Donde era feliz

[Emma Goulding]

Las personas normales hacen sus resoluciones poco antes de año nuevo y generalmente tienen que ver con conseguirse un nuevo amor o adelgazar esos cuatro kilos que se fueron a lugares indeseados. Emma, bueno, ella hace resoluciones sobre dejar de engañar a su esposo y tratar de encaminar un poco más su vida a estas alturas del año, porque las cosas sencillamente no le estaban yendo demasiado bien.

Luego de aquella cena con Alfie, su nueva novia y los Bagnold-Browne, las cosas habían cambiado un poco en su matrimonio. Tuvo que sincerarse acerca de su pasado, sobre Alfie y de la relación que tenía antes con su hermano y la de ahora. Aldrich fue comprensivo como pudo, pero Emma sabía que se había pintado una raya muy grande al cuerpo y tenía que procurar no añadir más. Sabía que el divorcio no estaba en los planes porque la fusión de la compañía era un peso demasiado grande sobre la pareja, aunado a la enfermedad que estaba acechando al padre de Emma. A falta de un hermano más responsable que quiera hacerse cargo del negocio familiar, Emma iba a terminar con una herencia enorme sobre sus hombros mucho antes de lo que había planeado y eso la tenía bastante preocupada.

En busca de tranquilidad, Emma se tomó un día para ir al salón de belleza, aclararse un poco el cabello e ir a comer algo bueno a un restaurante en el Chelsea muggle. Luego, lejos de querer volver a casa a ver a Aldrich con esas nuevas miradas indescifrables que le dedicaba, decidió volver al sitio donde estaba segura había sido feliz. Sus recuerdos en Londres se habían visto empañados luego de los desplantes de sus viejos amigos e ir a la City ya no era un acto de inercia. Emma nunca se había sentido tan sola.

Se apareció en Hogsmeade a media tarde. La primavera estaba en su mejor momento, con las flores rebosantes de vida y color. Emma caminó por la calle, yendo hacia las Tres Escobas y pedir su reglamentaria cerveza de mantequilla. Dirigió una mirada hacia el castillo que se vislumbraba a lo lejos. Casi podía sentir el olor de los jardines característico de la época. Sonrió.

Luego de pedir su cerveza, se sentó en una de las mesas del fondo, pensando que debía escribirle a Fred que no podían verse más y no sabía cómo empezar. En eso, levantó la mirada y vio que diagonal a ella un vaso estaba en una posición precaria al borde de una mesa. Casi como una visión, Emma se apresuró a sacar su varita del bolso, justo a tiempo para agarrar el vaso a medio camino del piso, levitándolo de nuevo hacia la mesa. Después miró al dueño del vaso, esperando un agradecimiento de su parte.

Libre

[Emma Goulding]

Apretó los labios. Ese no era el 'gracias' que esperaba. También se le hacía un poco conocido pero imaginaba que entre la pequeña comunidad mágica de Londres has visto a todo el mundo al menos una vez. Emma escrutó a Dolovo brevemente como hacía con todo el mundo, y de buenas a primeras creía que le faltaba un corte de cabello y tenía el cuello de la camisa salido por un lado, eso le molestaba un poco.

Terminó sonriendo, colocando ambas manos alrededor de su cerveza. "No necesariamente, sólo estaba mirando en la dirección correcta en el momento adecuado." Contestó con una sonrisa pequeña. Echó la cabeza hacia adelante examinando el contenido de su vaso, haciendo que el cabello le cubriera la cara. Se pasó los dedos por arriba, peinándolo hacia atrás.

Levantó la mirada solo para verificar que el tipo no la estaba viendo.

[Emma Goulding]

Emma era un poco demasiado preocupada por el aspecto de la gente o de sí misma. Siempre anda de punta en blanco sin importar si va a la esquina o a bachaquear tomar el té en su sala de estar. Podía costearse la cantidad de ropa que quisiera y después de haber trabajado en una revista de moda sabe bien cómo vestirse de acuerdo a la temporada. Ollie estaría orgulloso.

Levantó la vista cuando le habló y mantuvo la cara sin expresión en especial después de verlo tronarse los dedos -Eso no debe ser sano- pensó. Le daba un poco de grima cuando la gente hacía eso. Luego trató de esquivarle la mirada enfocándose en su cerveza, haciendo un esfuerzo por recordar si le sabía igual que en épocas escolares, como si el sabor de las cosas cambiara con el tiempo aunque estén hechas de la misma manera.

