De secciones y otras cosas prohibidas

[Frankie Gibbs]

Si Frankie antes no era una genio (que si), pues ahora definitivamente lo era. O sea, ¿Tienen idea cuánto ha estudiado? Si tenía que ponerle un número a la cantidad de tiempo invertido o a las páginas que ha leído, debería poner el chorrocientos por algún lado. Porque ha dedicado chorrocientas mil horas y ha leído chorrocientas mil páginas. Y todo esto podía sonar terrible, tedioso, ominoso y cansino, y lo interesante es que no lo era, y eso era lo más mágico de sus estudios. Si le preguntan, ella dirá que no tiene idea de porqué, pero la verdad es que si sabe.

A Frankie Gibbs le gusta Bertie Geldof, el problema es que no tiene idea de qué hacer con eso.

Admitirlo no es algo que sucedió en un día o dos. Desde el primer día de su jornada de estudios, ya no lo veía con los mismos ojos. Se fijaba en cosas tontas, como su cabello o las arrugas que se formaban en su rostro cuando sonreía que le hacían pensar que iba a volverse viejito antes de tiempo. Era complicado salirse de su cabeza, de sus pensamientos cursis y empalagosos, y volver a la realidad, a estudiar las rebeliones de los enanos o el abecedario rúnico.
No, admitirlo no fue nada fácil.

No sabía qué tan buena era ocultándolo. Su mejor arma era lanzar un chiste cada vez que le venían pensamientos románticos sobre él o golpearlo, porque nada era mejor que la fuerza bruta. No le sorprendería que tuviese más de un moretón en los brazos, porque Bob tiene esta piel tan delicada...

Volvió en sí.
No se había dado cuenta que había estado soñando despierta mientras lo observaba. ¿Se habría quedado dormido antes o después de que ella lo mirara fijamente como acosadora? No estaba segura, pero se veía en extremo adorable durmiendo y sonriendo al mismo tiempo, como si esa fuese una habilidad extraordinaria.

Y por eso tenía que despertarlo.
Estiró la mano para alcanzar su pluma. Con cuidado, trató de meterle los pelitos dentro de la nariz, aguantando la risa, mordiéndose el labio inferior.

[Frankie Gibbs]

Bertie dormía como una roca, al parecer.
Frankie tenía el sueño muy ligero, como si su cuerpo siempre estuviera listo para la acción. Cualquier ruido, cualquier toque la hacía levantarse. Quizá eso tuviera sus raíces cuando era más pequeña, cuando su padre la levantaba muy temprano para que presenciara la cosecha. Era muy emocionante ver a su papá agitar su varita y ser las extensiones de heno acumulándose en distintos sitios. Frankie pensaba que Bertie era como ella por venir también del campo, pero a lo mejor eran distintos tipos de campo o tal vez era que estaba muy cansado. No lo sabía.

Entonces él golpea la estantería y Frankie amaga con sacar la varita, como si fuese lo suficientemente rápida para poder lanzar un hechizo antes que el libro cayera. No fue necesario de todas formas, porque el libro quedó en su sitio. Volvió la mirada a Bertie que ahora no daba la cara hacia ella. Suspiró. Pensó en dejarlo dormir y en ella estudiando porque todavía quedaba bastante camino por delante.
La idea no le duró ni tres segundos.

Se puso de pie y se sentó en el otro asiento al lado de Bertie. Esta vez, hundió la pluma en el tintero de él y, con todo el cuidado que podía obtener, comenzó a dibujarle un mostacho tembloroso sobre el labio, porque su pulso siempre ha apestado. Eso era aún más gracioso que hacerle cosquillas así que se mordió la lengua, conteniendo una carcajada.

[Frankie Gibbs]

En el momento que Bob comenzó a moverse, Frankie alzó las manos a la altura de su cabeza, con la pluma aún en mano y cargada de tinta. Tenía el labio inferior entre los dientes, conteniendo una sonrisa que se quedó congelada cuando escuchó su nombre. Estaba dormido, Frankie estaba segurísima de que estaba dormido. ¿Eso quería decir que acababa de decir su nombre en sueños? Cuando empezó a sopesar la idea, Bertie ya estaba despertándose y diciendo el nombre de su actual novia. La real. La que sí tiene el derecho a tocarlo, a besarlo y otras cosas más.
No tú, Frankie. Tú no tienes ese derecho.

