Galeones por libras

[Diane Roseveare]

Desconocía si le sucedía a todos, pero algo que la hacía sentir tremendamente adulta era entrar a Gringotts con un tema serio que resolver. Por supuesto, había entrado al banco mágico montones de veces a lo largo de su vida, pero cuando iba acompañando a su mamá era muy diferente, hasta divertido, porque no tenía que prestar atención a lo que se decía y podía entretenerse con lo que ocurría a su alrededor.
Hizo una leve inclinación de cabeza para agradecer al duende que la había llevado a su bóveda, y se acercó a la corta fila de personas que esperaban ser atendidas por alguno de los que estaban sentados al mostrador. Realmente era un fastidio tener que cambiar dinero mágico por dinero muggle, pero había desarrollado una especial predilección por los emparedados que vendían en la cafetería a dos calles de su casa, y mientras los muggles no aceptaran galeones, no tenía otra opción.

[Lorenz Van Buren]

De haber sabido que los dioses le iban a otorgar una chance de volver a estar bajo el mismo techo que Diane otra vez, Lorenz se hubiera puesto una camisa limpia. No es que la actual estuviera llena de manchas de ketchup y olor a sudor, pero tú me entiendes.
Lorenz estaba en Gringotts para hablar con uno de los actuales pasantes, a quien había conocido en una de las clases que ahora tomaba con extrema seriedad, quien había comentado que buscaban a alguien para cubrir un puesto en la sección administrativa, y Lorenz podría ser el mago adecuado. No estaba de entrevista, sino más bien como scouting, haciéndose una idea de lo que le esperaba.
El pasante estaba del otro lado del mostrador, de pie cerca de la puertita que lindaba con la pared. Del otro lado estaban los que atendían al público, pero Lorenz estando de espaldas no había notado a Diane todavía.

[Diane Roseveare]

((Tengo 15 minutos en el hotel antes de salir al aeropuerto. No puedo dejar esto sin contestar, sigh))

Ayúdame a ayudarte, Lorenz, nada de camisas con manchas de ketchup o sudor. La fila avanzó rápidamente, pues los duendes eran bastante eficaces en lo que hacían, dejando sólo dos personas adelante de Diane, quien por pura impaciencia comenzó a balancearse sobre sus pies: punta, talón, punta, talón. Tontos emparedados deliciosos. Pasó una persona más.
Si Diane supiera que Lorenz estaba nuevamente bajo el mismo techo que ella... la verdad no sé, no te lo puedo adelantar.

[Lorenz Van Buren]

El pasante le dijo que tenía que volver a su trabajo, pero Lorenz se sentía conforme habiendo recibido información en lo que andaban buscando en un empleado. Es decir, tenía una idea básica, pero sabía que habíendose atrasado en sus estudios iba a tener que rellenar el currículum con otras cosas como para excusarse.
Pensando en eso, en qué iba a inventar para ser considerado siquiera, dio media con todas las intenciones de salir de Gringotts y tratar de continuar con su vida. Pero obvio que la vio: ya de por sí cada vez que veía a alguien con el build de Diane se quedaba mirando por si era ella. Pero ahora sí se parecía a ella. Se le parecía un montón. Ojalá sientas estos ojos bizcos mirándote.

[Diane Roseveare]

Espera, ¿eso quiere decir que Lorenz sigue yendo por la vida mintiendo? Sólo quiero tenerlo claro desde ahora, para volver al estado mental correcto. Y pregunto por mí, porque estoy bastante segura de que a Diane no le queda duda de que Lorenz, donde sea que esté (léase, a unos metros de ella), continua siendo un mentiroso.

Exhaló con falsa paciencia cuando la última persona que quedaba en la fila antes que ella pasó con un duende, dejándola como la siguiente que sería atendida. Movió su brazo derecho para golpetearse el muslo con los dedos. De repente se sentía inexplicablemente incómoda. Debe ser esa mirada fija y PERFECTAMENTE NORMAL que estaba recibiendo, pero no podía identificar a qué se debía la sensación. Whatever, ya era su turno. Se acercó al duende que acababa de quedar libre para realizar su trámite.

[Lorenz Van Buren]

Ay, Diane, 'mentir' es una palabra muy grande y fea. Personalmente no creo que Lorenz vaya por la vida mintiendo: sí, tiene un historial bastante importante en lo que se refiere a ocultar información, y a veces tiene que adornar un poco la realidad. ¿Pero llamar a eso mentiras? Creo que es un poco mucho, Di.
Sintió que le subía la sangre al rostro y se le congelaban los dedos de las manos. ¿Era ella, verdad? Se acercó unos pasos, como para poder interceptarla cuando terminara con sus trámites. ¡Era ella! Mil cosas pasaron por su mente, pero agradeció a los dioses por la oportunidad. Pura casualidad, sin stalkeo, quizás era una buena señal.

[Diane Roseveare]

'Ocultar información y adornar la realidad' es sólo una manera más larga de decir 'mentir'. Y Diane es una persona de pocas palabras.

Su trámite no demoraba demasiado, quizá lo más tardado fue cuando el duende examinó cuidadosamente las monedas mágicas que aceptaría a cambio del dinero muggle. Diane tomó el equivalente a su dinero en libras para guardarlo en su cartera, agradeció en voz baja y dio media vuelta. Si Lorenz estaba ahí en plan de interceptarla, no tuvo más remedio que verlo, ¿cierto? La cartera casi se le va a los pies junto con el alma, pero se las arregló para no soltarla. ¿Y ahora qué hacía? Su cerebro metió el pedal al acelerador para alcanzar máxima velocidad. ¿Y ahora qué? -Esto tenía que pasar algún día-. Desvió la mirada a un punto más allá de Lorenz, a su derecha. Qué incómodo.

