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Decimocuarto Desafío: Hey Mister D.J.

Aquí guardaremos todos los desafíos que ya se encuentran cerrados. ¡Pasen y vean las cosas geniales que se hicieron en el foro!
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Decimocuarto Desafío: Hey Mister D.J.

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Decimocuarto Desafío:

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Hey Mister D.J.
Este desafío es un poco distinto a los anteriores; esperamos que les guste y que se animen a participar.

Las pautas son las siguientes:

Deben utilizar una canción como base de sus creaciones, pero tienen rienda suelta con respecto a qué crear: pueden, por ejemplo, escribir un songfic, editar una imagen y agregarle parte de la letra de una canción al gráfico, armar un video con la canción, escribir un poema que incluya alguna letra de canción, hacer un cover de una canción con la letra cambiada, etc. En resumen, cualquier creación de ustedes que incluya una canción y uno o más personajes del RPG. ¡Tienen pase libre!

Pueden participar tantas veces como deseen, con la misma cuenta de personaje o distintas.

Como en todos los desafíos, les recordamos que para participar deben ser los autores del material que están publicando (por ejemplo, no participaría una edición de imagen que encontraron en la web que les recuerda a algún personaje, tendría que haber sido editada por ustedes. Lo mismo con los fanfictions, deben ser ustedes los autores). Si tienen alguna duda con respecto a las consignas, comuníquense con la administración del foro.

Deben usar la siguiente forma:

Código: Seleccionar todo

[Posteen su creación en este sector]

[spoiler=Información][b]Título:[/b] (Opcional)
[b]Disclaimer:[/b] Este material fue creado por el autor del post con fines lúdicos, sin el intento de violar derechos de autor.
[b]Personajes:[/b] (Opcional)
[b]Canción utilizada:[/b] (Nombre del intérprete - Nombre del tema)
[b]Comentarios del autor:[/b] (Opcional)[/spoiler]
Podrán postear sus creaciones hasta el 02/10, luego se iniciará la votación hasta el 10/10.
VOTEN POR SUS POSTS FAVORITOS AQUÍ ¡Esperamos ver sus creaciones!


Agradecemos a Maggie por la idea del songfic y aprovechamos para recordarles que pueden enviarnos sugerencias e ideas para que tengamos en cuenta para futuros desafíos o actividades del foro. Pueden enviarnos un PM a la cuenta de Administradoras, también pueden hacerlo de forma anónima (o no) llenando esta forma.


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Agatha McGee
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Re: Decimocuarto desafío

Mensaje por Agatha McGee »

Agatha McGee escribió: 5, 4, 3, 2, 1… Corría el año 1996, finalizando octubre. El Ministerio de Magia había hecho público el regreso de Quien-Ustedes-Saben y la comunidad mágica estaba en pleno colapso nervioso, tal y como la última vez. Los vendedores de chivatoscopios, talismanes de protección y otros chismes que seguramente no funcionan se estaban volviendo ricos. Los magos que sobrevivieron a la primera guerra dudaban hasta de las personas que conocían de toda la vida, y en el caso de Agatha McGee, de sus pacientes.

Ella tenía veintiocho años en ese momento, su cabello era tan abultado y rizado como siempre pero lo llevaba recogido la mayoría del tiempo. La chimenea de su despacho, una estancia amplia con suelo de madera oscura, cuadros que se movían mostrando paisajes tranquilizadores de una campiña inglesa con una cabra saltando por ahí o un pez saliendo del agua, crepitaba con fuerza, llenando de calor toda la habitación.

Un reloj de pared anunció que eran las tres en punto de la tarde, y sin necesidad de revisar qué paciente le tocaba, Agatha salió a su encuentro. Abrió la puerta principal y salió al sendero. A unos metros vio a un hombre con cabello cobrizo, delgado y aire desgarbado acercándose hacia ella. Agatha sabía que él no podía ver su casa, que donde ella estaba había un terreno vacío entre dos casas y más atrás se veía la parte trasera de otra que estaba en la siguiente calle. Agatha también sabía que su paciente esperaría frente al terreno hasta que Agatha abriera una abertura en el hechizo protector que rodeaba su hogar, porque gracias a eso (y otras cosas) ella podía dormir por las noches.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca y verificó que no había nadie detrás, Agatha sacó su varita he hizo un corte al aire, estiró la mano y como si fuese una cortina, la abrió para dejar pasar a su paciente con una sonrisa.

-Justo a tiempo- Le dijo Agatha. Él hizo una pequeña reverencia a modo de saludo y pasó, como si esa fuese su casa, al despacho. Esto no hizo que Agatha se sintiera ofendida, estaban acostumbrados a esa bienvenida.

Mientras él pasaba, Agatha deshizo el corte en su escudo, y tras un minuto de vigilancia volvió a pasar a su casa, echando los cinco cerrojos en la puerta. De vuelta a su despacho, su paciente estaba sentado en el diván. A él no le gustaba acostarse. Mirar al techo era tan entretenido como ver al piso, le había dicho una vez, así que ella no insistió. Mientras tanto, ella tomó asiento en su muy mullida silla color azul. Los ventanales que casi iban de techo a piso mostraban un cielo nublado y la luz blanquecina iluminaba directamente su rostro.