Decir que recodar la relación de Bertie la enojaba no era del todo acertado. Es decir, lleva la idea de que que Bertie y Audrey son una sola persona desde que entró a Hogwarts. Eso estaba asimiladísimo y Frankie vivía su vida con total normalidad sabiendo que no podías pensar en uno sin recordar al otro. Eso solía estar bien, solía.

"No. Soyyo." Le contestó en su usual voz rasposa y una pequeña sonrisa forzada en los labios. Entonces su mirada se fijó en la cara entera de Bob y la sonrisa dejó de ser fingida "PerotúeresDalí." Se burló, llevándose la mano que tenía agarrando la pluma a los labios en un intento de contener la risa. Mala idea.
¿Recuerdas que la pluma estaba cargada de tinta? Bueno, ya no lo estaba, porque toda se derramó por su mano y ahora debía tener un manchón negro en gran parte de los labios y mentón.
Hablando de genios.

[Frankie Gibbs]

No necesitaba que Bertie le dijera el desastre que había hecho en su cara. Tenía tinta en la boca y sus labios son diminutos. Nada más sonreír se le encogían hacia dentro casi por completo.
Y si la tinta para las plumas se parece a la de bolígrafo entonces sabe muy mal.

Frankie sacó la lengua y escupió suavecito, como cuando quieres sacarte un pelo de la boca. Se miró la mano, negra como si hubiese hundido los dedos en tinta "Soy un puto genio." Dijo, con cierta amargura. Luego, posó la vista en Bertie y volvió a sonreír. Puede que también tenga alguna mancha negra en los dientes. "Eresmiobradearte." Le dijo con alegría mientras que con la otra mano trataba de quitarse la tinta de la boca. Obviamente estaba poniéndoselo peor. Seguramente se había expandido la mancha hasta parte de sus mejillas y a toda su barbilla pero es que Frankie era muy bruta para pensar en levantarse, ir a un baño y limpiarse, como toda mujer con tres dedos de frente haría.
Estaba con el chico que le gustaba, después de todo. Debería estar siempre bonita para él.
Claro que Frankie no sabe la diferencia entre estar bonita y estar desarreglada porque cree que el cabello ya era el todo. Y su cabello siempre estaba fantástico. Si-em-pre.

[Frankie Gibbs]

"Yo soy graciosísima." Dijo con claridad. Últimamente se le estaba siendo más sencillo articular bien las palabras, probablemente porque eso de hablar muy rápido la dejaba sin aire y cuando estaba con Bertie era como si le quitaran un pulmón: se quedaba sin aliento a cada rato, muchas veces a propósito. Si contenía la respiración dejaba de pensar en las ganas que tenía de agarrarle la mano cuando estaban una al lado de la otra mientras los dos estaban sumergidos en la lectura. Aunque sumergido es una palabra muy fuerte para describir lo que Frankie hacía, tomando en cuenta que la mitad del tiempo estaba mirándolo de reojo.
Merlín, ¿cómo dejó que eso le sucediera?

No le dio tiempo de contestarse esa pregunta (aunque probablemente no tendría una respuesta para ella) porque ya le estaba tocando la mejilla y le estaba llamando bola de pelos.
En el fondo, Frankie sabía que debía reclamarle que la llamara como un gato, pero había algo en la forma que lo decía que sonaba increíblemente dulce, casi melodioso, como si mereciera ponerlo en una canción infantil. Tú, tú, si tú, eres mi bola de pelos, tararara.
Una muy mala canción infantil.

Y ahí estaba de nuevo, la falta de aliento. ¿Cómo se suponía que debía fingir que no le gustaba si se ponía tan cerca y trataba de limpiarle la cara? Frankie pensó en muchas cosas. Pensó seguir manchando la no-obviamente-pero-si-bonita cara de Bertie y alejarlo de ella. También pensó en golpearlo, porque al parecer esas eran las únicas cartas que tenía bajo la manga.
Pero la verdad es que no quería hacer ninguna de esas cosas. Quería, aunque sabía que no era posible, quedarse allí toda la vida. Viendo a los ojos cafés de Bertie mientras él le sostenía la mejilla.
Merlín, ¿cómo dejé que me pasara ésto?

Así que si, se quedó quieta, prácticamente inmóvil, seria como una estatua y sin respirar.
Esa fue su versión de actuar normal.

[Frankie Gibbs]

No supo como pudo aguantar la respiración por tanto tiempo pero lo hizo, y tampoco supo como hizo para no agarrar una bocanada de aire sonora después de que él la soltó, después de que le devolvió su pulmón, pero lo hizo.
Quizás todavía era dueña de su cuerpo, después de todo.

