El tercer paso

[Philip Bagnold-Browne]

El primer paso, había sido dejar de beber. Para eso debía obligarse a esquivar el bar luego de la oficina. Un buen método para eso era recordar que Ryder le había encajado una obligación ineludible, que dependía de él. Una obligación peluda, de cuatro patas, que reclamaba alimento y atención cada vez que volvía tarde a su departamento. Su perro, Nacho.

El segundo paso, había sido pedir el cambio de sector en el Ministerio. Debía madurar, colaborar con su padre y utilizar lo que había aprendido de Derecho Mágico para algo. Ya no leía resúmenes de publicaciones, aunque se seguía quejando por los errores que trascendían las paredes del Ministerio. Ahora trabajaba todo el día, tanto en el sector de Cooperación Mágica asesorando con su padre, como en el departamento para el Uso Indebido de la Magia, tapando baches legales que pudieran quedar luego de desmemorizar a un muggle u ocultar el resultado de la magia accidental en menores de edad.

Aún le quedaba el tercer paso, el más difícil. Salir con una chica y tener una relación de verdad. Philip probablemente no había nacido para eso, así que iba despacio. En la fiesta de compromiso de Richard y Victoria Knightley, mientras Ryder histeriqueaba con Elsa e insistía en presentarle a Claire Bennet, Philip se había escapado unos instantes al exterior de la terraza. Allí, sin que lo buscara, comenzó una conversación que derivó en una amistad recurrente y que le agradaba. Aún no entendía cómo, pero Rose parecía soportarlo. Con la presión encima de su familia y sus amigos, decidió invitarla a salir de una manera más formal. Por eso estaba vestido con una de sus clásicas camisas, aunque esta vez sin saco y sin corbata, perfumado y prolijo, esperándola fuera del departamento que la chica compartía con una amiga.
Philip miró obsesivamente su reloj mágico, cuya aguja estaba peligrosamente cerca de girar y dejar de estar en 'Puntual' para aterrizar en el siempre temido TARDE.
((Reservado))

[Philip Bagnold-Browne]

((Trae a Kero, lo soborna con cupcackes y hace que pelee contra las cartas Clow para robarse el whiskey))

Ni siquiera él sabía qué estaba haciendo ahí, en parte obligándose a intentar hacer las cosas como a su familia y a sus amigos les gustaría que las haga. Por otro, se sentía un león enjaulado, esperando, preguntándose qué demencia le había pasado por la cabeza cuando invitó a salir a Rose, casi en una cita a ciegas. Él no era encantador ni sociable, charlatán o de tener detalles. Esa salida iba a ser un desastre. Pero estaba bien, serviría para confirmar y reconfirmar que iba a quedarse solo como el viejo ermitaño de la montaña que era.

Toda esa negatividad en su cabeza, lo había distraído un poco del hecho de que ella había tardado y llevaba unos minutos esperándola. Posiblemente su cara nunca se enteró de que realmente no estaba enojado ya, por lo que la miró serio como siempre. "Hola, no hay problema" murmuró sincero, dándose cuenta de que no podía molestarse, por muchas razones. Primero ella no era Mathilda, no era su empleada y quedaría como un loco si le gritaba. No tenía derecho a exigirle puntualidad. Segundo, habían sido sólo cinco minutos y Rose se estaba disculpando. Tercero, estaba muy bonita.

"¿Estás lista?" preguntó ofreciéndole su brazo para salir juntos del lugar. Ah, sí, quizás debió empezar con un beso en la mejilla o comentándole lo bien que se veía... pero es Phil.

[Philip Bagnold-Browne]

((XDD La que necesita ese collar es April, urgentemente))

A él le agradaba el silencio, demasiado, pero sabía que quedarse callado en una salida era un indicador que la gente normal tomaba como que algo iba mal. Sin embargo, no era bueno sacando temas de charla y nunca lo sería. Con el tiempo había dejado de sentir esa presión y se había limitado a dejarse llevar. La pregunta de Rose lo había sorprendido porque no creyó que le interesara ese aspecto, que si bien era el central era el más aburrido de su vida, pero le agradó que ella iniciara la charla.