El tipo volvió a hablarle así que tuvo que mirarlo de nuevo. Enfocó los ojos hacia el puesto vacío de en frente y luego a Dolovo, sopesando su respuesta. "No realmente." Contestó finalmente. No estaba segura de querer conversar con ese desconocido con un mal corte de cabello y camisa desordenada, pero al menos llevaba un saco y, si hablaban un poco más, averiguaría de dónde lo conoce.

[Emma Goulding]

Faltó mencionar que ese día, efectivamente, llevaba su anillo de casada. No tenía razón para no llevarlo porque no tenía más amantes que Fred y él estaba bien lejos en Dinamarca, esperando por ella. Eso tenía que terminar pero no sabía cómo hacerlo menos traumático. Le daba miedo que él se volviera loco y contara algo a alguien. Tal vez simplemente debería borrarle la memoria pero no estaba segura de la legalidad de eso.

También estaba el asunto de que le iba a hacer falta. No es como si Fred fuese el único que iba a echar de menos sus encuentros. Ella se ríe y pasa un buen rato siempre con él. Dejar eso atrás la va a hacer sentir más sola que de costumbre. Tal vez sólo tenía que acostumbrarse a eso y tratar de amar a Aldrich como debió hacer desde el comienzo. No era tan difícil, su esposo tenía muchas cualidades que Emma admiraba y eso que no es una mujer impresionable. Las cosas en Hogwarts no eran nada complicadas comparadas con el mundo real.

De nuevo, el rubio le habló y tuvo que sonreír a la pregunta. "Recordar viejos tiempos." Respondió. No sabía qué tan loca parecía diciendo eso pero ya lo había dicho. "¿Tú?" Preguntó de vuelta por mera cortesía. Su cabeza estaba entre Hartfield y Dinamarca.

[Emma Goulding]

De acuerdo al estatus social de las personas pueden ser sus aflicciones. Es probable que si Emma fuese de clase media no estaría preocupada de cómo decirle a su amante que era el momento de dejarlo hasta ahí y que no podía darse el sorprendido porque sabía que algún día eso pasaría. Quizá estaría pensando en cómo pagar el alquiler de dentro de dos meses o cómo comprarse un vestido para la boda de tal o cual amiga porque los que tiene todo el mundo se los ha visto, porque sí, Dolovo tenía razón. Emma se preocupaba por esas cosas porque podía, porque no tiene preocupaciones mayores que esas y las cree bastante apropiadas. Sentirse sola porque su marido ya no confía en ella y en realidad nunca le ha dado lo que ella necesita en lo afectivo es bastante, porque tiene veinticuatro años y no debería sentirse así a esa edad. Tampoco es como si hubiese tenido otra opción, la de casarse. Si su papá estaba enfermo y fallecía, Emma se quedaría con la compañía y manejarla sola la abrumaría. Emma necesitaba de alguien que supiera del negocio, que la apoyara pero que no le quitara importancia y le diera el reconocimiento que se merece, ese era Aldrich. En realidad, Emma pudo haberle tocado mucho peor.

Miró al extraño con una sonrisa divertida. "La cerveza de mantequilla nunca es una pérdida de tiempo." Opinó de corazón. Se podía imaginar tomando una con Regina justo en esa mesa cuando tenían trece o catorce mientras veían a los chicos de su año y creer que eran unos bárbaros en modales. No le veía nada de malo recordar viejos tiempos, ¿De qué sirve vivir siempre el presente si no te permites recordar aquello que hiciste que valió la pena de vez en cuando como si fuesen acciones que se pierden el tiempo?

[Emma Goulding]

Pero Emma sí estaba recordando el pasado. Regina y ella habían hecho eso muchas veces, tomar té y ver a hombres que veían por encima lo que ellas eran y se comportaban como lo que eran: niños en cuerpos de adolescentes. Si lo pensaba, Emma le encontraba sentido, siempre es más fácil ser niño que adulto, claro que ella era una adolescente en cuerpo de niña y luego vieja en cuerpo de adolescente, al menos en ciertos aspectos. Tiene sus deslices, lo que la hacen ser de la edad que tiene, pero nunca va a dejar de intentar no tropezarse.

