Libro olvidado

[Vincent Klein]

Vincent tenía un problema con el juego. Bueno para su salud física y mental era que no había nada parecido a un casino en Hogsmeade: capaz era de fugarse e instalarse en el pueblo, aún si para ello tuviera que vender un brazo. La mala noticia es que un concepto tan simple como el de las apuestas podía fácilmente trasladarse a cualquier lugar, sin necesidad de una institución reguladora. En Hogwarts, por ejemplo. Algunos muchachos de quinto habían recientemente apostado sobre los ganadores de una práctica de Quidditch, de repente tornada en juego, y Vincent era uno de los pobres diablos que había puesto la fe en el equipo perdedor. ¿Por qué habría apostado más dinero del que tenía suelto? Se supone que debía liquidar su deuda el lunes. Si evitó ese día salir a los jardines, fue porque no quería encontrarse con alguien que le recordara el tema; además, debía pensar en una solución. Al reconocer a Madeleine a lo lejos, se le ocurrió que ella podría prestarle algo de dinero (¿y qué si no se conocían tanto? ¡Tenía cara de buena persona!), por lo que aceleró el paso en su dirección.

[Vincent Klein]

¡Pero qué buenos modales tenía esa jovencita! Ojalá los ejerciera también en la repartición de bienes. Por ahí dicen que prestarle dinero a los Vincent's trae buena suerte, sobre todo en marzo. Entusiasmado por la iniciativa de Madeleine, le sonrió mostrando los dientes, "¡Mandy!" y se plantó delante de ella. Sí, según Vincent, Madeleine se llamaba así. A lo mejor no era el mejor comienzo para pedir un favor, ¿verdad? Rayos.

[Vincent Klein]

¿Soledad? Nah, ¿por qué? LO QUE NECESITABA ERA DINERO. Y él no era de los que andaban solos por el castillo. La pregunta de ella le cortó la inspiración para hablar, pues el atolondrado ya quería luego-luego brincar al asunto de 'oye tú, dame dinero, ahooora'. "Eh," titubeó, "no lo sé". ¿A poco todo mundo estaba en los jardines? Se distrajo de repente al pensarlo "...te estaba buscando", no tanto como para que se le fuera el tema de la lengua. OK, no era cierto que la estaba buscando, pero ¿no se siente bonito que te lo digan? Quizá así Mandy se sentiría más dispuesta a complacerlo.

[Vincent Klein]

Resaltó ligeramente los ojos ante la pregunta, no muy seguro de cómo plantearle el asunto. "Porqueee..." alargó la 'e' mientras pensaba, sintiéndose repentinamente ansioso. Se esforzó bastante para seguir hablando y recuperar la sonrisa. "Los rumores dicen que eres una buena persona, Mandy". Y... quién sabe. Como el que el plan de ir directo al grano era más difícil de lo que pensaba. Ahora fue él quien alzó las cejas, a modo de pregunta: ¿era cierto que lo era?

[Vincent Klein]

¡Merlín, qué directa! Le arrancó un amago de risa nerviosa, obligándolo también a evadir su mirada, porque la pose seria de ella no apuntaba a que le había causado mucha gracia el chistecito de lo buena persona que era. Ya, ¿qué más obvio podía ser? "pues sí..." aceptó, primero vagamente, luego, tras meditarlo al instante y caer en cuenta de que era su gran oportunidad, "¡sí!" más energéticamente, inclinándose hacia Mandy Madeleine para tomarle las manos. "Estoy desesperado. Necesito dinero. ¡MUCHO!" pidió entonces, de manera ansiosa.

[Vincent Klein]

Echó un vistazo al sitio donde Madeleine señalaba, con una ceja arqueada. -Uh- ¿sentarse a platicarle? Pfff, ¡Vincent era un hombre! "aposté a favor de los tontos de tu casa y perdí," resumió. El partido improvisado había surgido con miembros de Hufflepuff y Ravenclaw (no necesariamente del equipo, simplemente gente que estaba por ahí con sus escobas), y resultando con un marcador final asquerosamente reñido. Vincent había esperado que ganara Hufflepuff. Por cierto, que todavía le estaba sujetando las manos a Mandy, ¿eh?

[Vincent Klein]

((Disculpa la tardanza, me hice un lío con las conversiones de dinero mágico y muggle. Digamos que la deuda de Vincent equivale a 7.31 dólares. Sí, no es tanto... pero tampoco es poco. Creo.))

Le soltó las manos, no tenía caso adoptar una pose tan dramática cuando la fabulosa Mandy estaba cooperando voluntariamente y sin 'pero' alguno (bueno, era la impresión que a Vincent le daba, casi no se lo creía). "17 sickles... llevo seis. ¡Ni la mitad!" ¡se lo había gastado todo en golosinas en Hogsmeade! No era su culpa que en el colegio no se consiguiera comida chatarra. Sería un hombre feliz de ser así.

[Vincent Klein]

....................................................¿Acaso dijo 'te daré lo que resta'? ¿Pero qué clase de bizarro ángel era ella? Si él, con dificultad, y mendingando con sus amigos, había conseguir apenas cuatro sickles (él cooperó con dos). ¡Y ella le ofrecía sin persuasión alguna, once sickles! Dejó de parpadear, era demasiado bueno como para tragárselo enseguida. Él nunca hubiera dado dinero así como así. Permaneció quieto y silencioso por un instante, procesando lo que estaba sucediendo y haciendo caso omiso a lo último de la promesa. "¿Todo lo que resta?" se quiso asegurar, a pesar de que tenía el dinero delante de sí. Igual y Madeleine sólo le daba una parte de éste y lo demás se lo estaba presumiendo (¿?), qué sé yo.

[Vincent Klein]

En su boca se dibujó una grandísima 'O'. Lo común, dada su naturaleza, habría sido expresar su alegría con una palabrota, pero no lo hizo. Estaba demasiado pasmado como para hacerlo, en el buen sentido. Cuando cerró la mano en la que tenía el dinero, casi empieza a carcajearse por la felicidad sentida. "Sí. ¡Diablos, Mandy! Sí, lo que tú quieras. ¡Te amo!". Uhm, por cierto, ¿qué tan cómoda estaba ella con demostraciones afectuosas? Porque Vincent, presa de la euforia, y claramente sin pensarlo, se apresuró a besarla en la mejilla. Tan tronado como era posible.

[Vincent Klein]

"OK" rió. ¿Qué más podía decir? Estaba más animado que un cohete y si no se iba corriendo terminaría explotando o algo parecido. Sin pensar mucho en que la había besado, bajó la cabeza hasta que ella habló. "¡Wow! No puedo esperar a contárselo a Richard, ¡este día ya me gustó!" antes de Madeleine, había estado relleno de estrés. Y, como advertido, Vincent tuvo que salir corriendo, no sin antes exclamarle "¡GRACIAS, MANDY! Ah... ¡luego te lo pago!". Le enviaría después, amarrado en la patita de una lechuza (o donde fuera cómodo para el animal), el dinero que le debía. Sí que lo haría.

[Vincent Klein]

((¡Yep! Cerrado. Nos leemos por ahí, Dreher.))