No hay tiempo que perder

[Philip Bagnold-Browne]

Cuando bajaron en la Oficina de Prensa, Philip se le adelantó abriendo la reja pero dejándola atrás para que ella cerrara y lo siguiera. Tenía tanta bronca que no podía esperar a verle la cara a los que habían dejado que ese rumor se infiltrara. O no, pero no importaba, él iba a hablares como si hubieran sido los que habían escrito esa nota.

Encontraba un placer tan grande en descargarse como comenzó a hacer, apenas girando la cabeza para asegurarse de que Harvey estuviera cerca. Mientras más dramáticas y profundas fueran las agresiones, mientras más agrandara lo que había sucedido como si fuera algo terrible y más hablara y hablara, Philip mejor se sentía. Cuando se hacía el silencio después de cada frase acusadora se sentía poderoso y que tenía totalmente la razón. Amaba enojarse por la sensación que le quedaba después de soltar cada exabrupto que su mente imaginaba.

"Mathilda..." dijo de pronto girando levemente y estirando el brazo como invitándola a que se acerque a él "En la respuesta a El Profeta, deben incluir que tengo una relación estable con una compañera de trabajo, que los rumores con el hijo mayor de los Fletwock son una tontería, porque estamos profundamente enamorados con Mathilda" le terminó de decir a una de las empleadas que había comenzado a escribir lo que debía decir la nota para la redacción del diario "¿No es cierto, mi amor?" le preguntó, girando hacia Harvey y acariciándole levemente la mejilla con más reticencia de la que le hubiera gustado. Quizás no era tan buen actor.

[Philip Bagnold-Browne]

La miró algo extrañado, casi espantado, porque nunca la había visto sonreír así. ¿Qué le pasaba? Alzó las cejas, quizás Mathilda sí fuera buena actriz. Sonrió, siguiendo el juego, aunque no le gustó que sólo soltara un 'mmm', todavía podía servir para que la encargada de la oficina de prensa les creyera.

Volteó a verla sin perder la sonrisa, como si hasta hace cinco minutos no hubiera dicho una barbaridad incoherente detrás de la otra por el enojo y hubiera depositado en ellos toda la responsabilidad de intentar limpiar su imagen, y la del Ministerio, obvio, porque a él le gustaba pensar en grande y quería hacerles sentir que cualquier agravio a la Ministra o a su familia era contra todo el Ministerio y los cuarentamishonesdemagos.

Se despidió de todos tomando a Mathilda por la cintura y apretándola suavemente, para luego mirarla indicando que debían volver a su oficina. "¿Vamos, querida?" Su plan era caminar así hasta el ascensor, así que más vale que cooperes Harvey.

[Philip Bagnold-Browne]

"Só-lo-ca-mi-na!" le ordenó entre dientes, hablando en un tono evidentemente más bajo de lo que venía hablando. La satisfacción y la adrenalina del momento le habían hecho olvidar del dolor de cabeza pero ahora que caminaba hacia el ascensor, tomando de la cintura a Mathilda, el dolor había vuelto, insistente. También le raspaba un poco la garganta resacosa, quizás no debió gritar tanto.

Recién cuando estuvieron nuevamente en el ascensor soltó a la chica y se llevó una mano a la cabeza, masajeando su sien para intentar calmar el dolor.

"Escucha..." exhaló profundo, cerrando los ojos y apoyándose contra la pared posterior. El movimiento le estaba revolviendo el estómago de nuevo. "Sé que dije una idiotez allí arriba pero... creo que lo mejor es que sigamos con esta historia, al menos por un tiempo" Estás acorralada como Rocky (?), Harvey, admitile que no escuchaste nada de su master plan sobre que ahora son re novios y se aman. Igual, bien por no haberte quejado de que te tocara sin haber escuchado la mentira completa.

[Philip Bagnold-Browne]

Abrió los ojos levemente porque sentía que si los abría demasiado y movía la cabeza, todo le iba a dar vueltas peor. Intentó enfocarlos en Mathilda y, algo molesto, resopló.

"¿En serio, Harvey?" comenzó en tono bajo, como si estuviera aburrido de pelear con ella "¿En serio no estabas escuchando nada, otra vez?" Philip no era tonto, sabía que ella lo ignoraba la mitad del tiempo, que era lo peor que podía hacerle. ¿Cómo podría fastidiarla si ella lo único que hacía era pensar en un amor adolescente que nunca iba a volver? Porque no, no lo va a hacer, Harvey.

