Alguien en la puerta

[Frankie Gibbs]

En contra de las recomendaciones de su sanador, Frankie se apareció a una cuadra del edificio de Tristan en Manchester el tercer miércoles de enero. Hacía un frío que pelaba así que caminó rápido hasta el conjunto de pisos de ladrillo, entrando por el estacionamiento de la entrada hasta la puerta principal. Observó la lista de nombres en el intercomunicador y presionó el botón junto al nombre Jenkins.

Eran cerca de las siete de la tarde. Fuera ya estaba oscuro y las luces estaban encendidas a lo largo de la calle. Si respiraba por la boca podía ver el vaho gris que se mezclaba con el aire. No había comido desde el mediodía en el hospital así que si prestabas atención podías escuchar su estómago rugir. Llevaba el pelo recogido con una cola, un jersey negro, una chaqueta negra, pantalones grises y ¡Ah! Importante, un cabestrillo azul oscuro le sostenía el brazo el antebrazo izquierdo. Quizá también habría que mencionar que tenía el labio inferior roto con una costra que le cubría un cuarto de la boca y un moretón amarillento en la mejilla derecha.

Era una historia divertida.

((15 de enero 1992. Mucho frío. No conseguí el tiempo exacto *payaso*. Reservado))

[Tristan Jenkins]

Como todos los días que debía trabajar en los laboratorios (no mazmorras) y no tenían nada urgente, Tristan terminó su jornada a eso de las cinco y media de la tarde, limpió su espacio de trabajo, terminó su informe del día y ya que no tenía mucho que hacer con sus compañeros (o ellos no querían, nunca se sabe), se marchó a su apartamento en Manchester.

Si no se equivocaba, había transcurrido una semana más o menos y de vez en cuando se preguntaba en qué momento Frankie Gibbs tocaría a su puerta. Tenía algo así como un plan que por supuesto incluía salir a cenar a algún lugar, si no hacía mucho frío. Pero ese día en particular hacía demasiado frío e incluso él había tenido que llegar directo a darse un baño caliente porque sentía que moriría de hipotermia, luego limpió un poco, dobló la ropa que que había lavado el día anterior y al terminar tenía hambre y decidió prepararse algo de comer.

Estaba sofriendo unos champiñones cuando el teléfono del intercomunicador sonó, frunció el ceño, miró la hora y decidió que no contestaría porque seguro era algún adolescente muggle fastidioso.

[Frankie Gibbs]

Esperó con la mayor paciencia que pudo reunir con la mano buena metida en el bolsillo de la chaqueta y la otra hecha un puño para protegerse sin éxito los dedos del frío.

"Me tienes que estar jodiendo" dijo para sí misma al cabo de un minuto. Él había dicho que estaba en casa después de las seis, ¿Será que justo hoy se le dio por ser sociable y salió? Presionó otra vez el botón, esta vez por unos cinco segundos seguidos. Si estaba en casa la iba a oír.

[Tristan Jenkins]

El segundo llamado fue más largo, dio un largo suspiro pensando en que los adolescentes no podían ser tan insistentes ¿Verdad? Quizá era algún vecino que necesitaba ayuda, se podía haber quedado sin llaves, o haberlas dejado pegadas a la puerta y decidió que contestaría.

Apagó la estufa y se acerco a la puerta, justo al lado se encontraba el teléfono el cual descolgó y se acercó a la oreja. "Hola" dijo, no tenía muy buen humor, tenía hambre y por eso al hablar su voz sonaba seca y molesta.

[Frankie Gibbs]

Al menos estarán en un humor parecido porque esperar en el frío le amarga la vida a cualquiera.

Se acercó a las rejillas que ella imaginaba era por donde se hablaba. "Se me congela el pelo, Jenkins" dijo al aparato. Le gustaría dar saltitos para calentarse pero le dolía una rodilla y le habían recomendado reposo. No saltar era su manera de hacer reposo.

[Tristan Jenkins]

Alejó la bocina de su oído, la voz le era familiar pero cualquiera podía leer su nombre y marcar el número del apartamento, había intentado discutirlo con los otros vecinos, pero no parecían entender las implicaciones de privacidad y seguridad que eso acarreaba. O sea, cualquiera podía llamar y decir que se le congelaba el pelo y convencerlos para entrar al edificio. Pero él era mago, realmente no era un problema, podía defenderse con facilidad y...

Entonces, recordó a quién había estado esperando inicialmente. Volvió a acercarse al teléfono, "¿Frankie?" preguntó. Al mudarse le habían comentado que ese aparato tenía algo que hacía que la puerta se abriera sola sin necesidad de bajar, algo así como un hechizo por medio de tecnología muggle, pero no recordaba cual botón era.

[Frankie Gibbs]

Estaba segura de que ya no sentía las puntas de los dedos de la mano mala y si no tuviese medio labio partido seguro se notaría más que los tenía de un lila pálido. Podría ir mejor abrigada pero pensaba que sería una cosa de un momento: llegar, tocar la puerta y entrar al calor. Se equivocó.

"¿A quién más esperas? ¿A la puta Reina?" Había algo en las malas palabras que hacía que se te calentara el cuerpo y por eso Frankie hacía uso de ellas. Bueno, por eso y porque quería arrancarle los pelos del brazo por dejarla esperando en el frío.

