Título: Recuerdos
Disclaimer: Esta historia está basada en personajes y lugares creados por JK Rowling, y pertenecientes a ella. No voy a ganar dinero con esto, y no se intenta violar copyrights. Yo inventé esto y no todos los personajes involucrados son míos.
Tipo: General
Personajes: Waleskei (Waleska) Sumpter y Duchess (Duke) Temple. Los reto a pensar en nombre mejores, LOS RETO.
Cantidad de Palabras: 1083
Comentarios del autor: Yo se que una historia de estos dos daba para algo hilarante, pero como a mi no se me da la comedia me fui por lo seguro. Por cierto, Duke, vuelve, te amo.
Emma Goulding escribió: Diciembre de 1984.
Waleskei cabeceaba mientras su mano derecha se movía sin parar. Después de cuatro horas de escribir autógrafos todo se vuelve muy mecánico. “Que tus sueños vuelen. Waleskei Sumpter” era lo que escribía una y otra vez sobre la fotografía de sí mismo mientras volaba su escoba y sostenía una quaffle en su mano derecha. Cuando su agente entró con ese montón de fotos él dudó que tuviese tantos fans y que era imposible que terminara para mañana, a lo que él con su típica sonrisa y sus palabras condescendientes respondió “Te sorprendería saber a cuántas personas le llegan tus hazañas”, que en su mente se traducía “La imprenta hizo muchas copias, fírmalas o te las cobraré”, agregó algo sobre que usara una vuela pluma o algo así, a lo que Waleskei se rehusó porque si eso iba a llegarle a sus fans mejor era escribirlo con sus manos.
Su cabeza peligró en caer de lleno en el escritorio, pero se sobresaltó antes de hacerse un moretón en la cara. Fue su llamada de atención y se detuvo. Tenía la mano adolorida y comenzó a cuestionar su decisión de no encantar una pluma para que hiciera su trabajo por él. Cuando se fijó, todavía la quedaba poco menos de la mitad de las fotografías así que lo dio por imposible. Se puso de pie y caminó por el estudio. Una sala muy grande con paredes llenas de estantes y una gran chimenea de piedra. Definitivamente era una casa muy grande para él, pero con el éxito que tenía no sabía en qué gastarse el dinero y pensó que a la larga lo llenaría de hijos y esas cosas que la gente tiene cuando se establece. Fue a la cocina a prepararse una taza de té. Compró una nevera y cocinas muggles, hasta uno de esos cachivaches que le hacen llamar microondas para recordarle un poco a su antigua casa. Esperando a que hirviera el agua miró la cocina que era exageradamente grande y casi ni la usaba. Si, definitivamente esa casa era muy grande para él.
Volvió al estudio soplando su taza de té caliente. Diciembre era una de esas épocas frías en donde más se quería el contacto físico, como para poder sobrellevar el clima, aunque la verdad es que Waleskei siempre quería contacto físico, por algo era jugador de Quidditch, un deporte de contacto. Se metió una mano en el bolsillo y sintió una sensación rara, al sacar la mano se encontró con un papel, un número, de una mujer para ser específicos. Le gustaba la ropa muggle y las mujeres que atienden suelen ser bastante atractivas y él, con su musculatura y grandes ojos celestes puede atrapar con facilidad a aquellas mujeres libertinas de Londres. Pensó por un momento en llamarla, porque sí, también tenía un teléfono, pero consideró que ella no era la persona con la que quería compartir esos momentos de melancolía. Se detuvo a pensar en quién podría hacerlo y a su mente llegó sólo un nombre de tantos: Duchess Temple.
-¿Por qué nunca puedo saber lo que piensas?-
-Porque no lees mentes-
Sonrió. Era tan simple que le exasperaba y no sabía ni cómo había llegado a tener una relación con ella. Ah, sí, la conversación con Olivia y la terrible insistencia, que recordarla sólo hacía que se riera hasta llorar.
-Sal conmigo-
-Lo siento, tengo novia.
-No, no tienes-
-¿Y tú qué sabes?-
-Me dijeron que no tenías así que no tienes-
-Pudieron mentirte o yo lo puedo mantener en secreto-
-¿Tienes novia?-
-Si-
-A mi no me importa, sal conmigo-
Y era así, todos los días. Lo esperaba en el baño, le daba chocolates, lo acosaba en las clases. Hasta sus amigos le decían que era un marica por no aceptar “Se ve que es una fácil”, pero a Waleskei sencillamente no le gustaba y no entendía porque una chica le pedía una cita, se suponía que era él el que debía hacerlo y eso le afectaba un poco en su hombría. Después de esa conversación con Olivia (Donde le dijo que era un gran idiota que no veía los esfuerzos Duchess y que era sencillamente un bruto superficial que sólo estaba pendiente de unas tetas) su perspectiva cambió y sintió un poco de culpa. Era orgulloso, si, pero tenía sentimientos.
Después de esa primera cita tan torpe y en la que cualquiera pudo creer que se estaba pasando con ella agarrándole la mano y esas cosas, Waleskei le gustó Duchess, no era excepcionalmente atractiva pero podía ser cariñosa si se lo pedía.
Bebió un largo sorbo de su té pensando, ¿Por qué había terminado con ella?. Cierto, porque no le quiso presentar a la madre. Ahora lo veía como algo muy tonto y trató de recordar sus sentimientos de entonces. Algo sobre que él era muy bueno y que a cualquier madre le gustaría y algo sobre su orgullo. Qué idiota, seguro si no le hubiese termiando andarían juntos todavía y no estaría viendo por la ventana como un pendejo melancólico sino que tendría a una buena mujer que lo quiere en su cama. Suspiró, ¿qué será de la vida de Duchess Temple?.
Volvió al escritorio y sacó un pergamino en blanco, con su mano adolorida escribió.
“Querida Duchess,
No sé si te acordarás de mi, soy Waleskei Sumpter, salimos en Hogwarts, en fin, sólo quería saber si te apetecía salir a tomar el té, un café o algo, yo invito, obviamente. Espero que estés bien”
Se echó hacia atrás en el asiento y alzó su carta, para releerla. Rodó los ojos. Pedirle una cita, después de tanto tiempo era sencillamente estúpido, seguramente ella había salido herida porque él le había terminado, las mujeres siempre terminan susceptibles cuando rompen con ellas, no iba a querer salir con él. Hizo una bola con el pergamino y la lanzó hacia la chimenea, y como buen cazador que era le atinó.
Volvió a la ventana. Quizás así se debía sentir, solo, por dejar pasar a la única mujer que alguna vez lo quiso sin razón, sin que él fuese un famoso jugador de Quidditch o porque ahora tiene dinero. Quizás ella tenía un novio que supiese que pasa por su mente, alguien mejor que él, porque por más que él lo niegue, no podía ser la mejor persona del planeta.
Al final, él era sólo un bruto que sólo tenía mente para el Quidditch, lo único en lo que en sus veintiún años de vida ha sido realmente bueno.