Quémese antes de leerse

[Frankie Gibbs]

Cuando recibió la carta pensó en ni abrirla, esperando una excusa barata de porqué la había dejado plantada en el restaurante, pero al detallarla se dio cuenta que la letra era distinta y que quizá no era ni de Tristan. Y efectivamente no lo era, pero hubiese deseado que lo fuera.

Decir que se sintió mal era quedarse corta. Dejó todo lo que estaba haciendo con su papá para irse corriendo a San Mungo esa misma tarde, que fue cuando leyó la carta. Lo que más le alarmaba era que decía que Tristan estaba inconsciente y que no sabía cuándo iba a despertar. ¿Y si nunca lo hacía? ¿Y si quedaba en coma por años? O peor, ¿Y si despertaba y lo primero que hace es leer su carta y esas cosas horribles que dijo? Quizá no era el orden correcto de prioridades pero ahora no estaba pensando con claridad.

En el mostrador le dijeron de ir al tercer piso, donde trataban los envenenamientos por pociones. Al aproximarse a su habitación no sabía lo que quería: si verlo despierto o todavía dormido, para darle algo de tiempo de destruir la carta o pedirle que no la lea. Mejor destruirla, por si acaso.

((15 de Febrero 1992. Sobre las 5 de la tarde. Reservado))

[Tristan Jenkins]

La pócima para dormir era una poción de librito, solo se necesitaban pesar las cantidades, seguir los pasos al pie de la letra y nada malo podía ocurrir. A menos que tuvieras una semana trabajando turnos largos y agotadores y necesitaras preparar algo así como cien o doscientas, entonces las cosas podían tornarse un poco inseguras. Aquella madrugada del 11 de febrero, Tristan y su compañera de trabajo estaban tan agotados que no se percataron cuando el contenido de uno de los calderos comenzó a evaporarse y... Terminaron respirando poción somnífera por unas cinco horas y durmiendo la siesta más larga de sus vidas.

Tristan despertó a eso del mediodía del 15 de febrero, por alguna razón estaba solo y pasó lo que percibió como dos horas contemplando el techo de la habitación hasta que un Sanador llegó a atenderlo, le explicó algunas cosas que su adormecido cerebro no fue capaz de entender, le dio unas cuantas pociones y le dijo que intentara no dormir más.

Un rato después unos de sus hermanos lo visitó, lo llamó dormilón y le avisó que sus padres pasarían después, le dejó unas cuantas cosas para comer, un libro de crucigramas a medio llenar y le dijo que volvería más tarde porque tenía cosas que hacer. Tristan se sentía demasiado relajado y tranquilo, cosa que podía achacársela a las pociones que le habían dado más temprano, como para quejarse al respecto y lo dejó marchar.

Para pasar el tiempo mientras algún otro de sus familiares lo recordaba, decidió hacer un crucigrama, pero no podía entender la mitad de lo que leía y volvió a mirar el techo mientras esperaba que algo pasara.

[Frankie Gibbs]

Se acercó con cautela al umbral de la puerta de la habitación después de verificar que era el número que le habían dicho. Estaba muy nerviosa por tantas razones que ya no sabría decir cuál le afectaba más. Por un lado le asustaba que le dijeran que estaba en coma; le preocupaba que hubiese leído su carta y cuando la viera la odiara, pero quizá lo que más le daba miedo era encontrarse con su familia y presentarse. Que solo tenía que decir que fueron compañeros de Hogwarts y que ahora eran amigos pero quién sabe lo que habría dicho Tristan o el hermano que leyó su carta. No quería pasar por ese momento.

Sintió un alivio inmediato al ver que no había nadie más que él y un alivio aún mayor cuando vio que estaba despierto. Su corazón seguía acelerado. Tocó dos veces la puerta para llamar. Se había quitado el abrigo gris y lo llevaba sobre el antebrazo. Esbozó una sonrisa tímida, esperando que la viera y la reconociera, ¿Y si tenía amnesia?

[Tristan Jenkins]

Se sentía tan tranquilo que comenzaba a pensar que había algo malo en él, es decir, acababa de despertarse en el hospital con un pijama incómodo que no era suyo, después de no sabía cuántos días, su familia no estaba ahí y los Sanadores solo le habían dado pociones... Siendo su personalidad como era no entendía qué le pasaba. Quizá si entendía, solo le costaba pensarlo. Estaba tranquilo, entonces estaba tranquilizado, entonces le habían dado una poción tranquilizante. Se sonrió, ahora se sentía tonto por haber tardado tanto en llegar a esa conclusión.

Escuchó el golpe en la puerta, como era de esperar le costó un poco descubrir de donde provenía y cuando logró mirar a la puerta aún seguía sonriendo. No tenía amnesia, pero no entendía que hacía Frankie ahí... ¿Cómo sabía que él estaba ahí?

[Frankie Gibbs]

Frankie creyó notar que estaba sonriendo antes de reparar en ella pero en cuanto sus miradas se encontraron ya no estuvo segura de lo que vio y su mente le hizo creer que le estaba sonriendo a ella directamente. Esto no tranquilizó sus temores pero tampoco los empeoró. Podía igual no recordar quién era y aún así sonreírle.

Dio un paso con cautela. "¿Puedo pasar?" Preguntó.

[Tristan Jenkins]

La respuesta tardó un poco: seguro alguien le había avisado. Su siguiente pregunta fue ¿Por qué estaba ahí? Él no había respondido su última carta porque no supo que más decirle, acordaron una cita y hablarían en ella, pero... Tan solo habían pasado unos cuantos días ¿No? Así que no veía razón para que lo visitara, total se verían el viernes.

