Babeando

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Akiko Hollow, Ravenclaw 6to, era la fan número uno de aquel super sexy y muy bien parecido jugador de quidditch de Gryffindor. Sus actividades cotidianas consistían en asegurarse un lugar en la mesa de Ravenclaw que le ofreciera la mejor vista hacia la de los leones, espiarlo en los recreos y buscarlo con la mirada en las horas libres.
En esos momentos se encontraba haciendo la tercera actividad mencionada, admirando al hermoso Sirius Black sentada en un banco. Tenía la cohartada de estar jugando con su gatita negro, Sombra, a quien, obviamente no prestaba mucha atención.
Casi agradeció al animalejo cuando este salió corriendo en dirección al Gryffindor, obligándola a salir tras él y, obviamente, tropezar con el atractivo chico.
"Lo siento mucho!" se disculpó, completamente avergonzada, mirando al gatito que parecía estarsele riendo.

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No dudó un segundo en tomar su mano, claro que se tomó el tiempo obligatorio para hacerlo sin parecer una desesperada por entrar en contacto con su príncipe azul.
"Estoy bien, realmente siento haberte molestado" volvió a disculparse, mirándolo y haciendo un leve y sensual puchero. "Akiko Hollow" se presentó, sonriendo con dulzura," pero mejor llámame Aki" pidió con su mejor sonrisa.

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"Lo sabía" murmuró, completamente derretida ante la acción del chico, pues había soñado con ese momento durante mucho tiempo.
"Pues espero no haberte interrumpido en algo importante" comentó realmente apenada, una vez que la soltó y su cerebro volvió a funcionar. Quería entablar una conversación con el chico, por más trivial que fuera, o de lo contrario se odiaría por el resto de su vida escolar.

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Aceptó el brazo que le ofrecía con una enorme sonrisa y se colgó prácticamente de él, pues casi necesitaba saber que era real y no un sueño.
Ante la mención del animal, volvió a ver a Sombra, que la seguía con una mirada acusadora desde donde la había dejado. Le hizo una carita de súplica para que no se enojara y luego volvió su atención a Sirius.
"No se dejaba poner moños" inventó rápidamente. "A mí también me gustan más los perros, los grandes más aún" comentó, pues debido a determinadas circunstancias, prefería los animales grandes y que llamaran mucho la atención.

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Su corazón se aceleró ante aquella invitación, pues no sólo significaba que volverían a hablarse y no era sólo un accidente, sino que también mejoraría su relación, pues hasta le confiaría a su mascota!
"Adoro a los animales!" comentó muy emocionada de tener algo en común con él, y que eso le gustara. "Los perros, lobos, gatos grandes, caballos... lo que sea" empezó a enumerar. "Claro que lo mejor es acariciarlos y mimarlos, aunque no todos se dejan" comentó, pensando en lo mucho que le hubiese gustado entrar en la jaula de los tigres en el zoo y darles un fuerte abrazo.

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No pudo dejar de sonreir ante los halagos y las elevaciones de ego gratuitas, que viniendo de él resultaban mucho más interesantes.
"Es un perro muy listo, cosa que no me sorprende con semejante dueño" devolvió parte del cumplido, sin poder evitar mirarlo de pies a cabeza, aprovechando para registrar todo ahora que lo tenía de cerca.
"Tráeme a Hocicos cuando quieras, que sabiendo que es tuyo, lo cuidaré como a un rey y hasta lo bañaría" dijo casi bromeando, aunque si se lo pidiera seriamente, sabía q no le negaría nada a ese chico tan sexy.

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"Si es tan grande como dices, no creo que haya lugar para los dos en la bañera" comentó con pena ante la pregunta.
"Y por qué lo bañan tus amigos y no tú?" preguntó muy curiosa, pues era raro que teniendo una mascota tan querida, le encargara una tarea ten importante como el aseo a sus amigos. Seguramente no le gustaba ensuciarse, claro, tan lindo como era tenía que cuidar su aspecto.

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Le dio una palmadita reconfortante en el hombro, aprovechando para tratar de sentir un poco de su cuerpo, aunque se dificultaba con tanta ropa de abrigo.
"No es tan grave, seguro lo compensas dandole mucho amor y jugando con él" dijo, buscando confortarlo de alguna forma. "Lo único bueno que tienen los gatos es que no necesitas bañarlos" comentó al recordar a Sombra, que seguramente había regresado a su sala común.

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Soltó una risita de culpabilidad ante tal pregunta, puesta en realidad no tenía una explicación demasiado coherente para ofrecer.
"Supongo que sólo para molestarlo" confesó con una risita. "En realidad es la gatita de una amiga, y quería darle una sorpresa, para que viera qué bien la cuido" agregó, para no quedar tan mal. La verdad era que ella sabía perfectamente que al animalito no le gustaban esas cosas, pero a ella se le hacían muy adorables, por más que se los sacara.

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Suspiró con fingido pesar.
"Es una lástima que no haya logrado ponerle ni uno, supongo que la única agradecida es la gata porque dejé de molestarla" comentó, encogiéndose de hombros. "Crees que a Hocicos le molesten esas cosas? Claro que como es macho, sólo usaría cintas azules..." agregó, como si eso fuese a convencerlo más.

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"Que sea perro no quita que deba cuidar su aspecto!" se defendió, pues decorar animales, habitaciones, personas, todo era divertido.
Alzó una ceja interesada ante el dato del punto débil del perro, tal vez fuera mejor tenerlo en cuenta.
"Ah, sí? Me pregunto qué de esas cosas tendrás en común con él, ya sabes, dicen que las mascotas se parecen a sus dueños..." insinuó con una sonrisa maliciosa.

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Su corazón se aceleró al sentir el contacto de su mano sobre la piel, haciendo que su cerebro dejara de funcionar
"Ah... qué... bien" balbuceó, pues había quedado perdida en el mar de su mirada. "Entonces será cuestión de descubrirlo sola?" preguntó con intención, tras una larga pausa en la que había obligado a su cerebro a entrar en acción nuevamente.

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"Entonces..." empezó, tomando la iniciativa y acercándose a él, dejando su rostro a pocos centímetros del del chico, pero se detuvo. "...Te gusta que te rasquen la panza?" preguntó, mientras llevaba sus manos hacia allí y empezaba a hacerle cosquillas.

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No le dio tiempo ni de contestar, la había tomado por completa sorpresa. Jamás se lo hubiese esperado, pero no por eso había dejado de disfrutarlo: uno de sus sueños de ´toda la vida´ se acababa de hacer realidad!
"No me dejaste adivinar" se quejó, más por deporte que por otra cosa. Sin embargo, él se había aprovechado de ella, y ahora ella se aprovecharía de él. "Pero lo intentaré de todos modos." Rodeó su cuello con los brazos y le dio un beso más largo que el que había recibido.
Si no le gustaba, mala suerte, él se lo había buscado.

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"Creí que dijiste que te gustaban los besos" se excusó, poniendo su mejor carita inocente, cosa bastante difícil cuando él hacía un puchero tan sexy que daban ganas de comérselo. "Además, tú empezaste" remató antes de volver a besarlo brevemente. Había soñado con aquel momento desde hacía rato y le sacaría el mayor provecho posible.