"Bien, acostumbrándome al área nueva" fue sincero "Antes podía resolver todo detrás de un escritorio, ahora debo salir constantemente" y por resolver se refería a gritar como loco y no solucionar nada en realidad "Se siente... diferente" y la realidad era que le estaba gustando, despejaba su mente y podía seguir quejándose cuanto quería. ¿Quién mejor que él para decir que alguien estaba usando la magia indebidamente y molestarse media hora por eso?. "¿Tú? ¿Cómo has estado?" se sintió en la obligación de devolverle la pregunta. De todas maneras, Rose era más interesante que él. Estaba en una ciudad extraña, viviendo con una amiga... él no tenía nunca mucho que contar.

[Philip Bagnold-Browne]

Quizás porque eran de gustos distintos era que Philip encontraba refrescante salir con Rose. No le aburría que ella le hablara y le contara de sus intereses y su vida, que se mantuviera callado a veces no significaba que no quisiera escucharla.

"¿Por qué no quieres involucrarte?" le preguntó porque esa parte era la que más le había llamado la atención. Quizás fuera porque él mismo trabaja con su familia que encontraba curioso que alguien no quisiera hacerse cargo de lo que algún día sería suyo "Disculpa si ya me lo contaste, no recuerdo a qué se dedicaban" la miró porque no sabía mentir y fingir que sabía perfectamente de qué estaban hablando.

[Philip Bagnold-Browne]

En realidad, era el único de sus hermanos que pretendía, o había pretendido, relacionarse con la política como sus padres. Ralph era feliz como medimago, Angus era economista e Ian quería ser ingeniero. De alguna manera extraña él había permanecido junto a su padre, pero no por obligación, sino porque sentía que asesorar era afín a su personalidad, el único problema era que le faltaba tacto y diplomacia. Probablemente nunca sería como su padre.

La escuchó con atención y sonrió tal como Rose había pretendido "No, eso no va a pasar..." le dijo sincero "Soy muy malo tratando con la gente, jamás podría ser un político como mi madre" le explicó volviendo la mirada al frente "por eso me gusta más el trabajo fuera de escena, pretendo ser asesor". Hizo una pausa y volvió al tema principal que, en definitiva, era ella "Y yo creo que sí quieres involucrarte, pero de a poco, y aprender primero... no está mal. Nadie puede dirigir algo que no sabe de qué se trata"

[Philip Bagnold-Browne]

De nada xD

Quizás fuera porque lo conocía poco aún o porque lo había cruzado en otro momento de su vida, pero Rose no tenía idea de lo horrible que era Philip para tratar con la gente. No caía simpático, se stressaba, bebía y gritaba. No tenía lo que se llama don de gente y no creía tenerlo nunca. Había rebajado un poco su temperamento porque había arruinado las cosas en la oficina del Ministerio en la que había estado, había perdido a Mathilda y ahora tenía un cachorro del que ocuparse al salir del trabajo. Estaba mejor pero aún no era ni la mitad de lo que pensaba que se requería para funcionar como un político y tener la aprobación de la gente.
Se rió levemente, sorprendiéndose a sí mismo, cuando Rose lo acusó de malvado. "No lo había pensado de esa manera, pero es cierto..." le dio la razón "El asesor político termina manejando la imagen del Ministro desde las sombras y aconsejando al tomar decisiones. Supongo que terminaré siendo político de alguna manera" alzó los hombros, sintiéndose más animado por la revelación que acababa de tener, como si acabara de recordar por qué había elegido ese camino años atrás.

La miró cuando ya estaban a pocos metros del restaurant "Lo siento si te aburrí... prometo no volver a mencionar la política en lo que resta de la noche" le dijo dispuesto a no arruinar su cita.
La escuchó pensativo, la realidad era que no conocía mucho a Rose por lo que debía creerle "Quizás si te tuvieras más confianza podrías hacerlo, no es tan difícil convencer a alguien, solamente hay que tener los motivos adecuados, pensar en lo que lo motivaría al otro a actuar como queremos" pensó en voz alta porque sinceramente no sabía si Rose ya lo había intentado o no, si realmente no servía para eso.

[Philip Bagnold-Browne]

No tenía idea de que Rose temía tanto molestarlo, quizás su mal humor ya era famoso y no iba a poder escapar a ese prejuicio jamás. Sí, muchas cosas le molestaban cuando chocaban con sus obsesiones, pero no iba a enojarse con ella, aún no estaba loco del todo.

