Cautela

[Sara Hodqkin]

Misma hora, mismo lugar. Como siempre habían establecido un horario de llegada, como veinte minutos de diferencia. Llevaban alrededor de una semana siguiendo esa misma rutina y Sara comenzaba a aburrirse de los pocos progresos de los últimos dos días.
Revisó su reloj de muñeca y se cerró más el abrigo. Hacía un frío tremendo. Iba a ponerse el cabello detrás de las orejas pero recordó que era parcialmente calva: El afortunado en brindar unos cabellos para la misión era un hombre de mediana edad, medio calvo, bajito, relleno, cara rechoncha, con ojos caídos, oscuros y pequeños. Se rascó el mentón y sintió la barba de varios días bastante incómoda. Demonios, como odiaba ser hombre.
Volvió a revisar su reloj. En treinta segundos Cathleen debía aparecer a su lado para seguir con la vigilancia de unos supuestos sospechosos de asesinar varias familias de muggles en el último mes.

[Cathleen Cowershof]

((Dos siglos y medio después...))

Detuvo sus pasos para sonreír a una jovencita coqueta que paso por su lado, se llevo las manos a su chaqueta oscura y la jalo, sintiéndose repentinamente importante, -Concéntrate- se reprendió para luego seguir caminando con dificultad, procurando no sentir todas las partes nuevas que tenía en su no-cuerpo. Y con partes me refiero a los varios centímetros de pierna que había adquirido por obra de magia. Otra joven paso junto a su cuerpo y le sonrió. Aquella vez le tembló algo por dentro, es decir, el estomago. No sabía que estaba fallando, se había asegurado de no parecer un Marlon Brando en sus años jóvenes (estaba segura de haber usado un tipo muy simplón para su poción multijugos, por si preguntan) y todo eso no le causaba más que confusión.
Se paso una mano por la cara, buscando despejar su mente y concentrarse en su trabajo..., -Rayos, trabajo- apresuro su paso, preocupándose por no tropezar y caer. Iba tarde, realmente tarde, pero su recién implementada política anti-aparición aumentaba el tiempo que tardaba en llegar de un lugar a otro, sabía que si seguía así sus potenciales sospechosos empezarían a desaparecer frente a su nariz sin tan siquiera llegar a identificarlos. No podía hacer más que moverse rápido (volver a sacar la licencia no era una opción) y rogar a Merlín para que sus sospechosos asesinos tardaran en llegar o para que no llegaran. Uhm, no. Mejor que llegaran o Sara iba a terminar por aburrirse.

[Sara Hodqkin]

Tres. Dos. Uno. Nada.
Iba a matarla. ¿Cuantas veces le había dicho que la sincronización era la clave de todo?, seguramente las mismas veces que a ella se lo habían dicho en clase.
Respiró hondo para no perder la calma y que no le entraran los nervios. Porque siendo sinceros, era la primera vez que le mandaban a hacer este tipo misiones y lo que menos quería era arruinarlo todo. Era mucha presión y si ella es torpe sin presión, con ella no se puede ni imaginar lo que era capaz de hacer.
Su espalda se irguió cuando vio que los sospechosos entraron al bar al otro lado de la calle. Su corazón bombeaba rápido y nada que llegaba Cathleen. ¿Debía esperarla o comenzar la operación sola?. ¿Qué haría Moody en esa situación?, aunque una pregunta más sensata sería, ¿Qué no haría Moody en esa situación?, el condenado podía utilizar cualquier estrategia de su tocado cerebro y todo iba a salir perfecto. Una pierna más, una pierna menos pero todo saldría bien.
Agarró aire y comenzó a caminar lentamente, incómoda por ese tumulto extraño que sentía debajo de sus pantalones, ¿Se supone que se debe de sentir?, no lo sabía.
Esperó a que terminaran de pasar algunos autos para poder cruzar la calle.