Título: Al final del camino
Disclaimer: Esta historia está basada en personajes (Bellatrix Black-Lestrange) y lugares creados por JK Rowling, y pertenecientes a ella. Ningún dinero se ha ganado con esta historia, y no se intenta violar copyrights. Lara Flidgebaut, Kyle Jenius y Sir Ulrich Lamport no me pertenecen, sino que a sus respectivos jugadores en el foro http://www.bttp.ief.st y han sido usados sin permiso con intenciones de entretenimiento.
Tipo: Drama
Personajes: Lara/Kyle, Bellatrix, Lamport.
Cantidad de Palabras: 1252
Comentarios del autor: Ojalá les guste, estaba algo dudosa de participar ._. Perdón por algunas cosas que pueden resultar demasiado gráficas, pero me gusta el drama :P
(*)Nota: Juego de palabras entre el apellido de Kyle, Jenius, con la palabra inglesa genius, que significa 'genio'. "No es muy genio que digamos, ¿verdad?".La tenue luz de las lámparas iluminaba el balcón que daba al mar, en una noche cálida y ventosa, el aire salado y el murmullo del agua sobre la costa los arrullaba dulcemente. Kyle tomó la mano de Lara y se quedaron allí, apoyados contra la baranda blanca del tercer piso del lujoso hotel.
-Te amo- dijo ella, sonriendo y acurrucándose entre sus brazos. Kyle acarició la blanca piel de su prometida que comenzaba a dorarse tímidamente con el sol de las playas españolas, corriéndole el tirante del vestido violeta pálido del hombro para dejarle un beso en respuesta.
-Lara- llamó él, acariciando con sus manos los hombros ahora desnudos de la rubia. Los cubrió con los tirantes, le puso su chaqueta encima. La abrazó más fuerte contra él -¿Estás segura de que quieres casarte así?
Lara alzó sus ojos para encontrarse con el de su Kyle. Sonrió, traviesamente, a pesar de notar la obvia consternación de él.
-Es lo mejor para todos. Casémonos en secreto, aquí, lejos de todos. Donde nadie pueda hacernos daño- se puso de puntas de pie y le tomó el rostro entre las manos, corriéndole el cabello negro de los ojos -No necesito a nadie más para ser feliz- le aseguró. La idea de la boda con invitados, la fiesta, se volvía dolorosa al recordar a su madre, a su tía.
-...Entiendo- dijo él, inclinando la cabeza para besarla largamente.
-No necesito a nadie más- repitió Lara, sonriendo mientras volvía los talones al piso, descalza.
Kyle le sonrió de vuelta y suspiró, tal vez ella tenía razón. Mientras menos presentes, menos amenazas. Sería de improvisto, sería todo impensado. Esa era la forma más segura. España era mucho más segura que Inglaterra, y a pesar del problema que representaría conseguir los papeles para legalizar el casamiento cuando regresaran a su tierra natal, no interesaba.
Lara rió mientras apoyó el cuerpo contra la baranda, observando divertida la playa poco iluminada, seguramente imaginando o recordando algo que la llevaba a la felicidad. Se la merecía, sabía Kyle. Impensado como era el romance, había resultado ser mucho mejor que cualquier otra obsesión del pasado.
Ahora la vería vestida de blanco y caminando hacia el altar, hacia él, para tomar su apellido y entregarle su vida. Reconstruir sus familias, construir una propia y vivir eternamente uno para el otro. Iba a jurárselo ante Dios, como si a Kyle le importara más Él que los juramenos que se hubieran hecho uno al otro. Por supuesto que no.
-¿Juntos para siempre, verdad?- preguntó Lara girándose hacia Kyle, una flor blanca enredada en sus cabellos rubios y ondulados.
-No soy nada sin tí- respondió él. Ella sonrió ampliamente y, soltando la baranda, se metió dentro de la suite con pasos silenciosos. Se detuvo al pasar por la puerta de vidrio y le guiñó un ojo por sobre su hombro. Kyle entendía muy bien lo que eso quería decir.
Esperó unos segundos hasta que Lara se perdió entre las cortinas blancas que se agitaban con la brisa marina y dio unos pasos hacia la habitación mientras se desabotonaba los primeros botones de la camisa. Escuchó un tintinear de vidrio, probablemente de las copas de champagne, y el ruido del vidrio estrellándose contra el suelo. Kyle apuró el paso y apartó de un manotazo las cortinas.
-¡Lara! ¿Estás bien?
