Paseando bajo el sol

[Gerald Cowershof]

Tacho otro anuncio en el periódico, no se lo había dicho a nadie, absolutamente nadie, pero lo habían botado de su ultimo trabajo por ser excesivamente bueno con los clientes. Era todo muy frustrarte la verdad. Tacho de nuevo, descartando por completo repartir pizzas y atender un pequeño supermercado. La mesera que minutos antes lo había atendido, le dejo un café acompañado de sándwiches sobre la mesa y él no pudo evitar preguntarse si ella también seria igual de amable con los clientes. Le sonrió agradecido y volvió al periódico, podía ser un día muy soleado, pero las expectativas de Gerald eran grises, a pesar de tener una buena mesa al aire libre y una taza de café caliente.

[Gerald Cowershof]

Mordió uno de sus sándwiches, apenas prestando atención a la mesera (el 'awn' aparte de largo había sido sonoro) y su debilidad por los animales -Es amable si-. Se paso una mano por el cabello, revisando ahora la edición del Profeta que tenía escondido entre las hojas del diario muggle, quizás si volvía a probar con un trabajo relacionado con la magia le iba mejor.

[Gerald Cowershof]

((Todo bien, con tal de que me perdones tu a mi también. Tengo una soga al cuello de ser tan colgante [?]))

Paso de la hoja de los obituarios, especialmente llena, a la de los anuncios de empleo, especialmente menos llena. ¿Buscador de tesoros? No, ¿Reparador de dentaduras mágicas? No, ¿Mesero de un bar de vampiros? Ehr.., no, tampoco. Era una persona tranquila, parecía casi increíble que no existiese un empleo adecuado, algo como... Cuidador de perros (que se le daba muy bien) con una paga aceptable (que necesitaba con urgencia).
Paso otra página e inmediatamente se devolvió, ¡Necesitaban un ayudante en una tienda mágica de mascotas! De pura emoción soltó su sándwich que cayo justo bajo la mesa, a unos centímetros de sus pies.

[Gerald Cowershof]

En cuanto cayo en cuenta de su crimen bajo la mirada al suelo, olvidándose por unos instantes de el importantisimo anuncio del periódico, rayos, es que no tenía dinero para andar botándolo de esa manera. Corrió la silla para poder recoger el pan y una vez lo tuvo en sus manos alzo la cabeza para mirar a Dee Dee.
Asintió, "Sin embargo no podemos contradecir lo que dicen las madres al respecto" comentó amigable como siempre, puso el pan sobre su plato un poco más alejado de los demás por costumbre. Quizás los científicos (y él) habían sido sugestionados por sus madres, aunque recoger comida del suelo era cosa de todos los días.