La mano que se quedo atrás

[Roman Joyce]

Román había cumplido la mayoría de edad aquel verano, lo que significaba que apenas ese año podía tomar el curso de aparición. Por el momento todo iba viento en popa: entendía la teoría y las primeras prácticas habían salido relativamente bien. Hasta ese día, la primera clase de octubre, cuando presenciaron lo más temido: la despartición; uno de sus compañeros había dejado una mano atrás y el pánico se apoderó del resto. Tras ese hecho y faltando bastantes minutos para culminar la clase, el instructor decidió enviarlos de vuelta al castillo (las clases eran en un campo entre Hogsmeade y el Colegio).

No estaba muy seguro que habían hecho los demás, como él tenía form al siguiente periodo, prefirió regresar a la escuela. Al llegar al Hall, se percató que había pensado en la mano desprendida durante todo el camino, escondió las suyas debajo de sus brazos como si creyera que de repente se le iban a caer, no sabía qué hacer en ese momento si ir a su sala común o bajar a la cocina a buscar algo de comer que mejorara su ánimo. Es que se sentía como perdido, había visto cosas cuando su mamá lo llevaba a la emergencia del hospital muggle donde trabajaba, pero ninguna le había dejado una impresión tan impactante.

((Libre))

[Ruth Crowley]

Ruth también había cumplido la mayoría de edad, dos semanas antes de volver a Hogwarts, pero había hablado con sus padres y les había dicho que no necesitaba que hagan ese gasto para el curso de aparición. Ella pensaba juntar los Galleons cuando realmente necesitara tomar el curso, confiando en que la enseñanza no iba a perder calidad fuera de Hogwarts. Mientras tanto, seguiría usando la Red Flu, que era totalmente funcional y mucho más barata.

Entró al castillo un par de minutos después que Roman y giró el rostro para saludarlo cuando pasó junto a él. Ella solía saludar a toda la gente de su año, con distintas medidas de efusividad, dependiendo de si era alguien con quien se llevaba bien o no tan bien. Pero su compañero tenía una expresión tan extraña en el rostro, que hizo que Ruth se detuviese (aún mirándolo) y volviese sobre sus pasos para acercarse a él.

"¿Todo bien?" le preguntó, algo preocupada.

[Roman Joyce]

((Ruth suena a que mientras pueda llegar caminando no va a sacar licencia para conducir))

Había visto llegar gente con gruesos vendajes y dedos en bolsas ziploc llenas de hielo al Galway Regional Hospital, entonces ¿Cómo era posible que al despartise, la parte del cuerpo no perdiera sangre, ni color? o sea, ya sabía que la persona debía recuperar su parte lo más pronto posible, pero eso no evitaba que su cerebro se inundara con mil dudas respecto a algo que había visto ocurrir de manera más sangrienta en muggles.

Su mente estaba yendo a un lugar con pensamientos demasiado profundos para su comprensión (¿eran entonces los magos y muggles seres del mismo género pero especies diferentes? ¿era la magia capaz de modificar las leyes de la naturaleza en tal magnitud?) que apenas noto la presencia de Ruth, pero no escuchó sus palabras. Entonces, la miro de vuelta con el ceño ligeramente fruncido, esperando que le dijera algo.

[Ruth Crowley]

((Vuela en escoba, pero no puede andar por la vida usando eso de transporte sin terminar rompiendo reglas y pagando multas, así que por lo pronto solo red flu y autobuses mágicos y muggles para ella))

Ruth se acercó un poco más, sin dejar de mirarlo con preocupación. Al no recibir respuesta, le acercó una mano al brazo, a la altura del codo, solo para apoyarla allí (si es que él no se la sacaba de encima, obvio). Su idea no era ser invasiva, sino hacerse notar por su compañero de forma calma y sin sobresaltos. "¿Estás bien?" preguntó de nuevo.

Su mente hizo uso de los sectores que ocupaba con el Quidditch y le brindó varios movimientos posibles para hacer rápido si Roman se desmayaba. No para sostenerlo (porque no se creía tan fuerte), pero sí para evitar que se golpease la cabeza contra el suelo.

