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[Edith Chevalier]

Si bien Édith no era una loca adicta al café, le había tomado cierto aprecio desde su llegada a Londres, porque ella no estaba acostumbrada a levantarse temprano ni tampoco a tratar con ingleses malhumorados. No, nada de eso. Desde su llegada al ministerio había comprendido que el único método para aguantarlo todo era una taza de café negro cada mañana, negro, como el alma de sus empleadores.
Aquella fría mañana salió de su casa adormilada, sin recordar si había desayunado o no, todo lo que recordaba era levantarse y vestirse con más ropa de la que era normal, porque a pesar de llevar varios meses allí, aun no se acostumbraba al clima del lugar. Su túnica ondeaba tras ella, sabía que no debía llamar la atención, pero no era como si fuera muy raro ver personas con túnicas negras caminando por allí, no, no lo era. Si algo había descubierto en Londres era que si sus ciudadanos no eran malhumorados y formales para todo, eran raros, hablando en todo el sentido que la palabra pudiera tener. Así que no creía desentonar tanto como cualquiera pensara.
Antes de llegar a la extraña entrada por la que tendría que pasar para ir al ministerio, se detuvo en un café para poder tomar lo que la encendería para todo el día. Entró y se sentó en la barra, le dio los buenos días con una sonrisa amable a la persona que la atendió y pidió su café para luego estirarse cual gato recién levantado.
Esperaba que aquel no fuera un día demasiado pesado.

[Edith Chevalier]

Vamos… No es tan malo.
Se volvió hacia la persona que tenía al lado sin dejar de sonreír cuando lo escuchó, detalló al muchacho, encontrándolo conocido, tal vez trabajaba también en el ministerio, porque no estaban muy lejos y cualquiera podría ir hacia allá, de todas formas no conocía a muchas personas que no fueran magos en Londres, así que si, esa era la mayor posibilidad. "¿Viene un día ocupado?" le preguntó luego de ver su portafolios, intentando en lo posible que su acento no sobresaliera tanto.

[Edith Chevalier]

Su sonrisa se amplió, porque tal vez no lo fuera todo el tiempo, pero si comenzaba a pensar en las cosas malas por las que a veces tenía que pasar, terminaría renunciando, y no podía hacer eso. "Es bastante bueno" admitió, porque lo único que dañaba su humor era llevar ciertos documentos al jefe del departamento, que por suerte no era su jefe directo, así que por ahora no tenía quejas. "Pero seguro el suyo será más entretenido" aseguró, porque ella solo era una secretaria, y si bien tenia días mucho más ocupados que otros, a veces incluso se quedaba sin cosas que hacer, y comenzaba a comer las varitas de regaliz que siempre cargaba en sus bolsillos.

[Edith Chevalier]

Soltó una risita, segura de que lo había visto en el Ministerio, así que pensó que tal vez no estaba mal bromear con alguien con quien creía trabajaba, relativamente hablando "Solo soy una secretaria feliz" le contestó mientras dejaban una taza con su café frente a ella, se volvió un momento a agradecer y luego se volvió a verlo de nuevo "Y usted… estoy segura de que no puede decirme en que trabaja" tomó un poco de su café. Sí, eso serviría para la mañana.

[Edith Chevalier]

‘El mismo círculo social’ eso sonaba tan raro y cómico al mismo tiempo, que le dieron ganas de reír de nuevo, ya estaba completamente segura "Yo podría decir que si, lo somos" le contestó, aunque claro, eso si es que el muchacho no era de esos que llegaban al departamento averiguando que tan ‘pura’ era la sangre de los empleados, había descubierto en su trabajo que detrás de esa tonta mascara que solían cargar, bastante indiscretos podían ser los ingleses.

[Edith Chevalier]

Quiso hacerse la graciosa también y lo vio con fingida pena "Lamento decir que no" luego volvió a sonreír, bien, no era del todo su culpa, pero en Beauxbatons no los motivaban para tomarle aprecio a ese deporte "Pero podríamos concordar en que sus ranas de chocolate son adictivas" porque si bien en Francia tenían dulces, los que había probado ahí eran mucho mejores.

[Edith Chevalier]

Tomó otro poco de su café antes de contestar, porque sería terrible que se enfriara y luego le estiró la mano "Édith Chevalier" se presentó "Aunque dudo que recuerdes exactamente donde nos hemos visto" si, lo dudaba, ella podía recordar su rostro, pero de decirle departamento o que lo recordara por su nombre, le parecía un poco difícil. "¿Y tú eres?" le preguntó por no ser descortés.

[Edith Chevalier]

No quería parecer una tonta por reír tanto, pero es que no podía evitarlo, que el muchacho se refiriera al Sr. Crouch le causaba mucha gracia, sobre todo, porque ese hombre la hacía temblar cada vez que tenía la mala suerte de llevarle alguna cosa para firmar, esas miradas que él le lanzaba, como si ella estuviera haciendo algo terrible y no lo develara, eran simplemente aterradoras. Ella no lo entendía, solo estaba ahí, haciendo su trabajo, si, tal vez era extranjera, pero no por eso era un ser malvado.
Un "Enchanté" salió de sus labios, y se apenó por el de inmediato. Aunque creyó reconocer su apellido con el poco tiempo que llevaba en su oficina, se le hacía difícil recordar. Tal vez estaba equivocada, porque él no estaba en su departamento, lo recordaría. "Entonces… Señor sabelotodo" le dijo acercándose, porque sería raro para los otros escuchar de esos temas "¿de qué departamento viene?" Porque el ministerio era muy grande y le interesaba saber con quién estaba hablando.

[Edith Chevalier]

Se alejó y lo miró gratamente sorprendida, eso era lo que pasaba cuando alguien tenía bien marcadas sus prioridades y comenzaba a estudiar justo al salir del colegio, o al menos así lo veía ella, porque no le parecía que el muchacho fuese mucho más grande que ella y ya tenia un trabajo que consideraba genial y estable "Tú ganas, obviamente" aceptó como si estuvieran en alguna competencia de ‘mi caldero es más grande que el tuyo’.

[Edith Chevalier]

Le dio otro pequeño sorbo a su café y lo miró interesada cuando mencionó que tenía una duda, luego no se sorprendió, porque no era la primera persona a la que aquello le parecía extraño, ya antes había encontrado incomodo contestarlo, pero ya eran varias las veces había tenido que contestar a esa pregunta y ahora lo encontraba bastante normal, por lo visto su intento de ocultar su acento era bastante tonto, por no decir que era una total pérdida de tiempo.
Ella no tenía motivos ocultos como creía el jefe de su jefe, y tampoco era como si hubiera tenido opción, sus padres tenían que mudarse y ella no podía quedarse sola. "A papá le ofrecieron un ascenso y pues… nos mudamos” le contestó, era tan simple como eso.

[Edith Chevalier]

Le agradaba que no preguntara nada más, porque a veces encontraba vergonzoso tener que explicarle a cualquier persona del género masculino el porqué de que aún disfrutará de vivir con sus padres, no veía en ellos tanta compresión como podía ver en una mujer.
Se fijó en el reloj e la cafetería, aún era temprano, pero no quiso pedir nada más, aunque si quiso ser ella quién mostrara interés por el muchacho "¿Puedo preguntar por que decidiste ser auror?" Escuchar a otros hablar de sus motivaciones le hacían creer en las que ella podría tener en algún momento, si es que se decidía a hacer algo más con su vida que ser una secretaria.