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[Rabastan Lestrange]

¡No quedaba nada claro! Rabastan ignoraba que Rebecca era más falsa que una moneda de 2 knuts, y le creía lo que decía. La veía sumamente capaz, con esas charlas con hombres en su cara que no podía parar de pensar en las cosas que habría de hacer, efectivamente, cuando él no estuviera cerca de ella para asegurarse de que no se pasara de la línea.
No le debaja mucha opción más que volverse un sujeto aún más respetable en la sociedad escolar como para que nadie quisiera meterse con él ni con sus cosas. Eso incluía a Rebecca, post mortem veremos si sigue incluyéndola. "No jodas conmigo" le pidió.

[Rabastan Lestrange]

No sé por qué me pone ansioso saber qué tipo de presentes de San Valentín van a estar obligados a hacerse el uno al otro: una corbata que ahorca, unos pendientes envenenados, una camisa que fue fregada contra un leproso, un anillo de diamantes con pinches del lado de adentro.
"¿No te gustan las sorpresas?" le preguntó, pasándose una mano por el cabello ahora corto, tratando de mantener la compostura y seguir pareciendo un miembro saludable de la sociedad.

[Rabastan Lestrange]

La risita de Rebecca era tan insolente como si le hubiera escupido en el ojo. Arrugó ligeramente la nariz en descontento, siendo incapaz de alejar de su cabeza las imágenes de su prometida en brazos desconocidos y él no pudiendo hacer nada al respecto.
Sentía acidez en la boca del estómago, quemándole por dentro. "Vas a tener que acostumbrarte a sorpresas desagradables conmigo, Livenworth" ¿se estaban tratando por el apellido? No, ¡no! ¡Estamos yendo al revés!

[Rabastan Lestrange]

No quería imaginarla más, pero aún con los ojos abiertos seguía viéndola con otros, regalándoles sonrisas y abrazos imaginarios. Llenándolo de verguenza y deshonor. "Creo que estás llegando a un límite en que tu miedo, o falta de éste, deja de tener importancia" espetó, comenzando a caminar hacia el Gran Salón. No iba a comer nada, pero necesitaba tomar algo: el ardor en el estómago aumentaba, subiendo por su esófago como lava volcánica quemándole las entrañas, al igual que la celosía.