Condicionadores de convivencia

[Mason Storstrand]

Mason no era una persona que se estresara demasiado. Sí, ciertamente se encontraba en situaciones poco simpáticas en la vida, pero solía hacer de tripas corazón y luego dejarlo ir. ¿Para qué estresarse?

Bueno, Mason estaba por descubrir que sí podía estresarse porque algunas cosas eran demasiado importantes como para dejarlas ir sin hacer algo al respecto. Sus horarios laborales eran caóticos de por sí, pero estaban por ponerse todavía peor. Los magos del club querían que trabajara con ellos a tiempo completo, pero Mason no estaba seguro de querer dejar de conducir el autobús noctámbulo. Le gustaba su ruta, le gustaba conversar con los magos y brujas que deambulaban a esas horas... pero Mason tenía que aceptar que, en algún momento, debería elegir entre dormir de día o de noche. Ambas cosas no funcionaban a largo plazo.

Acababa de despertarse y se obligó a salir de la cama antes de que la tentación de quedarse ahí le arruinara el tiempo libre del domingo, su único día casi enteramente libre. Se cambió, salió de la habitación, y escuchó el agua de la ducha correr en el baño.

((Domingo, 10 AM. Reservado, a menos que haya un extraño duchándose en el departamento))

[Dora Archivald]

Dora sí trabajaba los domingos, pero por la tarde. Las tiendas de dulces en el Callejón Diagon no cerraban nunca, así que a Dora le tocaba día libre los lunes, que en general era el día con menos clientela. Si bien era un trabajo muy fácil y que no le robaba el sueño por las noches, era un trabajo que agotaba su paciencia al extremo. Estaba segura de que el día anterior, sábado 29 de diciembre, había atendido más o menos al 90% de la comunidad mágica del planeta. A sus ojos, todos querían dulces para año nuevo. Todos querían que toda su maldita familia fuese a elegir los malditos dulces para comer en la cena de fin de año. Si le preguntaban a ella, los únicos que no habían ido a comprar los piiiiip dulces habían sido Dumbledore y McGonagall. Así de estresada estaba. Tenía que cambiar de trabajo con urgencia, y definitivamente tenía que encontrar algún trabajo en donde se vendieran cosas depresivas, que seguro era mil veces mejor que seguir vendiendo cosas con azúcar.

Se había despertado todavía cansada, pero los domingos trataba de no dormir de más. Le gustaba compartir algo de tiempo con Mason cuando podía, así que quería tratar de cocinar algo rico para almorzar con él, si es que no se iba a algún lado. Para sacarse el cansancio de encima y ya quedar preparada para trabajar más tarde, se había metido a la ducha sin dudarlo. Cuando estaba por ponerse acondicionador en el cabello, se dio cuenta de que ya no quedaba nada. Por suerte había escuchado a su roomate levantarse.

"¡Masooon! ¿Me traes acondicionador?" le pidió, asomándose por la puertita de vidrio de la ducha.

[Mason Storstrand]

Se dirigió a la cocina, pensando en preparar algo para desayunar hasta que pudiera ir al baño. Mejor no hacer correr el agua de la canilla... Mason tenía que socializar con algún otro inquilino del edificio, ¿y si alguna vez necesitaba el baño con urgencia? (Para eso se socializa con vecinos, ¿no? ¿Para ir a usarles el baño y no para pedirles una taza de azúcar?)

Revisó la cocina para tratar de adivinar si Dora ya había desayunado: no vio platos en la bacha de la cocina, no notó restos de comida de desayuno en el tacho de basura. Revisó y encontró seis huevos en el maple. ¡Tantas opciones! ¿Panqueques con miel? ¿Huevos fritos con tocino? ¿Scrambled eggs y tostadas con porotos estofados? ¿O era mejor aguantar unas horas y hacer brunch? ¿Quizás Dora quería salir a comer?

La voz de su compañera de apartamento lo alejó del loop interminable de preguntas. "¿¡Cómo!?" preguntó, dejando el maple con huevos sobre la mesada de la cocina y acercándose a la puerta del baño con la cabeza gacha, como si así fuera a escuchar mejor.

[Dora Archivald]

Dora se había quedado asomada para recibir el frasco (que seguramente habrían guardado en la alacena por error), así que lo escuchó cerca y le repitió, ya sin gritar: "Que si me alcanzas acondicionador, que este está vacío."

Y sí, estaba bien vacío. Recién se acordaba de que lo había vaciado ella el día anterior, golpeándolo hasta que no salía nada más.

[Mason Storstrand]

Mason dejó la cabeza gacha mientras pensaba. -¿Acondicionador?- entrecerró los ojos, sintiendo el ligero pánico en el fondo de su estómago. Estaba 99% seguro de que el acondicionador estaba en el baño. "Ya busco" anunció en voz alta, abriendo el closet con toallas y sábanas que estaba frente a la puerta del baño. Mason sabía que no guardaban acondicionador de cabello ahí, pero estaba intentando procesar el pedido de Dora.

Cuando obviamente no encontró el acondicionador, volvió a la cocina. ¿Quizás Dora compró y lo dejó cerca de donde guardaban las cosas para la ropa? Mason se agachó, abrió cajones, movió bolsas y frascos buscando el acondicionador. -Oh no- pensó. "¿Dónde lo dejaste?" preguntó en voz alta.

[Dora Archivald]

Dora también se quedó procesando un momento antes de contestar, porque estaba segura de que no lo había comprado ella. Eso de estar con el trasero debajo del agua caliente y el torso al aire iba a hacer que se resfriara, así que dejó la puerta de vidrio entornada y se volvió a meter debajo de la ducha.