-¿Y bien? ¿Algo nuevo esta semana?- Preguntó amablemente, mirándolo con atención. -¿Quieres té?- Preguntó, señalando una tetera que humeaba por el pico encima de su escritorio, un poco más alejado, junto al fuego.

Él negó con la cabeza, mirando al suelo, y ella con un movimiento de varita echó un poco de té y dos terrones de azúcar en una tacita que levitó hasta su mano. Bebió un poco, para darle tiempo a que él hablara y luego posó la taza en una mesita junto a su sillón.

-Dante, ¿Pasó algo?- Preguntó de nuevo, un poco más preocupada. De todos sus pacientes, Dante Vaughan era el menos comunicativo, pero entre gruñidos, movimientos de cabeza y frases escuetas siempre logra llegar a una conclusión, aparte de las que llegan directamente de leerle la mente.

-No, no- Se apresuró a contestar. –No conmigo, al menos- Finalizó.

-Bien, ¿Le pasó algo a alguien cercano a ti?- Sondeó, incorporándose hacia adelante un poco, apoyando los codos en el apoya brazos.

Dante volvió a negar con la cabeza.

–Pero uno escucha cosas, la gente sigue desapareciendo, mis padres están histéricos, me escriben todos los días para que vuelva a casa como si en Gales estuviésemos más a salvo- Le dijo y por primera vez desde que entró al despacho la miró.

Su rostro estaba cubierto de pecas y sus labios demasiado resecos. Agatha suponía que no bebía mucha agua y comía muy poco, o menos que de costumbre. Para entonces él tenía treinta y tres años pero se veía un poco mayor, por la tristeza y la amargura que siempre lo habían acompañado más una enorme carga extra que se había añadido hace algunos meses.

Agatha hizo una mueca, como de duda.

–Podríamos hablar de tus padres pero ya sabes porqué están así. Tal vez les harías un bien si los visitas una temporada. Podrías estudiar la posibilidad de quedarte un tiempo. Londres sigue siendo el lugar más peligroso- Le dijo con calma.

-No. Me volvería loco, me deprimiría todavía más y…- La voz se le cortó. Miró hacia otro lado, como contrariado con lo que acaba de decir.

-Por las fotos, ya lo se- Completó Agatha con aire comprensivo.

Dante había aprendido a abrirse desde que aceptó que, sin importar lo que él no dijera, cuando Agatha se metiera en su cabeza lo sabría todo. No cualquiera estaba dispuesto a someterse a ese tratamiento, por eso su profesión no era muy popular, sin embargo, el pecoso era reticente, parecía desconfiado aunque Agatha supiera que no confiaba en otra persona más que en ella, a quien le había cedido todos sus pensamientos.

-Dante- Lo llamó con cautela, captando su atención. –Esta va a ser nuestra última sesión- Le dijo con el semblante serio, a lo que él la miró alarmado. –No podemos fingir que estamos en condiciones de continuar nuestras vidas cotidianas. Ir a terapia es un lujo estos días y lo mejor es que nos ocupemos de sobrevivir o ayudar en lo que podamos, y que vengas acá es un riesgo enorme. No quiero ponerte en peligro- Dijo Agatha mirándolo con sus enormes ojos azules.

-¿A qué te refieres con peligro? ¿Qué has estado haciendo?- Preguntó alterado. Estaba empezando a molestarse.

Agatha se puso de pie, pasándole por el frente y rodeando el diván hasta acercarse a una mesa con madera clara que tenía varios objetos de diferentes tamaños parecidos a una peonza. Ella tomó uno y lo examinó sin mucha atención antes de volverlo a colocar en su sitio.

-La semana pasada tenía cita con un paciente, y cercana la hora empezó a chillar un chivatoscopio, luego el siguiente y el siguiente por sus diferentes rangos de efectividad. Cuando me asomé a la ventana allí estaba él, caminando hacia la casa, o al menos parecía él. No me atreví a abrirle, por supuesto, y quise mandar una lechuza al Ministerio pero me pareció inútil porque para cuando llegara o él se habría ido o ya me habría matado, así que esperé frente a la puerta con mi varita. Escuché que me llamó por mi nombre varias veces, pero mis vecinos muggles salieron y lo terminaron espantando- Explicó con la mirada perdida en la ventana, luego volteó a ver a Dante que la veía con atención. –Tengo varios pacientes, Dante, importantes de lado y lado y sé todo sobre ellos, incluso cosas que no querían que yo supiera. No es fácil conseguir a un legeremante estos días, es un hechizo complicado que uno tarda años en perfeccionar. No soy una persona muy conocida, excepto por mis pacientes y ya atraparon a uno. Lo sé porque él no es mala persona, no me haría daño y el chivatoscopio chilló igual- Dijo, volviendo a su asiento. –Entonces, que vengas acá es un peligro, y creo personalmente que debes pensar en dónde esconderte- Le dijo con convicción. –Tus amigos Darcy y Dexter se comportan como se comportan posiblemente porque estén metidos de lleno en todo este asunto y no quiero decir que eres un cobarde, Dante, porque te he dicho mil veces que esa no es la palabra correcta para describirte, pero no creo que el lugar correcto para ti es donde ellos están. Deberías proteger a la familia que te queda y eso lo puedes hacer perfectamente si vas a…- Cortó.