También, sintió un alivio enorme porque él no se percató de lo extraña y tensa que se puso, pero Bertie parecía darse cuenta de nada. Desde su perspectiva, Frankie creía que era demasiado obvia con sus sentimientos con Bertie. Es decir, desde que comenzaron a estudiar, Frankie se la tiraba de comediante y era mucho más agresiva que antes. Ella sentía el cambio, Bertie no. Tal vez porque nunca tuvieron chance de compartir tanto como para que él se diera cuenta del cambio.
Igual, no importaba. Bertie no tenía idea y Frankie seguía muriéndose por dentro por no poder hacer nada al respecto. Ya sabes, esas cosas que suceden cuando el que te gusta tiene novia y que, además, es una novia adorable.

Rodó los ojos, recuperando la seguridad en sí misma momentáneamente "No seas imbécil." Le dijo, quitándole el pañuelo de la mano antes de que pudiese evitarlo. Buscó la parte de tela que no estaba llena de tinta antes de tomarlo con cierta brusquedad por la barbilla. Frankie era bruta, y si Bertie no le gustara seguro él terminaría con media cara roja de lo fuerte que le frotaría pero no era el caso. Frankie comenzó a quitarle la tinta de encima del labio con suavidad, tratando de no ver sus ojos porque estaba segura de que se iba a derretir.
Estaba cerca de él, estaba tocándolo cerca de los labios. Merlín, ayúdala.

Tragó saliva y agradeció a su cuerpo por no hacer temblar sus manos. Terminó de limpiarlo y alzó la mirada mientras lo soltaba. Mala idea, mala idea. Estaba segura de que se había sonrojado. "El mostacho te quedaba." Bromeó.
Puras bromas y risas era ella.

[Frankie Gibbs]

Rió un poco "Oh, lo sé. Dos segundos más y seguro nacías niña." Bromeó. En realidad ella no pensaba eso. Sí creía que Bertie era un tanto delicado, que para ser un chico de campo le faltaba cierta musculatura y callos en las manos, quizás porque Frankie tenía una versión muy pobre de las cosas pero él no le parecía femenino. Era como un espantapájaros muy atractivo, por lo alto, huesudo y rubio que era.
Claro que ella no le diría lo que pensaba, obviamente. Frankie seguiría con la broma porque, además de la apariencia que tenía que guardar, era simplemente gracioso meterse con él. "Es más, creo que si te pongo una peluca aparentarías muy bien" Torció la cabeza y estiró una mano para enredar un mechón de su cabello rubio en el dedo índice "¿Verdad que si, ricitos de oro?" Volvió a reír y lo soltó. Siempre había querido tocar su cabello, que era suave y seguramente oloroso. Tuvo el impulso de olerse el dedo para comprobarlo pero no podía, por razones obvias. Se reprochó no haberlo hecho cuando estaba dormido. En realidad, pudo haberle hecho muchas cosas mientras estaba dormido.
Estúpidas ideas fantásticas que llegan demasiado tarde.

[Frankie Gibbs]

Cuando acercó su cabeza de nuevo, Frankie lo que hizo fue alborotarle el cabello y no meter la nariz y perderse en su aroma como realmente quería hacer.
Estar en su cabeza la hacía querer vomitar.

Abrió los ojos y se llevó el dedo índice al pecho, señalándose "¿Crees que yo lo hice?" Preguntó, fingiendo sorpresa. Claro que Bertie no se lo creía, él tenía una absurda venda que lo cegaba de sí mismo. Eso estaba bien, sin embargo. Si él supiera lo genial que era seguro sería egocéntrico. Seguro sería como Shiloh. "No seas ridículo, Geldof." Hizo de su mano un puño y le golpeó el hombro con algo de fuerza, como reprimenda por ser estúpido "Déjame hacerte una pregunta, ¿soy yo la única que te compra mercancía? ¿No tienes buena relación con todos tus clientes?" Hizo una pausa "Dos preguntas." Se corrigió. Ella sabía contar muy bien del uno al diez. "¡Además! Si hubiera querido hacer trampa, que no, ¿Cómo hubiese podido? Yo soy una genio pero no puedo boicotear nada que haga Dumbledore." O sea, ese viejo era casi tan sabio que Jack. Casi.

