Desmedido

[Penn Glyndwr]

Penn estaba teniendo dos enormes problemas: el primero era que estaba tentado de comerse las ranas de chocolate que llevaba en la mochila, y el segundo era que estaba seguro de que los elfos habían lavado mal su pantalón.
Estaba tentado por las ranas, pero no quería que se le llene la cara de acné. Y el pantalón le estaba quedando corto en las piernas, por lo que asumió que los elfos seguramente se lo habían achicado cuando los dejó para lavar. Curiosamente todos sus pantalones estaban, repentinamente, exponiendo sus tobillos más de lo usual, pero ¡era culpa de los elfos!

Su mejor amigo estaba haciendo un trabajo con gente de su casa en la biblioteca, y primero muerto a pasar su tiempo libre ahí cuando tenía mejores cosas que hacer. Necesitaba ir a la lechucería y enviarle una carta detallando todos sus problemas y quejas para sus padres, especialmente porque ahora necesitaba más dinero para gastar en Hogsmeade y porque quería un pantalón nuevo. Subió por la escalinata hacia la lechucería, la mochila golpeando suavemente contra su espalda baja.

((Abierto))

[Zelda Lufkin]

((Holis,conpermisito))

Zelda estaba en la lechucería porque aquel era el día de enviar cartas a su familia. Religiosamente Semanalmente, le escribía a cada uno de sus hermanos mayores, papá, abuela y tía una carta, luego que le hubiesen pedido que por favor, por favor, dejará de escribirles a diario y que por favor, por favor se concentrará más en estudiar. Por suerte, pero no para él A Eli, quien aún estaba en el Colegio le hablaba todos los días y él también le pedía que por favor, por favor estudiara más.

Mientras su mochuelito comía el alimento especial que tenía para darle, ella revisaba el contenido de sus cartas. Había comenzado por orden de edad y tras confirmar que estaba escrito todo lo que quería decirle a su tía, paso a leer la de su hermano más mayor: Fionn. Entre todo lo que estaba escrito, resaltaba la petición de par de autógrafos para unas de amigas que eran fanáticas de los Tutshill Tornados y la confirmación de la existencia de un perrito en su vida. ¿Cómo había podido no decirle? No solo por qué tenía un secreto, sino que eso la obligaba a tener cuidado en casa, no fuese a ser que le diera una crisis alérgica. Se acomodó los lentes, tomando una pausa en su lectura (realmente había escrito mucho, siempre tenía cosas que contarles) y acarició a su pobre mochuelito, que no podía tener en su habitación, pero era mejor allí en libertad que en su habitación del castillo ¡pobrecito, un ave bajo tierra!

[Penn Glyndwr]

((Pasá nomá, gurisa))

Penn intentó hacer la cuenta de cuándo había comido por última vez, porque realmente era casi una tortura el hambre que le estaba dando. No sabía si era porque estaba hiper conciente de las ranas de chocolate, o porque realmente necesitaba comer algo. Y qué flojera querer hacer vida sana y tener que ir de la lechucería al Gran Salón, y de ahí a la Sala Común. Con todo ese ejercicio seguro que le daba hambre para cuando estuviera en su habitación.

Apuró el paso, subiendo la última docena escalones que le quedaban de a dos por vez, como si algo lo apurara. Bueno, sí, había decidido que sí quería comerse una rana de chocolate, pero sentía que aunque la lechucería era menos higiénica, al menos era un lugar bajo techo... ¿qué tan desesperado pensaría que era si alguien lo veía abriendo su bolso para sacar comida ahí en las escaleras?

Llegó a la entrada de la lechucería con un saltito, seguido del ruido de estómago vacío más largo y sonoro que Penn jamás había experimentado. Perfecto, con audiencia y todo.

