A mitad de camino

[Rabastan Lestrange]

No le importó el ruido de Rebecca, porque tampoco apuró el paso, no tenía dónde llegar con prisa. Se detuvo detrás de ella frente a la escalera, alzando las cejas. -¿Me está apurando?- buena forma de hacer que vuelva a sentirse molesto con ella, la verdad. "¿Qué querés, que te cargue hasta allá?" le preguntó, irónico, extendiendo los brazos para señalarle el camino evidente que tendrían que seguir si, efectivamente, iban a la Sala.

[Rabastan Lestrange]

Ah, claro. Bueno, pero déjame decirte que Rabastan, aunque pasara un mes en la Mansión Playboy entrenando para este momento, seguiría siendo igual de inútil e inexperto. La práctica hace al maestro, pero el player maneja al personaje y yo quiero que éste sea un loser.
"¿Quién?" le preguntó, porque de verdad, solamente se sabía el nombre de dos de los Marauders. Los que no importaban realmente nunca se había tomado el trabajo de aprendérselos.

[Rabastan Lestrange]

Iba a preguntarle por qué Rebecca sabía tanto de un Gryffindor egresado, porque se le hacía sospechoso hasta si le decía que conocía quién había escrito Romeo & Julieta, pero la segunda pregunta la escuchó, o eso le pareció.
Se demoró unos segundos en procesar "¿Por qué, tienes algo mejor que hacer?" preguntó, y por dentro rezaba que sí. Que le faltaran tareas sin hacer, que tuviera práctica de Quidditch, que tuviera que ir a bañarse, lo que fuera.

[Rabastan Lestrange]

Su amiguito era lo máximo, así que por más tono burlón de Rebecca, era como si alguien le anunciara que acababa de ganarse la lotería: imposible ofenderse porque no tenía sentido.
Iba a comentar algo sobre los quince minutos, que seguramente lo iba a hacer quedar peor de lo que ya quedaba por ser como es, pero tuvo claridad mental de no abrir la boca. Solamente asintió con la cabeza una, dos, cinco veces, cada vez más energéticamente "No, por supuesto que no, no".

[Rabastan Lestrange]

Era poco natural en él, pero ahora tenía esa sensación de felicidad que le resultaba extraña pero comfortable. Era seguro que, en el momento que atravesara la entrada de la Sala Común y viera a Regulus leyendo en uno de los sillones iba a sospechar y querer asesinarla, pero por ahora estaba refugiándose en la dulce ignorancia.
"Sí, vete" tuvo que apretar los labios para no decírselo con una sonrisa, alzando la mano. La de pesadillas que iba a tener esa noche imaginando que, con lo fácil que había accedido con él, seguro accedía con otros. Pero por ahora era feliz, y ya de por sí era mucho pedir.