[Frankie Gibbs]

Se tensó en el lugar. ¿Que qué estaba leyendo? -Estaba leyendo tu rostro. Tienes siete lunares- Se contestó. No podía decirle eso, tampoco podía decirle lo que se suponía que estaba leyendo porque él le pediría un resumen detallado como siempre hacía para saber que Frankie se lo estaba aprendiendo. No podía contestarle la pregunta.

Entonces se le ocurrió desviar el tema como la genio que era "¿Descansar? Estabas como en la décimo veinteava fase del sueño." Le dijo. Frankie tampoco se sabe los números ordinales "Estabas hasta sonriendo." -No le digas que escuchaste tu nombre, no se lo digas- "¿Qué soñabas?" Preguntó, desviando la mirada hacia la mesa para no parecer interesada. También comenzó a tamborilear los dedos en la madera e intercambiar miradas con el libro de Bertie. Lo que sea para que él no viera lo ansiosa que estaba por saber la respuesta, aunque no estarse quieta no era la mejor forma de hacerlo.

[Frankie Gibbs]

"Oh." Pronunció, sin ocultar bien su decepción en la voz. Su cara, sin embargo, estaba oculta bajo su cabello mientras ella miraba su propio regazo. A veces no sabía qué era lo mejor de su pelo, si su genialidad o su capacidad de funcionar como refugio. Era simplemente fabuloso tener el cabello rizado y abultado.

Frankie se puso de pie y volvió a tomar el asiento donde estaba su libro, porque antes se había cambiado para poder pintarle el mostacho a Bertie. Miró su libro, abierto y con muchas palabras diminutas y ni un solo dibujito. Los libros debería tener dibujitos. Los libros deberían ser historietas. Frankie saldría muy bien en sus TIMOs si todos los libros fuesen una tira cómica.

"¿No podemos hacer otra cosa?" Le preguntó a Bertie mirándolo. Se le hizo una arruga en la frente por levantar y juntar sus cejas "Ya no quiero estudiar más." Sacó su diminuto labio inferior hacia adelante, haciendo un puchero.
No le importaba si ahora practicaban hechizos. Simplemente no podía seguir leyendo más. No se quería aprender más fechas o los nombres de los Goblins que tienen nombres ridículos y que no sirven ni para componer canciones, porque obvio que Frankie intentó memorizarse cosas usando música.
Frankie seguro habría intentado todo.

[Frankie Gibbs]

No, Bertie no era el chico de campo que ella esperaba, pero sin duda era el chico de campo que quería.

Frunció el ceño cuando lo vio reírse y rió con él. Esa era una de las cosas que habían ocurrido durante estas semanas juntos: la risa de Bertie ahora se le hacía extremadamente contagiosa. Ella siguió riendo unos segundos más después de que él paró, principalmente porque se iba a ver como una loca que se detuviera justo cuando él lo hiciera. No, Frankie se forzó a concluir su carcajada como una persona normal.

Miró su libro de nuevo, esperando a que los dibujos aparecieran o esperando a que el libro hablara y le contara la historia. No, eso tampoco sería bueno. Si los libros hablaran, o más específicamente, los libros de historia hablaran, éstos tendrían una voz súper monótona, como el doble de monótona que la del profesor Binns.
O sea, un párrafo narrado te mata literalmente del aburrimiento.

Frankie gimió "Podemos estudiar el doble mañana. Yo sé que tú tampoco quieres, ¡Te quedaste dormido!" Frankie se acomodó para girar todo su cuerpo hacia Bertie "Por favor." Le suplicó.

[Frankie Gibbs]

Con cada nueva excusa que le daba Bertie, a Frankie se le atragantaba un 'Pero' en los labios, así que podías escucharla diciendo "Pe..." seguido de una exhalación. Sin embargo, cuando dijo que tenía dos novias su corazón se aceleró. No sabía porqué, luego de la explicación, había pensado que ella podía ser una de ellas. -NO eres nada de él, Frankie. Repite contigo NA-DA.- Se dijo, casi como mantra. Tenía que recordárselo a menudo para no tomarse atribuciones, tenía que ser lo más sensata posible en este asunto.
Aunque ella tenga de sensatez lo que Cristiano Ronaldo de cromosomas Y.

