La última página del libro

[Marlow Hamilton]

Honestamente, no había nada bueno que decirle, sólamente (quizá) palmearle la cabeza. Esperó por todos los Merlines que Clifford no se hubiera tomado ese comentario a mal, pensando que habría sido muy atrevido por el trato que llevaban... supongo yo que decente, dado que son compañeros de casa y ninguno sufre personalidad psicópata, pero nada más, ¿cierto? A lo mejor pensaba que era una retrasada por hacer ese tipo de bromas. Enrojeció ligeramente y por pura buena suerte -¿y que además te hubiera salido con premio?- ya no dijo nada más.

Imitó la sonrisa del muchacho como quien no quiere la cosa, apresurándose luego a mirar hacia donde hace un instante hacía estado sentado, todavía sosteniéndose el cabello con una mano (aún no le cansaba el asunto). Movió el almohadón hacia un lado, "Lo que sí es que dejaste caliente el lugar," no era cierto, lo decía como comentario ligero de plática (quesque bromeando, también); ese mismo almohadón se lo extendió a Clifford como sugiriéndole que lo comprobara, ahora agregándole el detalle de los dientes mostrados a su sonrisa, "¿Como cuánto tiempo llevas sentado?".

[Clifford Solomon]

Tomó el almohadón con una mano y apoyó la palma contra éste como si de verdad necesitara comprobar que estaba caliente. Afortunadamente, este vez no había tenido la necesidad de soltar gases en el asiento (con o sin aquel plus amarronado) así que no hubo problema. Alejó la palma del almohadón y tomó el libro que había quedado ahora tumbado de lado contra el apoyabrazos del sillón. "No lo sé. ¿Cuarenta minutos, aproximadamente?" preguntó, ladeando suavemente la cabeza mientras colocaba el cojín donde correspondía y dejaba el libro nuevamente entre éste y el apoyabrazos.

[Marlow Hamilton]

Personas tan simples como ella necesitan pocas razones (si acaso, ninguna) para reír. Lo hizo muy sutilmente, gracias al nerviosismo recientemente sentido, mientras hundía la mano entre el espacio comprimido entre el colchón del sillón y el respaldo, buscando. "Oh," dijo por decir algo, con el tono un tanto risueño. "¿Leyendo?" preguntó en consecuencia del libro que había notado en la mano de Clifford al voltear hacia él rápidamente, antes de seguir buscando. Era una pregunta retórica y lo sabía, por eso, se adelantó a preguntar "¿De qué trata tu...? Eh," -¿?- sin terminar la frase porque de repente se distrajo, pensando que habría encontrado algo entre los cojines (una moneda de centavo, para su gran decepción). De todos modos se entendía la pregunta, ¿verdad? Espero.

[Clifford Solomon]

Se alejó unos pasos de su sillón, con la cabeza gacha "Acababa de terminar de leerlo" comentó. No sabía si a Marlow realmente le interesara saber sobre el libro (o qué hacía él leyéndolo, al menos) pero seguro que podía arriesgarse a aburrirla. Caminó hasta un sofá desgastado y cubierto de mantas que había en un costado, comenzando a revisarlo con las manos, separando capas y levantando almohadones "El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Se supone que es conocido, pero jamás había oído hablar de él. De Wilde, quiero decir. Se supone que es muggle, ¿cierto?" su voz monótona quizás no evidenciaba la pregunta, pero se incorporó (se había inclinado para revisar debajo de un ejemplar del Diario El Profeta abandonado) para mirar a su compañera fijamente.

[Marlow Hamilton]

Se vio retenida por la mirada de Clifford, mientras pensaba antes de responder "Wilde... sí" de una forma muy insegura que luego contrastaría "¡sí!" exclamando de repente, y por algún motivo emocionada. Más emocionada de lo comprensible, diría yo. "Está enterrado en París," señaló. "Quiero decir, hay una película que ví una vez y trataba sobre una pareja que iba de vacaciones... no, de luna de miel a París. Y... bueno, en uno de sus paseos por la ciudad, van de visita a un cementerio muy famoso en donde se supone, está la tumba de él. ¿Y sabes? Está llena de besos, una pared de piedra que conforma su... bueno, no, no besos, marcas de labiales, eh, sí, unas que dejan personas que van a ver su tumba y se emocionan por... uhm," ¿cuál era la palabra? Se le fue. Y con ella, la consciencia de qué estaba haciendo con un cojín en mano, ya que había dejado de buscar. Quizá Clifford pudiera ayudarle en el léxico, tan culto que (me corto un brazo si no) seguramente era.

[Clifford Solomon]

Pero Clifford no entendía por qué habrían de emocionarse por algo así como para ir besando lápidas en un cementerio muggle, especialmente si lo de las marcas de besos con lapiz labial era obligatorio para todos, hombres visitantes incluídos.
Permaneció unos segundos en el lugar, mirándola, y luego volvió a apartar la vista para alejarse del sillón que acababa de revisar hasta una mesa enana que había a pocos metros "Desconfiables" dijo. La mesa estaba llena de envoltorios de dulces, pedazos de pergamino, plumas rotas. Acercó la mano con algo de asco "Los libros y las películas a veces son desconfiables" quizás por eso reaccionaban con emoción.

[Marlow Hamilton]

((Asdafgldsjgkjsdlgjds, ¡PERDÓN! No sé por qué se me metió la idea de que te tocaba a ti. Soy un ascooooo, perdona T_T))

No podía culparla por haberse fijado en sus labios durante el intercambio de mirada. La boca rojiza de Clifford resaltaba por encima de su palidez, y... bueno, estaban hablando sobre besos -¡oh!- asunto que la avergonzó un tanto. Improvisó rápidamente tomando otro cojín y empezando a buscar, pero sin realmente concentrarse. "¿Y... los de este señor," se aclaró la garganta para luego corregirse, "Wilde, lo son?". Una cosa era que supiera quién era, algunos datos de cultura básica como que era escritor, y otra que hubiera leído algo de él. Ella no leía mucho que digamos, y se sintió un poco tonta al pensar que, en comparación de Clifford (él, que se notaba, o se suponía, leía mucho, mucho), le faltaba mucho por leer. Muchisisisisísimo.

[Clifford Solomon]

Clifford no leía en cantidad. Podía pasar meses con el mismo libro después de haberlo leído, y horas y horas en la misma página porque se quedaba mirando fijo un error que impresión o una manchita de humedad en el borde de la página. Ese tipo de cosas lo distraían mucho.
"¿Desconfiables?" preguntó, usando la mano sin mover los dedos como si no pudiera, para remover por entre la basura que estaba sobre la mesa "Probablemente" era literatura, todo el arte era desconfiable y subjetivo. Levantó un objeto de la mesa enana.

[Marlow Hamilton]

Qué propio sonaba Clifford al hablar. Sin balbuceos, de manera segura, y ¿quizá hasta aparentando más edad? Además, ¡tan bello él, ayudándola a buscar su mugrosa liga! Marlow, pensando en esto, le dirigió de repente una gran sonrisa, de esas que pueden malinterpretarse por lo grande, como si estuviera riéndose de él por un chiste privado (esperemos que no sea él de las personas paranóicas). "Eh," soltó una risilla nerviosa, había algo de la conversación que no estaba entendiendo del todo, "¿Desconfiables, cómo?" o bueno, que apenas estaba procesando -¿como que por eso se llaman ficción? Ow, ¡sería tan genial que en vez de varitas usaramos espadas láser!- y que el celador fuera Chewbacca.