El chivatoscopio de la esquina empezó a chillar y a girar como loco. Agatha se puso de pie de inmediato hasta la mesa, donde el siguiente empezó a chillar. Alzó la vista y lejos, por el sendero, vio aproximarse a cinco hombres vestidos de negro. Agatha empezó a temblar con su varita fuertemente empuñada. Todos los chivatoscopios chillaban.

Dante se puso de pie y vio por la ventana junto a Agatha y él también se asustó. ¿Qué iban a hacer? ¿Por qué no estaban haciendo nada? ¿Por qué Agatha no se movía?

En contra de lo que acostumbraba y mucho más con su terapeuta, la jaló por el brazo.

-¡Tenemos que huir!- Le dijo con desesperación -¿Hay una puerta trasera? ¿Tienes polvos flu?- Preguntó rápidamente, empuñando su varita también. –Vamos a aparecernos en mi casa- Finalizó.

Agatha negaba con la cabeza y los ojos cerrados, hundida en sus propios pensamientos.

–No, no, no- Murmuraba por lo bajo. –No pasaré por eso otra vez, no- Musitaba. En sus mejillas empezaban a recorrer lágrimas.

-¡AGATHA!- Gritó Dante desesperado.

-¡BLOQUEÉ MI CHIMENEA POR PROTECCIÓN! ¡NO PODEMOS APARECERNOS DENTRO DE LA CASA, EL HECHIZO PROTECTOR NO LO PERMITE!- Le respondió abriendo lo ojos y observándolo horrorizada. Agatha lucía más joven así, y él, más viejo. –Sí hay una puerta trasera pero yo no me sé aparecer, nunca aprendí. Lo mejor es que huyas, Dante- Dijo, haciendo todo el esfuerzo para que la voz no se le quebrara aunque tenía los ojos vidriosos y un enorme nudo en la garganta.

Los hombres estaban muy cerca de la casa, todos eran como de la edad de Dante y empuñaban su varita sin importarles los muggles alrededor. ¿Luego irían a matarlos a ellos? Agatha deseó con todas sus fuerzas que ninguno saliera de su casa.

Dante la zarandeó con fuerza para que volviera en si.

–Agatha, tenemos que irnos. Si nos quedamos aquí nos van a matar, ¿Eso quieres?- Preguntó entre desesperado y furioso con ella. Se supone que su terapeuta debería ser un poco más estable.

Agatha negó con la cabeza.

-No me van a matar, me van a capturar. ¡A ti te van a matar si no te vas!- Chilló y se zarandeó para soltarse. Él estaba débil así que logró desasirse y corrió a su escritorio. Allí, con la varita, abrió todos sus cajones más un archivero repleto de pergaminos. Agatha empezó a sacarlos todos y echarlos a la chimenea con desesperación musitando: –No me llevarán, no me sacarán nada- sin cesar.

Dante se quedó en medio del salón completamente contrariado. No quería morir ahí, mucho menos por la estupidez de su terapeuta, pero tampoco podía dejarla ahí, mucho más si decía que la atraparían. Merlín sabe las cosas que le harían para sacarle información.

-Agatha- Dijo con cautela. –Tenemos que irnos, al menos vamos a tratar- Pidió, suplicante. –No te puedo dejar aquí así, ¿O piensas dejar que te atrapen?- Preguntó.

Ella se detuvo con más pergaminos listos para ser quemados y lo miró.

-No, no voy a dejar que me atrapen- Contestó con voz sombría y siguió sacando los últimos papeles que le quedaban. Luego, empezó a buscar ciertos libros en la biblioteca y también los lanzó al fuego. Pensó en la caja fuerte que tenía en su habitación pero no le importaba el oro, ya no le importaba nada. –No me llevarán, no me sacarán nada-.

-¿Entonces, qué? ¿Vas a matarte?- Preguntó casi en broma mientras veía por la ventana asustado. Los mortífagos ya estaban frente a la casa.

Agatha lanzó al fuego un último libro y se giró. El sudor le caía por la sien y parada ahí frente al fuego le daba un aire muy sombrío.

-No- Contestó. –Tú me vas matar- Añadió con voz contundente.

Dante abrió los ojos creyendo ella estaba jugando aunque era un pésimo momento para bromear.

-¿De qué estás hablando?- Preguntó. Un sonido sordo le llegó de la calle y él volteó. Los hombres empuñaban sus varitas hacia la casa, luces amarillas salían de ellas golpeando contra el escudo. Era solo cuestión de tiempo para que lograran penetrar la casa.

Agatha rodeó la mesa y se acercó a Dante mirándolo fijamente.

-Yo no tengo la fuerza o la valentía suficiente para matarme, pero no voy a dejar que me capturen. Me van a torturar día y noche, tal vez me pongan a un dementor a cuidarme. Será peor que morir, lo sé. Si no me matan, me volverán loca, porque no pienso decirles nada y no quiero volverme loca, Dante, por favor, no dejes que me vuelvan loca- Dijo con la voz llorosa antes de ocultar la cara entre sus manos y sollozar.

