No más clientes por el día

[Tristan Jenkins]

La parte que menos le agradaba de eso de tener que asumir el negocio familiar cuando su tía-abuela se retirara era tener que aprender sobre todo lo que involucraba vender pociones. No solo tenía que saber cómo hacerlas, mezclar ingredientes, probar y modificar fórmulas, también necesitaba saber sobre finanzas, inventarios y atención al público. Entonces, como parte del plan que su tía-abuela había diseñado para que él no llevara a la compañía a la bancarrota, debía pasar un día de la semana en alguna de las tiendas que tenían para venta al detal.

A Tristan no solo le parecía insoportable, sino una pésima idea dejar a alguien como él atendiendo a personas que hacían muchas preguntas sobre pociones. Y le había ido tan mal que Lettie, la encargada de la tienda, lo había tenido la mayor parte del día haciendo inventario donde nadie pudiera hablarle. La segunda cosa buena que le había pasado era que estaba en la tienda de Manchester, que debido a que se encontraba adjunta al edificio de los laboratorios y de producción era la menos concurrida de todas.

Pero no todo podía ser bueno ¿No? Ese día estaban cortos de personal y Lettie se había ido temprano por alguna cuestión familiar que él no logró entender bien, pero de la cual no dudó porque no creía posible que le mintiera para que él terminara de arruinar las ventas del día. Así que en ese momento se encontraba solo, sentado tras el mostrador de la tienda mientras rellenaba un crucigrama del Profeta, esperando que por las próximas dos horas que debía mantener abierto el lugar nadie más llegara con la intención de comprar nada.

((Reservado. Este lugar puede servir de referencia para la distribución de la tienda y así se vería el mostrador. Pero nada de Bath & Body Works, solo cosas serias de pociones e ingredientes))

[Frankie Gibbs]

En dos días partiría a Egipto para una asignación de Gringotts y tenía que reabastecer varias de sus pociones y lo más importante, necesitaba bezoar, porque era casi infalible y había utilizado el último que tenía en su más reciente trabajo, cuando abrió una caja que soltó un gas venenoso.

Se pasó por la botica del Callejón Diagon pero no tenían existencias. La mandaron a Hogsmeade y tampoco. Fue a otra botica en Londres y ahí le dijeron que pasara por una en Manchester, que si no había ahí no iba a encontrar en otro sitio antes de que se tuviera que ir. Le dolían ya los huesos de tanto Aparecerse cuando llegó a la susodicha tienda.

Abrió la puerta y se sorprendió de lo grande que era. Empezó a mirar lo que había en las cestas del principio, agarrando una poción para dormir. No la necesitaba pero todo estaba dispuesto para que comprara cosas que no necesitaba.

[Tristan Jenkins]

Ni siquiera se molesto en alzar la mirada cuando la campanita de la puerta sonó, no quería que el comprador creyera que le interesaba su presencia. Si quería ayuda que le avisara, si quería robar tenían varios hechizos con consecuencias dolorosas y si solo quería ver podía hacerlo que a él le tenía sin cuidado.

Tristan se rascó encima de una ceja con la parte suave de su pluma y frunció el ceño con la pista para rellenar la casilla 32 del crucigrama "Apellido. Famosa vidente cuyo libro es usado para la enseñanza de Adivinación en Hogwarts" leyó en voz baja. Chasqueó la lengua, no había tomado adivinación en la escuela, que iba a saber él de libros.

[Frankie Gibbs]

Al final decidió frenar sus impulsos de comprar algo de las cestas y se fue a mirar lo que había en las estanterías, buscando lo que realmente necesitaba. Hubiese sido más fácil preguntarle al encargado pero si esa era su última esperanza de encontrar bezoar no tenía ninguna prisa.

Escuchó lo que él tipo decía y pensó que estaba lanzando una pregunta al aire. Tenía una mano sosteniendo un vaso de hiervas y se giró. "¿Vablatsky?" Dijo sin estar segura. Ella vio adivinación porque era fácil escribir que le iban a pasar cosas terribles si se la pasaba metida en la enfermería. Su mirada se fue al mostrador porque tenía curiosidad de saber si había acertado y su corazón le dio un vuelco cuando vio quien estaba detrás.

