La misma persona de la otra vez en la puerta

[Tristan Jenkins]

Para Frankie cualquier cosa era una invitación, qué peligro.

Cuando le tocó las orejas sintió como los vellos de su cuerpo se erizaban, pasó saliva y exhaló dejando caer sus hombros, era muy difícil resistirse por más pequeña que fuese la caricia. Su papel del adulto que le prohibía al niño tomar el dulce se desmoronaba y ya no estaba seguro que hubiese vuelta a atrás. Aunque alzó la cara, tal como ella lo guiaba, mantuvo los ojos cerrados con fuerza... Ojos que no ven, corazón que no siente.

[Frankie Gibbs]

Le hubiese gustado sentir su tacto. Tenía el trasero al alcance de sus manos, así como el resto de su cuerpo, pero ya sabía cómo funcionaba así que no se desesperó. Verle los ojos cerrados le causó una risa y usó el pulgar de la mano que le sostenía la barbilla para tocarle el labio inferior. No sé exactamente a qué altura estaba la cara de Tristan pero sabiendo lo alto que era él y lo baja que era ella, asumo que no había mucha diferencia. Lo único que impedía que lo besara eran sus piernas atravesadas, pero ganas no le faltaban.

[Tristan Jenkins]

Eso de no ver como que hacía más sensibles al resto de sus sentidos y le estaba jugando en contra. Apretó los labios para alejarlos del dedo y abrió los ojos, al menos de esa manera sabría a que se enfrentaba y no quedaba totalmente a su merced (Sumercé). Claramente, no había sido de sus mejores ideas de la noche, Frankie estaba frente a él, tocándolo y a una tentadora distancia para que él hiciera lo mismo.
Colocó sus manos en las caderas de ella y se limitó a observarla sin hacer ningún otro movimiento, quería tenerla aún más cerca, pero sus instintos seguían batallando con la racionalidad que le quedaba.

[Frankie Gibbs]

Dado que ya has apuntado que Frankie tomaba cualquier cosa como una invitación, que le agarrara las caderas también la contó como una y ahora que abría los ojos, aún más, porque ahora Tristan podía ver sus intenciones y detenerla si eso era lo que quería (que lo dudaba, viendo todo lo que le había dejado hacer). Apretó los labios para no reírse cuando sus labios casi apretaron su pulgar. Le parecía que estaba jugando con ella a algo muy infantil y por alguna extraña razón que debía hablarlo con un psicomago, la ponía mucho.
Bajó el pulgar y le acarició la barbilla. La otra mano la puso en su nuca y se acercó lentamente. Lo quería besar, por si él no se dio cuenta.

[Tristan Jenkins]

Ya a esas alturas del partido no se creía capaz de detener nada, lo suyo era un típico caso de quien nadaba mucho y terminaba muriendo en la orilla.

Estiró el cuello hacía atrás, como queriendo hacer un último ademan de resistencia que fue infructífero porque ella tenía ambas manos en su cabeza y terminó dejándose besar, porque no tenía mucho más espacio para escapar. Tampoco era como si pudiese oponerse más a algo que tenía mucho tiempo deseando. La abrazó para acercarla más a su cuerpo, con eso toda su determinación acaba de irse por un caño.

[Frankie Gibbs]

Casi tuvo una alucinación auditiva de campanas cuando Tristan, por fin, sucumbió a sus intentos. Inspiró hondo al sentir las manos en su cuerpo, como si anticipara una falta de aire. Era muy injusto que nadie le hiciera sentir así. Era como si cada terminación nerviosa estuviera desesperada por él, por el contacto con su piel. Quizá no quería lo mismo que Tristan, pero tampoco estaba lista para renunciar a esa sensación que le daba.

Entrelazó ambas manos detrás de la cabeza de Tristan, su pelo entre sus dedos. Abrió un poco más la boca para subir un poco el tono del beso.

[Tristan Jenkins]

Y... Ese era el momento en que su mente dejaba de funcionar, cualquier pero que hubiese pensado con anterioridad acababa de olvidado. En su cerebro ocurría algo así como un golpe de estado, donde el mando había sido usurpado por las tremendas ganas que le tenía a Frankie y su racionalidad estaba en el exilio.

Tenía tanto tiempo deseando eso que no pudo decidir que quería hacer primero: si meter una mano por debajo del suéter hasta tocarle la espalda, bajar su otra mano para tocarle el trasero por encima del pantalón o participar más activamente en el beso. Terminó haciendo todo a la vez, con torpeza y brusquedad pero con bastante honestidad.

[Frankie Gibbs]

Diría que a Frankie le gusta así, brusco, pero después me la confunden con que le gusta el sadomasoquismo. De todas formas, tomó esa torpeza como deseo y ya le iba bien porque tenía más ganas de ser tocada que de tocar. Quería que Tristan le arrancara la ropa con las manos, los dientes, lo que quisiera. Ahora mismo estaba su merced (sumercé). Su respiración se volvió lenta y profunda, mientras que su corazón iba a mil por hora.
Sus manos hicieron un recorrido separado desde la nuca de Tristan. Una bajó un poco hasta meterse debajo de la camisa de Tristan, entrando desde el cuello y se quedó en su espalda alta. La otra se deslizó hasta su pecho e hizo un puño con su camisa. Vaya molestia ahora toda esa ropa.