"A veces explota todo el tiempo" comentó sonriendo de lado, resultándole bastante acertada la comparación entre la política y el juego de cartas. Se detuvo en la puerta y había alzado el brazo, totalmente dispuesto a sostenerle la puerta para que Rose pudiera pasar cómoda. No lo hacía por galante, tampoco estaba buscando impresionarla, no era su forma de ser, pero eso no significaba que fuera un maleducado. Sin embargo, ella se le adelantó y fue inútil su intento por ser gentil.
Las bromas de Rose ayudaban a que se sintiera más cómodo y lo hacían sonreír incluso cuando creía que no tenía ganas "Será una sorpresa para ambos, supongo" contestó "Es la primera vez que vengo, espero que sea una sorpresa agradable" No le gustaba no tener las cosas bajo control pero ya que se había arriesgado invitándola, también podía hacer una excepción y probar un lugar nuevo. No quería caer en el bar de Ryder y esas cosas... quería empezar de cero.

[Philip Bagnold-Browne]

"Siempre lo es" comentó mitad siguiéndole la broma, mitad en serio. Estaba acostumbrado a meter la pata con las mujeres y no le extrañaría si el lugar no era lo que él esperaba o si lo arruinaba de alguna otra manera. "Igual pondré todo de mi parte para que no sea tan desastroso..." le prometió una vez que entraron al restaurant.

"Buenas noches, tengo una reserva a nombre de Philip Bagnold" se abstuvo de usar el segundo apellido porque lo creía innecesario, era preferible que dudaran acerca de si era pariente de la Ministra y en qué grado que confirmarles quién era.
"Mesa para dos. Síganme" les pidió el hombre que los había recibido y los guió hasta una mesa cerca de la ventana. El ambiente era tranquilo, la música estaba baja y contrastaba con el sonido pseudo indio del bar de Ryder. A Philip le agradó y todavía más le gustó cuando el menú se materializó mágicamente al sentarse.

[Philip Bagnold-Browne]

Más animado por el lugar y por el buen humor de Rose, Philip sonrió mientras miraba el menú "Lo haré..." le prometió aunque él también sentía que todo estaba yendo bien "Aunque es sólo el principio" terminó de pensar en voz alta.
Luego de leer las recomendaciones del chef y saltearse la parte de las ensaladas porque claramente no iban con él, pasó a las carnes y los pescados.
"¿Tienes idea de qué te gustaría comer?" le preguntó para saber cuáles eran las opciones que barajaba Rose y quizás sumársele.

[Philip Bagnold-Browne]

Era solo el principio de la noche, pero Rose no tenía de qué preocuparse. Así como sus cachetes lo hacían ver, Philip era bastante inofensivo siempre que no trabajaran con él. Fuera de la oficina lo más terrible que podía hacer era emborracharse o ser obsesivo con tonterías, como que la mesa estuviera lo suficientemente alejada de los demás para no oírlos o la manía con no tener a nadie atrás. Quizás fuera porque era alto pero detestaba sentir que le faltaba espacio.
Levantó la mirada un instante, sorprendido por la sinceridad de Rose. Sonrió levemente, todavía algo contrariado "Sí, soy de buen comer" porque nunca iba admitir que los Bagnold solían estar pasados de peso, justo él que insistía para que los demás hicieran dieta con él aunque terminaran rompiéndola antes de la primer semana. La miró algo incómodo porque ella eligiera algo tan... ¿sanito? "¿De verdad te gusta esa comida o sólo la pides por no engordar?" No le agradaría que Rose pidiera algo que no iba a disfrutar sólo porque sentía la obligación de verse bien. Philip tenía corazón de gordo, le parecía triste hacer dieta un viernes a la noche en un restaurant y realmente quería que ella lo pasara bien también.

[Philip Bagnold-Browne]

Él no había querido decirle gorda culposa, al contrario! La encontraba perfecta como estaba y le daban pena las chicas que tenían que matarse de hambre con lo bello que era comer. Que lo reprendiera en francés lo hizo alzar las cejas y se le escapó una sonrisa de lado, quizás un poco tentado porque Rose se reía tan abiertamente.