[Tristan Jenkins]

Creía que la mayoría de las videntes se llamaban Cassandra y aunque no conocía los apellidos, si era un libro usado en Hogwarts entonces debía ser un apellido británico. -Nueve letras, apellido de nueve letras- se repitió, solo tenía que probar con todos los apellidos largos que conocía, incluso podía incluir los compuestos.

Alzó la mirada al escuchar la ridículamente familiar voz de la clienta desconocida, porque quería saber que expresión hacía y así decidir si lo que decía iba en serio o solo intentaba adivinar. Sintió que su expresión se endurecía al reconocerla y de inmediato bajo la mirada para escribir Vablatsky y pasar al siguiente número.

Ya le había pasado antes, solo estaba alucinando.

[Frankie Gibbs]

¿La estaba... Ignorando? Giró sobre sus talones y devolvió el vaso con hierbas a su lugar, tomándose su tiempo para respirar y recuperar un poco la compostura.

Se había imaginado muchas veces cómo sería volverlo a ver, incluso cuando no quería pensarlo, pero era como una araña que trepaba desde su hombro a su oído, justo antes de irse a dormir, haciéndole recordar todas las cosas que hicieron, incluso cuando había intentando suplantar esas sensaciones por las de otro, en vano.

"¿Tristan?" Le llamó cuando se volvió a girar. Caminó hasta el mostrador y puso las manos sobre la madera. Le dedicó una sonrisa incómoda. Así no se imaginaba que iba a reaccionar.

[Tristan Jenkins]

Su mente le estaba jugando una, llevaba mucho tiempo ahí sin clientes y realmente estaba aburrido, el estúpido crucigrama solo preguntaba cosas que no sabía y su cerebro estaba buscando como distraerse. A veces pensaba demasiado en Frankie y seguramente era por eso.

-Nombre. Muggle. Filósofo y matemático griego, cuyos estudios se han aplicado en el desarrollo de la Aritmancia...- Ah, esa sí la sabía. -Tristan- ese era su nombre, "No. Pitágoras" se corrigió y alzó la mirada de nuevo, observó a su alucinación fijamente y paso saliva, sintiéndose nervioso de repente ¿Seguía alucinando, cierto?

[Frankie Gibbs]

¿Estaba molesto con ella? ¿Por qué estaba molesto con ella? A Frankie se le ocurrió que era porque no le había escrito en estos últimos seis meses pero así no era como habían quedado. Quedaron en nada, hasta donde ella sabía.

" Si así es como tratas a los clientes no me sorprende que la tienda este vacía" dijo por fin cuando él se le quedó viendo en silencio. No entendía lo que pasaba y si él no decía nada se iría sin bezoar porque no estaba preparada para ver a un Tristan que finge que no existe.

[Tristan Jenkins]

¿Por qué su alucinación estaba tan cerca? Se veía muy realista con muchos más detalles de los que recordaba de la última vez que la había visto seis meses atrás. Incluso le daba la impresión que tenía cosas diferentes. Era Frankie en persona, no un producto de su imaginación.

Abrió la boca para decir algo pero terminó tomando un bocado de aire y entonces reaccionó, recordando dónde y qué estaba haciendo. "Uh. No. No" balbuceó, apartó el periódico del mostrador y luego se pasó una mano por el cabello, bueno, la verdad es que no sabía como actuar, quizá solo debía seguir el guión que Lettie le había preparado: "Bienvenida ¿Busca algo?" preguntó con su mejor tono de vendedor paciente y sin dejar de mirarla.

[Frankie Gibbs]

Se le quedó mirando unos segundos en silencio intentando decidir si era peor que la tratara como una desconocida o que no la tratara en absoluto. Las dos eran opciones horribles.

Se abrió el abrigo y metió una mano en su bolsillo trasero, sacando un papel. "Necesito bezoar, esencia de dictamo, acónito y moly" leyó en tono monocorde y luego bajó el papel, apoyando las manos en el mostrador y alzó al vista pese a que no quería verle la cara.

[Tristan Jenkins]

Muy temprano en la mañana de los días que tenía que ir a las tiendas, Tristan solía meditar un poco para no terminar insultando a la gente que se acercaban al mostrador a pedir cosas sin tan siquiera haber pasado por las estanterías primero. Justo como Frankie, pero a ella no podía darle un mal trato, es más, no tenía idea de como tratarla, había tenido suficiente tiempo para sobre pensar todas las posibles situaciones y cómo reaccionar a cada una, pero ahora que lo vivía en carne propia... Era totalmente diferente.

