Dobles sí, simples no tanto

[Maximilian Donovan]

((Reservado))

Lo bueno del tennis es que realmente no había que tener mucho en común para poder jugarlo con alguien. Al menos para Maximilian la situación se basaba simplemente en la habilidad de la persona A de pegarle a la pelota con la raqueta, y la de la persona B de hacer lo mismo.

Así es como asumía que había terminado jugando al tenis todas las semanas con él, desde que habían tenido una clase optativa en común en la universidad. Le resultaba extraña la forma en la que consistentemente habían forjado una relación puramente deportiva, en la que raramente hablaban de algo, especialmente ahora que los dos parecían estar yendo en caminos bastante distintos. Y, sin embargo, todas las semanas se veían en esas canchas de tennis.

Tal vez era Maximilian el que, sin darse cuenta, estaba poniendo la distancia. Quizás no quería decir algo inapropiado, y perder su compañero de práctica y ocasionales dobles, y terminar en una lista.

O, ahora que lo pensaba, podía ser ese equipo de gimnasia que parecía salido de un contrabando dirigido hacia la Unión Soviética que usaba. Por ahí la gente pensaba que le iba a pedir unos sickles para el autobús noctámbulo.

[Philip Bagnold-Browne]

Philip en cambio recordaba que habían preparado un par de trabajos juntos y, en una charla ocasional, ambos habían comentado las ganas que tenían de empezar a hacer deporte y que lo único que no requería formar parte de un equipo y que les parecía viable era practicar tennis. Con el tiempo, y al dejar de estudiar juntos, la relación nunca prosperó a una amistad. Habían sido compañeros de estudio y ahora lo eran de juego. No importaba que cada vez tuvieran menos cosas en común, Philip era un hombre metódico. Su rutina de jugar al tennis los miércoles con Maximilian era casi parte de sus obligaciones. Una alternativa a ir al bar a embriagarse al salir del Ministerio y, ahora que estaba intentando beber menos, no pensaba dejarla. Igual yo también culparía ese equipo deportivo que parecía salido de La Salada.

Habían terminado la hora y media de práctica y Philip estaba pasándose una toalla por la cara. Odiaba la transpiración. Una vez que se secó el rostro, apoyó la raqueta en el banco y tomó una botella de agua para darle un sorbo bastante largo. Mientras lo hacía miró de reojo a Max. "Buen juego" le dijo mientras volvía a tapar la botella.

[Maximilian Donovan]

Max se había sentado en el banco, agarrándose el cuello de la campera para bajar el zipper, pero se distrajo cuando escuchó a Philip.

"Buen juego" repitió como si fuera un mantra, para bajar las manos del zipper y girarse hacia él. De repente sonrió, acordándose de repente del golpe de revés que intentó hacer y casi se da con la raqueta en la cara, muy entretenido con la idea de que casi se bajaba los dientes a sí mismo.
"Bueno, el tuyo al menos estuvo bien" agregó alzando una ceja, ahora sí bajando el zipper de su campera cuya autenticidad es más que dudosa a esta altura.

[Philip Bagnold-Browne]

Apoyó la botella en el banco, dispuesto a envolver metódicamente la raqueta en su funda. Philip no se creía un gran jugador, lo hacía por hobby, no lo había aprendido con dedicación como sí lo había hecho con el esgrima, así que las palabras de Max lo incomodaron un poco porque no tenía idea a qué se refería él, creyendo que realmente era un halago.
"No estamos para un campeonato... pero creo que avanzamos bastante desde que comenzamos" le dijo guardando la raqueta "¿Hace cuánto fue ya? ¿Dos años?" preguntó entrecerrando los ojos como los viejos, intentando hacer memoria.

[Maximilian Donovan]

Bajón que tu compañero se pierda de esos momentos en los que, tratando de usar un movimiento nuevo, Max casi se dejaba a sí mismo sin dientes y con un lindo relieve facial cuadriculado. De todos modos no sé si sería un halago o una ofensa que lo comparara favorablemente con él mismo, pero lo dijo con buenas intenciones.

"¿Dos años ya?" preguntó en vez de confirmar, sorprendido, sacándose la campera y dejándola sobre el banco descuidadamente. "¿Está mal que te diga que pensé que no duraríamos tanto?" comentó alzando una ceja y mirando a Philip de reojo con una sonrisa. Realmente no se veía con nadie más de la universidad tan seguido.