[Zelda Lufkin]

Una vez su bonito y pequeño mochuelito terminó su alimento, Zelda continuó con su lectura, le preguntaba muchas cosas cotidianas a su hermano, de las cuales él seguramente solo respondería la mitad. Pero ella no se rendía, lo peor que podía pasar es que no respondiera en absoluto. No podía quejarse, claro, sus hermanos eran adultos responsables y ocupados, que trabajaban y tenían su propia vida y ella solo era la hermana menor necesitada de atención que les escribía mucho porque los quería un montón, y no era considerada con ellos, y les exigía respuestas, y-

Uh, acaso... ¿se le estaban aguando los ojos? "No, Zelda, no... Ellos te quieren" comenzó a decirse en un susurro, buscando confortarse y no largarse a llorar. Lamentablemente, no estaba haciendo un buen trabajo y cuando escucho un ruido en la entrada de la torre (¿y qué había sido eso? ¡qué feo!) y volteó a mirar de que se trataba, con la manga de su túnica a mitad de camino y un par de gruesas lagrimas ya le recorrían las mejillas.

[Penn Glyndwr]

Cuando llegó a la Lechucería y vio que no estaba desocupada lo primero que sintió fue una enorme molestia. ¿Dónde y cuándo iba a dejar que la tentación del chocolate se apoderara de él, eh? Lo segundo, cuando notó a Zelda llorando fue... una molestia todavía más grande.
La miró con el entrecejo fruncido, llevándose las manos a las caderas. "¿Qué pasó, te atacaron las lechuzas?" preguntó, dando un paso atrás como para quedar bajo el umbral. Porque si las lechuzas se habían rebelado, solamente tenía que usarla a ella de carnada y quizás podría escapar sano y salvo.

[Zelda Lufkin]

Abrió los ojos grandote, obvio que le daba mucha vergüenza que la encontraran llorando por nada, aunque no pudiera hacer mucho al respecto. "No, uhm, no las lechuzas" respondió, apresurándose a secarse las mejillas, pero desacomodándose los anteojos en el proceso. No entendía por qué las lechuzas le harían algo malo, ya les había dado una porción de comida. "Me entro algo en los ojos" mintió, bajando la mirada y así fue como no vio el entrecejo fruncido de Penn.

[Penn Glyndwr]

Penn puso cara de asco, creyéndole de inmediato. La idea de que algo de la lechucería le podría haber entrado a los ojos era peor que cualquier otra teoría que podría haberse inventado él al verla así, medio llorosa.
"Ew, ¿qué cosa te entró?" quiso saber, no tanto por el bienestar de Zelda sino más bien por prevención del propio. Pensar que él había entrado y salido de ese lugar tantas veces... quizás era hora de poner las prioridades en orden y mandarle menos quejas a sus padres. Con gritarles un poquito en vacaciones quizás alcanzaría.

[Zelda Lufkin]

Se saco un pañuelo de tela limpio del bolsillo y continuó limpiándose donde sentía rastros de lagrimas, cargaba un par a todas partes por sus alergias, pero siempre le resultaban muy útiles cuando se ponía a llorar. Por otra parte, no le extraño que le hiciera una pregunta porque ya estaba acostumbrada pero, como seguía sin verle la cara, no terminaba de comprender que no era preocupación lo que expresaba el muchacho. "Eeeh- fue una pestaña" respondió, y alzo la mirada con un gesto ligeramente triste, no buscaba que sintiera lastima por ella, era que aún se acordaba que la había hecho llorar.

[Penn Glyndwr]

"¿Tuya o de una lechuza?" volvió a preguntar, mirando hacia el techo y luego bajando la vista hacia ella. -...Ah- la expresión triste y el pañuelo no hacían más que traerle paz mental y emocional. No, las lechuzas no estaban tratando de dañarlos, lo de la Hufflepuff parecía quizás algo personal.
Apretó un poco los labios, pensativo. Dio un paso hacia adelante, oficialmente entrando en la Lechucería y dejando atrás el umbral de la puerta. Bueno, la carta la tenía que enviar igual, porque era imperativo quejarse con sus padres.

[Zelda Lufkin]

La pregunta la dejo confundida, ¿cómo que las lechuzas tenían pestañas? Intento con disimulo ver los ojos de su mochuelito (que tampoco era lechuza, pero eran como primos ¿no?), ah, no, era muy difícil. Pero el gusanito de la duda le quedo allí. "Es mía" respondió después de unos segundos, y decidió que ya no tenía más lagrimas en la cara y que no iba a leer otra vez su carta, nada más porque le daba pena volverse a poner a llorar, así que guardo el pañuelo y dobló la carta.

