Al servicio de la comunidad mágica

[Philip Bagnold-Browne]

-¿Dulce? ¿SENSIBLE?- Repitió en su cabeza, mirando a Ryder como si estuviera loco. Podía haberse puesto sensible por todo lo que le contó sobre su situación con Mathilda, ¿pero dulce? ¿En serio?.
Tomó aire y levantó la vista hacia la terraza, considerando lo que su amigo decía y haciendo uso de toda su poca paciencia para no molestarse todavía más por la mención de sus cachetes. ¿Qué tenían todos con esa parte de su cuerpo? No medía más de un metro ochenta solamente para que toda la atención se centrara en sus mejillas.

"Puede ser" contestó escueto, pero todavía sin estar convencido "Te acompaño allá..." señaló hacia la terraza, no le vendría mal un poco de aire "Pero nada de obligarme a hablar con Bennet... ni con gente en general, no estoy de humor" aclaró.

[Philip Bagnold-Browne]

Cuando su amigo gritó para llamar la atención de los demás invitados que estaban en la terraza, Philip comenzó a arrepentirse de haber accedido. Sin embargo, no iba a decir más nada, tampoco podía mantenerlo alejado a Ryder, si él estaba en humor de socializar estaba en su derecho. Lo escuchó mientras se acercaba al grupito y negó con la cabeza, porque sabía que una vez que comenzara a bromear con ellos iba a ser imposible separarlo de ahí. Philip sólo arrugó los ojos y le lanzó una mirada cuando Ryder inventó una frase segura. Lo que le faltaba... que ahora todos creyeran que eran una pareja sadomasoquista. Era tan ridículo para algunas cosas que terminaba por causarle gracia. Sonrió involuntariamente por el comentario pero pareció que fue para dirigirse a los demás jóvenes que los recibían. Como ya dije, iba a ser un noche larga...

[Philip Bagnold-Browne]

Mantuvo la sonrisa falsa al saludar al grupo y dejó que Ryder se perdiera en sus sociales y en la espalda de Elsa Birkin. Él sabía cómo era, habían pasado la adolescencia juntos en un castillo lleno de chicas. Nada lo sorprendería.
Con algo de culpa, tomó un vaso de whiskey de fuego más y buscó tomar aire en la terraza, separándose disimuladamente del grupo. Philip había encontrado su propio entretenimiento para lo que restaba de esa noche en una chica francesa, aunque al día siguiente ya no podía recordar el parentezco o la amistad que la unía de alguna manera a los Avery. Había sido una agradable vía de escape y cuando Phil había querido regresar para avisarle a Ryder que se iba a ir temprano, luego del brindis de los novios, ya no lo encontró, se había ido con la rubia.
Para su sorpresa, a la mañana siguiente no estaba con resaca. Había bajado considerablemente la cantidad de whiskey de fuego durante la noche anterior y, aunque se sentía cansado y con hambre, al menos no tenía un sabor amargo en la boca ni su estómago rogaba por la eutanasia. Sin embargo, los ruidos fuertes no eran nunca bien recibidos ni los ladridos agudos de la perra de su amigo. Lo escuchó a Ryder hablar del otro lado de la puerta, cuando se acercó a bien quién hacía tanto escándalo, justo cuando quería prepararse algo para comer. Philip abrió la puerta y con su cara inmutable le dijo "Perdón la demora, abuelo, no sabía que sacaba a pasear a su perro tan temprano, sino me hubiera levantado antes para hacer equilibrio con mi cabezota" con bastante ironía y nada de humor, se dio media vuelta y le hizo una seña para que entrara.

[Philip Bagnold-Browne]

Se detuvo al sentir algo golpear a su costado y al bajar la mirada notar la tarjeta de ositos que Ryder le entregaba. Tomó aire, juntando paciencia, y la agarró para leerla mientras volvía hacia la cocina de su departamento. Estaban en confianza, Ryder podía cerrar la puerta y hacer lo que quisiera... hasta Guadalupe parecía saber que podía disponer de la casa de su tío y se adentraba muy campante hasta uno de los sillones.