[Philip Bagnold-Browne]

Philip estaba demasiado ocupado corriendo detrás de la pelota porque le daba mucha fiaca tener que agacharse para juntarlas cuando se iban fuera de la cancha. Cada vez que se terminaban las dos que guardaba en el bolsillo del pantalón para hacer los saques, era una tristeza. Así que no había visto exactamente la jugada en la que Max casi se baja los dientes, quizás si se hubiera golpeado realmente se hubiera enterado y hubiera frenado el partido.

Asintió con la cabeza mientras se sentaba, apoyando la raqueta ya guardada a su lado. Lo miró y sonrió de lado también. "Yo tampoco" confesó porque no pensó que lo tomarían en tan serio "Pero soy un tipo rutinario" confesó "Creo que ya es una costumbre para mí..." volvió a tomar la tolla "Es un buen plan para después de todo un día en el Ministerio, no sé si te ocurre lo mismo con tu trabajo" y era literal que no sabía bien qué estaba haciendo Max luego de la facultad.

[Maximilian Donovan]

Menos mal que Philip era una persona tan organizada, porque Max era más bien un desastre en ese sentido: si tenía que quedarse más tiempo juntando pelotas de la cancha en vez de en la ducha, lo hacía. Quizás era su lado Hufflepuff que trataba de conseguirle trabajo extra para hacer en vez de ir por la ruta más lógica que le ahorraría tiempo.

"Más o menos" comentó mientras arrastraba su bolso de debajo del banco para abrirlo. "Es decir, no es tan estresante mi trabajo" comparado al de Philip, al menos, lo que hacía Max era un poco repetitivo "pero al menos me da una excusa de hacer deporte y no solamente leer sobre él" agregó con una sonrisa, haciendo un bollo su campera para guardarla dentro del bolso.

[Philip Bagnold-Browne]

Mientras escuchaba a Max, se limpió mejor la cara y luego dobló la toalla para guardarla en el bolso. "¿Te dedicas a derecho deportivo?" preguntó intentando no sonar sorprendido, sino como si fuera una pregunta casual. Era obvio que no tenía idea de cuál era el trabajo de Max, no creía que fuera a molestarle a su compañero que recién se enterara del camino que había tomado para su profesión. Seguramente él tampoco sabía qué hacía exactamente Philip en el Ministerio ni que había cambiado de sector o que prefería trabajar con su padre que en la oficina, gritando y enojado todo el tiempo.

[Maximilian Donovan]

Sonrió con la pregunta de Philip. "Así es" confirmó, mientras sacaba del bolso la funda de su raqueta que también estaba hecha un bollo. "Mi padre es árbitro, y creo que terminé metiéndome en esa rama como para no decepcionarlo del todo al no seguir sus pasos" soltó una risa breve, porque no estaba seguro de que su padre sintiera eso. Realmente no había hablado las cosas con su familia como para saber qué opinaban sobre lo que hacía o dejaba de hacer.

No lo había pensado antes, pero supuso que quizás no sería buena idea siquiera mencionar la idea de familia con Philip. Max, que solamente tenía entendido que su compañero trabajaba en el Ministerio y no creía en nada de lo que leía en los diarios, sospechaba que quizás había terminado siguiendo una carrera por deber que por placer. Pero como nunca se lo había preguntado y no quería meterse demasiado en su vida privada, no estaba muy seguro de la teoría.

[Philip Bagnold-Browne]

Seguramente muchas personas que lo conocían (o no, de esos a los que alguna vez les había gritado enojado por lo que publicaban) pensaban que Philip trabaja en el Ministerio por obligación, que seguía los pasos de su padre como asesor porque alguno de sus hijos tenía que hacerlo. Así como los escribanos con la matrícula, los médicos con su consultorio o los contadores con su estudio. Pero no. Philip realmente disfrutaba ver el detrás de escena de la política. Que fuera el único de sus hermanos podía ser una casualidad o no, su carácter algo mandón quizás tuvo algo que ver, pero ¿había algo más lindo que decirle a alguien cómo tenía que actuar, qué tenía que decir o qué decisión le convenía tomar? Cualquiera como Philip con una pequeña obsesión por el control estaría también encantado.

