Pelota-pared

[Ashley Hogan]

Era un Jueves frío, ya habían cenado y Ashley no tenía más tareas pendientes para las materias de esa semana. Estaba bastante aburrido, recostado en un sillón individual con la cabeza apoyada en uno de los brazos acolchados y los pies colgando del otro. Jugaba con una pelota de goma del tamaño de una naranja, tirándola contra la irregular pared de piedra con la idea de que la pelota rebote hacia él, aunque la mayoría de las veces pegaba en algún borde y salía a toda velocidad hacia otro lado. Llevaba veinte minutos haciendo eso, y no se había levantado ni una sola vez a buscarla, ¿qué mejor forma de perfeccionar su Accio que esa?
Si fuera muggle estaría bebiendo cerveza y jugando a los videojuegos.

[Madeleine Carondolet]

En un sofá cercano, Madeleine estaba acostada boca abajo con un libro abierto recargado en uno de los brazos del sillón, y los pies balanceándose por encima del otro. Llevaba treinta minutos ocupando ese espacio generalmente reservado para tres personas, y veinte minutos tratando de volver a concentrarse en el texto. Porque el golpeteo constante de la pelota contra la pared la distraía demasiado, y su mente ya se había salido del contexto para imaginar que cada golpe era el sonido de un tambor lejano. Con la rapidez de una imaginación hiperactiva ya había creado todo un escenario para justificar el sin-sentido, y Ashley, a quien podía mirar de reojo ocasionalmente, era el protagonista.

[Ashley Hogan]

El protagonista no era Clark Gable, pero iba a dar su mejor actuación.
La pelota volvió a él dos veces seguidas, la segunda luego de rebotar también en la parte superior de la chimenea, lo que lo hizo sentir un supercampeón de pelota-pared. La tercera se fue a la otra punta de la sala, golpeando la mesa donde estudiaban un par de niñas, las que lo miraron con odio porque les hizo salpicar tinta en los pergaminos.
Ashley levantó la mano, sonriendo a modo de disculpa y siguió en su juego. "Accio", dijo en voz baja, y la pelota voló a su mano izquierda.

[Madeleine Carondolet]

Sí, bueno, ella no es ninguna Vivien Leigh.
Su mirada siguió el trayecto de la disculpa del chico hasta las niñas que sufrieron el atentado con la pelota. Ah, las malvadas de la historia. Una de ellas estaba perdidamente enamorada de Ashley, por lo que resentía que él se comprometiera con otra antes de ir a la guerra. Las estudió un momento, tratando de decidir cuál de las dos tenía más cara de querer venganza, pero considerando los manchones en los pergaminos, las dos eran buenas candidatas. Madeleine chascó la lengua.

[Ashley Hogan]

Las niñas no le tiraron nada por la cabeza, así que imaginó que aceptaban sus disculpas. Rebotó una vez más, pared, suelo, lámpara de techo haciendo 'tliin-tliiin' y Ashley con los brazos abiertos para atajar tanto la pelota como la lámpara, en caso de que cayera. -¿Se cae? ¿se cae? ¿se queda ahí? bien-.

[Madeleine Carondolet]

Estaba decidiendo qué papel asignarle a la segunda niña cuando sus ojos regresaron por casualidad a su libro. Sacudió la cabeza, necesitaba concentrarse. Llenó los pulmones respirando hondo y exhaló despacio, esforzándose por ignorar las posibilidades a las que invitaba el sonido de la lámpara. "Esto termina con algo roto" murmuró. No era una acusación, ni un regaño, era un hecho. Y no lo miró al hablar, así que probablemente el comentario era más para ella que para él.

[Ashley Hogan]

Le pareció que hablaban cerca de él, así que levantó la cabeza (bastante despeinada), para tener una visión de quien lo había hecho. -Ah, Madeleine-, entonces supuso que no le había hablado a él.
Botó la pelota una vez más, con suerte y recibiéndola justo frente al rostro una vez, dos veces, ¡tres veces! A la cuarta la pelota rebotó en el borde de una piedra y se dirigió hacia Madeleine.

[Madeleine Carondolet]

¿Qué se le iba a hacer? Estando ella tan cerca, ya había disfrutado de demasiada suerte. Ni se enteró de que estaba en el camino de la pelota hasta que algo se atravesó entre la línea que estaba siguiendo y sus ojos. Una manchita que golpeó el sillón, perdió velocidad y cayó sobre el libro abierto para después rodar hasta uno de sus codos apoyados en el asiento. Miró la pelota con incomprensión, como si no tuviera idea de dónde podría haber salido.

[Ashley Hogan]

Volvió a levantar la cabeza con un estilo muy caricaturesco y la miró "¿Mad? Perdón", le sonrió como si hubiesen tirado de un resorte ubicado en las mejillas "¿me la lanzas?". Sería un poco maleducado hacer un Accio cuando la pelota está tan cerca de otra persona, quizás la golpeaba sin querer.

[Madeleine Carondolet]

Tomó la pelota con la mano izquierda. Había escuchado a Ashley, por supuesto, pero no había volteado para mirarlo, porque las interacciones sociales se ponen más incómodas con el contacto visual. Y ya era bastante horrible que alguien le estuviera dirigiendo la palabra. El problema era que no podía aventarle la pelota sin echar un vistazo, aunque fuera para asegurarse de que no la mandaba directo a su nariz, o algo así. Lo miró fugazmente de reojo y aventó la pelota más o menos hacia donde vio sus manos.

[Ashley Hogan]

-¿Uh?-, trató de atajar la pelota pero rebotó en su rodilla y se fue rodando a la otra punta del salón. "Fallaste", le dijo todo jocoso como si fuese un niño pequeño. Ahora traería la pelota con magia, pero quería ver qué hacía su compañera. ¿Mencioné que estaba aburrido hacía un buen rato?

[Madeleine Carondolet]

Lo mencionaste, pero no es como si Madeleine fuera una fuente inagotable de diversión garantizada, más bien todo lo contrario.
Arqueó la espalda para poder mirar por encima del brazo del sillón, tratando de ubicar la pelota. "Tú fuiste el que no la atrapó" apuntó con simpleza.

[Ashley Hogan]

Se incorporó mejor en el sillón, mirándola alevosamente aunque sabía que a ella no le gustaba eso (años de convivencia). "Tú la lanzaste contra mi rodilla", le dijo sonriendo, si no lo miraba a la cara igual lo notaría en la sonrisa.

[Madeleine Carondolet]

Arrugó un poco el entrecejo, volteando hacia él para que pudiera apreciar el gesto. "Tú la lanzaste contra mí". Discute eso, Hogan. A todo esto, no entendía por qué estaban hablando (¡hablando, Merlín!), él llevaba todo ese rato recuperando la pelota con un 'accio'; si hiciera lo mismo ahora, se evitarían la molestia de portarse como seres sociales que tal vez Ashley era, pero ella no.

[Ashley Hogan]

"Yo la lancé a la pared", le dijo señalando la obviedad de piedra que así se denominaba, "y la pelota quiso ir a saludarte". Y las vacas volaban, por supuesto... El nivel de aburrimiento de Ashley para decir cosas así era monumental. De todas formas, aunque la culpa la tenía la pelota, hizo un Accio en voz baja y la llamó.