Be a Witness

[April Zimmer]

El último descanso antes de los exámenes estaca cerca y, a las preocupaciones normales sobre las notas que obtendría y el cansancio por las tareas extra como prefecto, April había sumado una preocupación bastante grande esos últimos días antes de Pascua. El papá de Alex estaba enfermo y ella estaba intentando ayudarlo en todo lo que podía. Saber de la gravedad de la enfermedad, gracias a que el hermano de Alex se lo había explicado, había puesto todo bastante en perspectiva. Su amigo la necesitaba, no importaba lo cansada o triste que ella a veces se sintiera.


April estaba regresando de la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, para dejar su mochila y cambiarse antes de ponerse a estudiar con Alex. Giró por costumbre en el pasillo, sin estar prestando real atención al frente, mientras pasaba una mano desde su frente hacia su cabello, despeinándolo un poco. Casi llegando, notó que había alguien en la puerta de su sala común. Alguien con uniforme de Slytherin. Se detuvo a unos pasos y lo observó con algo de seridad, antes de bajar su brazo. 

Por un instante quiso seguir caminando y fingir que no lo había visto, como siempre. Quizás no estaba allí por ella, además de que hacía rato no era de su incumbencia qué pudiera estar haciendo cerca de la cocina.

[April Zimmer]

April no pensaba que él estuviera loco. Le había dolido muchísimo todo lo que le había dicho y la decisión que había tomado en base a eso, pero, aunque no compartía su manera de pensar y actuar, entendía por qué lo había hecho. Ya habían hablado demasiado sobre eso, ya conocía su forma de ver las cosas y su ambición. De alguna manera él había roto su burbuja, una donde el mundo era un lugar justo y el amor podía lograr cualquier cosa. Ahora sabía que a veces eso no pasaba así.

Lo escuchó y se dio cuenta que no le salía saludarlo, ni siquiera improvisar una sonrisa como lo estaba haciendo él. Solo parpadeó y miró el pergamino que él agitaba. "¿Qué es?" preguntó con algo de curiosidad, pensando que quizás era algo que le enviaba alguno de los profesores y ella había tenido la mala suerte de que le pidieran a Caleb que se lo alcanzara.

[April Zimmer]

Ella no lo resentía. Él le dolía, que era diferente. Era una herida que estaba cicatrizando, que le había llevado tiempo y esfuerzo en comenzar a curar. Pero ahí estaba él, queriendo quitar la curita de un tirón y antes de tiempo. 


Frunció levemente el ceño por un instante mientras tomaba el pergamino que él le pasaba. Lo abrió dispuesta a leerlo para entender por qué debería deshacerse de él. Le bastaron los primeros renglones en donde aparecían sus nombres para reconocer lo que era y sentir que algo dentro se estrujaba. La vista pasó rápido al final, donde al lado de sus firmas ella había manchado una pata del señor Plumas para que también firmara. 

Sin poder evitar una expresión de dolor en el rostro, volvió a enrollar el pergamino rápidamente, como si no quisiera verlo. Intento cambiar rápidamente su mirada a una de confusión al encontrarse con la mirada de Caleb.

"¿Por qué?" preguntó intentando entender.

[April Zimmer]

Cada persona ve la situación que vive desde su óptica particular. Así como él veía la situación desde su forma de pensar, April la veía desde la manera en que se había sentido con él cuando había armado un escándalo al verla hablar con personas que él no consideraba adecuadas, o la manera en que él hablaba de su familia. No podía hablar objetivamente porque ella se había sentido de esa forma cuando él había llevado ese papel a la práctica. Estaba de acuerdo en que había sido estúpido que le hiciera firmar ese contrato de amistad, pero porque él no debería querer poseer a nadie.

"¿Tú te escuchas cuando hablas?" le preguntó, ofreciéndole de vuelta el pergamino "No necesito que me confirmes nada" ¿No era obvio que era una persona libre? No necesitaba su permiso, además había sido lo suficientemente claro la última vez que habían hablado a solas. No entendía por qué Caleb quería revolver en su herida, por qué se le acercaba para devolverle una promesa de amistad hecha por una April de trece años "Si vas a hablarme prefiero que lo hagas de forma normal, no con un monólogo practicado para sentirte mejor" porque realmente le dolía que, después de tanto, sólo quisiera seguir echándole la culpa de su propio sufrimiento.

[April Zimmer]

No estaba resentida por lo que él había decidido, estaba enojada por la manera en la que él se aparecía en la puerta de su sala común, a darle un pergamino que sólo revolvía el pasado en común y a decirle cosas ridículas que ya sabía, como que era libre de él.

Lo miró frunciendo levemente el ceño, intentando entender su lógica y quedándose algo pasmada al saber que él quería que fueran amigos. Amigos. Ellos. Otra vez.

"¿Ya es suficiente?" repitió "Caleb, ni tú ni yo podemos decidir eso, que me deje de doler tomará el tiempo que tenga que tomar" le respondió negando con la cabeza "Y no la estoy pasando bien pero no tiene que ver contigo" le aclaró porque si bien era cierto que se había llenado de actividades para no pensar en lo ocurrido con él, habían pasado otras cosas en esos meses y tenía otras preocupaciones más graves.

"Y no es cosa mía" repitió las palabras de él una vez más "Una amistad es cosa de dos personas, ¿quieres ser mi amigo, es eso?" preguntó para poder entender a qué iba todo eso.

[April Zimmer]

Le hubiera gustado sorprenderse pero no estaba segura de poder sorprenderse ya de nada que Caleb hiciera. No respondía a su pregunta, no podía decirle de frente qué era lo que quería, pero pretendía enterarse de lo que le pasaba a Alex o de lo que la tenía preocupada. April se volvió a pasar una mano por el rostro, llevando su cabello hacia atrás, agotada.

Dudó un instante sobre qué debía responder, y luego desvió la mirada. "Sí, entre otras cosas me preocupa Alex" dijo con seriedad antes de volver a verlo "Tiene un problema familiar grave" resumió para no darle detalles que seguramente a él no le interesaban.

[April Zimmer]

No le había caído mal su visita en sí. Le había caído mal que apareciera con una excusa, que no se hubiera detenido a pensar en cómo se sentiría ella al ver ese pergamino viejo, que creyera que tenía el poder de liberarla de algún tipo de responsabilidad que ciertamente no tenía, que menospreciara su sufrimiento apurándola para que supere lo que sentía, que ofreciera su amistad pero lo hiciera sonar por caridad, que no tuviera el valor para decirlo de frente, que no se bancara las consecuencias de cómo la había lastimado, que ante la más mínima resistencia y la confirmación de que ella estaba mal por algo, él decidiera irse.

Una vez más, no debía sorprenderse. Sólo podía volver a sentir tristeza por él. Lo observó irse y bajó la mirada al pergamino que él nunca volvió a tomar. No estaba segura de querer tirarlo. Ahí no sólo había algo de la niña que había sido sino también un recordatorio de la mujer que no quería ser.