Los climas en Hogwarts no eran muy calurosos (17°C no es como para pregonar calor), de hecho eran templados y nublados, más en la mañana que en la tarde. La tarde estaba simplemente hermosa como para desperdiciarla. Por eso ese día, sábado, se había levantado temprano para caminar por los pasillos del Colegio, vistiendo un atuendo muy casual por si los climas decidían volverse locos y bajar las temperaturas (como sucede siempre en Escocia). Así al menos no moriría de frío por lo menos en lo que te lo cuento.
El día anterior había quedado con Gabe para salir y caminar juntos por los jardines o alguna otra actividad que tuviera que ver con salir del castillo. Sólo que aquéllo iba a ser en la tarde, Elena, por otra parte, decidió levantarse temprano para caminar por los pasillos sola hacia uno de los patios más grandes de Hogwarts que tenía una fuente cuadrada en medio. También tenía derecho a interiorizar de vez en cuando, y estar pegada a Gabe no le permitía entablar conversación con otras personas o por lo menos hacer más actividades por su cuenta. O así lo notaba ella. ¡También quería su espacio!
Le gustaba mucho la fuente, le hacía recordar un área muy hermosa de Durmstrang, y por ende, lo mucho que extrañaba a su familia y lo fácil que era desplomarse recordándola. Vamos, no tanto como para llegar a las lágrimas, pero sí por lo menos darle un bajón a su estado anímico hasta no ver a Gabe nuevamente. Empezó a creer que tenía ya un problema con él, y no quería tenerlo. No podía ser que estuviera taaaan enamorada.
Caminó hacia la fuente y se sentó a un lado de ésta, admirando los pájaros que bajaban a comer y los muchos otros que salían volando.
((Podríamos dejar esto en Junio antes de los exámenes de fin de año))
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Elena Sorokoletova
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Dora Archivald
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((Junio antes de los exámenes será, entonces))
Además de odiar llevar ropa innecesaria encima, Dora ya consideraba a ese clima como caluroso. Y si le daba frío siempre tenía dos opciones: aguantársela (como había hecho cada invierno con tal de mostrar al menos algo de piernas) o ir a su habitación a cambiarse (cosa que no le molestaba, porque tenía mucha ropa). De todas formas, lo que llevaba puesto ((menos los lentes y el pañuelo, que de momento no son su estilo)) cubría sus necesidades del momento a la perfección. Y le gustaba usar pantalones tanto como polleras, aunque sentía que en los varones tenían efectos más positivos las segundas.
Unos quince minutos después de que Elena se hubiese sentado al lado de la fuente, Dora pasó caminando sola por la galería descubierta que había al costado del patio. No se dirigía a la fuente, pero cuando vio a Elena se detuvo en el lugar, pensando. ¿Acercarse o no acercarse? No sabía cuánto le habría hablado Gabe de ella, pero necesitaba saber más sobre la relación que ellos dos tenían, así que decidió arriesgarse y hablarle. Si Elena tenía prohibido hablarle, se enteraría en breve.
Y si no, quizás lograse entender un poco más dónde estaba ubicada la línea que delimitaba lo humano de lo monstruo en su compañero.
Cuestión de investigar para sobrevivir. No podía estar para siempre escudada bajo la pequeña sombra de Shiloh.
Además de odiar llevar ropa innecesaria encima, Dora ya consideraba a ese clima como caluroso. Y si le daba frío siempre tenía dos opciones: aguantársela (como había hecho cada invierno con tal de mostrar al menos algo de piernas) o ir a su habitación a cambiarse (cosa que no le molestaba, porque tenía mucha ropa). De todas formas, lo que llevaba puesto ((menos los lentes y el pañuelo, que de momento no son su estilo)) cubría sus necesidades del momento a la perfección. Y le gustaba usar pantalones tanto como polleras, aunque sentía que en los varones tenían efectos más positivos las segundas.
Unos quince minutos después de que Elena se hubiese sentado al lado de la fuente, Dora pasó caminando sola por la galería descubierta que había al costado del patio. No se dirigía a la fuente, pero cuando vio a Elena se detuvo en el lugar, pensando. ¿Acercarse o no acercarse? No sabía cuánto le habría hablado Gabe de ella, pero necesitaba saber más sobre la relación que ellos dos tenían, así que decidió arriesgarse y hablarle. Si Elena tenía prohibido hablarle, se enteraría en breve.
Y si no, quizás lograse entender un poco más dónde estaba ubicada la línea que delimitaba lo humano de lo monstruo en su compañero.
Cuestión de investigar para sobrevivir. No podía estar para siempre escudada bajo la pequeña sombra de Shiloh.
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Elena Sorokoletova
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¿Quince minutos? Wow. Bueno, déjame te cuento que en quince minutos pasan muchas cosas: pasaron varias personas por los pasillos periféricos del patio, bajaron un buen de pájaros (que se fueron después de no encontrar nada qué comer), la saludó de lejos un compañero de casa. Inclusive cambió de posición a una sentada pero recargando parte de la espalda y la cabeza sobre una de las columnas que circundaban la fuente central. Sus piernas las tenía cruzadas de forma muy femenina. ¿Calor? Ella era friolenta así que por cualquier cosa prefirió mejor no vestir semidesnuda. Por cierto que no había notado la presencia de Dora todavía, a quien conocía sólo de lejos y como la ex de Gabe... a mi ni me mires, así la catalogó él.
Tenía ganas de leer la carta que le había enviado su hermano Sergei el día anterior a la hora del almuerzo, misma que no había podido leer a solas desde que la recibió; es que si no era Gabe, eran las tareas o si no los exámenes. La sacó de su bolso tejido el cual dejó sobre la banca a un lado de ella y lo desenrolló. Venía escrito en búlgaro con alguna que otra expresión en alemán. Sonrió auténticamente. Su hermano la hacía feliz.
Tenía ganas de leer la carta que le había enviado su hermano Sergei el día anterior a la hora del almuerzo, misma que no había podido leer a solas desde que la recibió; es que si no era Gabe, eran las tareas o si no los exámenes. La sacó de su bolso tejido el cual dejó sobre la banca a un lado de ella y lo desenrolló. Venía escrito en búlgaro con alguna que otra expresión en alemán. Sonrió auténticamente. Su hermano la hacía feliz.