Cerró los ojos de nuevo "¿Qué quieres? ¿Enterarte cuando reparta invitaciones para nuestro casamiento fingido?" preguntó con afán de que esta vez le preste atención y le diera el placer de verla enloquecer "Si hubieras prestado atención, sabrías que ahora todo el Ministerio y toda la comunidad mágica van a creer que somos novios..." Tenemos que mandarlo a Philip a clases de Improvisación porque sus mentiras no son las mejores ni las más fáciles de volver atrás. Si se miente, que sea con todo.

[Philip Bagnold-Browne]

El ascensor se detuvo dejándolos de nuevo en el piso de sus oficinas, obligando a Philip a despegarse de la pared, agradecidos (él y su estómago) de que todo el movimiento hubiera terminado. Sin embargo, sonreía por otro motivo... la cara de Mathilda en ese instante era invaluable en galleons y en cualquier otra moneda.

"Que tu qué?" preguntó en tono tranquilo esta vez, poniendo cara de inocente "Ya sé que no tienes pareja" en realidad lo estaba suponiendo pero con lo reservada que ella era a hablar de cosas personales en la oficina, no lo sabía de verdad "Y que es una incomodidad que crean que salgo contigo" nunca al revés "Pero será sólo por un tiempo hasta que todo se calme, te lo prometo" dijo saliendo finalmente del elevador y extendiéndole la mano para ayudarla a bajar ahora que eran pareja (?).

[Philip Bagnold-Browne]

"Hey, hey..." soltó intentando calmarla y tomándola por los brazos para que no fuera a ningún lado "Tranquilízate... no desmentirás nada, no por ahora" insistió "A mí debería ofenderme más que a ti..." dijo mirándola con aire de superioridad "que tú NO ME ESCUCHES CUANDO ESTOY HABLANDO CON OTROS EMPLEADOS" apretó la mandíbula y la soltó.
"Si hubieras querido detenerme cuando improvisaba esta mentira, sólo tenías que hacer una cosa: escucharme. Ahora es muy tarde" le dejó en claro que no pensaba dejarla cambiar su historia ahora. Necesitaba esa mentira al menos por un tiempo, él estaba tan interesado en librarse de toda esa situación como ella. Pero si lo pensaban fríamente los dos salían ganando, los dos podían torturarse mutuamente gracias a la mentira de Philip, además de la ganancia obvia: salvar la reputación de él y darle una a ella. Dejaría de ser la empleada que resalta los reportes de prensa y que por su voz todos dudan de su edad o su salud, pasaría a ser alguien. Su novia.

"¿A menos qué, Harvey?" quiso saber sus condiciones.

[Philip Bagnold-Browne]

Alzó las cejas y dibujó una sonrisa por el adjetivo que ella usó, mansamente. No conocía aún el lado peligroso de Harvey pero no parecía tenerle miedo, todavía.
"Yo no hago nada mansamente..." le aclaró para fastidiarla mientras se rascaba una mejilla de su carita de alfajor ((siento que son María Elena y Pepe Argento)) "Pero depende de qué tipo de condiciones impongas, podemos negociar" No iba a dejarla quedarse con la última palabra aunque si lo pensaba fríamente tenía las de perder, él estaba necesitado de esa mentira, ella no. Bueno, todavía no sabía la relación patológica de Mathilda con la comida que no podía consumir, quizás a partir de ahora pudiera sobornarla con un pollo al verdeo con papas a la crema.

La miró, confundido "¿Por qué abres de nuevo la puerta del elevador?" Oh no... ¿de verdad esperaba que ÉL fuera a buscarle su pedazo de torta de chocolate a esta Tronchatoro flaquita?

[Philip Bagnold-Browne]

Philip también arrugó los ojos al escuchar el apodo, haciendo una mueca de desagrado. Nunca pensó que la escucharía llamarlo de esa manera, intentando sonar cariñosa. Quizás no había pensado demasiado bien en el plan, darle la chance a Harvey para que le pida y exijas cosas no había sido su mejor idea esa mañana.

La miró alzando una ceja, otra vez sintiéndose súbitamente incómodo porque las palabras 'tu novia' le daban escalofríos. Él no estaba listo para eso. Alzó un dedo y abrió la boca, buscando algo para decir, para debatir, para quejarse y no hacerlo pero esta vez Mathilda tenía las de ganar. Tuvo que bajar despacio el dedito acusador y obedecer... le traería el pastel más asquerosamente chocolatoso de la historia y le pediría a Merlín que Mathilda despertara al día siguiente con granos en la frente o diarrea, o las dos cosas juntas. Sí, mejor.

((Cerrado))