Ida y vueltas

[Lorenz Van Buren]

No es mentiroso, solamente que oculta o modifica algunas partes de la verdad. Como buena abogada imaginaria deberías reconocer que son detalles importantísimos.
"Yo sugiero" porque asumió que Diane le estaba dando lugar a que siguiera diciendo idioteces "que dediquemos... no sé, ¿90%? del tiempo a besarnos, y el resto dividido en hablar de nuestras vidas y los chistes tarados" hizo la cabeza un poco para atrás, porque estaba incapacitado de dar caricias, ocupado en caminar.

[Diane Roseveare]

En este caso me toca ser abogada de Diane, no de Lorenz, así que tengo que ignorar los matices y verlo todo en blanco y negro para poder acusar efectivamente. Modificar partes de la verdad es mentir. Lo que debo admitir es que él nunca ha dicho que su sangre es pura.
Sonrió de lado. ¿90% del tiempo para las sesiones hormonales? Contempló el cabello de Lorenz y sintió la urgencia de tocarlo. ¡Y ahora podía! Liberó con cuidado su mano derecha, confiando en su brazo izquierdo para sostenerse, a fin de pasarle los dedos entre los mechones. "¿De un día para el otro me cambias los porcentajes?" preguntó muy seria. Porque hasta la fiesta de Navidad, todo lo que habían hecho era hablar de sus vidas y chistes tarados.

[Lorenz Van Buren]

Ahora dudó, mirando hacia el frente entrecerrando los ojos porque estaba ocupado en disfrutar que Diane le pasara una mano por el cabello, y a la vez tratando de pensar qué responder a eso.
"No, por supuesto, era una sugerencia basada..." no sabía en qué estaba basada, así que tuvo que salir con otra estupidez "en los parámetros del espacio-tiempo" exhaló sonoramente por la nariz, para evidenciarse en que no tenía idea. Igual creo que le gusta demasiado hablar con Diane como para dejar de hacerlo o hacerlo tan poco.

[Diane Roseveare]

Se rió tranquilamente. Le tocaba el cabello casi con adoración, ¿es eso raro al extremo? "Igual creo que es natural que dediquemos el 90% del tiempo a eso" comentó, no hablando en broma en absoluto. Además de que eran un par de adolescentes, el inicio de las relaciones de ese tipo suele ser así, ¿no? Hormonas por todas partes. Eso, o tengo puros malos ejemplos en la cabeza.

[Lorenz Van Buren]

No es raro en esa situación, me parece: sería raro si lo hiciera siempre que lo ve, poniendo cara de embelezada e ignorando el resto de lo que era Lorenz.
"¿O sea que tengo tu aprobación y no tengo que pretender que no hablo inglés?" preguntó, contento. Cosas así me hacen dudar que Lorenz no disfrute hablar estupideces. Pero sí, hormonas a full, la combinación de la edad y el principio de la relación. Y el muy estúpido la lleva en la espalda en vez de frente.

[Diane Roseveare]

Genial. Porque a Diane le gusta todo lo que es Lorenz, es sólo que tiene el cabello tan... acariciable. Movió la cabeza de arriba a abajo, aunque él no pudiera verlo. "Tienes toda mi aprobación" confirmó. "Cuando quieras detenerte y que te lo demuestre, lo haré" agregó. No le puso ninguna tonada especialmente tentadora a las palabras, porque estaba exponiendo los hechos como son. Y ahí tienes, Lorenz, Diane tratando de facilitarte la vida.

[Lorenz Van Buren]

Sonrió ampliamente, y se debe haber notado que él apuró el paso para dirigirse hacia una de las paredes externas del castillo. Porque no es que no le gustara cargarla y charlar, pero apenas vuelve su recuerdo de los labios de Diane sobre los suyos (y, de acuerdo, la fiesta de Navidad) se pone un poco... alterado, en el buen sentido.
"De acuerdo" giró la cabeza para que ella viera que le estaba sonriendo. Ahora comenzó a trotar, más que caminar rápidamente. Era un buen caballero, dentro de todo.

[Diane Roseveare]

Me encanta que 'la fiesta de Navidad' se convierta en nuestro código secreto (secreto sobre todo) para referirnos a eso cuyo recuerdo altera a Diane también. En el mejor de los sentidos posibles.
Se sonrojó de nuevo, pero esta vez acompañó el color ketchup con una sonrisa sincera. No le veía nada malo a reconocer que le gustaría demostrarle lo mucho que aprobaba ocuparse en ese momento de quitarle la capacidad de hablar tonterías.
Pero dejó de tocarle el cabello y volvió a rodearlo con el brazo derecho, porque el acelere la puso nerviosa.