Sintió como un golpe bajo que evocara a su novia falsa, en fibrón indeleble, manchando el interior de la tarjeta, pero al menos mejoró un poco el humor de Philip cuando leyó la pseudo carta. En otro momento se hubiera reído de lo ridículo y gay que era aquel gesto, pero podía ver tras él la buena intención de Ryder y de alguna manera muy extrañaba la agradecía, la necesitaba.
"Muy bonita la tarjeta" fue la manera de agradecerle, sin dejar la ironía "La atesoraré por siempre" mintió mientras la tiraba sobre la mesada donde había dispuesto pan, huevo y mantequilla para preparar el desayuno. "¿Quieres comer algo?" le preguntó antes de girar levemente y mirarlo con algo de molestia, decidiendo ignorar el comentario acerca de llamarlo Papi.
"Si hubiera hecho algo divertido, estaría con resaca" respondió "Sólo tomé un whiskey más y me quedé un rato en la terraza... luego me fui" abrevió porque era la verdad, él no la había pasado tan genial como Ryder que claramente tenía aspecto de no haber dormido nada. "¿También me trajiste un regalo? Sabía que a la tarjeta le faltaban unos bombones" murmuró con sarcasmo mientras se daba vuelta para comenzar a cocinar.

[Philip Bagnold-Browne]

"En esta casa se come panceta" respondió comenzando a derretir la manteca en la sartén "Como Merlín manda" Philip aprovechó la oportunidad para molestarlo porque Ryder le presumía su pronunciación en italiano y andaba de pretencioso queriendo jamón ibérico con ese delirio de chico latino que tenía. "Creo que sí" respondió porque siempre tenia alguna botella de cerveza, aunque últimamente intentaba no dejarse llevar por la tentación de tomar una.

El control freak que habitaba en Philip no era secreto, en cambio, así que todo tenía un perfecto orden y le molestaba mucho cuando alguno de sus hermanos dejaba algo fuera del lugar que él le había asignado. Mientras ponía a dorar su tostada, y buscaba el aceite de oliva para luego seguir con la de Ryder, asintió con la cabeza, dándole la razón con que las fiestas de ese tipo eran algo aburridas. No tomó en serio la orden de no hablarle más a Teddy porque su amigo amenazaba con eso al menos una vez por semana. Sin embargo, algo lo paralizó cuando dejó caer el huevo sobre el agujero en la tostada.

"¿QUE?" preguntó girando a verlo con expresión desencajada. Y no, no era porque le parecía totalmente irrisorio no tener cerveza fría. "¿Trajiste un perro?" repitió porque quizás había escuchado mal.

[Philip Bagnold-Browne]

Arrugó los ojos y removió la sartén del fuego para que la tostada no se quemara mientras intentaba 'solucionar' la última locura de su amigo. Lo miró molesto como siempre, porque encima tenía el tupé de llamar al perro con sus dos nombres y en español. "¿No piensas que deberías habérmelo consultado primero?". Aunque la idea de tener un perro sonaba como una molestia gigante, podía imaginarse una pequeña cosa peluda meando por todo su departamento, demandando atención y cantidades industriales de comida, por un instante la idea de tener compañía no le desagradó del todo.
"Créeme que no lo arruinaste" contestó irónico, porque de todas las cosas que podría haber hecho Ryder para molestarlo esa mañana traerle una mascota no había sido nunca una posibilidad. Suspiró, resignado, mientras buscaba un plato para poner su tostada y luego ponerse a hacer el café para los dos. Iba a darle la espalda, el perro iba a tener que ganarse su cariño, nada de andar enterneciéndose.

[Philip Bagnold-Browne]

((Me vi obligada a ver la presentación de El Rey León una vez más y la imagen de Ryder-Rafiki es muy graciosa))

Estaban hablando de darle una responsabilidad enorme a Philip. Era un perro, no un potus. Si quería darle un ser vivo podrían haber empezado por algo más simple o menos dependiente. Por un momento, le molestó la respuesta de Ryder y se planteó pedirle que lo devuelva, mateniéndose de espaldas y negándose a prestarse a eso. Era más fácil abrir la puerta de la alacena en la que estaba meticulosamente guardado el café en un frasco con la descripción respectiva y hacer de cuenta que el cachorro no le importaba.

