Pergaminos

[Ernest Trevelyan]

Frunció el ceño, concentrándose lo más que podía para entender todo lo que le decía, eran muchas palabras científicas que no escuchaba con frecuencia y que le costaba entender. -Ah, pociones- Momento, ¿había dicho marina? Enarco una ceja, "¿Dónde hacemos la huelga de hambre? ¿A qué nos encadenamos?" inquirió lo más serio que podía, (que fuera a llevar a cabo esas acciones esta lejos de mi conocimiento), porque no iba a permitir que nadie dañara los mares o sus especies, pulpos incluidos, sin recibir su merecido.

[Ernest Trevelyan]

Se recupero de su letargo momentáneo, durante el cual había estado imaginando una gran cantidad de peces/delfines/ballenas/medusas, muriendo asfixiadas por culpa del agua contaminada.. Oh, diablos, ni siquiera sabía si los peces se asfixiaban dentro del agua. "Comencemos hoy" dijo, guardándose el folleto dentro de un bolsillo de su pantalón "Pero si sirven atún, mañana" recomendó sonriente, en inevitable, la seriedad no le dura mucho.
Eso si las huelgas de hambre podían con todo, menos con Maggie Thatcher, Milk Snatcher.

[Ernest Trevelyan]

Se entretuvo un par de segundos, mirando uno de los estandartes que adornaban las paredes, como queriendo olvidar los peces asfixiados y..., así perdió el rumbo de la conversación. Se cruzo de brazos, "Podemos decirles que ponen huevos de cucarachas en el pie de manzana, si no aceptan unirse a la huelga" comentó con honestidad, porque eso era lo que pensaba, además de que el plan estaba buenísimo, si no creían lo de los huevos, él se encargaba de ponerlos...

[Ernest Trevelyan]

Alzo las manos al nivel de su pecho, en un intento vano de detener las palabras, porque no mentía eso es difamación, Viola...
"Lo que digas mamá" farfulló, mirándola con una expresión de niño regañado que pretendía hacerla sentir mal. "Pero no estoy mintiendo" añadió, confiando plenamente en que su blanca mentira nunca sería descubierta, a demás, como argumento podía decir que alguno de sus compañeros había encontrado cucarachas calcinadas en la comida. Nadie podía contradecirlo (?).

[Ernest Trevelyan]

Que se tenía más tiempo de descanso, y por lo tanto el nivel de satisfacción era equivalente al que se conseguía con esfuerzo. El concepto de 'trabajo' quedo olvidado desde que las maquinas no lo hacen todo más sencillo.
Resoplo guardando las manos en los bolsillos del pantalón, "Seguro que les encanta el sabor a cucaracha tostada que tienen sus pancakes con maple y crema.." dijo en voz alta y cara disimulando un gesto de asco; dos niñas, sentadas en un sillón cercano, voltearon a verlo horrorizadas. ¡Ja! Su no-plan era maravilloso, la próxima semana todas sus medias aparecerían sucias, seguro.

[Ernest Trevelyan]

... Oh, vamos, los Elfos jamás en la vida se habían quejado por tener que lavar la ropa sucia y limpiar los desastres de los magos que caminaban por Hogwarts, parecían estar felices con eso. Seguro que la mayoría de los estudiantes no planeaban arruinarles la felicidad haciendo las camas.
Resoplo de nuevo, repentinamente, Viola parecía su mamá, más bajita y con más cabello, y esa situación llegaba a ser perturbadora. "¿Quién los degrada?" preguntó, bajando la voz, "Es culpa de Dumbledore que no los lleva al optometrista. Confunden las cosas por eso echan cosas indebidas en la comida" estaba buscando una manera de justificar su acusación, porque no todos los días tenía ideas tan extremas como esa.

[Ernest Trevelyan]

Asintió, apenas sintiéndose mal por mentir a su amiga, pero aquello iba más allá de él. "Y los caballos también" aseveró, jugando a hacerse el serio. "Te digo es culpa de Dumbledore" repitió para que ella no pudiera poner su palabra en duda. No tenía nada contra el director, pero echarle culpa a él por las cucarachas en la comida era más creíble ¿Cierto?.

