían. Es más, debería irse despidiendo de su épica amistad.

Cuando él se alejase, Frankie se sentaría junto a la ventana a tratar de no llorar, deseando con todas sus fuerzas que los caballos Fletwock la ayuden a olvidar.

((¿Cerrado?))