Rodó los ojos al escucharlo llamarlo 'papi' "No es mi hijo, es un perro y vas a devolverlo" gruñó preparando la cafetera, preocupado porque la tostada iba a enfriarse y el huevo debía comerse caliente, para que la yema se rompiera y chorreara todo. Se le hacía agua la boca.

[Philip Bagnold-Browne]

((Amo esa escena y amo a Lily))

Le preparó el café y siguió ignorándolo todo lo que pudo hasta que Ryder puso al cachorro casi en sus narices. No le quedó más remedio que tomar su plato con la tostada y girar a verlo. "Hola, perro" murmuró con fingido desánimo. La verdad era que ahora que lo había visto el perro le había gustado. Nadie podía decirle que no a esa cara.

"Ahí tienes tu café" agregó refiriéndose a la mesada, mientras él abandonada el espacio de la cocina para ir a sentarse a comer su desayuno. Tomó la varita y conjuró un vaso y el jugo de naranjas para que se acercaran a la mesa y él pudiera tomarlos. Una vez que se sentaba no pensaba volver a pararse. "¿Sabes que no estoy en todo el día y que lo más probable es que el perro se muera?" le preguntó antes de apoyar el vaso en la mesa.

[Philip Bagnold-Browne]

"No es mi hijo" insistió "Es un perro" le aclaró como si Ryder no lo supiera, al igual que debía intuir que Philip se negaba a hablar en jeringoso y en cualquier idioma que lo hiciera oír como un tonto. Lamentaba estar rompiéndole el corazón a su amigo y a su regalo no deseado (en realidad no, sentía un poquito de placer) pero casualmente no estaba de humor y aceptar una responsabilidad tan grande como tener una mascota cuando ni siquiera tenía plantas no era algo que Philip decidiera a la ligera.

Comenzó a comer mientras lo escuchaba "Lo sé, pero ya pedí el pase a Cooperación Mágica y mi padre quiere que también me meta un poco en el departamento contra el Uso Indebido de la Magia" le contó porque, pese a haberse desahogado sobre el tema Mathilda, aún no había terminado de ponerse al día con su amigo "Literalmente no voy a estar en todo el día, ¿además crees que será por siempre así de pequeño?" miró de reojo al canino. Philip intentaba no mirarlo demasiado porque sabía que iba a terminar cediendo a quedárselo si le prestaba más atención o Ryder se lo daba para cargarlo. Los animales le gustaban, especialmente porque eran una compañía silenciosa. Eran casi perfectos.

"¿En serio?" le preguntó un poco indignado, volviendo a mirarlo antes de llevarse otro trozo de tostada a la boca "¿Tenías que ponerle mi nombre entero? No pienso llamarlo Felipe" murmuró haciendo un esfuerzo gigante por decir su nombre en español.

[Philip Bagnold-Browne]

Observó con asco cómo Ryder se llenaba de bacterias y cosas horrendas que iban a producirle enfermedades a futuro con tal de besuquearse con el perro. Claro que el asco no le quitó el apetito y siguió devorando su tostada mientras escuchaba a Ryder.
Terminó por asentir de forma cansada con la cabeza mientras terminaba de darle un sorbo al jugo. "La vieja es una densa, pero no estaré mucho en la oficina, serán sólo unas horas. Mi padre quiere que comience a salir del Ministerio y le parece el trabajo ideal para tener contacto con la gente" rodó los ojos porque lo odiaba, Philip tenía cero don de gente, sino estaría haciendo carrera política y no detrás de escena. "¿Ahora entiendes por qué el perro no se puede quedar?" insistió pero esta vez sintiendo algo de lástima al decirlo... casi que se veía bien con ellos dos en la mesa, era como el hijo que nunca tendrían.

[Philip Bagnold-Browne]

"Pero tú no tienes que alimentar ni cuidar a tu quintillón de caballos" marcó como siempre inflexible. Después Philip se preguntaba por qué Mathilda la gente lo odiaba.
Terminó de tragar lo que quedaba de tostada y se contuvo de rodar los ojos, por más divertido que fuera que Ryder declarara que sufría. Todo por un perro, porque eso era, no era un hipogrifo para que lo llamara de otra manera, para Philip siempre iba a ser simple y sencillamente el perro. Sin embargo, cuando su amigo se lo extendió para que lo tome, le prestó más atención a sus orejas y su cabeza. Era un lindo perro, pero no tenía que dejar que sus ojos lo compraran.