[Tristan Jenkins]

Apretó los labios en algo así como una sonrisa, la pobre Reina no merecía ese insulto pero eso sonaba como algo que Frankie diría sin dudas.

"Estoy en el tercer piso" dijo, presionando el botón más grande del telefonillo, esperaba que abajo se hubiese escuchado un zumbido o algo similar. "Empuja la puerta y puedes subir" luego colgó y se dirigió a la puerta para abrirla y asomarse al descanso, esperando que ella subiera.

[Frankie Gibbs]

Escuchó el zumbido y empujó la puerta con la mano buena. Vio las escaleras con pesar. ¿Había dicho tercer piso? Soltó aire por la boca y empezó a subir. Sentía un dolor soportable en una rodilla cada vez que la flexionaba para subir, pero cuando iba cerca del segundo piso empezó a hacer muecas cuando sentía una punzada.

Llegó con la respiración agitada pero procuró que no se notara que le dolía. "Vaya manera de recibirme. Si no querías que viniera no haberme dado tu dirección" dijo cuando lo vio en la puerta.

[Tristan Jenkins]

Su algo así como sonrisa desapareció cuando la vio llegar. Se fijo en la herida del labio, el moretón que tenía en la cara, en el cabestrillo y en la apariencia que cargaba, como que le faltaban capas de ropa para combatir el frío de ese día. Le dio un poco de remordimiento verla en ese estado y pensar que había ignorado el primer llamado del intercomunicador.

Tristan, que estaba usando un suéter porque dentro del apartamento no hacía tanto frío, se le acercó y le puso una mano en el hombro del brazo sano, "Lo siento ¿Estás bien?" la disculpa era por haberla dejado esperando en la entrada, podían aplicarlo en general aunque él no era muy bueno preguntando esas cosas.

((Estuve como mil horas buscando un apto, creo que la distribución de este podría servir))

[Frankie Gibbs]

Necesitaba sentarse, comer y echarse una manta encima hasta calentarse el cuerpo, no necesariamente en ese orden. También se sentía cansada pero no tenía ganas de descansar, razón por la que estaba en casa de Tristan y no en su propia casa: quería hacer cualquier cosa menos quedarse quieta.

"Cagandome de frío" respondió. Todavía no lo había perdonado por haberle dejado esperando y por vivir en un tercer piso. "¿Puedo pasar?" Preguntó, alzando las cejas.

[Tristan Jenkins]

Cualquier cosa menos quedarse quieta, ese no era el mejor lugar para asistir si no quería estar quieta.

"Lo siento" repitió con un suspiro, había estado mal de su parte pero tenía buenas razones, los adolescentes muggles eran insoportables. "Ven, vamos" quiso rodearle los hombros con uno de sus brazos para trasmitirle algo de calor, pero no quería tocarle el hombro malo y lastimarla más, así que se detuvo en la espalda y le dio un empujoncito en dirección a la puerta entre abierta "¿Qué te paso?" preguntó y cuando estuvo debajo de la puerta señalo hacía la sala, para que pasara hacia allá.

[Frankie Gibbs]

Estoy en desacuerdo.

"Primero, ¿Tienes una manta que me des?" Entró al departamento, muy limpio, como se imaginó. Giró a la izquierda, encontrándose con la sala y el sofá rojo, eso no se lo imaginó. ¿No debería ser azul? En plan, ¿Una vez Ravenclaw, siempre Ravenclaw?

"¿Quieres el cuento largo o corto?" Contestó a su pregunta, todavía observando a su alrededor. Estaba todo tan limpio que sentía que si lamía el suelo era como lavarse los dientes.

[Tristan Jenkins]

Cerró la puerta y la siguió hacia la sala, "Puedes usar la manta gris del sofá y sentarte" indicó, señalándola. Si le preguntaba diría que su hermana y tía abuela se habían encargado de gran parte de la decoración del lugar y que él solo se había preocupado de que las cosas no fueran demasiado costosas.

Movió la cabeza de un lado a otro y terminó por encogerse de hombros, "El largo, supongo" dijo, no tenían apuro ¿No? pero quizá un poco de hambre. "¿Quieres comer algo? Puedo preparar algo mientras hablas..." ofreció, acercándose a la cocina, le iba mejor si se ocupaba en algo mientras estaba en el mismo lugar que Frankie.

[Frankie Gibbs]

Con lentitud pero manteniendo la compostura se sentó en el sofá, y empezó a abrir la manta perfectamente doblada con el brazo bueno.

"Me muero de hambre" contestó, muy concentrada en la manta. Uno no sabe lo mucho que necesita un brazo hasta no lo puede usar.

"En Gringotts nos dieron una pista muy vaga sobre una tumba y tardamos algunos días en localizarla. La conseguimos, obviamente" con cierta dificultad se puso la manta sobre los hombros, acomodándose un lado y otro con el brazo bueno. "Era una tumba muy pequeña, había poca cosa dentro. Cuando estábamos sacando las cosas algo pasó, no sé muy bien qué, pero el techo se vino abajo y yo quedé atrapada" contó como si nada, sacándose los zapatos y subiendo los pies al sofá, sentándose como indio. "Me dio tiempo de crear un casco para protegerme la cabeza pero mi cuerpo no salió tan bien parado" añadió, soltando una risa. Le dolían un poco las costillas al hacerlo.