Suspiró y separó su mirada del rostro de ella, tenía que trabajar. "Por allá podrá encontrar los ingredientes" señaló el mueble a su izquierda, que tenía una escalera y muchos frascos "Se encuentran en orden alfabético, solo deje los frascos aquí y pesaremos la cantidad que necesite" indicó."Y en el tercer mueble encontrará las esencias. En cuanto al bezoar... Hay escasez a nivel nacional, pero creo que tenemos unos pocos en existencia" y giró su cabeza hacía los muebles de la otra pared como si desde ahí pudiese ver todo lo que había en ellos. Sentía que si volvía a mirar a Frankie no podría dejar de hacerlo hasta que se fuera de la tienda.

[Frankie Gibbs]

Sentía que el corazón se le arrugaba al ser tratada como si fuese una completa desconocida. Ya sabía que ese momento que tuvieron solo había sido cosa de una vez pero seguían siendo ex compañeros, ni siquiera cuando se reencontraron la primera vez después de tantos años la trató así de seco, pero debía hacer tripas corazón y pretender como si eso estuviese bien, porque estaba en su derecho de tratarla como él quisiera, aunque ella lo viese injusto.

Asintió una vez y se fue a las estanterías que él le indicó, pasando lentamente la mirada por los nombres de los ingredientes. Encontró el acónito y agarró el frasco, observándolo como si estudiara su calidad con detenimiento. Sin poder evitarlo, desvió la mirada hacia Tristan, solo para ver si él también la estaba mirando.

[Tristan Jenkins]

La vio ir hacía a los ingredientes de reojo y aprovechó que ella no podía verlo para ponerse de pie y apoyar las manos sobre el mostrador soltando silenciosamente la respiración que en algún momento había estado reteniendo. Woah, sí que estaba nervioso. Intentaba darle el mismo trato que le daba a todos los clientes que visitaban la tienda pero ¿Estaría siendo un idiota? Bueno, después de todo lo que había pasado entre ellos... ¿Realmente sería capaz de tratarla como antes? Ni siquiera estaba dolido por no haber escuchado de ella en esos seis meses, después de todo él tampoco había intentado comunicarse, era solo que... Había tenido demasiado tiempo para pensar y concluir que sus sentimientos por ella no seguían siendo los mismos que cuando estaba en la escuela y que si ella no sentía lo mismo iba a tener que ir a ahogarse en su miseria. Lo cual muy probablemente sucedería y nunca estaría preparado para eso.

En algún momento, sus ojos habían vuelto a buscarla, al inicio solo observó el gorro tejido que llevaba sin percatarse que hacía ella con los frascos y no mucho después cuando ella volteó no pudo evitar mirarla a los ojos. Segundos después se dio cuenta de lo que estaba haciendo -Mierda-. Ya no podía desviar la mirada, eso era demasiado sospechoso.

[Frankie Gibbs]

Ok, la estaba mirando también ¿ahora qué hace? Se le ocurrió sonreírle pero le salió como un tic en una mejilla así que le salió una media sonrisa intermitente muy rara. Qué vergüenza. Volvió a mirar los estantes y muy lentamente se giró hacia los ingredientes que empezaban por la letra B, C y finalmente D. Tenía los dedos en el frasco de dictamo pero antes de tomarlo volvió a mirar a Tristan, solo para chequear si le seguía mirando. Tenía el corazón acelerado y la garganta seca.
Justo cuando más lo necesitaba no había whisky cerca.

[Tristan Jenkins]

El gesto raro era porque él la miraba ¿no? Oh, ok, seguro era un mecanismo de defensa porque la estaba haciendo sentir incómoda. Alzó las cejas y ligeramente avergonzado bajó la mirada de vuelta al mostrador, tenía que encargarse del bezoar. Buscó entre los pergaminos en los cuales llevaba escribiendo el inventario desde la mañana y comenzó a buscar el nombre de la piedra, le había explicado que a veces la demanda era mayor que la oferta y lo que ocurría en ese momento era que habían menos cabras que de costumbre. Porque seguro se las habían comido, palabras de Lettie.

Lo cierto era que les quedaban como tres, pero no había llegado tan lejos como para registrar si estaban en la tienda o en el depósito. Suspiró y como si no pudiera contenerse, volvió a mirar a Frankie -Mierda- otra vez lo había pillado mirándola.