[Lorenz Van Buren]

Pero el lenguaje es una creación humana, llena de problemas y errores. Uno realmente no puede darle tanto peso a algo así, ¿eh?
Lorenz no se sentía incómodo, sino más bien nervioso, desvastado y un poquito ilusionado al mismo tiempo. La esperanza es lo último que se pierde (junto con la verguenza, me imagino). "Hola" saludó, alzando una mano brevemente y enterrando la otra en el bolsillo del pantalón. Hizo un intento de sonrisa, pero no le salió: lo único que se le iba a salir era el corazón por la boca.

[Diane Roseveare]

Regresó la mirada a Lorenz cuando él habló, oficialmente por fuerza de buena educación, extraoficialmente porque no lo había visto en demasiado tiempo y no podía evitar querer absorber todo, absolutamente todo lo que podía capturar de él sólo usando la vista. La fuerza de la costumbre, probablemente. Y se dio cuenta de que le dolía mucho, en algún lugar del pecho, verlo y no poder... ¿deber? tocarlo. Pero no podía dejar de mirarlo.
Entonces sonrió, no necesariamente de manera falsa, pero no era una sonrisa de auténtica felicidad o gusto, era esa sonrisa educada que muestras a los amigos de tus padres cuando llegan de visita. "Hola, Van Buren" contestó, inclinando ligeramente la cabeza.

[Lorenz Van Buren]

Nunca había resultado tan desagradable escuchar su propio apellido, porque de los labios de Diane sonaba exactamente como se debía sentir la gente que se tiró del Titanic a las heladas aguas del Atlántico a pocos metros de un gigantezco iceberg.
"¿Cómo-" sintió que la garganta se le cerraba, por lo que forzó un carraspeo mientras se cubría la boca con el puño y volvió a empezar. "¿Cómo estás?" era la peor pregunta. De hecho todo lo que estaba saliendo de su boca era lo peor. No sabía cómo hablarle a Diane, no sabía qué decir... pero no quería dejarla ir.

[Diane Roseveare]

Dio algunos pasos a la derecha y al frente, volteando brevemente sobre su hombro; estaba tratando de quitarse del paso de cualquier persona que planeara tomar la misma ruta que ella para salir del banco. Es posible que también esté tratando de alejarse de él, aunque en su mente se estaba desarrollando un inesperado debate entre la parte que quería decirle que llevaba prisa y la parte que quería quedarse para siempre.
Después de escuchar la pregunta, le lanzó una mirada cargada de incredulidad. Lorenz acababa de anotar un punto para el equipo que está en su contra; ¿en serio le preguntaba eso, en serio? "De lo más bien, gracias" respondió con esa misma voz que te recuerda las heladas aguas del Atlántico. "¿Tú?".

[Lorenz Van Buren]

Las ganas de decirle 'Fuck this, fuck pleasantries. Diane, I'm sorry. Let's talk, please' de rodillas eran fuertes, pero estaba casi seguro de que no ganaría nada haciendo una escena. No sabía qué era lo que podía hacer para ganar algo, no sabía cómo hacer de este encuentro fortuito algo positivo.
"Podría ser peor" soltó, tratando de agregar una sonrisa que tenía de alegre lo mismo que tenía Leonardo DiCaprio de Oscars. Sí, no sé, me colgué con lo del Titanic. La extrañaba tanto, ¡tanto!

[Diane Roseveare]

Definitivamente era una la mejor decisión no ponerse de rodillas y armar una escena, aunque sería bueno si le dijera algo que fuera al punto, en lugar de preguntarle cómo estaba. Son de esas cosas que debería ser ilegal preguntarle a un ex.
Enarcó una ceja y sonrió de costado por la respuesta. ¿Podría ser peor? Claro, siempre existía esa opción. Asintió una vez y dio otro paso al frente. Y así, eso era lo que tenía que seguir haciendo al tiempo de comentaba algo como 'me dio gusto verte'. En cambio, lo que salió fue "¿qué estás haciendo aquí?" poniéndole lo mínimo de curiosidad a su tono.
Por cierto, siempre es positivo recordar a Leonardo DiCaprio en la época de Titanic, de modo que por acá no hay quejas.

[Lorenz Van Buren]

Lorenz la imitó cuando ella dio un paso, y si tenía que caminar 200 metros hacia atrás para tener una breve conversación con ella, que así fuera. Estaba tomando la cordialidad y el diálogo como pequeñas lucecitas de esperanza, aunque temía que podrían desaparecer en cualquier momento. Necesitaba tener la cabeza fría y pensar bien las cosas, pero estaba nervioso.
"Tratando de conseguir un trabajo" simplificó, porque evidenciar lo poco que se perdía estando con él no era algo que realmente le interesara transmitirle. "¿Tú?" quizás ni notó que ella estaba haciendo cambio de divisas, quizás solamente quería seguir escuchando su voz.

[Diane Roseveare]

Era muy curioso cómo, a pesar de lo que había pasado al final entre ellos y el tiempo transcurrido, resultaba muy fácil regresar al estado en el que le importaba mucho lo que ocurriera con Lorenz. Cómo sería de sencillo abrazarlo y escuchar todo lo que tuviera que contar sobre su día, sobre sus planes, sobre lo que se le diera la gana decir. -O mentir-. Ok, ok, vuelta a la realidad. Reprimió la pregunta relacionada con el prospecto de trabajo y se concentró en continuar con la conversación sostenida a causa de buenos modales. "Cambiando dinero mágico por dinero muggle" hizo una mueca. "Ya sabes porque los muggles no aceptan galeones". Y claro que sabes, ¿no, Lorenz?