La preocupación del bolsillo

[Lana Goldsmith]

Se quedo a dos pasos de la vidriera y observo, frente a sus ojos habían unos cuantos pares (¡Una docena quizás!) de las zapatillas más hermosas que había visto en su vida. Las amo, con ese amor extraño que poseen las mujeres por las cosas efímeras, bonitas y caras. Pero el amor solo duro unos instantes porque ella sabía que su hermano se aburriría si seguía allí de pie. Se alejo entonces y el pesar invadió su corazón y el alivio a su billetera.
Cinco días atrás su familia (abuelos, tíos, tíos incestuosos y primos indeseables) se habían marchado de su casa en Manchester y dos días después ella había decidido que debían viajar a Londres lo antes posible, alegando que no habían comprado los útiles que requerían para el venidero curso. Extrañamente, Edward había mostrado renuencia de pisar la capital, usando escusas para nada convincentes en el proceso. Sin embargo, eso no le habían detenido. Londres estaba llena de tiendas, muchas de ellas muggles y mugrientas por supuesto, pero habían ciertas excepciones que la motivaban a formar parte del circulo vicioso del consumismo y ella no estaba dispuesta a negarse la oportunidad de derrochar en objetos bonitos y poco necesarios.
Lana ((con zapatos y pantalones anchos, por favor)) miro de reojo a su acompañante, vigilando la expresión que él llegase a tener. Porque si tenía una de esas caras de aburrimiento que solían poner los hombres cuando salían de compras con una mujer le iba a costar caro. Caro en el bolsillo.