Ya se había quedado mucho tiempo en silencio, parpadeó lentamente mientras la saludada "Hola, Frankie" y se ayudó con las manos para sentarse sobre la cama (hasta el momento había estado recostado), "Puedes pasar" respondió con un tono tranquilo y le dirigió una sonrisa esa vez más pequeña.

[Frankie Gibbs]

No había perdido la memoria, una victoria de momento. Se acercó lentamente, analizando su cara. No veía ninguna cicatriz visible o quemadura por lo que de entrada no sabía lo que le había pasado, solo se dio cuenta que se veía bien. De hecho, le gustaba mucho con esa barba de varios días.

-enfocate- se reprendió.

"¿Qué fue lo que pasó?" Preguntó ya de pie junto a la cama.

[Tristan Jenkins]

La observó acercarse sin dejar de sonreír, ya no podía seguir pensando qué hacía ella ahí porque buscarle cinco patas al gato le daba dolor de cabeza, quizá no debía darle tanta importancia al por qué sino a que se encontraba ahí junto a él y eso lo hacía sentir bien.

Soltó un bostezo pequeño mientras pensaba qué responder, "Uhm. Ocurrió algo con una poción somnífera" dijo, encogiéndose de hombros, la verdad es que no sabía todos los detalles ni siquiera se había detenido a pensar en ellos en el tiempo que llevaba despierto.

[Frankie Gibbs]

Asintió bajando la cabeza. Una poción somnífera no dejaba marcas pero pudo haber acabado peor y lo sabía. Dejó el abrigo en el borde de la cama para tener las manos libres y se acercó un poco más, hasta la altura de la rodillas de Tristan.

"¿No que nunca pasaban accidentes?" Preguntó sonriendo de lado, alzando la mirada. No quería sonar como que le estaba acusando de algo, estaba en el hospital después de todo, pero no sabía cuándo se le iba a presentar otra oportunidad para echarle en cara algo semejante.

[Tristan Jenkins]

En un ocasión normal se habría sentido avergonzado y hasta ofendido por la pregunta, porque su estancia en el hospital evidenciaba que tenía cola de paja, pero... Solo sintió que su cara se ponía un poco caliente, hizo algo así como un puchero y desvió la mirada, "Siempre hay una primera vez para todo" reconoció con calma, esa era una mentira, que esperaba no fuera tan obvia. Claro que no era la primera vez que tenía un accidente realizando pociones en su vida, solo era el primero de esa magnitud.

[Frankie Gibbs]

Apretó los labios, encogiendo una de las comisuras y negó con la cabeza, como gesto desaprobatorio. Ella no sabía que había pasado más una vez así que le creyó que era su primera vez en San Mungo. No era difícil de imaginar, Tristan todo cuidadoso. Seguro no le había dado una infección urinaria en la vida. "No te pudo haber pasado en un peor momento además" dijo, porque a todas estas, ¿cómo es que no se había disculpado ya por haberla dejado plantada?

[Tristan Jenkins]

Decidió no prestar mucha atención al gesto que ella le hacía, porque alguien que visitaba el hospital como parte de su trabajo no podía desaprobar su pequeño desliz. Se acercó una mano a la cara para rascarse una mejilla, sintiéndose los vellos que le habían salido, tampoco se había visto en un espejo (aunque antes una enfermera le había ayudado a limpiarse un poco) y no tenía idea de como se veía.

"¿Cuál momento?" preguntó sin entender a que se refería, ¿por qué un mal momento? Si solo había estado dormido como... Tres días, o algo así le había dicho un Sanador.

[Frankie Gibbs]

Este era, seguramente, el momento ideal para jugarle una broma a Tristan. Era su oportunidad para decirle que llevaba dormido cinco años, que había quedado embaraza de él y que fuera le estaba esperando su hijo para presentárselo. Luego se le ocurrió que era poco probable que nadie le hubiese dicho cuánto había estado inconsciente, por lo que su confusión debía ser porque se le había olvidado de su cita.

"¿Sabes qué día es?" Preguntó. Igual nadie le había dicho nada y aún tenía la oportunidad de 'presentarle' a Tristan Junior.

[Tristan Jenkins]

Tristan Jr era algo así como el hijo del espíritu mágico ¿No?

Quiso entrecerrar los ojos y dirigirle una mirada de desconfianza a Frankie por hacerle esa pregunta, pero de nuevo se encontró muy tranquilo como para albergar semejante sentimiento, que poción más inconveniente la que le habían dado. Se miró una mano e intento rememorar el último recuerdo que tenía, le dolía un poco pensar en la hora en la que se había quedado dormido pero creía que era algo así como cerca de la medianoche del martes, entonces ¿Lunes? Bien, si lo que el Sanador decía era cierto solo había dormido hasta...

Cerró dos dedos y apuntó los otros tres en dirección a Frankie, "Jueves" respondió con mucha confianza. Pobre alma, es que ni siquiera le habían dejado un ejemplar de El Profeta para que se divirtiera.

[Frankie Gibbs]

Si le decía que acababa de despertar después de cinco años no creo que se pusiese a hacer cálculos mentales, ¿no? La idea era aterrarlo por un segundo.

Se le quedó viendo por dos largos segundos sin decir nada, todavía decidiendo si debía o no hacer la bromita. Se acobardó al último instante, creyendo que no le iba a creer de todas formas. "Es sábado" dijo con calma. Estaba claro que no había leído su carta y que todavía pensaba que iban a llegar a su cita. Se podría decir que esta era otra victoria.