Un enorme tropiezo la había hecho llegar hasta ese lugar, toda melancólica y con ganas de un respiro. Emma estaba consciente de que necesitaba un cambio de rumbo, que no podía seguir tomándose las cosas como se las estaba tomando, dándole importancia a cosas que no merecían la pena. Se sentía devastada por perder a Tessa como amiga y claro, perder a Alfie por siempre en cualquier aspecto, amistoso, amoroso, como sea, pero no podía seguir porque no hacía nada ahí. Alfie eligió su camino, después que ella y sabía que no podía reprocharle nada. Ella estaba casada, ¿qué esperaba de su parte? No podía esperar que Alfie se consiguiera a una chica como la que Emma pensaba era para él porque ella no es nadie para saber quien es exactamente bueno para alguien. Ya basta de esa novelita de Jane Austen que lleva su nombre, ella no es casamentera de nadie. Eso le pasaba por meterse con cosas muggles en primer lugar, ellos no llevaban a nada bueno.

Sonrió un poco, entendiendo lo que él se refería. "¿Qué pasa? ¿Es muy temprano para un whiskey de fuego?" Preguntó metiéndole malamente al humor como ella siempre trataba.

[Emma Goulding]

Bajó la mirada a sus manos, donde estaba su anillo de casada y sonrió. Ella entendía que para algunos le fuese no tan natural que a su edad ya estuviese casada, mientras que a otros les escandalice que no tenga un bebé en sus brazos. Sin embargo, pudo notar que el hombre que estaba conociendo no se había percatado de su anillo o lo tomó como un accesorio. Por eso, levantó la mano, del lado del dorso. "Señora" Le dijo "Goulding, pero puedes decirme Emma" Añadió con una pequeña sonrisa porque no tenía muchas ganas de ser formal, tampoco podía serlo con una infantil cerveza de mantequilla frente a ella.

"¿Usted es?" Quiso saber.

[Emma Goulding]

Emma no se había cambiado el nombre por dos razones, aunque le cuente a todos una. Primero era por la fusión de la empresa. Era Goulding & Dalton, y ella iba a ser el rostro de la parte de su familia, así que lo mejor era mantener el apellido. Por otro lado estaba su ilusión de independencia. No tenía mucho sentido porque seguía estando casada pero no ser una Dalton por nombre le daba la sensación de pertenecerse a sí misma. Cuestiones de gustos.

El nombre de Dolovo le sonó de algo, aunque no el apellido. Ladeo un poco la cabeza. "¿Dolovo? ¿No ha trabajado con mi padre, George? O quizás con mi esposo, Aldrich Dalton. Estoy segura de haber oído su nombre en otro lado. O quizá se trata de alguien más" Le dijo concluyendo con una sonrisa.

[Emma Goulding]

Hasta ese momento, Emma pensó que estaba charlando con un completo extraño, aunque el nombre se le hiciera conocido eso no implicaba nada, pero su respuesta le hizo dudar. O sí trabajó para su papá o esposo, o sabía exactamente qué hacía su familia, lo que era posible porque la comunidad mágica no era tan grande, sin embargo, Emma nunca consideró que su apellido fuese 'famoso' en todos los sectores. Había gente que ignoraba completamente las empresas principales de comercio de madera, así como no todos se sabían los nombres de todas las familias que tienen restaurantes o botiquerías. Por eso, frunció el ceño por un segundo, pero trató de mantenerse tranquila.

"¿Por qué dice eso? ¿Sabe bien a qué se dedica mi familia?" Preguntó con una sonrisa, pero su gesto era de curiosidad, entrecerrando apenas los ojos pero sin quitarle la vista de encima. Emma se consideraba buena observadora cuando prestaba atención y ahora estaba prestándole mucha atención a Dolovo.

[Emma Goulding]

Se rió con él porque le pareció que era lo más natural para hacer. Eso no disipó sus dudas pero bajó un poco la guardia, nada más porque sintió que le había dicho una especie de cumplido.

"Oh pero eso sería juzgar a un libro por su portada, señor" Le dijo, sin dejar de mantener la formalidad porque le costaba dejarla ir con desconocidos. "Con saber cocer pude haber hecho esto, o puede ser prestado. Hay muchas maneras de verse bien estos días y no se necesita mucho dinero, solo hay que saber qué le queda bien a su cuerpo y jugar con los colores" Le dijo, hincando un hombro. Ella sabía esas cosas porque había trabajo en una revista de moda y porque su apariencia le importaba mucho, pero se dio cuenta, más tarde que temprano, que Dolovo no parecía del tipo de persona que le interesaría saber esas cosas, así que buscó cambiar de tema rápidamente.

"Pero tomaré lo que dijo como un cumplido. También, si me cuenta cuál es su especialidad laboral quizá podría conseguirle empleo bien remunerado. En mi familia siempre estamos buscando a magos con buenas habilidades" Le dijo.

