Fic: "Vidas Alternativas"

[Emma Goulding]

Esto se supone que iba para el desafío #18 pero nunca lo terminé, hasta ahora.

Caminó a paso acelerado hasta entrar al callejón que estaba junto a su trabajo. Las manos le temblaban ligeramente cuando encendió un cigarrillo, el primero del día. Se escondía porque le daba vergüenza que la vieran. Los magos no fuman cigarrillos, eso lo sabía bien, así como no manejaban carros ni usaban bolígrafos, pero algunos, como ella, adquirían las peores mañas de los muggles y no se lo decían a nadie. Mientras lo encendiera con magia no podía estar haciendo una falta tan grave, ¿no?

Emma trabajaba en la editorial Obscurus Books del Callejón Diagon, usaba sombras oscuras alrededor de los ojos, zapatos bajos, el cabello suelto y un montón de anillos de los dedos. Vivía en un monoambiente en Camden, en el barrio muggle (de ahí las malas mañas), se gasta la mayor cantidad de su sueldo en comida para llevar porque no sabe cocinar ni ensaladas y aunque no es muy graciosa suele ser muy irónica y sarcástica sin si quiera quererlo. Su apellido, Goulding, no le decía nada a nadie, nunca lo ha hecho.

Hizo desaparecer todo rastro del cigarrillo antes de abrir el negocio. Tenía tres manuscritos por leer y un montón de tiempo para hacerlo. Agitó su varita para levantar el acceso al mostrador y lo volvió a hacer para que se hiciera un té mientras ella se ponía cómoda en el sofá. Lo normal es que hubiese un taburete alto pero si tenía que leer para vivir no quería sufrir de dolores de espalda a los treinta años. Su té venía hacia ella cuando se abrió la puerta de la entrada. Tomó en el aire la taza y levantó la vista.

Era un hombre joven, de menos de treinta años, barba cuidadosamente cortada y túnica que fácilmente podía costar tres veces su sueldo. Caminaba muy erguido, con un aire de superioridad muy sutil pero que Emma lo notaba como si fuesen luces de neón.

-Buenos días- Dijo él. Su voz era grave y un poco rasposa.

-Buenos días- Contestó ella, posando la taza en el mostrador.

-Quería saber si tenían el libro ‘Los principios de la Necromancia’- Preguntó él con una casi indetectable sonrisa.

Emma sonrió.

-Entiendo que el nombre se preste a confusiones, pero esta sigue siendo la editorial que publicó un libro que habla de gusamocos y puffskeins- Contestó ella con el tono de una persona que está acostumbrada a tratar con público: suave y condescendiente. –Quizás deberías probar en el Callejón Knockturn, pero yo miraría de quitarse esa túnica porque mirarán de cobrarte de más sin duda- Añadió.

-¿Eso crees?- Preguntó él alzando una ceja sonriendo.

-Oh, estoy segura. El ‘Knock’ es el infierno para los ricos que no saben regatear- Dijo, levándose en el sofá y apoyando los antebrazos sobre el mostrador. -¿Sabe regatear, Señor?-

-Yo lo puedo hacer todo- Contestó acercándose más al mostrador, viéndola desde arriba.

-Un poco presuntuoso, ¿No crees?- Preguntó divertida, irguiéndose en el lugar. Él seguía siendo más alto que ella.

-No deja de ser cierto- Contestó.

-Quizá, aunque yo no estaría tan segura- Dijo, hincando un hombro.

-¿Es esa una apuesta, Señorita?- Preguntó sin poder contener la sonrisa.

-Oh, no lo sé, ¿lo es?- Preguntó, alzando una ceja.

Antes de que Emma pudiese evitarlo (si hubiese querido, claro), el hombre pasó detrás del mostrador y la tomó en sus brazos, arrastrándola a la trastienda en un beso apasionado.

-¿Qué diría tu esposa de esto?- Preguntó entre suspiros.

Él se detuvo un momento para mirarla fijamente.

-Nunca lo sabrá- Contestó con una sonrisa.

-Pobre Señora Dalton- Dijo Emma, sin sentir absolutamente nada de culpa.