Lo único que hizo ante su chiste fue sonreír sin mostrar los dientes, lo que hizo que resaltaran sus ya resaltantes pómulos. Lo dejó terminar porque sabía que en algún punto iba a mencionar a Addy, y bajó la cabeza, pensando en algo para disuadirlo de estudiar. Ya le costaba pensar y ver a Bertie a los ojos al mismo tiempo "Con esto estás diciendo que..." Hizo una pausa, tratando de elegir sus palabras adecuadamente porque no quería sonar a que le estaba haciendo una escena, no que supiera como hacer una "si no estamos estudiando entonces prefieres lidiar con otros asuntos." Le dijo, sin preguntar, alzando la mirada finalmente para posar sus ojos celestes en los de él. Su cara era seria pero no demostraba tristeza o enojo en la voz, aunque en su pecho había muchas expectativas con la respuesta. Ninguna optimista, cabe aclarar.

[Frankie Gibbs]

Frankie frunció el ceño, captando perfectamente la intención de Bertie para no hacerla sentir mal por querer hacer otras cosas que no la incluían a ella. No sabía si sentirse bien o mal con eso. Por una parte era tierno que pusiera tantas razones y que le dijera que era la chica más genial del colegio, incluso por encima de Addy, aunque claro que todo lo que hacía Bertie le parecía tierno o muy inteligente, muchas veces ambos.

Expulsó aire por la nariz bajando la mirada. Se volvió a girar hacia adelante y comenzó a acariciar la página abierta de su libro. No, tampoco podía aprender a base del tacto, ya lo había intentado. Giró el rostro brevemente hacia él con la intención de decirle algo pero la verdad es que no sabía qué decirle. Mirada puesta en el libro otra vez.

Entre ese silencio incómodo que se formó, Frankie se dio cuenta que, independientemente de lo que él le estaba diciendo y de sus sentimientos acerca de eso, ella no quería estudiar. Frankie genuinamente quería cerrar ese jodido libro por el resto del día.

"Éstas son tutorías," comenzó, sin mirarlo todavía "yo te estoy pagando para que me enseñes," Alzó la vista y posó sus ojos en él. Había una sonrisa pícara en sus labios "así que técnicamente soy tu jefa." Alzó una ceja "Tú eres una especie de plebeyo en esta situación, ¿Lo sabías?" Se relamió los labios, saboreando una victoria "Y los plebeyos siempre hacen lo que les dice su rey." Giró el cuerpo para dar la cara hacia él "Ésto no es San Valentin. Esto no es una jodida democracia, Bob." Dijo, alargando la O.

[Frankie Gibbs]

Alzó las manos a la altura de sus hombros "Eso no fue mi culpa. Yo no le mandé a nadie a apostar por el obvio Pietro Stover. Además, yo habría querido estas tutorías con o sin el dinero de San Valentine. No tuerzas las cosas, Geldof." Y lo señaló como en una advertencia amistosa porque estaba sonriendo. La verdad es que le había sorprendido un poco que ganara y el dinero que obtuvo le quedó como anillo al dedo porque su papá estaba diciéndole que iba a recortar su mesada si seguía portándose así. Aunque la verdad es que las amenazas de Bruno estaban hechas de papel mojado: se deshacen con nada.

Se cruzó de brazos, totalmente dispuesta a protestar "Eso no es justo. Tú y yo sabemos que eres como mil veces más inteligente que yo. Y tú me pones nerviosa." Le dijo, dándose cuenta muy tarde de lo que acababa de confesar. Se quedó helada y pálida. No podía creer que había dicho eso en voz alta. Debía arreglarlo rápido, antes de que él se pusiera a pensar mucho sobre eso. "Dimeelencantamientodesvanecedor." Gritó un poco sin querer. Suerte que estaban en una sección lejana de todos y los libros gruesos y prohibidos amortiguaban sus voces.

[Frankie Gibbs]

"vanesco," Completó por él, casi sorprendida de que ella misma se supiera el hechizo, ni siquiera había pensado la pregunta, simplemente dijo lo primero que se le vino a la mente "casi pero no Geldof. Punto para mi." Chasqueó la lengua al tiempo que le guiñaba el ojo. Se acomodó en el asiento y comenzó a tamborilear la mesa con los dedos. Sentía sus manos frías, producto de los nervios. Por la expresión de Bertie y su mala respuesta sabía que se había dado cuenta de lo que había dicho, pero tenía que pretender que ella no dijo nada, fingir demencia hasta que él se olvidara de todo.

"Tu pregunta, Bob. Te voy a aplastar." Dijo, observándolo brevemente antes de volver la vista hacia el libro que tenía frente a ella. No podía sostenerle la mirada. Si lo miraba a los ojos se iba a poner más nerviosa y ni siquiera se había dado cuenta que estaba golpeando el piso con sus pies por la ansiedad.