-Sé que tienes sed de venganza, Dante- Dijo Agatha de repente con una voz diferente, más fría. –Sé que sueñas con vengar a los que asesinaron a Beatrice, con torturarlos, como a ella, pero también sabes que no serías capaz de hacerlo, porque te crees un cobarde, un bueno-para-nada incapaz de vengar a su melliza y no es así, Dante, yo sé que puedes hacerlo, solo necesitas un empujón, yo soy ese empujón- Se acercaba a él con lentitud. Tenía las mejillas húmedas pero ya no lloraba, parecía decidida. Sólo quería convencerlo, era su única esperanza.

Dante se quedó en su sitio, estaba temblando. Había mortífagos a punto de entrar a la casa, lo matarían si se quedaba y ahí estaba su terapeuta, sacando a relucir sus deseos más profundos. Debería correr, huir, ella estaba demente, él no podría matarla, no podría. Y aún así no se movía.

-Dante, te lo suplico. Quiero esto. Huir no va a servir de nada, es cuestión de tiempo para que me atrapen. No quiero tiempo, no quiero huir atemorizada. Yo sé la vida que me espera si no muero hoy y no la quiero- Empezó a llorar y cayó de rodillas, agarrándole la pierna a Dante. -Por piedad- Suplicó.

Los ruidos se hacían cada vez más fuertes, como si ya hubiesen penetrado las capas más externas del escudo. Dante casi no podía pensar y verla así, en el suelo, le daba demasiada pena. No podía quedarse, no podía dejarla, no podía matarla. Debió quedarse en su casa.

Finalmente, una luz amarilla iluminó todo el lugar y escuchó cómo los mortífagos caminaban por el sendero mientras las risas acompañaban sus pasos. Habían roto el escudo y llegaron a la puerta principal. Tuvieron la decencia de tocar, aunque sabía que era por diversión.

Agatha levantó la mirada hacia Dante, oyendo los ruidos.

-No queda casi tiempo- Le avisó, alarmada y suplicante. –Por favor-.

Dante se alejó de ella, haciendo que Agatha apoyara las manos en el suelo. Ruidos de hechizos golpeaban a la puerta de entrada. Miraba sus ojos claros, sabiendo que había una sola cosa por hacer, y sin saber porqué, él también empezó a llorar.

Dante levantó la varita hacia ella y la miró. Agatha también lo miraba.

-Piensa en los que mataron a tu hermana, sino, no podrás hacerlo- Le aconsejó, mientras se ponía de pie. Iba a morir así que prefería hacerlo parada. –Después de esto, podrás hacer lo que sea, enfrentar a tus padres, enfrentar a los que asesinaron a Bea. Eres más que una historia triste, Dante- Le dijo Agatha, como último consejo de psicomaga que hacía. Ya no lloraba, pero su corazón latía con fuerza, sabiendo lo que le venía como si hubiese sabido que Dante la mataría desde el comienzo, tal vez fuese así. Se preguntó si vería a sus padres, a Nelly o a Connor, o si su hermano no estaba muerto sino desaparecido. Lamentó poner en esa situación a Dante, que lloraba mientras empuñaba su varita temblorosa, pero ya no quedaba tiempo. –Puedes hacerlo. Ahora-.

Dante pensó en su hermana, pensó en sus padres, pensó en sí mismo. El ruido de la puerta abriéndose lo sobresaltó. Sin el escudo, podría aparecerse, pero irse significaba dejarla a merced de ellos y del sufrimiento. Él no podía hacerle eso. Empuñó la varita con más fuerza y la miró a los ojos por última vez antes de que ella cerrara los ojos.

-Avada Kedavra- Musitó. Una luz verde salió de su varita, iluminándolo todo.
The gun is gone, and so am I, and here I go
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Título: La última cita
Disclaimer: Este material fue creado por el autor del post con fines lúdicos, sin el intento de violar derechos de autor.
Canción utilizada: Murder Song (5, 4, 3, 2, 1) - Aurora
Comentarios del autor: Me disculpo enormemente por la desvirtuada de los personajes ajenos y por lo largo del fic. Si no se quedan dormidos a la mitad es triunfo personal (?).


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Jackson Harrington
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Re: Decimocuarto desafío

Mensaje por Jackson Harrington »

  • Traigo conmigo tantos recuerdos
    llevo en el alma lo que yo siento
    y traigo el sol de una tierra que aún me espera
    y yo sé que extrañaré
    Jackson no paraba de hablar de Artigas. Josephine entendió su entusiasmo para explicar la fijación con el tema las primeras semanas previas al viaje, y de pura bondad hasta las primeras semanas después de haber llegado, pero ya llevaban año y medio ahí, y Jackson no dejaba de hablar sobre el prócer en cada silencio natural que se formaba en el hogar. Intercambió miradas con la mujer de su hermano mayor, las dos morochas sin saber si querían expresar unas disculpas por él o si querían reclamar pero no se les ocurría a quién. Jo no estaba sufriendo en silencio, ya había mencionado lo insoportable que encontraba ese tema de conversación con todos los que hablaba, hasta que le dijeron 'Sí, pero... vos también estás hablando de Artigas, ¿ves?'. Cuando terminaba de desayunar con su familia se cambiaba el pijama por un equipo de jogging rompevientos que tan de moda parecía estar, y salía a correr.

