No hay castigo sin ejecutor

[Frankie Gibbs]

Se estaba muriendo por dentro. Quería romperle la nariz y luego voltearlo de cabeza hasta que su cabeza se pusiera morada y así tener lo mejor de ambos mundos, muggle y mágico. Pero no, ella no haría eso porque, además de ser una pésima perdedora, ella asume las consecuencias de actos como aquellos, es decir, Frances Gibbs paga sus apuestas.

Puso los ojos en blanco, ignorando los gestos supuestamente sensuales y el baile ridículo a su alrededor. "¿Por qué no te jod..." Se detuvo, tragando el insulto y sintiendo como le bajaba hasta el estómago. Ojalá no le de malestar después. "Está bien, querido Robert. Seré una dama refinada de aquí a una semana." Le dijo acentuando las palabras con ridícula modulación. Se echó el cabello hacia atrás con una mano, con intenciones coquetas y pestañeó varias veces seguidas como si en realidad tuviese pestañas largas. "¿Así te gusta, querido?" Preguntó.

[Frankie Gibbs]

Aquello era perverso, casi psicopático y aunque Frankie debería considerar cambiar de amigo, solo estaba maquinando cómo podía vengarse. Sin embargo estaba en una posición muy frágil y complicada para llegar a algo. Las niñas bien no se vengaban de la gente, quizá usaban palabras hirientes y muy rebuscadas en el diccionario para insultar y todos sabemos que el léxico de Frankie es más bien básico.
Si, tal vez no era el mejor momento.

"Ja ja, eres tan gracioso Robert. Y con tan me refiero a nada en lo absoluto." Rodó los ojos porque eso estaba permitido. Bien, ya sabía lo mal que se veía pestañeando.

Se encogió de hombros "Supongo, pero las damas refinadas no se pueden ensuciar las uñas así que nada con tierra, por favor." Avisó. Iba a mostrarle las uñas pero se percató que estaban bastante sucias no sabía de qué y las ocultó entre sus palmas, haciendo puños.

[Frankie Gibbs]

Frankie se iba a sentir muy elegante nada más con reprimirse los joder y los mierda que incluye constantemente en sus oraciones, pero nada más porque le salen del fondo del corazón. Frankie era una chica simpática y sincera a diferencia de chicas como Mila que tenían clase y son frías por la falta de joder y mierdas en su vida.

Se llevó una mano a los labios, cubriendo el 'Oh' que estaba haciendo. "¿No sabes? Lo que pasa es que me acaba de dar un derrame y ahora de verdad no podría ensuciarme las manos porque iuck, suciedad. Es más siento asco de mis botas en este momento, debería limpiarlas, ¿No te parece?" Preguntó haciendo su teatro digno de un Razzie, guiando la mirada hacia sus zapatos llenos de tierra de hace tres o cuatro años cuando el pie le dejó de crecer y no había comprado otros.

Se acercó lentamente hacia Bob, con aire entre infantil y seductor, mirándolo con lo que podía confundirse con un flirteo o ganas de ir al baño a hacer del dos. "¿No podemos arreglarlo de otra manera?" Preguntó bajando el tono de voz.
Las damas refinadas debían ser lo opuesto a ella, es decir, elegantes y putas.
Frankie entendía la vida muy mal.

[Frankie Gibbs]

Si esto hubiese sido una asignación en adivinación, Frankie por primera vez atinaría bien a una predicción y la escribiría en su pergamino más o menos como 'Frances Gibbs va a fracasar siendo una chica refinada, condenándose al hazme reír de su grupo y a los ojos extrañados del resto de la comunidad estudiantil. No va a lograr el cometido, si usa tacones se caerá, si trata de levantar el dedo meñique para beber la copa se le caerá, su cabello se enredará en los listones y se dará cuenta que usar delineador negro en los ojos le causa irritación. Será una semana muy gris para la joven Gibbs'.

Lo miró levantando las bolsas y le sorprendió su petición. La verdad es que no esperaba llegar tan lejos.

Lo miró con los ojos abiertos como platos y abrió la boca sin decir palabra por unos instantes. Luego, bufó. "Bueno, ya sabes, eso." Entrecerró los ojos con una sonrisa, tratando de seguir con el juego que ni sabía jugar. ¿Cómo arreglaban las cosas las putas? No podía ni siquiera subirse la falda un poco más porque no se había afeitado la otra mitad de la pierna.

[Frankie Gibbs]

Ni la misma Frankie había descifrado por completo a dónde quería llegar con sus insinuaciones. Estaba haciendo el ridículo, lo sabía, pero ya que iba a hacer un papel muy malo durante una semana completa, mejor era empezar de una vez. Sin embargo, nada más la mención de la palabra sexo era suficiente para que ella hiciese un salto hacia atrás y lo mirara con completa sorpresa. Obviamente se prestaba a pensar eso con su actitud previa, razonó, pero en realidad no estaba pensando en sexo, no estaba pensando en nada, sólo en buscar en su memoria cómo actúan las niñas que se afeitan las piernas completas una vez a la semana.

"¡CLARO QUE NO! ¿CÓMO SE TE OCURRE?" Exclamó, pegándole un puñetazo en el hombro. Ya se iba a dejar de mierdas y a actuar como un ser humano normal. "Muffle idiota." Añadió mirándolo con ojos rabiosos. "No sé qué te estoy ofreciendo, pero eso no. Creí que era tácito que puedo darte dinero, tengo tiempo sin pedirle a mi papá que ya cree que me estoy portando bien." Sonrió divertida ante la idea de que ella podía portarse bien. "Vamos, Bob. Ya es bastante malo que tenga que comer con la boca cerrada y tenga que amarrarme el cabello, ¿además tengo que cumplir un castigo injusto? Ya le quitaron como cincuenta puntos a Gryffindor. Más bien debo cuidarme las espaldas cuando llegue a la sala común por si quieren vengarse de habernos quitado oportunidad de ganar la copa." Dijo, rodando los ojos. Frankie le tenía muy poco respeto a eso de la copa de las casas, no es como si pudiese llevársela a su casa para mostrarle a su papá que sí hace algo en el colegio. El sentido de pertenencia que alguna vez pudo tener se lo llevó Roan Fletwock con su segundo discurso de los hijos de Godric por allá cuando eran más jóvenes y sus acciones se podían justificar con la edad.

