Después de varios meses sin noticias de su amigo Antoine, y justo cuando estaba estirando un pergamino para reclamarle, muy enojada, recordó que le tocaba escribir a ella -...
soy una tarada-.
Era una amiga descuidada y malísima. Tan ocupada había estado con sus estudios y tratando de tener una vida normal de post-adolescente (o de adolescente que nunca fue, digamos...), que se había olvidado por completo de que era su turno de divagar por escrito.
Así que, en vez de escribir un reclamo en letras gigantes y subrayadas como pensaba hacer antes, Julie se sentó en el escritorio de su habitación y se dedicó un rato a contarle cosas a su amigo Antoine.
Cuando la carta estuvo lista la releyó, se arrepintió un poco del último párrafo, se resignó porque ya estaba escrito y es una vaga, y por último la dobló, la metió en un sobre y la envió.
Cuando la lechuza salió volando, se quedó pensando en que el 'yo te quiero igual' era un tanto atrevido, pero luego dio media vuelta y se sentó a hacer tareas, sin pensarlo de nuevo.
Esta era la nueva Julie: la que tomaba cerveza con alcohol con su amiga, la que tomaba más cerveza con alcohol con el semi-dios de Sebastian y la que le decía a sus amigos que los quería. Una osada absoluta, si la comparamos con aquella que una vez se escondía en los pasillos porque estaba disfrazada y su archienemiga le había escondido la ropa normal.
((Ni idea de por qué si lo exporto a gif me pone ese borde blanco, si es la misma imagen que la anterior... Misterios de la vida!))