    Barra de Valizas había sido, como Artigas, aceptable por unos siete días. Primero buscó mentalmente las diferencias con Plymouth, luego las similitudes, y finalmente sacó un mapa del mundo y buscó qué lugar sería el más lejano a ese pueblucho donde ni los muggles querían estar. Quizás de niña o adolescente hubiera encontrado la forma de acostumbrarse, con una mente maleable y solamente teniendo de referencia su ciudad natal y Hogwarts. Pero a pesar de estar rodeada de su familia, se sentía sola y se aburría de esa vida.

    En realidad nada la detenía, podría lanzar polvos floo a la chimenea e irse hasta la capital, y de ahí ver cómo regresar de la forma más rápida a Inglaterra. Acababa de cumplir 22 años y no quedaba país en el mundo donde fueran a considerarla menos que una mujer adulta, aunque su carrera en las Holyhead Harpies solamente había durado dos temporadas había logrado ahorrar el suficiente dinero como para trasladarse y asentarse con tranquilidad en donde quisiera. Habían dos grandes razones para no querer regresar: por un lado sabía que algunas personas todavía resentirían a los Harrington por apoyar de forma tan vocal la campaña de igualdad a los squibs, y por el otro estaba Scott Birkin.
    Me besa el aire, me abriga el cielo
    doy lo que tengo por lo que quiero
    Busco un amor para al fin brindarme entera
    No sé si lo encontraré
    Sintió el aire frío del invierno empezar a quemarle en los pulmones con la respiración cada vez más agitada mientras comenzaba la tercera vuelta, su sexto kilómetro del día. Detestaba que fuera invierno en el mes de julio, el aire frío haciendo contraste con sus mejillas rojas, y recordaba que dos años atrás Scott le había dicho por primera vez que la amaba. Era el día después de Navidad y ella no estaba segura de que hubiera escuchado bien, así que se había sacado las orejeras y lo había mirado con avergonzada incredulidad. Habían tenido tantas idas y vueltas en su relación que Jo siempre temía que las cosas pudieran volver a ponerse agrias entre ellos, pero ya llevaban un año juntos y no encontraba de qué quejarse. Había sido tan feliz ese año que no entendía cómo era posible que todo se arruinara tan rápido en todas las áreas de su vida.

    Sacudió la cabeza para sacarse esos pensamientos de la cabeza mientras daba media vuelta y comenzaba a correr hacia el otro lado, dejando Cañada de la Laguna a sus espaldas y retomando el paso para seguir la orilla del arroyo. Era todo tan sereno, tan tranquilo, que Josephine se encontraba a sí misma pensando sobre lo mismo cada vez que salía a correr: Inglaterra, Scott Birkin, y el maldito José Gervasio Artigas.
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Título: Artigas
Disclaimer: Este material fue creado por el autor del post con fines lúdicos, sin el intento de violar derechos de autor.
Personajes: Josephine Harrington (y Scott Birkin).
Canción utilizada: Natalia Oreiro - Uruguay
Comentarios del autor: Estaba entre esta canción o "El día que Artigas se emborrachó"...


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Waleska Sumpter
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Re: Decimocuarto desafío

Mensaje por Waleska Sumpter »

I know the West was won this way
But God forgive the heartless way we let it all burn down
Duke Temple caminaba por el pintoresco pueblo de Bibury en Gloucestershire con un sentimiento nostálgico que lo embargaba. Era un domingo tranquilo con poca gente en las calles, el clima era un poco frío y nublado, propio de la época, pero con un buen abrigo bastaba. La calle que transitaba estaba desierta y Duke sabía que era porque sus vecinos eran gente mayor que no salía mucho por las tardes.

‹‹Ya no son tus vecinos›› Se recordó, porque Duke no vivía allí desde hace casi un año sino en Beaconsfield, de vuelta a su casa familiar.

Se detuvo casi al final de calle, frente a una casa igual que las demás y soltó un largo suspiro. Una mano le tocó el hombro y Duke se volvió, casi se olvidaba que estaba acompañado.

-Todo saldrá bien- Le dijo Nathan Colbert en tono consolador.

Si, él ya sabía que el asunto iba a salir bien, quien no iba a estar bien era él. De todas maneras asintió con la cabeza mirando a Nathan a modo de respuesta. Caminó hacia la puerta y tocó tres veces. Era tan extraño tocar la puerta de la casa que había sido su hogar durante nueve años…
********** -¿Y bien?- Preguntó Waleska sonriendo frente a una casa que parecía medieval en una calle con casas idénticas a la que tenían en frente.

Duke la miró confundido. ¿Se refería a la casa en general o algún atributo de ella en específico? A veces su esposa podía hacer una pregunta tan general pero en el fondo estaba siendo específica. Él nunca veía el supuesto fondo.

-¿Y bien qué exactamente?- Preguntó cauteloso.

-¿Te gusta la casa?

-¿Para qué?

Waleska puso los ojos en blanco, exasperada.

-¡Para vivir, tonto! ¡La he comprado! Su dueña era una anciana que no tenía familia y dijo que, de morir, la vendieran y el dinero fuese a parar a un refugio de animales y bueno, ¡La compré!- Dijo muy emocionada.

Duke la miró contrariado.

-Pero, ehm, podíamos habernos comprado algo mejor, yo también tengo dinero ¿sabías?- Le dijo Duke.