Aceptó de mala gana y tomó al perro con ambas manos, manteniéndolo levemente alejado como si le pudiera contagiar algo. "Hola" le dijo a regañadientes y lo observó babearse -Qué asco- pensó y decidió apoyarlo en sus piernas para poder limpiarlo.

[Philip Bagnold-Browne]

Ocupado como estaba en pasarle una servilleta por el hocico al perro, no notó que Ryder se estaba sentando como un salvaje dispuesto a arruinar sus muebles. Apoyó la servilleta, hecha un bollo, sobre la mesa y volvió a mirar a su amigo. ¿Qué tenía de malo lo que hacía con su vida? Sin embargo, apretó los labios porque sabía que Ryder estaba hablando con algo de razón. No era un delirio más, tenía un trasfondo de verdad.

Se quedó en silencio unos instantes y luego observó a Nacho en sus piernas. Asintió con la cabeza, dándole finalmente la razón. "Ok... lo intentaremos" dijo esta vez mirando al perro "Pero estaremos a prueba, ¿entiendes? Tienes un mes para no destrozar la casa y convencerme de que puedes vivir conmigo..." le advirtió al animal como si pudiera entenderlo "Y yo tengo un mes para demostrar que puedo mantenerte vivo" prometió por su parte "¿Te parece bien?" dijo ahora mirando a Ryder que sería como un testigo de su hipotético contrato a prueba con el perro.

[Philip Bagnold-Browne]

"Gracias a Merlín que el perro no puede hablar" murmuró Philip, todavía no muy complacido con eso de ser el 'papá' de esa cosa peluda. Se dejó felicitar por su amigo y luego devolvió al cachorro al suelo.
"Claro que puedo" se quejó porque no iba a permitir que el delirio por el español de Ryder lo dejara en ridículo. De todas maneras, prefería practicar y llamarlo Nacho antes de tener que llamarlo como a sí mismo. "Nai...cho" pronunció exagerando muchísimo el sonido de la ch, sin embargo lo miró a Ryder convencidísimo de que lo había hecho muy bien.
"¿Qué se supone que puede comer?" le preguntó porque el que tenía experiencia en mascotas era su amigo, él no tenía un animal bajo su cuidado desde Hogwarts.

[Philip Bagnold-Browne]

Philip lo miró con su habitual cara de molestia, sintiendo que comenzaba a rebalsar su paciencia. ¿Qué tenía de malo su pronunciación? En caso de que fuera cierto que lo había escupido, era su culpa por ponerle esos nombres impronunciables al perro. El perro era perro. Punto.

"No sé por qué no me sorprende" contestó al saber que Ryder había querido trasladar sus delirios de niño rico a la pobre Guadalupe "Ok, comida de paquete" repitió la información "¿Algo más que deba saber para no matarlo?" volvió a preguntar porque se sentía inseguro aceptando una vida bajo su cuidado. El perro podía ser perro pero tampoco era indestructible y Philip era bastante bestia.

[Philip Bagnold-Browne]

Entonces no iba a querer mucho al primo Nacho, Guadalupe se lo pierde.

Lo miró aburrido porque ninguna de las cosas que Ryder decía eran consejos reales, a veces no sabía si era su amigo o un enemigo más. Faltaba que trabajara en El Profeta y les pasara información. Claro que no había tenido mascota, los animales no eran lo suyo.
Philip miró hacia el suelo donde ahora Nacho parecía muy entretenido en olfatearse entre las patas traseras. Y lamerse. Asco.

"Claro que lo voy a bañar... hoy mismo" dijo porque había que volverlo inmaculado para que se quedara en su casa. Se puso de pie también cuando Ryder empezó a buscar a Guadalupe por el departamento, para ayudarlo y buscarla él también -Que no haya ensuciado nada- comenzó a repetir mentalmente.