[Ernest Trevelyan]

Carraspeó, alzando los hombros, no sabía si los caballos usaban anteojos o no, pero alguno de sus tíos juraba haber visto alguno.
"A los optometras no les importa eso" comentó, meneando la cabeza, desaprobando en lo muy profundo de su ser, las malas acciones de esos señores "Y si a Dumbledore tampoco, debería ayudar a los elfos" insistió.

[Ernest Trevelyan]

Observo con curiosidad la agenda de su amiga, y reprimió una pequeña risa al verla anotar lo de los caballos. Porque sí, era su naturaleza, no le iba a desmentir nada y después de reírse, le pediría disculpas. Y si se arrepentía, buscaría la forma de borrar esa nota de la agenda. "Si, deberías" dijo; todos lo sabemos, Ernie no iría al cielo de los ponys y las cascadas de chocolate.

[Ernest Trevelyan]

Entonces.., si le daba todo el crédito ¿Las chicas vegetarianas pelinegras y sexys lo detestarían? Oh no, por favor no.
Sonrió y estiro un brazo para revolverle el cabello de su amiga, todo eso de ser olvidadiza y tan inocente le daba (de vez en vez) ternura. "Sin mi te perderías en este mundo cruel, Viola" opino, apoyando su cabeza sobre la de ella "Por eso no debes hablar con extraños, ni aceptar nada que te den" -ni hacer caso de lo que te diga-, le jalo un cachete, aprovechándose de su estatus de 'hermano mayor'.

[Ernest Trevelyan]

Dejo caer la sonrisa y movió las manos dramáticamente, pretendiendo evitar que ella se alejara, todo en vano por supuesto porque él tenía unas manos terribles que lo dañaban todo y lo volvían torpe. "No soy dramático, mientes, así como te mientes a ti misma creyendo que el mundo no es cruel" inhalo, había hablado más rápido de lo recomendado.

[Ernest Trevelyan]

Exhalo suavemente y se quedo mirando fijo el cabello de la chica. De niño había planeado hacer cosas terribles con todo ese pelo (como una peluca), pero el hecho de que su padre lo castigara por semanas lograba que olvidara sus planes. "Si mientes se te cae el cabello" le advirtió, señalándola repetidamente "Seguro que dejas muchos en tu almohada" acuso, la miro inquisidor como si de un detective se tratase.
Era inevitable, iba contra su voluntad evitarlo, quizás cuando Viola le golpeara iba a dejar de molestarla y de meterse con ella y su cabello.

[Ernest Trevelyan]

Oh, no, si esa magnifica teoría excluía a aquellas personas que mentían por el bien de las otras, ¿Qué padre tendría el corazón de decirle a su hijo de cuatro años de donde vienen los bebes? Todos optaban por París o las abejitas. Nadie diría la verdad, nadie diría que vienen de Hong Kong.
"Mi nariz no crecerá" repuso acercándose una mano a la susodicha, tocándola lo suficiente para asegurarse de sus palabras "¿Te das cuenta? Estas mintiendo" dijo con algo de voz nasal.

[Ernest Trevelyan]

Dio un par de pasos hacia atrás, temiendo por la ira de los dioses del surf y todo lo que conllevaba, hasta tropezar con una de esas sillas mal acomodadas que rodeaban la mesa. "No juegues con eso Viola" advirtió serio, la ultima vez que alguien cofVioletcof le había echado una de esas maldiciones no había podido salir de casa en semanas, "¿Sabes lo peligroso que es invocarlos en vano?" había bajado la voz para que Ellos no pudiesen escucharlo.

[Ernest Trevelyan]

Lo terrible de lo ocurrido con Vioelt, era que todo había sido un accidente, y por lo tanto los Dioses del Surf solo podían traerle accidentes y mala fortuna.
Entrecerró los ojos preocupado, como si la mano de Viola fuese a hacerle algún tipo de daño... Oh, no, su exageración iba a terminar por volverlo loco. "Mi pierna derecha y mi brazo izquierdo jamas dirán que es un invento" dio un medio paso hacia atrás y termino de tropezar con la silla, quedando sentado en ella.