[Tristan Jenkins]

No recibir una queja le indicaba que iba bien y le acarició la curva de la espalda con sus dedos con un movimiento menos brusco que el inicial. Le acarició el labio con su lengua, cuando sintió la mano de Frankie en su espalda, pero antes de quitarse él la camiseta (suponía que eso pasaría) quería que ella se sacara el suéter y quedaran en condiciones similares. Subió la mano que tenía más al sur hacia el borde de la prenda para subirla lentamente.

[Frankie Gibbs]

Se sentía como otra experiencia el tener sexo con Tristan estando no-tan-ebria y él totalmente sobrio, sin menospreciar el trabajo manual y oral de la última vez. Estaba más alerta y quizá más consciente de cada caricia e intención. Se manejaba un poco menos por instinto y más por el sonido y el tacto. Era muy pronto para saber cuál le gustaba más, recién empezaban.
Con mucho pesar, separó sus labios para que él pudiera quitarle el suéter. Tenía un sostén de tela de algodón negro, de esos sin alambre. Consideró el quitárselo de una vez pero estaba un poco desesperada por retomar el beso que cuando ya no tuviera la prenda le agarraría la cara por las mejillas.

[Tristan Jenkins]

Si le interesaba su opinión, Tristan prefería el sexo en condiciones iguales ¿Borrachos? Ambos borrachos, ¿Sobrios? Preferiblemente ambos, ¿Heridos? Mejor ninguno.

Necesitaba ambas manos si quería desvestirla, así que dejó de tocarla para sacarle la ropa, pero la recompensa sería buena (a menos que estuviese usando un brasier de señora, aunque no importaba ¡Wow, pechos!). Si le daba chance una vez estuviera sin suéter iba a mirarle y tocarle el abdomen y los pechos (¡Pechos!), y si no le daba chance de mirar antes que volvieran a besarse, entonces solo la tocaría.

[Frankie Gibbs]

Yo tengo la creencia que para tener un brasier de señora había que tener las tetas como una señora: grandes y caídas. Frankie no tenía ni la una y la otra. Las suyas eran más bien pequeñas pero que podía jugar un poco con el relleno para un efecto escote. Si Tristan dejaba que esto fuese un tema regular, Frankie se preocuparía de comprar lencería, hasta entonces se tenía que conformar con el algodón.

Sintió una punzada placentera en el vientre cuando sintió sus manos tocando su piel. No le dio mucho tiempo de ver, quizá solo un vistazo, porque necesitaba besarle otra vez. Al cabo de un momento, su sostén le molestó y se volvió a separar para usar las dos manos en su espalda para desabrocharlo, dado que Tristán tenía una historia de desengaños con los broches. Dejó que cayera lentamente por su brazos para que él tuviera tiempo de mirarla.

[Tristan Jenkins]

Qué discriminación contra los brasieres de señora. Él no le diría nada respecto a la ropa que usara, porque a menos que llegara vestida como una vagabunda o con varios días sin bañarse, por lo demás, la opinión que tuviera sobre su apariencia no tenía importancia.

No pasaba nada porque a cambio de no ver podía besar y tocar, y ese le parecía que era un trato justo. Muchísimo más justo cuando se sacó el sostén y él pudo verlo en primera fila. El ritmo de su respiración se aceleró, relamió sus labios sin poder apartar la mirada del cuerpo de Frankie, estaba enfrentando otra decisión difícil allí: quería admirarlas y también tocarlas. Ojalá lo dejara disfrutar ese momento un poco más que cuando le había quitado el suéter.

[Frankie Gibbs]

No sabía cómo explicar cómo se sentía cuando Tristan la miraba así, no creía que hubiese alguien que la deseara más. Tal vez era eso lo que hacía la diferencia con los demás, quién sabe.
Buscó una de las manos de Tristan, tomándola entre las suyas, y la llevó a sus labios, haciendo que las yemas se los rozaran. Luego se metió el dedo índice en la boca, succionandolo con suavidad, mirando a Tristan fijamente.

[Tristan Jenkins]

Quedarse quieto podía llegar a ser desfavorable en esa situación, seguía concentrado mirando el rostro y torso de Frankie, pero también pensaba otras cosas. Cosas como por ejemplo: ¿Era ese el tipo de relación que quería, solo sexual? ¿Por qué siempre cedía tan fácilmente ante la mínima provocación?... Pero sus pensamientos fueron interrumpidos a tiempo, qué buen timing tenía, era como si supiera cuando empezaba a flaquear y lo ponía en su lugar.

El calor nubló su mente y sintió una especie de corrientazo recorrerle desde la punta de sus dedos hasta otros extremos, que lo regresó al estado no racional de antes y lo hizo contener la respiración. Al exhalar, le colocó la otra mano en la cintura y acercó sus labios a uno de los hombros de ella.