Ocurrencias.

[Henry Leyden]

Como siempre digo: observar sí, ver no. Pero con cuatro sentidos o con un quinto sentido no identificado, Henry siempre se las ingeniaba para darse cuenta de alguna cosa que no era su asunto.

"Hola Knoxville... ¿Por qué quieres eso en particular?", dijo, como quien no quiere la cosa. Y tal vez no debió abrir la boca por que él seguramente no contaba con el agrado de esta chica.

[Henry Leyden]

La pregunta era ¿por qué no lo haría? Porque Henry hablaba con todo el mundo según se diera la oportunidad. Y bueno, ella estaba ahí diciendo algo que llamó su atención y tenía que preguntar. Pero todas esas explicaciones no tenían ninguna gracia, ¿cierto?

"Bueno, pero todo depende de lo que a ti te parezca alegre. Las tormentas tienen su encanto. Conozco gente a la que le encantan." y pensó -no por razones lógicas, pero le gustan- recordando a un viejo conocido.

"Y... ¿por qué no te gustan los días... 'alegres'?"

[Henry Leyden]

¿Absurdos los días? Como que ella era de esas personas que le atribuyen demasiado al clima. "Dirás que la gente en el patio haciendo desorden es absurda. O al menos algo así debe ser, es decir, que te parece que la gente actua boba en los días soleados." Eso era la impresión que Henry se llevaba sobre las ideas de ella. "Pero si empieza a llover, seguirá todo el mundo igual, ¿no? Es sólo que la mayoría lo hará dentro." Se encogió de hombros.

[Henry Leyden]

Verificando la textura del árbol, Henry escuchaba con al atención suficiente. ¡Le parecía tan extraña la gente que necesitaba el disgusto de otros para estar bien!

"Bueno, pero alguna forma debes tener de estar tranquila sin depender de como la estén pasando los otros..." dijo, sin estar seguro.

Y se recostó contra el árbol ahora que estaba seguro de que no había ninguna rama que le desgarrara el cuello. Por supuesto, desde ahí no había contacto visual, pero él nunca lo tenía.