Conteo final

[Morgan Selwyn]

Cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco, cincuenta y seis… Comenzó a contar sus pasos mientras se dirigía a la enfermería para distraerse. Necesitaba concentrarse en algo más para que el dolor no se apoderara de ella. Quizá los magos no se enfermaran con cosas comunes, pero lo que tenía no era una enfermedad. Era parte del ciclo de la vida, o al menos del ciclo menstrual y ser bruja no podía eliminar aquello. Esa era la realidad de cada mujer en el mundo y no había, lamentablemente, una manera de detenerlo. O al menos no una que ella deseara probar.

Caminaba a la enfermería porque sabía que Madame Pomfrey tendría algo que la ayudara. Su poción ya se había terminado y necesitaba más. Intentaba no apresurarse, evitando que alguien la notara y es que sí, sentía que cualquiera podría darse cuenta del motivo de su visita a aquel lugar. Su expresión se mantuvo seria hasta que pudo divisar la puerta. Sabía que sus ojos y su boca se habían abierto de más por la anticipación, pero es que el calambre que sintió antes de entrar era el que más la presionaba a conseguir algo que lo calmara. Claro, no todo podía salir como lo esperaba. Al entrar vio a otra persona ahí. ¿Cómo podía preguntar por aquello con otra persona en el mismo sitio?

((Abierto))

[Jacob Allen]

((Permiso))

Encima de eso, qué mal encontrarse a una persona que podía ser simpática y agradable, pero que no tenía demasiada idea de cosas femeninas. Jacob no tenía hermanas, y de sus amigas o conocidas (incluida su ex-novia) siempre se había alejado instintivamente cuando las notaba de mal humor. (Bueno, exceptuando a Emily: a ella la molestaba extra cuando la notaba así.)

Él también estaba esperando a Madame Pomfrey, pero porque había tenido un dolor de cabeza casi constante durante todo el día. Quizás era parte del insomnio que estaba sufriendo, o quizás era algo en la vista... O quizás se estaba muriendo porque le estaba creciendo un tubérculo en el cerebro, luego de tantas horas en el invernadero. La cuestión es que había estado esperando en la enfermería por algo más de quince minutos, así que se había recostado en la cama más cercana a la puerta, para estar más cómodo.

Cuando escuchó abrirse la puerta, Jacob se sentó en la cama de pronto, mareándose un poco y entrecerrando los ojos por culpa de una puntada repentina en la sien. Cuando vio a la Slytherin, dejó escapar un quejido bajo, sonando decepcionado. Apoyó las manos en el borde de la cama para sentarse mejor, apoyando las piernas en el suelo. El dolor de cabeza le hacía difícil hasta emitir un saludo normal.

[Morgan Selwyn]

Era terriblemente molesto sentir que todo el mundo sabía que era lo que le sucedía en ese momento. Hacía siempre lo posible por mostrarse en control de las situaciones, pero en aquella solo sentía que cualquiera podía ver a través de ella. Intentó formar una sonrisa para el otro habitante del castillo mientras apretaba los dientes. Miró a los lados sin encontrar a la enfermera por ninguna parte.

Se aclaró la garganta y se acercó un poco más a donde se encontraba el muchacho. No tenía idea de quien era, pero tampoco creía oportuno preguntarlo en ese momento. "¿Sabes si Madame Pomfrey tardará mucho en volver?" le preguntó. Sí, Morgan asumía que si el muchacho ya estaba en una camilla debía conocer el paradero de la enfermera.

[Jacob Allen]

Con Jacob puedes estar tranquila unos momentos más, al menos. Le era difícil prestarle atención a los detalles y gestos de la gente cuando la cabeza se le partía en dos.

Cuando ella se acercó, él entrecerró un ojo, apenas, para mirarla sin que le doliese tanto. "No sé ni siquiera si va a venir", comentó en tono cansado. "Espero que sí, pero cuando llegué no había nadie", agregó. Y luego le dio una palmadita a la cama, del lado izquierdo, mientras se corría un poco más a la derecha. Le estaba dejando espacio por si se quería sentar. Esperar parado apestaba. De sentirse mejor, quizás se habría puesto a descorrer cortinas para buscar otra cama vacía. Pero no se sentía nada bien, por algo estaba allí.

Y por algo la invitación a sentarse fue muda y quizás medio desubicada. Tampoco se puso a analizarlo.

[Morgan Selwyn]

Aquello era inaceptable. ¿Qué podía estar haciendo la enfermera fuera de su puesto de trabajo? ¿De qué servía tenerla ahí si dos alumnos la necesitaban y no se le podía encontrar en ningún lugar?

Observó el gesto del muchacho con espanto y se sintió de esa manera por dos razones. La primera era que no lo conocía, por lo que no se acercaría a él de esa manera en una camilla. Mientras que la segunda y más importante razón era que en su condición actual no podía permitirse sentarse y levantarse. Podía tener tantos accidentes desagradables en ese momento que era demasiado difícil si quiera considerar sentarse en cualquier otro sitio.

"Estoy bien aquí, gracias" le contestó a su muda invitación antes de voltear la cabeza para ver nuevamente la puerta por dónde tendría que entrar en algún momento la enfermera.

[Jacob Allen]

"Ah, ok..." dijo, sin pensar demasiado en la situación. Luego de unos segundos agregó un: "Yo vine porque se me parte la cabeza", como para que quede claro que no estaba ahí para matar el tiempo o dormir la siesta. Las conversaciones de la Enfermería eran así, ¿no? Cada quién cuenta lo que le duele, todos se saludan y luego se dedican a combatir el asco en silencio cuando Madame Pomfrey les da algo horrible para tomar.

Levantó la vista para mirarla mejor a la cara, y se arrepintió al instante. Una puntada de dolor se le atravesó desde la ceja hasta la sien derecha. Entrecerró los ojos un poco, con el rostro endurecido pero tratando de sonreír ante su mal día.