[Lorenz Van Buren]

En algún momento va a entrar gente nueva que nos va a leer, y va a pensar que somos unos ñoños que seguramente hicieron karaoke y se besaron bajo el muérdago en Navidad. Es un buen secreto, y hasta pueden hablar de eso frente a los padres de Diane sin que llenen a Lorenz de balazos.
Lamentaba quedarse callado, pero mirar por donde andaba y avanzar rápidamente ocupaban gran parte de sus funciones cerebrales y oxígeno. Es triste que cuando ella quiere hablar, él se entusiasma por hablar, y cuando ella da el okay de besarse, se entusiasma también.

[Diane Roseveare]

No lo había pensado así. Diane totalmente puede preguntarle a Lorenz si se acuerda de la fiesta de Navidad al tiempo que le hace una caricia en la mejilla, por ejemplo, y que su padre piense que están recordando algo ñoño e inocente. ¿Y por qué es triste que se entusiasme con las dos opciones? A mí me parece perfecto; sería triste si se entusiasmara sólo con los besos.
A ella no le molestaba el silencio para nada; así podía permitirse pensar sin quedar como una autista no diagnosticada. Fijó la mirada en el camino, pasándole los dedos de su mano derecha distraídamente por la base del cuello.

[Lorenz Van Buren]

Bueno, creo que mis amigos pensarían que es triste que Lorenz se emociona igual por ambas partes de la relación. O no le cuentes, pero yo también siento un poco lástima por él por esa misma razón.
Se le puso la piel de gallina cuando ella le pasó los dedos por la base del cuello, porque justo andaba pensando en ciertas cosas y el gesto le vino perfecto para decorar sus pensamientos. Solamente esperaba que su cuerpo no se pusiera tan obvio cuando llegaran a la pared y bajara a Diane.

[Diane Roseveare]

Sí, bueno, por esa razón es que yo no amo a tus amigos y sí a Lorenz.
Y la cruel manera en que el cuerpo masculino se delata es otro de los motivos por los que es bueno que él sea quien la cargue a ella y no al revés. Ella podría estar pensando las cosas más pervertidas (de hecho sólo se estaba preguntando si inconscientemente ellos dos tenían preferencia por los espacios públicos) y jamás se notaría. Sin embargo, ya que estamos hablando de crueldad, en lugar de clavarle los talones en las costillas para que acelerara, ladeó la cabeza para plantarle un beso más, esta vez a un costado de cuello.

[Lorenz Van Buren]

Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, uno de esos escalofríos de los buenos que te llegan hasta la entrepierna. Menos mal que no estaban en clase, porque sería incómodo no animarse a salir de detrás del pupitre.
-Piensa en otras cosas...- se pidió, porque no quería parecer un pervertido cuando bajara a Diane. Es más, si eso seguía así habría de dar una vuelta en los terrenos antes de bajarla y llenarla de besos -Formación del equipo de Quidditch de Bulgaria de 1975...-.

[Diane Roseveare]

¿Cómo es mejor ir caminando por los terrenos así que estar sentado tras un pupitre, a salvo?
Vamos, creo que Diane sabe perfectamente bien lo que está haciendo. Tiene la cara de inocentona, pero hay que aceptar las cosas. Nadie que escoge las escaleras en casa del tío de una compañera es inocente. Le dio otro beso justo la lado de la zona anteriormente atacada. Y otro.
Por lo demás, voy a fingir que el corazón no me dio un vuelco cuando leí 'Bulgaria'.

[Lorenz Van Buren]

Era mejor así porque no estaban todos sus compañeros en el salón, levantándose para irse y esperando a que él se levantara también para dejar pasar. Al menos en los terrenos no había nadie, y Diane estaba subida a su espalda.
Estaba cada vez más difícil recordar si el guardían había sido Markovski o si ese había estado en la selección del '71, con cada beso de Diane ya no se podía acordar si realmente estaba pensando en el equipo búlgaro o en apellidos que, de plano, le sonaban graciosos (Popov, por ejemplo). OK, al demonio, ya quería bajarla y comerle la boca a besos.