Entrega a domicilio

[Gerald Cowershof]

Levantó la mirada en dirección a su compañera,"No. Este es mi turno largo" respondió y sonrió un poco, le daba algo de tristeza recordar que ese era uno de esos días en los que debía trabajar muchas horas seguidas porque así lo decía el contrato esa era su vocación.

Apoyó su mano en el libro, que ya estaba abierto en la página con la receta que debían seguir, leyendo las instrucciones muy por encima. Nada más quería ir preparándose para el experimento que harían del cual estaba más que seguro que le saldría mal a la primera. "¿Será necesario calentar el café antes?" la receta pedía un café caliente y el que tenían estaba frío, eso seguro afectaba todo el proceso.

[Agatha McGee]

Se sintió un poco aliviada de saber que Gerald no estaba cubriendo a algún compañero. No que fuese su problema pero no quería ver que se aprovecharan de él seguido. Pero no era su problema, no.

Volvió su atención al libro y pensó por un momento. "Creo que hay una receta de café frío pero si no es tu estilo, mejor lo calentaría primero. El hechizo ya lo pone en la temperatura adecuada, no sé si influye cómo estaba el café antes." Respondió con sinceridad. No quería mostrarse como una experta cuando no lo era. Solo había leído las instrucciones detenidamente y practicado unas cuantas veces. Si ella podía hacerlo, Gerald también.

[Gerald Cowershof]

Ojalá más personas se preocuparan por él y su incapacidad a decir no, perdón, de aceptar horas extra sin pensar en su descanso.

Se aplastó el cabello mientras pensaba cuál sería la temperatura ideal para un café a esas horas. "Voy a calentarlo primero" dijo, porque aunque no tenía mucha idea cómo funcionaban los hechizos para cocinar, creía que la magia asumía ciertas cosas y dejar la temperatura al azar le causaba desconfianza. Volvió a mover la varita en dirección a las tazas, en unos segundos el café comenzó a sacar humo y se detuvo cuando notó que el líquido empezaba a moverse. "Listo. Te cedo los honores" señaló a la taza que se era para ella, quería que hiciera el hechizo primero porque ahí aprendían a hacer viendo.

[Agatha McGee]

Apretó los labios, aceptando la taza. En realidad no quería tomar café ahora, y aunque en teoría no tenía que tomárselo y solo debía que mostrarle el hechizo, le parecía maleducado no acompañarlo. Sacó su varita y le miró un segundo. No le gustaba que la vieran mientras hacía magia, era como la receta perfecta para que cometiera un error. Tragó saliva y murmuró el hechizo haciendo un movimiento circular lento pero trazando un círculo bastante decente. Dentro de la taza el café hizo un remolino hasta que Agatha bajó su varita y acercó la cara para oler su creación.

Miró a Gerald. "Diría que está bien pero a veces logro que el olor sea más intenso" dijo en una especie de disculpa.

[Gerald Cowershof]

Para desconsuelo de Agatha Miró con atención todo el proceso de realización del hechizo, hizo un par de notas mentales respecto al sentido en que movía la varita y cuánto tiempo mantenía la varita sobre la taza. Cosas que seguro ya las decía el recetario, pero era por si las fly.

Asintió cuando ella terminó la demostración y tomó otra nota: el aroma podía variar, aunque eso no sería un problema si el sabor era el adecuado. Se arremangó la túnica e hizo un gesto de concentración al levantar la varita y recitar el hechizo haciendo el circulo más derecho que podía hacer. Se la pasaba curando heridas hechas por animales, así que posiblemente tenía un buen pulso para no dejar a sus pacientes con feas cicatrices. Esperó que el remolino despareciera antes de acercarse a oler o probar el café, no sin antes mirar a su compañera esperando que le diera una señal de aprobación.

[Agatha McGee]

En su mente, Agatha le dijo a Gerald que este era un hechizo de prueba y error. A ella le tomó unas semanas en perfeccionar el movimiento, la entonación y la concentración hasta obtener un producto digno de decir '¡Mira! Sé hacer café'.

Pero esto no se tradujo a una respuesta verbal a la mirada de Gerald. En cambio, Agatha esbozó una sonrisa pequeña, con los labios apretados y las comisuras curvadas. Debió decirle que tenía que probarlo, pero esto tampoco le salió. Lo único que le ofreció fue esa sonrisa que ¡ah! Mira, ya no está. Espero que la haya visto antes de que desapareciera.

[Gerald Cowershof]

Creyó ver una sonrisa en la cara de la mujer, pero duro tan poco que empezó a sospechar que la falta de sueño estaba haciendo que imaginara cosas. Regresó la mirada a la taza y suspiró, decidiendo que era momento de probar cómo le había quedado el café.

Acercó la taza a su cara y olió el vapor que salía, al no encontrarlo particularmente malo se animó a beberlo. Le dio un sorbo pequeño para evitar quemarse, le dio la impresión que el café había sido preparado sin colar y de inmediato lo devolvió a la taza. Lo había escupido en la taza, sí, pero en su defensa había hecho el intento de no verse tan asqueroso. Merlin. ¿Cómo era posible que hubiese hecho tan mal el hechizo que había desmejorado un mal café?