Iba a responder que sí, que estaba insinuando eso porque Philip podía ser un denso pero no era un mentiroso, pero eligió escuchar su explicación hasta el final. Asintió con la cabeza hasta que ella volvió a mencionar eso acerca de sus mejillas y tuvo que fruncir levemente el ceño.
"Miss Rose" dijo ahora él con perfecto acento inglés "Entiendo que comer bien para usted sea comer sano, en ese caso no voy a oponerme a que coma su pollo con ensalada" le dijo como si estuvieran en una novela de Jane Austen "Pero déjeme decirle que comienza a inquietarme su aparente obsesión con mis mejillas" ni él se reconocía hablando así, como si estuvieran en Londres pero cien años atrás, pero le resultaba divertido "Y no, no ayudan en nada en el Ministerio" le aclaró por las dudas.

[Philip Bagnold-Browne]

Bajó la carta, decidiendo pedir lo mismo de siempre, porque la conversación con Rose se estaba volviendo más interesante. Alzó levemente una ceja y se dispuso a contestar sin ningún problema "No quise ofenderla, sólo pensaba que los motivos de su decisión eran otros y quería exponer mi desacuerdo". Tampoco iba a obligarla a comer papas fritas, pero le hubiera dado pena a él y a su amor por la comida que Rose se privara de comer por la estética nada más. ¿De dónde estaba sacando esas palabras? No sé, quizás estudiar derecho no estuvo tan mal, ahora le estaba sirviendo para algo más que en su nuevo trabajo en el Ministerio.

Esta vez no pudo disimular la cara de sorpresa al escucharla hablar así de su cara, específicamente sus mejillas. Sí, era cachetón pero creía que nadie se había fijado en eso como algo bueno y menos en la manera en que lo describía Rose. Para su suerte, llegó el camarero para tomarles la orden y pudo tomarse un instante antes de decidir qué responder a eso.
La miró a Rose para que hiciera su pedido, porque las damas iban primero, y luego bajó la mirada un instante para elegir un vino blanco que fuera bien con el pollo de ella y el pescado que iba a comer él.

[Philip Bagnold-Browne]

Pasó su mirada por Rose antes de levantarla hacia el camarero y pedirle pescado con salsa blanca y puré de papas, porque como bien había dicho la chica sus mejillas no se mantenían a base de verduras. Luego pidió un vino chardonnay, intentando pronunciarlo lo mejor posible y miró de costado a Rose por si quería corregirlo. "¿Quieres algo más para tomar?" le preguntó antes de que el hombre que los atendía se fuera, por las dudas de que en su dieta sana quisiera tomar agua en lugar de alcohol.

Era difícil que respondiera a los... ¿halagos? porque jamás se había encontrado en una situación así y no sabía qué se contestaba. Ella le parecía muy bonita, pero no creía que fuera algo que tuviera que ver con que le dieran ternura sus mejillas (?).

[Philip Bagnold-Browne]

Volvió a mirar a Rose, complacido porque hubiera pedido que trajeran primero el vino. Ok, quizás no tenían gustos tan diferentes, al menos coincidían en lo que a Philip parecía importarle más que la comida: la bebida. Le sonrió cuando el hombre los dejó solos de nuevo y se aclaró la garganta, pensando en qué tema de conversación podía sacar para no tener que regresar a la situación de no saber qué decir si ella hablaba de sus mejillas.
"Para no volver a equivocarme..." y en realidad para saber si es que existía la posibilidad de tener otra cita con ella "¿Qué tipo de comida te gusta?" quizás esa de esas personas que les fascinaba la comida étnica y podía llevarla a un lugar donde tuviera más opciones que pollo y ensalada.

[Philip Bagnold-Browne]

Hasta ahora Rose no había hecho nada para espantarlo. Sí, lo había incomodado un poco con sus comentarios sobre sus mejillas pero estaban bromeando ¿cierto?, y de todas formas ella le parecía agradable y bonita. El que tenía más probabilidades de arruinar la salida era Philip, sobre todo después de que trajeran el vino.

"¿No viajas seguido a Francia?" preguntó cuando mencionó a su hermano y las fiestas, imaginando que debía ser algo difícil estar lejos de la familia, al menos cuando eran unidos como parecía que era el caso de Rose con su hermano.
Escuchó su respuesta, pensando que abría dos posibilidades. O la invitaba a almorzar, quizás un sábado donde no tuviera que volver corriendo al Ministerio, o una tarde a tomar un helado.
Le sonrió "A mí también me gusta, no serías humana sino" bromeó porque el helado era sagrado.