El pelo en la cara

[Roman Joyce]

Él había esperado algún otro tipo de interacción con la chica, pero cuando ella se giro y no le presto más atención, se encogió de hombros y sonrió como quien no quiere la cosa. No sabía que esperaba, es decir, estaban en la biblioteca donde se estudiaba, no en el patio donde se hacían sociales.

Entonces, retomó su deber, tenía que leer la siguiente página del libro y copiar lo que le sirviera. Inspiro silenciosamente e inició la lectura del primer párrafo..., llegando al final sus ojos se desviaron hacía el frente y vio el cuaderno de Robin. Ahora era él quien la miraba (bueno, al cuaderno) sin disimular, oh, hacía tanto que no veía uno de esos, podía imaginarse la suave textura de las hojas bajo sus dedos y el olor del papel que permanecía con el pasar de los años.

[Robin Bates]

Pasando las páginas, milagrosamente logró encontrar el tema que se supone que tenía que estudiar y empezó a leer el capítulo, consciente de que estaba siendo observada. Hizo lo posible por ignorar el impulso pero al cabo de unos segundos levantó la vista y siguió la mirada de Roman hacia... ¿sus pechos? Se llevó una mano a la túnica que cerró juntando las dos solapas del frente haciendo un puño.

Ella no era de ponerse roja, pero sentía calor en la cara. Le miró por medio segundo, totalmente avergonzada.

[Roman Joyce]

Le dio curiosidad saber que usaría Bates para escribir, le daba la impresión que usaría un portaminas, pero quizá un lápiz o un lapicero eran más prácticos de usar. Él solo escribía con lápiz, solía cometer muchos errores y el grafito era más fácil de borrar que la tinta, también lo apoyaba con mucha fuerza al escribir y rompía las puntas con frecuencia.

Segundos después le dio curiosidad ver como sería la letra de la chica en un cuaderno, ¿le pasaría como a él, qué escribía más entendible con lápiz que con tinta y pluma? Espero, un segundo, luego otro, otro y... solo noto un movimiento extraño en las manos de ella que no lograba comprender. Ahora estaba mirándola a la cara y la notaba ¿avergonzada? -¿qué...?- No entendía que acaba de suceder.

[Robin Bates]

¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Decirle que deje de mirarla? ¿Explicarle que, lastimosamente, ella no tenía muchas pero que esperaba que eso cambiara cuando comiera mucho pollo? Ella usaba ropa holgada, incluso podría usar una talla menos de camisa ahora mismo, para ocultar su falta de curvas precisamente. No sabía qué estaba pasando o porqué le estaba pasando.

Él seguía mirándola, no reparó en si estaba confundido o cuál era su reacción, su impulso (muy maduro) fue levantar el libro de encantamientos y ponerlo de pie abierto, que funcionara como una barrera entre ella y Roman.

[Roman Joyce]

Cuando ella movió el libro, creyó entender lo que ocurría: la había avergonzado por mirarla así. Él creía que sus compañeros lo mirarían raro por usar lápices y cuadernos, justo lo que había estado haciendo con Bates. Qué actitud más nefasta la que acababa de tener, seguro que ella pensaba que se quería burlar o algo.

Regreso la mirada a su libro y luego suspiro, ahora debía disculparse... o sea, ¿y si ella creía que la juzgaba por usar cosas muggles? No que a él no le importara, pero algunos de sus compañeros eran muy fastidiosos con ese tema. Además, ella le había dado un pergamino, no podía devolver una buena acción con un malentendido.

[Robin Bates]

En su corta vida no había pasado un momento tan penoso como ese, y por tanto no tenía idea de cómo proceder. Estaba claro que no podía estudiar así, o tal vez podría pero saber que Roman estaba frente a ella, pensando en sus pechos y porqué ella le estaba impidiendo verlos era demasiado para que pudiese concentrarse. Claro que podría levantarse e irse a su sala común, agarrar un cojín y llorar frente al fuego, pero para hacerlo debía ponerse de pie, ser vista por él, y recoger sus cosas con una incomodidad difícil de soportar. Si supiera como aparecerse y no estuviese físicamente prohibido lo haría hasta las profundidades del lago negro, que se la comiera el calamar gigante, poco importaba.

Ante la duda de no hacer nada o hacer algo, Robin decidió por el intermedio: desaparecer lentamente por debajo de la mesa. Dejaría su libro de encantamientos allí y lo vendría a buscar después.

[Roman Joyce]

Uy, no. Qué bueno que Román no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de Robin.

Apretó los labios y asintió levemente, en su cabeza se estaba dando una pep talk, no porque le costará pedir disculpas, si no que debía escoger con cuidado las palabras que debía usar. Las palabras también herían a las personas y él no quería hacer más grande el malentendido por no usarlas adecuadamente.

Cuando decidió que decirle, alzo la mirada y de repente su compañera de mesa estaba más pequeña. Se aclaro la garganta para llamar su atención, -¿Qué está sucediendo?- bueno, no podía preguntarle por qué se estaba metiendo debajo de la mesa (y hacerla sentir más incomoda ¿quizá?), así que termino por decir: "¿Estás bien?".