-Si pero realmente me gusta este pueblo. Es tranquilo y alejado de todo lo que conocemos.

-¿Qué tenía de malo Beaconsfield?- Preguntó Duke a punto de ofenderse.

-¡Nada, Nada!- Se apresuró a contestar Waleska. –Pero quería un nuevo comienzo, para los tres. Vamos, entremos a nuestra casa.

Duke se dejó a arrastrar sintiendo un escalofrío en la espalda. Todavía no acababa de creerse que en unos meses serían tres. Si apenas entendía a Waleska no se imaginaba entender a un bebé que ni sabe hablar…
********** -Hola, Duke- Saludó Waleska al abrir la puerta. Estaba seria y triste pero decidida como siempre ha sido.

Él la miró sintiendo un dolor extraño en el pecho, pero hizo caso omiso de él y pasó a la casa antes que Nathan. Había sido su hogar por nueve años pero se sentía un intruso. Recorrió la casa con la mirada en busca de una melena castaña.

-No está aquí- Le dijo Waleska adivinando sus pensamientos. –Está con Dixon y Blair, eran los únicos disponibles hoy- Añadió, sabiendo que a Duke no le gustaba mucho esa pareja.

Nathan carraspeó para hacer sentir sus presencia.

-¡Ah! Este es Nathan Colbert, mi abomago- Intrujo Duke.

Nathan y Waleska se estrecharon la mano, ambos con una pequeñísima sonrisa.

-Mi abomago está en el comedor. Podemos empezar cuando quieran- Dijo Waleska mirando a Duke con aprensión.

-Si, no hace falta retrasarlo más- Contestó Duke sintiendo que esa voz y seguridad no eran las de él y pasó al comedor.

Un hombre de unos cuarenta y tantos bastante pulcro y vestido de traje estaba sentado alrededor de una mesa de seis. Se puso de pie cuando entraron a la sala.

-Este es Philip Bagnold-Browne, mi abomago- Dijo Waleska. Philip rodeó la mesa y extendió una mano a Duke y Nathan que hicieron sus propias introducciones.

-Bien, si gustan tomar asiento podremos comenzar de inmediato- Dijo Philip en un tono casi autoritario. Él regresó a su puesto en la mesa y Waleska tomó asiento junto a él. Duke y Nathan se sentaron frente a ellos, al lado opuesto de la mesa.

-Ya sabemos por qué estamos aquí. Waleska, si me permites el acta de matrimonio- Dijo Philip, tomando la iniciativa. Parecía hasta un poco apurado. Waleska blandió su varita y un pergamino apareció frente a ellos. Bagnold-Browne lo extendió hacia Nathan que lo tomó y empezó a leer. – El procedimiento es sencillo, toman sus varitas apuntando al documento, pronuncian las palabras cada uno y ya está, ¿entendido?- Preguntó Philip y Duke recordó las lecciones de aparición. ¡Lo que tienen que recordar son las tres D! ¡Destino, decisión y desenvoltura!.

Era incapaz de mirar a Waleska. Sus ojos estaban puestos en el abomago Philip que no le caía nada bien. Aquello no eran unas clases, era su vida de lo que estaban hablando. Nathan, a su lado, seguía examinando el acta de matrimonio, como si fuese a encontrar alguna letrica negra que dijera que no podían anular nada, o eso es lo que esperaba Duke que hiciera.

Finalmente Nathan levantó la cabeza del documento, y miró a Philip por unos segundos. Parecía que él lo tenía controlado pero era momento de decir algo porque por algo le pagaron.

-Si, está todo correcto. Entiendo que ustedes tienen una menor. La ley mágica no tiene potestad en ese aspecto pero si quieren discutir sobre la custodia p…

-No, eso ya está discutido- Espetó Waleska y Duke la miró por primera vez. Parecía molesta de repente. Duke miró a Nathan porque éste lo estaba viendo, suponía esperando una respuesta a lo que ella dijo, pero él lo miró compungido y clavó los ojos en la mesa.

-Si, ya está discutido- Dijo Duke derrotado. Sabía que el arreglo en el que habían quedado entre sus muchas discusiones era lo mejor para Apple Rose porque entre los dos, Waleska era sin duda el padre competente, pero aceptar a estar todo ese tiempo sin ella fue duro, aunque ocho años atrás no quería que saliera de dentro de Waleska…
********** Help, I need somebody,
Help, not just anybody,
Help, you know I need someone, help
-¡¿DÓNDE ESTÁ MI VARITA?!- Gritó Waleska palpando la cama y la mesita de noche que tenía al lado. Estaba sudando y su cara estaba roja. Duke estaba apretujado junto a la puerta, queriendo fusionarse con la pared.

-Está escondida- Dijo la matrona con calma al entrar con un vaso burbujeante en la mano. –Nunca le damos a la madre su varita por todos los casos de esposos desfigurados o convertidos en animales- Añadió, poniendo la pócima en la mesita de noche. Duke tragó saliva, sin ocultar su terror.

-¡NO ME IMPORTA! ¡DENME MI VARITA! ¿PARA QUÉ CARAJO LE PAGO SI NO ES PARA QUE ME ASISTA? ¡DUKE! ¡BUSCA MI VARITA PARA MATARTE O SINO TE MATO!- Gritó Waleska a todo pulmón y Duke se preocupó de que el bebé se quedara sin oxígeno si Waleska no dejaba de gritar.