[Roman Joyce]

Bueno, pues a Román no le molestaba que lo tocaran, de maneras apropiadas al menos, y en ese momento con su cabeza reflexionando en temas muy complicados para él, la mano de Ruth tocándole el brazo le ayudaba a regresar a la realidad. Es decir, ver una mano unida al miembro que pertenecía, con tanta consistencia, calor y color, era bastante reconfortante. Y ya que esa vez sí escucho la pregunta, parpadeo un par de veces, suspiró y luego negó con la cabeza "Sí, estoy bien" dijo, para tres segundos después darse cuenta de lo que había hecho y le causo gracia.

Pero no te preocupes Ruth, que no se iba a desmayar con sus sesenta y cinco kilos de masa casi toda muscular para que lo ayudaras a no abrirse la cabeza contra el suelo.

[Ruth Crowley]

Menos mal que la mano había ayudado y él no se la había sacado de encima, porque Ruth terminó de rodearle lo que pudo del brazo con la mano, un poco más firme pero sin apretar. Su respuesta incoherente no la dejaba ni un poquito más tranquila. ¿Qué tan grande podía ser el corto-circuito mental para que algo como un sí y un no se le confundan al cuerpo? ¿No era algo automático como respirar?

"No tienes muy buena cara. ¿Crees que puedes caminar hasta el Gran Salón?" preguntó. Ella no se dirigía allí, sino a la biblioteca, pero prioridades eran prioridades. "O... ¿Y si nos sentamos un momento aquí?" ofreció, como opción más inmediata, señalando la pared más cercana y el suelo.

[Roman Joyce]

Como ella le había puesto la mano en el brazo, él aprovecho y le colocó la suya sobre el hombro, porque era un poquito confianzudo y también quería asegurarse que ese brazo era real. Era bueno saber que no se le iba a caer de repente.

Negó, a ambas cosas o ¿tres? (creía que tenía buena cara, aunque continuara sintiéndose un poco confundido), y luego sonrió un poco, "No quiero ir para allá" dijo, señalando en dirección al comedor "Tampoco para acá" agregó, siguiendo la misma dirección que Ruth. Era cierto que no estaba del todo bien, pero no quería estar mal enfrente de un montón de estudiantes más, le daba un poco de vergüenza y le hería el orgullo que lo vieran tan extraño. "Voy a ir a la cocina" le informó, porque solo habían elfos y comida que no podían juzgarlo por tener una crisis luego de ver una despartición.

[Ruth Crowley]

Ruth le quería decir que lo acompañaba, pero las palabras no le habían salido en el momento exacto. Y unos segundos después le pareció que estaba siendo metida. -¿Y si no quiere compañía? ¿Y si se ofende porque piensa que lo estoy tratando como a un niño?- En segundos, hasta tuvo flashbacks de su hermanito mandándola de corresponsal al Congo (pero en puteadas, claro) por querer ayudarlo en algo.

Se quedó allí sin moverse un momento, aún mirándolo a la cara y sosteniéndole el brazo. Tenía dibujada en el rostro la pregunta que no se animaba a verbalizar: ¿Necesitas ayuda?

[Roman Joyce]

Román se la quedó mirando mientras parpadeaba lentamente, entre todo lo que estaba pensando y lo que intentaba no recordar, se le ocurrió que la razón detrás del silencio de Ruth era que le había entendido que él necesitaba que lo llevara al lugar.

"Sé cómo llegar a la cocina" aclaró, por si acaso "Si no sabes te puedo enseñar" y le dio un apretoncito en el hombro como para que no le diera pena, si no sabía él no era quién para juzgarla. Y sí, esa era su manera de invitarla a acompañarlo, dándole la oportunidad de negarse.

[Ruth Crowley]

Ruth trató de no sonreírse demasiado con la aclaración de él, así que apretó la boca y se tragó el 'sé dónde queda la cocina', porque era innecesario y sonaría bien mala onda.

"¿Estás mareado o algo así?" preguntó, aún sin soltarle el brazo. Le preocupaba soltarlo y que Roman decida tomarse una siesta rápida allí, de cara al piso, con ella al lado parada como una idiota.

[Roman Joyce]

Qué bueno que ambos sabían llegar a la cocina ¿No? Qué vergüenza siete años en el internado y no conocer donde quedaba un lugar tan fundamental.

Probó mirando a su alrededor como chequeando que las cosas no se movieran por sí solas, pero eso no le servía mucho ahí, donde las cosas sí se movían por cuenta propia porque magia. Encogió sus hombros, "No sé, caminé hasta aquí sin caerme" respondió, por si servía de evidencia de su estado no-mareado.