[Frankie Gibbs]

Puso los ojos en blanco y lo remedó diciendo "Por Helga" como si tuviese retardo. La vida no sería tan divertida sin Bertie fuese más fuerte que ella, aunque admitía que le hubiese gustado jugar lucha con alguien que le hiciera pelea de vez en cuando. Era sabido por todos que a Frankie le gustaba el contacto y probar su fuerza de vez en cuando, era parte de su naturaleza competitiva.

Lo fulminó con la mirada. "¿Sabes qué? Seré una dama cuando salgamos del invernadero, mientras tanto, la puta madre que parió a estas putas plantas, ¿ok?" Dijo, alzando las cejas. Que Bertie se lavara las orejas con jabón si quería. "¿Qué te mandó a hacer Sprout?" Preguntó fastidiada cruzando los brazos por debajo de su pecho. No es que importara realmente, Frankie era experta cumpliendo castigos a estas alturas.

[Frankie Gibbs]

Tuvo que hacer todo el esfuerzo del universo para no reírse del violín más pequeño del mundo, era un buen chiste, tonto, como le gustan a ella, pero no lo iba a dejar ganar en esto también. "Eso te puede funcionar en la sala común de Hufflepuff, pero conmigo no, tú muffle" Le dijo, metiéndose con él, sin saber si estaba siendo cruel o no porque seguía molesta por perder y tener que cumplir esa estúpida apuesta, y seguramente seguiría molesta el resto de la semana, hasta que su mente piense en otra cosa más importante.

Por su lado, ella no se sentía tan rara o incómoda, tal vez estaba demasiado molesta para eso o es porque estaba bien claro que ellos no podían tener nada. Frankie también lo extrañaba, incluso en la granja las cosas no eran como antes, siempre había mucho trabajo o Bertie buscaba razones para no estar tan cerca de ella, o quizás fuese ella quien hacía eso. Le preocupaba un poco toparse con el otro Bertie y decir algo inapropiado, aunque apenas hablaba se daba cuenta de la diferencia. Eton y Hogwarts son lugares diferentes con formas de hablar diferentes, al menos tenían que serlo.

Él parecía fastidiado, ella también, pero no lo podía evitar. "Solo porque eres mi amigo, te daré dos" Dijo, alzando los dedos medios de ambas manos, luego, recapacitó, y abrió la palma completa. "Ok, lo siento, voy" Se acercó al saco y tomó un extremo. Si era pesado pero nada que no pudiese manejar. "¿A la cuenta de tres?" Le dijo, mirándolo.

[Frankie Gibbs]

Puso los ojos en blanco y sonrió. A veces le sorprendía lo bien que se llevaban porque eran muy diferentes y sin embargo, tan parecidos en algunas cosas. A Frankie le gustaba pensar que Bertie era ese vecino granjero que no tuvo, y cuando estaba a solas sin que nadie le criticara que pensaba cosas de chicas, también creía que, de ser ese granjero vecino que no tuvo, hubiese sido ese novio infantil con el que se habría dado su primer beso, detrás de un granero junto a la bosta de vaca.

"Y si hubieran más como yo este mundo sería un lugar mejor" añadió bien campante, antes de volver a poner sus manos en el saco. Escuchó sus instrucciones y asintió, para que supiera que había entendido y estuvo atenta a cuando dijera 'tres'. Efectivamente, en su poca malicia, no pensó en hacer lo mismo, y a la de tres levantó el saco y medio lo empujó hacia adelante pero no terminó de subir porque Bertie le había jugado sucio.

"Eres un..." Le dijo, entre molesta y divertida, lanzándose a él buscándole los brazos para inmovilizarlos. Luego trató de golpearle los pies para tumbarlo, y si lo logró seguramente habrían caído al suelo juntos, sino siguió forcejeando.

[Frankie Gibbs]

¿Por qué crecíamos y dejábamos las peleas cuerpo a cuerpo atrás? ¿Por qué a los magos les indignaba tanto el contacto ofensivo físico por el que los muggles se manejaban? Frankie lo encontraba algo sumamente liberador. Si, estaba molesta por perder y no quería imaginarse esa semana de actuar como una chica femenina (donde haría trampa siempre que pudiese, obviamente), pero extrañaba tanto tratarse así con él que casi no podía percibir ese cosquilleo que le hacía sentir tenerlo tan cerca, estaba demasiado distraída tratando de hacerlo sufrir (dentro de los límites razonables de la amistad) que su mente no se iba muy lejos.

No supo qué fue primero, si el grito, la sensación de tierra fría encima o el olor, tal vez fueron las tres juntas, pero Frankie reaccionó apartándose de inmediato de Bertie y sentándose, haciendo que el fertilizante que tenía encima cayera al suelo o en su falda. El olor era fuerte pero tan familiar que no se asqueó como otras lo hubiesen hecho, en vez de eso Frankie se echó a reír, casi de manera infantil. Su cabello olía a mierda pero era gracioso por el simple hecho de que estaba con su mejor amigo divirtiéndose cuando se supone que debería estar aprendiendo de sus errores.
Frankie Gibbs nunca aprende de sus errores, solo comete otros más divertidos.