[Agatha McGee]

Lo impensable: Agatha se rió, o algo así. Le salió un sonido que se parece al que haces cuando te tratas de sonar la nariz o reprimes una carcajada. No debió reírse porque si fallaba era su culpa al no ser una buena maestra, y reparó en ello unos segundo después.
"Lo siento" dijo a falta de algo mejor, sin saber si se disculpaba por reírse o porque le saliera mal el hechizo. "¿Quizás la varita estaba demasiado inclinada?" Comentó con cero seguridad.

[Gerald Cowershof]

Comenzó a sentir calor en la cara y la escondió tras sus manos, le daba vergüenza que lo viera ponerse todo colorado porque no solo había malogrado el café, escupido en la taza y sino que para completar, ella se estaba riendo de él (o estaba teniendo alucinaciones auditivas, lo que fuera peor). Lo triste del caso es que no podía culparla por hacerlo. Así que negó, rechazando la disculpa y asumiendo su falta.

"Seguro" dijo, en referencia a la varita "O quizá solo soy pésimo con los hechizos de cocina" concluyó, hundiendo más su cara entre sus manos. También podía ser una exageración, pero ese era su momento de llorar sobre la leche derramada.

[Agatha McGee]

Sintió el extraño impulso de querer bajarle la mano para que no se tapara la cara. No lo hizo, obviamente. Tomar té una noche, prestar un libro y enseñar un hechizo no suma suficientes puntos de confianza como para andar tocándole las extremidades, por más aceptable para todas las edades y recursos humanos que sea.

No es que sintió un arrebato de culpa pero que Gerald mostrara tal vergüenza no le ayudó mucho. "Nadie nace aprendido" afirmó. "Solo hace falta practicar. Y si aún no te sale, me puedes pedir que te ayude, si estoy por aquí" dijo, arrepintiéndose al instante. ¿Por qué se estaba comprometiendo a ser barista de un hombre, otra vez? Como si ya no hubiera aprendido la lección con Ashley quién ya usaba la frase 'es que tú lo haces mejor' cada vez que le decía que podía hacerlo él mismo.

[Gerald Cowershof]

Aún podía sentir el mal sabor del café en su boca y lo desanimaba bastante, pero las palabras de Agatha le dieron un poco de esperanza y ánimo para atreverse a mirarla de nuevo, apenas separando sus dedos con su cara roja. "¿De verdad?" preguntó, estaba tan acostumbrado a ser él quien ofrecía ayuda todo el tiempo que le costaba creer que los demás podían hacerlo también. "¿Y puedo pasar por tu piso cuando te necesite?" se apresuró a añadir, porque pensándolo bien le daba un poco de ansiedad que ella se retractara y tuviera que sobrevivir a base de café mal preparado.

[Agatha McGee]

Se quedó un poco descolocada al principio, aunque su cara no mostró ninguna expresión más que un silencio. Estaba casi segura de haber dicho 'si estoy por aquí', el aquí siendo el hospital, no su casa, pero tal vez esa parte la había pensado y no dicho, no sería la primera vez.
"Claro" dijo después de un momento. "Vivo en Occamy Heights, ¿Te suena?" Añadió porque de perdidos al río. Gerald parecía un tipo sensato que respeta el espacio de los demás. No se lo imaginaba tocándole la puerta a las tres de la mañana para que le arreglara el café.

[Gerald Cowershof]

En ese momento, Gerald se estaba adelantando a los hechos, pensando en el horario que le convendría pasar por la Planta (¿Piso? No, no, su cerebro había registrado Planta, aunque su boca hubiese dicho otra cosa). Así que cuando la escuchó decir el nombre del edificio no entendió y creyó que por alguna razón había cambiado de tema. "¿Sí?" dijo con duda, estaba muy cansado para pensar coherentemente.

[Agatha McGee]

¿Esa fue una pregunta o una afirmación? A lo mejor era lo tarde y ya no escuchaba o hablaba bien, lo cual era un poco peligroso considerando que le estaba apunto de dar su dirección. Si se equivocaba capaz mandaba a Gerald a un barrio peligroso de Londres a darle golpes con la varita a una pared cualquiera, aparentando ser un loco de cuidado.

Prefirió imaginar que había sido una afirmación. "Cuando llegues, le das un toque de varita entre los dos posters y saldrá un intercomunicador. Debes pedir hablar con el apartamento C del segundo piso. También puedes llegar con Red Flu. Solo me tienes que avisar cuando pasarás" explicó acabando con media sonrisa. Esperaba haberse explicado bien, en su cabeza fue así. "A lo mejor te responde mi compañero de piso, Ashley. Si te dice que ahí no vive ninguna Agatha, no le hagas caso." Dijo. No estaba segura de que Ashley le tomaría el pelo a un desconocido pero lo decía por si acaso.

[Gerald Cowershof]

Su boca estuvo ligeramente abierta (de la sorpresa) durante toda la explicación de Agatha, mientras que su mente, con lentitud, pensaba en muchas cosas a la vez. ¿Se había quedado dormido mientras hablaban y por alguna razón le había pedido su dirección? ¿Y por qué él (un hombre casado) iba a pedir la dirección de ella (una joven mujer que vivía con un roomie) de la nada? Además, no era como si tuvieran una relación tan cercana como para saber dónde vivía cada uno.

Tomó aire, finalmente cerrando su boca y mientras procesaba toda la información, sintió que sus manos empezaban a sudar intentando decidir qué hacer a continuación. No creía tener muchas opciones, pero de nuevo, no estaba en sus mejores condiciones.