Seven minutes in hell

[Tabatha Stoughton]

Lo fuera o no, sabía que eso lo dejaría pensando al menos un buen rato. Era tan easy target que burlarlo era tan fácil como decirle que estaba gordo. Así que... no dijo nada y sólo le sonrió triunfante, como si supiera que su silencio lo decía todo. Win.

Pero luego se giró un poco hacia la ventana y notó esa curva extraña que daban los rieles del tren al fondo del paisaje. Se estaban acercando más a Londres pero faltaba todavía la mitad del camino, ¡argh!

Han de haber pasado ya unos minutos antes de que dijera algo, así que en vez de seguir peleándose con Ricky, se adelantó para proponerle algo. "Dijeron que teníamos que besarnos para deshacer el hechizo de las puertas y nos entregaran nuestras varitas, ¿verdad?" comenzó como cuando Pinky le pregunta a Cerebro qué harán esa noche. Se cruzó de brazos todavía viendo hacia el paisaje de afuera el cual ya no era tan brilloso porque se avecinaba la tarde.

[Tabatha Stoughton]

Si lo hiciera, de menos que valiera la pena para que esa mugrosa puerta se abriera. Ya empezaba a oler a carnitas y no era por ella.

Se fijó de nuevo en la curva que acababa de ver un minuto atrás, la cual estaban por pasar y miró a los ojos por un momento a Ricky. Luego regresó al paisaje. Ni idea de lo que quería hacer con ella, pero le pareció apropiado verlo por un momento para saber si lo tenía intrigado por su propuesta. "¿Pero no dijeron dónde o sí?" la pregunta del millón. Ahora sí giró para verlo detenidamente, aún con los brazos cruzados.

Luego el tren tomó la curva y su cuerpo se pegó a la ventana por el empuje. Era incontrolable la fuerza que tenía que poner en sus pies y brazos para no caer y sólo quedarse pseudoaplastada en la ventana.

[Tabatha Stoughton]

¡Osh!, ¿por qué se acercaba tanto? Se quedó quieta y dura como una piedra cuando lo sintió tan cerca, que seguramente ya sentía su pansa sobre la de ella (porque estaba demasiado gordo ¿no?). Pero la negativa no fue lo que le causó el enojo sino la poca flexibilidad para llegar a un acuerdo.

"¿Y crees que yo si?" le reclamó aún sintiendo la fuerza del giro sobre su cuerpo sin poderse zafar. Ganas tenía de aventarlo pero era eso o no sostenerse bien. "Es decir, ¿no obstante de que te veo a diario en el colegio, también tengo que pasar todo el regreso a casa contigo?" por fin sintió que el tren regresó a la misma recta de siempre y colocando sus manos sobre el pecho de Ricky, lo empujó hacia atrás. "O, a ver, señor sabelotodo" comenzó ahora caminando hacia él "¿qué otra cosa propones tú?" porque ella ya estaba fastidiada.

[Tabatha Stoughton]

No sé cómo describir la expresión de Tabatha en su rostro, estaba como enojada, encabritada, molesta, fastidiada, pero a la vez sentía impotencia por no poder hacer nada sin su varita o con sus palabras. Ricky era una rebelde que no podía controlar y eso la sacaba de balance.

Se quedó callada por el grito pero luego se prendió, cual mecha de cohete, empezando por poner una cara de asco, arrugando la nariz y frunciendo el entrecejo. "¡EWW! NO EN LA BOCA, TONTO. ¡¿QUÉ TE PASA?!" ni se movió de su lugar porque el sólo hecho de pensar que ÉL creía que ELLA lo quería besar en la boca era inhumano. Se le retorcía el cuello de sólo pensarlo. Argh, asco. "Por eso te dije, tonto, que no dijeron dónde y que puede ser... no sé, en la mejilla" muy ilusa pensó que aquél cooperaría. Pero también estaba haciendo su lucha.

[Tabatha Stoughton]

AHHHHHH, NO. ¡A Tabatha me la respetas! Por obvias razones, cuando le adjudicó tal adjetivo, Tabatha inmediatamente reaccionó frunciendo tanto la nariz como la boca, obviando su rostro de molestia y algo peor. De hecho, su impulsiva reacción vino acompañada de una pose de esas de niñas a punto de dar una cachetada, es decir: llevó rápidamente su brazo hacia atrás para agarrar un impulso fenomenal y llevar su mano directito al rostro del globo peludo que tenía enfrente. "¡¿A QUIÉN LLAMAS CALENTURIENTA GÁRGOLA INFLADA?!"

De ti depende si queda muy rojo o no, o qué se yo, pero estaba muy enojada, te cuento.

[Tabatha Stoughton]

Cálmate con tu fatality que no te saqué la cabeza con todo y la espina dorsal, ¿o sea? ¡¿Tranquilo?! Sólo fue un pequeño golpe. Que Ricky tenga la piel como de niña y le duelan todos los golpes, no es mi problema.

Regresó la mano a su costado sin detenerla, es decir, dejándola caer, porque la sentía un poco hinchada por el golpe que acababa de dar. Jamás había dado una cachetada, así que no sabía cómo respondería su mano tras el golpe. Y vaya ahora sí lo sabe: le dolía un poco.

Ok. No supo qué hacer. No sabía si sentarse, no sabía si verlo a los ojos, no sabía si Ricky tomaría represalias, pero por cualquier cosa su otra mano reaccionó y cerró el puño por si tenía que prepararse para lo que fuera que viniera.