Lara se encontraba de rodillas, los brazos en el piso y la cabeza gacha, temblando. Kyle corrió hacia ella cuando escuchó una voz tras de sí que lo hizo congelarse en el lugar.
-Un poco torpe tu prometida, ¿no?
La voz de Bellatrix Lestrange era clara y profunda, retumbando en los tímpanos de Kyle que seguía viendo a Lara de rodillas y echada hacia adelante, como alguien que ha perdido las esperanzas. Tras de Lara, un hombre adulto blandía una copa de champagne rota contra la nuca de su prometida.
-¡Déjala en paz, Bellatrix!- exclamó Kyle, dando unos pasos hacia Lara hasta que el hombre miró al muchacho con una sonrisa en sus labios crueles y delgados.
-Un paso más y la desangro en la alfombra- amenazó Lamport con tranquilidad. Bellatrix caminó lentamente, sensual como un felino, rozando sus piernas largas con la tela de su vestido largo, con un tajo que revelaba por completo su pierna izquierda, donde tenía la varita guardada.
-...¿¡Qué quieren?!- preguntó Kyle, frustrado de no poder ayudar a Lara. Las varitas descansaban sobre la mesa de luz en el dormitorio. ¿Cómo pudieron confiarse tanto? ¿Acaso estaba injustificada la sensación de tranquilidad que el anonimato y la distancia les había proporcionado? Bellatrix apoyó ambos brazos sobre los hombros de Kyle, oprimiendo sus pechos contra la fuerte espalda del que solía ser su amante.
-Not much of a genius, is he?- murmuró Lamport.(*)
-Nadie me cambia por una sangre-sucia y vive para contarlo- dijo Bellatrix, voz seductora más que amenazante. Habló al oído de Kyle, casi mordiéndole el lóbulo de la oreja con cada palabra que soltaba. Él permaneció inmóvil, mirando a Lara atento a cualquier gesto que ella pudiera hacer. -Dése el gusto, Sir Lamport, si es que fue agradable cuando se deshizo de la madre y la tía de esta asquerosa sangre-sucia- dijo Bellatrix soltándose de Kyle y empujándose hacia el frente mientras Lamport tomaba a Lara del cabello, jalándola hacia atrás para descubrir su rostro y cortar su cuello blanco con el vidrio, los fragmentos del cristal hundiéndose en su carne joven y separándola, la sangre brotando como un río rojo.
-¡NO!- exclamó Kyle, viendo los ojos de Lara sorprendidos mientras la muerte la liberaba del imperius curse que la controló en tranquilidad los últimos minutos de su vida. En los brazos de Kyle, Lara sangraba tibio, cubriéndolo con su calidez mientras él le pedía que no se muriera, que no lo abandonara así.
Lamport caminó lentamente hacia donde estaba Bellatrix, el rostro inmutable en su expresión de aburrimiento mientras arrojaba la copa rota a un lado, los guantes de cuero negro cubriéndole las manos. Bellatrix sonreía, divertida y extasiada por la situación.
De rodillas y con la cabeza sobre la de Lara, Kyle dejó escapar unas lágrimas mientras se giraba con odio hacia los Death Eaters que los observaban sin mayores problemas.
-Los voy a matar, ¡los voy a matar!- exclamó Kyle, aún aferrando el cuerpo sin vida de Lara, indeciso entre soltarla, dejarla ir y admitirla fuera de su vida para siempre o enfrentar a los que le arruinaron la vida en unos segundos. Quería masacrarlos, quería quitarles todo lo que pudieron haber tenido de importante en sus vidas para que sufrieran lo que él estaba sufriendo.
-Lo dudo- Bellatrix sonrió, se relamió los labios mientras la mano de Lamport bajaba de la cintura de la mujer hasta la pierna, quitándole la varita y entregándosela a su dueña. -Fue divertido mientras duró- finalizó, encogiéndose de hombros.
Kyle vio el brazo de Bellatrix extenderse y apuntarlo, mientras sus labios pronunciaban las palabras que todos temían. Pero él no le tenía miedo, ni a ella, ni a la muerte ni a nada. Lo que había temido se había vuelto realidad, sus sueños se deshicieron en sus manos y su vida se desparramó sobre la alfombra blanca junto a la sangre de Lara. Un flash de luz verde se hizo visible tras sus párpados cerrados mientras enfrentaba la muerte con valentía, con el orgullo de haber elegido y aceptado las consecuencias.
El odio de Bellatrix podría haber sido muy grande, pero jamás superaría el amor que lo había llevado al final del camino.