-Estoy aquí para ayudarte con tu bebé y ya estamos listos. Padre, si se va a desmayar mejor salga y tú, empieza a pujar- Ordenó con calma la matrona y Duke no se lo pensó dos veces y salió mientras Waleska le lanzaba improperios.
And now my life has changed in oh so many ways,
My independence seems to vanish in the haze.
But every now and then I feel so insecure,
I know that I just need you like I've never done before
Cerrando la puerta tras de sí Duke empezó a temblar. ¿En qué momento se le ocurrió que podía ser padre? Si apenas puede pensar por sí mismo, ¿Cómo iba a manejar un bebé? Su hermana podía ayudar pero ella tenía vida propia. ¿No había manera de impedir que siguieran? Tomó el pomo de la puerta, casi decidido a decir que esto tenía que terminar, que él no estaba listo, que lo metieran otra vez y que se aguantara unos dos años hasta que esté preparado pero entonces escuchó un llanto y el corazón se le detuvo.

-¡ES UNA NIÑA!- Escuchó que dijo la matrona y Duke sonrió.

Tenía una niña. Una niña para él solito, o bueno, para Waleska y para él. Una hija que tendría su apellido así que casi que era más de él que de su esposa. Una nueva emoción lo embargó y abrió la puerta de la habitación.

Waleska y la bebé estaban profundamente dormidas y la matrona se la quitaba de los brazos cuando Duke hizo acto de presencia.

-Apenas le di la poción analgésica se quedó dormida. ¡Ni me pudo decir el nombre de la niña! ¿Quiere cargarla?

Duke asintió y ella se la puso en brazos. Era demasiado pequeña y muy roja, ¿Era normal eso? Levantó la vista y como la enfermera parecía tranquila asumió que si. Quería ver si tenía rasgos de él pero con esa carita le sorprendía que cupieran los ojos, nariz y boca en ese espaciecito.

-¿Y bien? ¿Cómo se llama la niña?- Preguntó la enfermera con una pluma y pergaminos levitando en el aire.

Duke levantó la vista y el pánico lo inundó. ¿Cómo es que quería Waleska que se llamara el bebé si resultaba ser niña?

-Eh, ¿Le tengo que decir ahora? ¿No podemos esperar a que despierte?- Preguntó Duke a la desesperada.

-En realidad me tengo que ir, tengo otro parto que atender. Cuando la madre despierte le pone a la bebé en los brazos para que la alimente. Yo vendré mañana temprano a ver que todo está bien, pero ahora necesito llenar el acta de nacimiento con el nombre así que por favor…

Duke miró a Waleska, llamándola con la mente o tratando de leérsela. ¿Cuál era? ¿Cuál era? Vio a la matrona que empezaba a impacientarse y levantó la vista a un cuadro en la pared.

-Apple… Rose, Apple Rose- Dijo Duke y la pluma empezó a garabatear en el pergamino.

-Bien. Nos veremos mañana. La varita de ella está en el cajón de la mesa de noche. Hasta luego- Dijo la matrona antes de salir de la habitación. El pergamino la siguió.

Duke se sentó al borde de la cama con su nueva hija y la observó por mucho rato hasta que Waleska despertó. Al principio estaba un poco desorientada pero luego sonrió y extendió los brazos.

-Dame a Sophia, ¿quieres?

-Eh, no se llama Sophia- Le dijo Duke con cuidado. Con que ese era el nombre…

-¿Cómo que no llama Sophia?- Inquirió Waleska, incorporándose en la cama.

Duke miró a Waleska y deseó huir con su hija en ese instante.

-¡Es que estabas dormida y a mi, bueno, se olvidó el nombre que querías!- Exclamó molesto tratando de echarle la culpa a ella. –Y la mujer necesitaba un nombre así que se lo di. Se llama Apple Rose- Finalizó con decisión.

-¡¿QUE SE LLAMA CÓMO?!- Gritó, y en consecuencia la bebé empezó a llorar y Duke asustado se la dio a Waleska. -¿CÓMO CARAJOS SE TE OCURRIÓ UN NOMBRE TAN RIDÍCULO?

Duke no contestó y se paró de la cama. Lanzó una mirada hacia el cuadro de la pared. Una manzana y una rosa estaban mal pintadas en él, obra de Waleska cuando se le dio por ver clases de pintura con ese mago flacucho de Luka Chassier…
********* -Bien, entonces podemos comenzar. Waleska, Duke, por favor pónganse de pie y apunten su varitas al documento- Ordenó Philip Bagnold-Browne.

Ambos se pusieron de pie y apuntaron sus varitas al acta que se encontraba en el medio de la mesa. Se miraron por un segundo y Duke sintió que el alma se le partía en dos.
Obviously
My wounds are open to see
But don't take them seriously
I'll be fine

And you're more than alright
-Bien, yo voy primero- Dijo Waleska con decisión. –Yo, Waleska Temple, de soltera Sumpter, afirmo que no deseo continuar con mi matrimonio con Duke Terrell Temple por conflictos irresolubles- Pronunció con voz clara y un destello salió de su varita inundando el pergamino que se volvió más opaco, casi transparente.