[Emma Goulding]

Le era un poco incómodo conversar cuando no estaban en la misma mesa, pero no se atrevía a levantarse y aproximarse. Había algo en él que la hacía desconfiar, pero dado que no sabía qué era le parecía un poco tonto cortar la conversación de repente. Dolovo le parecía interesante, era como el tipo que encontrarías en la Cabeza de Puerco y sin embargo estaba ahí, con ella, en las Tres Escobas.

Le volvió a sonreír amablemente. "Lo cierto es que nunca he contratado a nadie para nuestra empresa, pero cualquier persona que esté dispuesta a trabajar duro y honestamente debería tener una oportunidad. No sé los demás pero los conocimientos aprendidos en Hogwarts me han ayudado solamente a vivir mi día a día de forma tranquila. Nunca he necesitado de un Patronus o una poción multijugos, así que en lo que a mi concierne, su desempeño en el colegio no es tan importante como lo que ha hecho desde entonces" Dijo, buscando sacarle un poco de información personal. Tenía mucho tiempo sin interesarse en una persona y le gustaba la novedad.

[Emma Goulding]

Se rió porque entendió la broma. A veces sucedía eso, que su sentido del humor captara algunas cosas y las transformara en reales expresiones. Los eventos sociales la habían entumecido un poco.

"Supongo que tienes razón" Le concedió. "Y es bastante claro el porqué nunca he contratado a nadie" Soltó a modo de broma, sonriendo. "Aún así quisiera que se quedara con mi tarjeta" Buscó su varita y la agitó, haciendo que una tarjeta rectangular que ponía Emma Goulding, luego cambiaba a Gerente de Comercio de Goulding and Dalton Co, y luego la dirección de la empresa, se posara en la mesa de Dolovo. "Solo en el caso de que quisiera cambiar de trabajo, aunque, ¿A qué se dedica? Me parece que no me lo ha comentado" Preguntó.

[Emma Goulding]

Prefiero irme a lo literal.

Emma lo miró con la mayor extrañeza, frunciendo el ceño y colocándose erguida. Tenía que ser una broma pero Dolovo era tan serio que tenía que creerle.

"¿Matando tigres? Pero, ¿Por qué? ¿Por su piel?" Preguntó entre sorprendida y asqueada. "Yo entiendo que como magos no tenemos derecho de ser muy 'amigos de los animales' porque siendo objetivos necesitamos de sus partes para hacer la mayoría de nuestras pociones pero, ¿Tigres? Suena un poco drástico para mi" Le dijo, tragando saliva. "Si no le molesta que lo diga, creo que debería cambiar de trabajo inmediatamente. Lo que hace suena increíblemente inhumano y sería mejor que fuese, no se, bartender" Opinó desde el corazón. No siempre daba consejos a la gente pero cuando lo hacia era porque le parecía necesario.

[Emma Goulding]

Decir que estaba acostumbrada a que la miraran de esa manera sería una mentira, sin embargo no apartó su mirada, posiblemente porque se sintió ofendida, y nunca agachas la mirada a una persona que te ofende. La reacción que tuvo ella y su discurso le pareció lo más natural del mundo, incluso para una persona que no tomó como optativa Cuidado de Criaturas Mágicas.

Se echó hacia atrás en su asiento. "Hay muchas cosas que se pueden hacer en la vida sin necesidad de servir o matar" Opinó con seriedad, aún sin apartar la mirada. "Pero supongo que cada quien saca lo que puede de lo que cree que hacer mejor" Añadió. Ya no consideraba a este hombre interesante, incluso ahora le daba una mala sensación el estar hablando con él. Sus meditaciones tendrían que irse hacia otro lado porque no podía pedirle a él que se marchara, así que se echó hacia atrás con su silla para salir. "Bueno, ya tiene mi tarjeta por si cambia de opinión alguna vez" Le dijo, poniéndose de pie.

[Emma Goulding]

Estaba a punto de irse cuando lo escuchó. Vaya que lo escuchó.

Instintivamente fue a empuñar su varita. -Estás en un sitio público, Emma- Se recordó, porque no era muy educado ir por ahí apuntando a la gente con la varita en un pub, o en cualquier lado si vamos al caso. Se quedó con la mano metida en el bolsillo interno de su chaqueta.

"¿Quién es usted?" Preguntó defensiva y tajante. "Está claro que sabe quién soy yo, ¿Por qué sabe quién soy yo?". Miró rápidamente a su alrededor. No se sentía especialmente en peligro, es decir, los tiempo oscuros se habían acabado, pero esto no le pasaba todos los días, ningún día. Siempre sabe a quién tiene de frente, su árbol genealógico incluso, nunca lidia con desconocidos. No tenía discurso para esto.