Aunque su historia fuera diferente, entendía lo que Max debía sentir presionado por hacer algo de lo que su padre se sintiera orgulloso. "Si también te gusta el quidditch, es una buena opción" contestó asintiendo con la cabeza "¿Trabajas para algún equipo o representas jugadores?" quiso saber, ya que estaban en eso de actualizarse sobre sus vidas.

[Maximilian Donovan]

Empezó a guardar la raqueta en la funda toda arrugada.

"Trabajo para Steele & Boulder" explicó, quizás Philip había conocido a alguno de los miembros de la firma o había asistido a alguna charla del viejo Steele las pocas veces que se había prestado para algo así. "Trabajan con las Harpies, así que..." alzó las cejas con una sonrisa ladeada, siempre y cuando la firma trabajara con ese equipo y no lo echaran, él podría seguir trabajando para un equipo de quidditch profesional.

"Te ofrecería boletos, pero creo que puedes conseguir mejores que yo" bromeó a medias, porque estaba dispuesto a apostar su raqueta, que ahora estaba dentro de la funda y descansando sobre las rodillas de Max, a que era cierto.

[Philip Bagnold-Browne]

No recordaba si había conocido a alguien de ese estudio pero el nombre le sonaba un montón, posiblemente porque no eran tantos los abogados en el mundo mágico y esa firma debía concentrar gran parte del trabajo, tanto que debía terminar involucrada en diferentes áreas y era imposible que no la conocieran. Philip lo miró algo impresionado y sonrió también "Es un buen trabajo" comentó porque sonaba bastante interesante y encima podía conocer a las jugadoras y ver partidos. Mucho más divertido que pelearse con gente en el Ministerio.

Puso su bolso entre las piernas para ir guardando la toalla y la raqueta mientras escuchaba a Max y soltaba una risa. "No creas, si las pidiera mi madre puede ser..." bromeó "¿Vas seguido a ver partidos?" le preguntó porque no le molestaría ir en plan de tomar cerveza y gritar groserías en lugar de ser ellos los que transpiraban.

[Maximilian Donovan]

Arrugó la frente al alzar las cejas, con una sonrisa. Sí, no había dudas de que si la Ministro de Magia pidiera entradas, el presidente del club no tardaría nada en conseguirle los mejores asientos. Igual estaba seguro de que Philip tendría más influencia que él a la hora de conseguir algo, nunca se había puesto a pensar en eso antes.

"A veces" admitió sin saber si debería decirlo con un poco más de vergüenza, porque la voz de Max sonó casi despreocupada. "Lo malo es que estoy casi obligado a apoyar a las Harpies cuando juegan ahora, incluso si están jugando contra los Falcons" dijo con una risa, ese había sido su equipo favorito durante su adolescencia.

[Philip Bagnold-Browne]

De todas maneras sería gracias a su madre que conseguiría algo, o porque lo reconocerían como uno de los hijos de la Ministra. En cambio Max había ganado ese beneficio con su trabajo, por eso Philip pensaba que no debía sentir vergüenza al decir que hacía uso de las entradas gratis.

Terminó de guardar las cosas y cerró el bolso mientras se reía también. Luego se echó hacia atrás en el banco para mirar a su compañero "¿En serio te gustan los Falcons? A mi me encanta verlos jugar porque daban unos golpes tremendos" le contó porque si bien no era fanático de ningún equipo en particular, sólo de Inglaterra en los mundiales, era curioso que les simpatizara el mismo equipo "La próxima vez que jueguen con las Harpies podemos ir a verlos" sugirió ya que Max le había ofrecido entradas.

[Maximilian Donovan]

Miró a Philip, sorprendido también de que le gustaran los Falcons y por la misma razón que a él. Quizás era el appeal universal de un equipo que entretenía más allá del resultado, apelando a los instintos cavernícolas de sus fans.

"Definitivamente" confirmó, aunque tuviera que pretender que no estaba apoyando a los Falcons para no tener problemas con sus empleadores, iría a ver ese partido. "Es uno de esos pocos equipos que se animan a jugar bruto y bancarse las suspensiones, me sentiría mal por las chicas pero..." hizo un gesto con la boca, como si lamentara que en realidad no se sentiría nada mal. La magia arreglaba hasta a la nariz más rota, a menos que se meta Lockhart a meter mano.