Duke la miró, con dolor, mientras ella decía esas cosas como si no le importara, como si no doliera y trató de buscar en su memoria todos los malos momentos, los gritos de ella que nunca estaba conforme, todas sus decisiones cuestionadas o pasadas por alto, en busca de que su orgullo le dejara continuar.
You and I are monsters
We'll not find another
Cannot be together
Lest we eat each other
-Yo, Duke Terrell Temple, afirmo que no deseo continuar con mi matrimonio con Waleska Temple por conflictos irresolubles- Dijo mirándola, sintiendo que las palabras salían con odio. Hubo otro destello y esta vez el acta desapareció. Duke miró con ojos asombrados donde había estado la única evidencia de diez años de matrimonio y luego vio a Waleska, que al parecer estaba haciendo lo mismo.

Los abomagos se pusieron de pie y se estracharon las manos. Duke y Waleska seguían viéndose.

-Bueno, creo que eso es todo- Dijo Nathan con una pequeña sonrisa. –Fue un placer, Waleska Sumpter- Añadió estrechando la mano de ella.

Waleska lo miró extrañado porque hacia diez años que no la llamaban así.

-Si, claro, un placer- Musitó.

Duke le estrechó la mano a Philip y vio a su ex esposa sin saber qué decir.

-Hasta luego, Sumpter- Atinó con una opresión insoportable en el pecho y salió de su antigua casa después de Nathan.
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Título: Un domingo particularmente triste en Gloucestershire
Disclaimer: Este material fue creado por el autor del post con fines lúdicos, sin el intento de violar derechos de autor.
Personajes: Duke Temple, Waleska Sumpter, Philip Bagnold-Browne y Nathan Colbert. Dixon Peers, Blair Whitelow y Luka Chassier (solo mencionados).
Canción utilizada: Keaton Henson - Alright y The Beatles - Help!
Comentarios del autor: Me inventé un par de cosas del mundo mágico pero era necesario porque sino la idea no funcionaba. Está largo pero se lee rápido (?).


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Lina Ackerman
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Re: Decimocuarto desafío

Mensaje por Lina Ackerman »

(( No se rían demasiado mucho de mí ))
Escuchen el tema mientras miran los edits si quieren: Acá
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Título: Sigue adelante.
Disclaimer: Este material fue creado por el autor del post con fines lúdicos, sin el intento de violar derechos de autor.
Personajes: Agatha y Connor McGee, Ashley Hogan, Kevin Broadmoor.
Canción utilizada: Fun. - Carry On (LINK)
Comentarios del autor: Quería hacer un video, pero la idea fue descartada por falta de skills y tiempo. Quería hacer toda la letra, pero la idea fue descartada por ser una canción ligeramente larga. Espero que de todas formas les guste, creo que la letra les aplica de principio a fin... *super melodramática*

Letra:

Well I woke up to the sound of silence
The cars were cutting like knives in a fist fight
And I found you with a bottle of wine
Your head in the curtains
And heart like the Fourth of July

You swore and said
We are not
We are not shining stars
This I know
I never said we are

Though I've never been through hell like that
I've closed enough windows
To know you can never look back

If you're lost and alone
Or you're sinking like a stone
Carry on
May your past be the sound
Of your feet upon the ground
Carry on

Carry on, carry on

So I met up with some friends
At the edge of the night
At a bar off 75
And we talked and talked
About how our parents will die
All our neighbours and wives

But I like to think
I can cheat it all
To make up for the times I've been cheated on
And it's nice to know
When I was left for dead
I was found and now I don't roam these streets
I am not the ghost you want of me

If you're lost and alone
Or you're sinking like a stone
Carry on
May your past be the sound
Of your feet upon the ground
Carry on

Woah
My head is on fire
But my legs are fine
Cause after all they are mine
Lay your clothes down on the floor
Close the door
Hold the phone
Show me how
No one's ever gonna stop us now

Cause we are
We are shining stars
We are invincible
We are who we are
On our darkest day
When we're miles away
So we'll come
We will find our way home

If you're lost and alone
Or you're sinking like a stone
Carry on
May your past be the sound
Of your feet upon the ground
Carry on

Carry on, carry on


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Re: Decimocuarto desafío

Mensaje por Administracion »

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¡Muchas gracias por participar y votar en el desafío!
Hubo un doble empate para el primer puesto, por lo que ambas participantes se llevarán un cromo de oro.

¡Felicitaciones a Lina Ackerman, con "Sigue adelante", y a Waleska Sumpter con "Un domingo particularmente triste en Gloucestershire"!
Imagen El tercer puesto se lleva 3 cromos de plata, que será otorgado a Holland Fawley por su video de "Like a Virgin", ¡muchas felicitaciones!

Gracias a todos los participantes, que se llevarán un cromo de plata por haber aportado al desafío.

Agatha McGee, con La última cita
Abel Knightley, con El Decreto 1813
Jackson Harrington, con Artigas
Holland Fawley, con El negocio de los Redwood
Holland Fawley, con Un día en la vida de...
Holland Fawley, con Lo que podría ser...

¡También les agradecemos a los que pudieron votar por sus creaciones favoritas y esperamos leerlos en el próximo desafío!


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