Uno de esos días

[Charlie Goulding]

((Por fin lo admites, soy un bicho maldito adorable. Yo no sé porué hay gente que me odia))

Fue inevitable, alzó la vista y miró a Gwendolen con una sonrisa algo diferente. Pero eso fue algo que ni el mismo se va a dar cuenta ni aquí ni nucna. Es demasiado él para hacer eso. "El amor es para las novelas rosas que lee mi hermanita de doce, Gwendolen... en nuestro mundo no es así" comentó tratando de no reírse. Sí, sabái que Emma tenía 18, pero le gustaba dejarla frente a todo el mundo como una niñita prqueña que había que proteger de los tipos malos y viejos.

[Charlie Goulding]

De hecho su plan también había sido ese, hasta que se acordó que tenía que molestar a Gwendolen para seguir con la línea de equilibrio del universo. Tenía que recordarle cual de los dos era más genial. Además que después del día del golpe en la cabeza y de cuando le había pegado en las bolas, tenía material para odiarla y molestarla por mucho. Se quedó callado y dejó de escribir. Una palabra le llamó la atención.
Nah, no podía ser. Tenía 23 años. Siempre la ahbía molestado con eso, pero no por eso tenía que ser verdad. "¿V-v-írgen?" preguntó mientras alzaba las cejas todo sorprendido. No, en el mundo de Charlie Goulding eso no era posible.

[Charlie Goulding]

Son como dos gotas de agua de lo parecidos que son. Obvio que si.
Pestañeó demasiado rápido. No podía creerlo. Era vírgen de verdad. Nah, nah, nah. Eso era demasiado bueno (o demasiado malo) para ser verdad. Se inclinó un poco hacia adelante para mirarla más de cerca. "No puedo creerlo..." dijo mientras le tomaba la muñeca a Gwendoleen para que no se le fuera a escapar a ningún lado. "¡ERES VÍRGEN!" y con eso casi despierta a todo Londres. Sí, era un exagerado, pero así lo querían.

[Charlie Goulding]

Oye, dejame a la de finanzas tranquilita. Ella no es puta, simplemente no tiene reparos en abrirle las piernas a Charlie. Sólo eso. Era una pelirroja on fire.
Se quedó mirándola mientras se levantaba de la nada. "Me tienes que estar tomando el pelo" logró decir al fin. No, no se refería a que no iba a terminar el trabajo con él, sino a que era vírgen. ¿Cómo soportaba la presión? No fumaba, ni tomaba, ni tenía sexo. Esa mujer estaba más loca de lo que él mismo creía. La miró a los ojos con las cejas alzadas.