Luego miro a Penn, quien ahora que estaba más dentro de la torre y ya sin lagrimas en los ojos, podía reconocer mejor (porque era chismosita, sabía el nombre de muchas personas en el Colegio), con un gesto de alguien que quiere hacer una pregunta pero no se atreve.

[Penn Glyndwr]

Penn asintió, con una sonrisa de lado, porque aunque no le creía nada a Zelda no le quedaba otra que admirar su compromiso con la historia de la pestaña. ¿Quién era él para juzgarla? Caminó para adentrarse un poco más en la Lechucería, mirando hacia arriba para ver qué lechuza parecía confiable, pero sin querer perder de vista a la Hufflepuff.

Sostuvo la correa de la mochila con las manos y dudó, repentinamente. Sí, tenía que sacar la carta para quejarse con sus padres, pero también tenía un botín demasiado precioso como para arriesgarse a revolver la mochila y tener que terminar compartiendo. Se giró hacia Zelda rápidamente. "¿Estabas recibiendo o enviando?" preguntó, quizás con eso ella encontraba el pie para decir lo que fuera que estaba considerando.

[Zelda Lufkin]

Como ya no me acuerdo que quería preguntar Zelda se distrajo, porque digamos que su mochuelo le metió el pico en la oreja y aunque ya estaba acostumbrada, eso no evitó que su cerebro hiciera un pequeño reinicio.

Con su mascota causándole una sensación incomoda pero que daba cosquillas, tardo un par de segundos en reaccionar, "Estoy enviando" respondió, moviendo una mano para alejar un poco al mochuelo (le iba a limpiar la oreja ¿o qué?) "¿y tú?" quiso saber. Bueno, quizá esa era la pregunta o quizá no, ojala pudiera recordar.

[Penn Glyndwr]

Miró a Zelda y trató de entender bien qué tipo de persona permitía que su mascota le hiciera algo así, o si peor: Zelda había entrenado a su lechuza para que hiciera tal cosa. Se la imaginó, en verano, metiéndose semillas de girasol en las orejas. En la mente de Penn, las lechuzas comen semillas de girasol y no cosas como ratas. Por su propia salud mental había que elegir la ignorancia a diario para sobrevivir en este mundo cruel.
"Enviando también... veo que tienes tu propio animalito" dijo, porque se le escapó el comentario. No podía evitarlo, de verdad no quería decirlo, pero ahí estaban sus palabras escapándosele de los labios. Hasta sonó un poco asqueado, pero intentó sonreír brevemente como para no ser tan insufrible. "Cute" agregó, como queriendo revertir sus palabras, aunque le costaba sonar sincero.

[Zelda Lufkin]

¡Claro que no! Ella colocaba insectos en sus orejas porque los animales con pelo le daban alergia.

Como no era el miembro más brillante de su familia, no se tomo a mal el comentario o, más bien, no entendió que había algo de asco ahí. Ahora, su ave había decidido picarle la oreja y no podía darse cuenta de tantas cosas a la vez. "¿Sí, verdad?" sonrió muy feliz porque había usado 'cute' con su mochuelito, que a sus ojos era lo más lindo que había en esa torre y le parecía encantador que alguien más lo notara "Se llama Tommy, es mi mascota" agregó, porque no era lo mismo tener una lechucita que tenerla de mascota.

[Penn Glyndwr]

-...Okay- sintió una pequeña oleada de alivio, porque no se creía muy convincente. Pero quizás Zelda también estaba dejándoselo pasar, como un gesto de buena voluntad. Era demasiado fácil ser mala onda (se le ocurrían muchas cosas) porque sí, aprender a existir en sociedad también era importante. Se dio cuenta que, si le preguntaba sobre su lechuza mascota, eventualmente se le iba a escapar un comentario poco buena onda.
"¿Se te pasó lo del ojo?" preguntó, mientras abría su mochila para buscar la carta llena de quejas que pensaba enviarle a sus padres.