"¡Yo no compré!" le respondió, de nuevo gritando un poco para hacerse escuchar.

[Mason Storstrand]

Mason escuchó a Dora y se quedó sosteniendo una de las puertas de la alacena. Él tampoco había comprado. ¿Le tocaba comprar a él? No recordaba. Hace unos días habían hecho una lista de compras, que se habían terminado dividiendo, pero entre los horarios de Navidad, Boxing Day y todo eso...

Mason se acercó a la puerta del baño, y aunque estaba cerrada agachó la cabeza como si pudiera ver a través de la puerta accidentalmente. "Creo que" dijo en voz baja. "¡Creo que no hay!" exclamó. Se miró los zapatos, expectante.

[Dora Archivald]

Ella miró hacia la puerta, como si ella también pudiese verlo. Hizo un recorrido mental de nuevo por el almacén donde solía comprar todo y trató de recordar si había pasado por esa góndola, pero estaba segura de que no había comprado. O quizás se le había mezclado con otras cosas.

"¿Te fijaste en la alacena?" preguntó, levantando la voz pero sin gritar.

[Mason Storstrand]

-Creo que me tocaba comprarlo a mí- pensó, nervioso. Oh no. Y encima era domingo a la mañana, el almacén seguramente estaba cerrado. Y el supermercado, que probablemente sí estaba abierto, estaba un poco lejos como para salvar la ducha de Dora.

"Me fijé... ¡pero me fijo otra vez!" quiso ser optimista, pero se sentía casi como una mentira. "¿Es ese de envase violeta, no? ¿O es el otro?" Mason tiene que leer el envase antes de usarlo, porque todavía no diferencia shampoo de acondicionador. En su casa él y su papá usaban un dos-en-uno horrible de envase negro.

[Dora Archivald]

"¡El otro! ¡El lila!" respondió. Todavía estaba tranquila. Estaba segura de que Mason no se había olvidado de comprar. Dora sentía que Mason estaba mucho más preparado que ella para vivir solo. Quizás era una ilusión, obvio. Quizás ellos dos viviendo juntos eran el hambre y las ganas de comer, como bien estaría diciendo alguna abuela en ese mismo momento en otra parte del planeta.

Dora estaba muy segura de que en su parte de la lista no había estado anotado el acondicionador. Porque tenía buena memoria, sí señor. Confiaba plenamente en su memoria. Confiaba plenamente, a pesar de que esa semana se había olvidado la lista cuando había salido a comprar.

No que le pasara seguido, ¿eh? Pfft.

[Mason Storstrand]

Mason se detuvo delante de las alacenas de la cocina. -¿Qué... qué es lila?- abrió con pánico la alacena, como si esta vez sí fuera a haber acondicionador. No, todavía veía la azucarera, el envase con saquitos de té, y las tazas con platitos. -¿Lila y violeta no son lo mismo?- se preguntó, pero le dio vergüenza decirle eso a Dora. Especialmente cuando temía que era su responsabilidad comprar acondicionador y le acababa de arruinar el domingo a Dora.

Abrió todas las alacenas. Revisó bolsas, por si acaso. Si tenían heladera, la abrió. Si tenían una lata donde guardaban cosas, también. No estaba ningún acondicionador: ni lila, violeta, morado, púrpura, índigo o malva. "Dora" se acercó a la puerta del baño. Su voz, fuerte y clara, expresaba que le traía malas noticias.

[Dora Archivald]

Juguemos a que no eran taaaan carentes y que tenían heladera, ¿dale? Porfa.

Dora le conocía el tono.

"¿Qué?" preguntó, en tono sufrido, de forma anticipada. Aunque quizás no iba a sufrir. Quizás Mason solo le decía que había comprado el de frasco verde, que no era tan genial con su pelo, pero ¿qué importaba? Dora se estaba gastando toda el agua caliente del lugar y se le estaban empezando a arrugar las puntas de los dedos. Quería salir de la ducha pronto.

[Mason Storstrand]

¡Vaya a saber dónde guardan los magos las milanesas y el vitel toné! Por ahí usan un literal icebox.
"No lo encuentro" declaró, tratando de mantener la verdad con la inescapable esperanza de que quizás lo compró Dora y se lo dejó olvidado en algún cajón de su habitación. "En la cocina no está" aclaró. Miró la puerta, enfocándose en el ruido dentro del baño como si esperara escuchar a Dora putearlo en voz baja.

[Dora Archivald]

"¡Tiene que haber!" Estaba más enojada con el acondicionador escapista que con Mason o ella, porque estaba segura de que eso había estado anotado en la lista de Mason, ¡así que él tenía que haberlo comprado! Mason manejaba el autobús noctámbulo, era obvio que era el más responsable de los dos. Dora pondría las manos en el fuego por él, si no fuese porque estaba pasada de agua y lo apagaría sin querer.

"¿Te fijarías en mi mesa de luz?" le pidió. Ahora la que mantenía falsas esperanzas era ella.

[Mason Storstrand]

"Me fijo" le dijo, llenándose de esperanzas por un futuro desenredado y lacio. Se acercó a la puerta de la habitación de Dora y entró con cuidado. Por más que tenía autorización, se sentía un poquito invasivo entrar cuando ella estaba duchándose del otro lado de la pared.

Se acercó a la cama y, aunque desde la puerta podía ver claramente que no había una botella de acondicionador arriba de la mesita de luz, decidió investigar. Revisó bien arriba, si había cajones los abrió y trató de ver si encontraba algo lila. Espero que no haya encontrado nada raro de ningún color.

"¡No lo veo!" avisó.